La votación en Naciones Unidas, y gracias a la cual se aprobó a Moción de condena al bloqueo, presentada por Cuba, y que fuera aprobada por unanimidad, en la Asamblea General del pasado 26 de octubre, constituye una victoria neta del pueblo de Cuba y de su gobierno; y una evidencia más del fracaso de […]
La votación en Naciones Unidas, y gracias a la cual se aprobó a Moción de condena al bloqueo, presentada por Cuba, y que fuera aprobada por unanimidad, en la Asamblea General del pasado 26 de octubre, constituye una victoria neta del pueblo de Cuba y de su gobierno; y una evidencia más del fracaso de la política imperialista de los Estados Unidos contra el mundo.
A esta victoria, han aportado ciertamente, todos los que, en uno u otro confín del planeta, despliegan banderas e iniciativas solidarias con Cuba siempre, y con motivo de las más diversas causas.
Desde el escenario peruano -y esto es bueno subrayarlo- , esta victoria -que es también nuestra- se eleva como un rechazo a las corrientes que hoy se distancian del proceso liberador bolivariano por cuanto éste, finalmente, se inspira también en los más elevados propósitos de dignidad y de justicia que han sido enarbolados siempre por Cuba y su pueblo.
En el Perú, sorprendentemente, se ha producido con Cuba una unanimidad «a forciori». Mientras las fuerzas progresistas y revolucionarias han celebrado con júbilo el desenlace producido en Naciones Unidas; los núcleos más reaccionarios -el cogollo alanista del APRA, la Mafia fujimorista y hasta PPK y su entorno- han optado por aceptar el hecho, en el más sepulcral de los silencios. En el fondo, están contra Cuba, pero no se atreven ya a sostener tamaño despropósito a viva voz.
¿Qué es lo que gentes de ese signo podrían argüir para sostener la necesidad de una política bárbara como la que aplica Washington hasta hoy en el marco de este tema?
En verdad, nada que pudieran sostener públicamente. Porque la vida se ha encargado de colocar cada cosa en su lugar. Y hoy, nadie duda que Cuba ha aportado a la causa de la humanidad mucho más que cualquiera de los otros países de la región, administrados desde hace muchísimas décadas por gobiernos reaccionarios y conservadores.
En Cuba, en efecto, se han resuelto los grandes problemas que agobian a nuestros pueblos. Allí no hay analfabetismo, enfermedades endémicas, ni inseguridad ciudadana. Tampoco, sicarios que matan a la vuelta de la esquina disparando desde «motos lineales», como se puede registrar en nuestras tierras. No hay Cárteles organizados para el manejo de la droga, ni para la promoción del contrabando.
Todos esos males endémicos, que pululaban en la Patria de Martí antes de 1959, hoy han sido barridos del escenario. No existen más. Lo que existe, es un pueblo disciplinado, organizado y consciente, educado en esforzados años de la Revolución, en lo que la ciudadanía ha asimilado los elementos básicos de los que Ernesto «El Che» Guevara llamara «el hombre nuevo».
Este hombre no está regulado por el mercado capitalista. Ni por lo apremios consumistas que devoran a los ciudadanos que habitan en otras tierras de nuestro continente.
La «Prensa Grande» en países como el nuestro no se atreve a registrar esa realidad. Calla ante ella, cuando no busca eludirla, como si se tratara de una afrenta. Ocurre, sin embargo, que carece de actitud. Y mira, por eso a Washington, antes de soltar una opinión.
Como la Casa Blanca decide finalmente «cambiar su voto», y opta por la abstención, sus gonfaloneros de aquí, hacen Mutis en el Foro, apagan la luz y duermen hasta el día siguiente.
Compungidos, se «desquitan» atacando a la República Bolivariana de Venezuela presentando una imagen absolutamente distante de la realidad.
Pero la decisión de la ONU, por si sola, no resuelve el problema del bloqueo, porque éste subsiste. Hay que asegurar que, de las palabras se pase a los hechos; y que esa medida brutal, desaparezca de una vez, y para siempre. Y que en esa misma línea, el territorio de Guantánamo, usurpado ilegalmente el gobierno de los Estados Unidos, sea definitivamente devuelto a Cuba.
Es posible aún que el Presidente Obama, antes de abandonar la Casa Blanca, disponga algunas otras medidas que ayuden a concretar lo que el mundo exige. El hecho que, por primera vez en 25 años, Washington no suscriba oficialmente el bloqueo, puede dar lugar a nuevos pasos en ese mismo derrotero.
Pero quizá después del 20 de enero, cuando se instalen los nuevos Poderes en los estados Unidos, será cuando se abra la posibilidad de acciones de más largo aliento.
Entretanto, la bandera de Cuba se mantiene enhiesta y la causa solidaria con la Paria de Martí sigue siendo una tarea de primera magnitud (fin)
Gustavo Espinoza M., miembro del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.
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