Generalmente son las contradicciones israelo-palestinas las que motivan los análisis de los estudiosos del conflicto, sin embargo, en los últimos meses son las diferencias existentes entre las dos fuerzas políticas mayoritarias en Palestina: Al Fatah y Hamas, las que ocupan los titulares de los medios de difusión. A partir de la inserción del movimiento islamista […]
Generalmente son las contradicciones israelo-palestinas las que motivan los análisis de los estudiosos del conflicto, sin embargo, en los últimos meses son las diferencias existentes entre las dos fuerzas políticas mayoritarias en Palestina: Al Fatah y Hamas, las que ocupan los titulares de los medios de difusión.
A partir de la inserción del movimiento islamista en el plano político palestino, y sobre todo luego de su victoria en las primeras elecciones de ámbito nacional a las que se presentó, una serie de factores han incidido en un aumento de las contradicciones:
• Cambio del liderazgo político como consecuencia de la victoria de Hamas, dominado hasta entonces por los nacionalistas y laicos de Fatah.
• Evolución manifiesta de Hamas, de una política de corte social y básicamente misionaria a otra donde se podía enfrentar a Israel no solo por las armas, sino a través del ejercicio político.
• Competencia entre las dos fuerzas políticas por cuotas de poder, como rasgo distintivo.
Las contradicciones políticas en Palestina conducen a una dinámica triangular entre Israel, Fatah, y Hamas: Israel presiona a la Autoridad Palestina (AP) para que controle y reprima a las fuerzas islámicas, y condiciona toda posibilidad de negociación a la ausencia de actos de violencia; mientras que la AP no puede imponer una política demasiado dura hacia Hamas sin correr el riesgo de provocar un aumento de actos de violencia de parte de los islamistas contra Israel, e incluso contra la Autoridad misma.(1) De hecho, desde el nacimiento de Hamas en 1988, la rivalidad ha presidido sus relaciones con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).(2)
Luego de los comicios de 2006, que sirvieron para calibrar el grado de apoyo social a los diversos partidos, la victoria de Hamas catapultó a la agrupación a la jefatura de gobierno, aunque la presidencia siguió en manos de Fatah. El mandatario, Abu Mazen, tiene la potestad de disolver el gobierno y convocar a nuevas elecciones. No puede perderse de vista que el ascenso de Hamas se debió en parte a sus políticas sociales, más que a la preferencia de la población palestina por el modelo islamista y el estilo de vida que pregona. La victoria de Hamas obligó a una difícil cohabitación entre las dos agrupaciones históricamente rivales, una tarea ya de por sí complicada, y potenciada más aún por el boicot internacional hacia el Gobierno liderado por Hamas, que se tradujo en el bloqueo de las ayudas económicas que la comunidad internacional (sobre todo la Unión Europea) solía otorgar a la AP.
Si bien existe un enemigo común Fatah y Hamas han defendido dos proyectos políticos distintos. Para Fatah su ideología estaba basada en la necesidad de liberar a Palestina, apoyando la creación de un Estado Palestino, democrático, secular, multiconfesional, y de ideología nacionalista. Para Hamas, su proyecto estaba basado en combatir la ocupación israelí, pero también las tendencias seculares, conciliando la contradicción entre su orientación nacional palestina y su adhesión al ideal panislámico distinguiendo entre objetivos de corto plazo como la completa liberación de Palestina y el establecimiento de un Estado islámico; y los de largo plazo, que concibe la restauración del Califato como resultado de un Estado panislámico.(3)
Cuando ambas organizaciones han coincidido en sus apreciaciones estratégicas respecto al binomio negociación-resistencia, sus relaciones han sido de colaboración. En cambio, cuando han divergido, han llegado incluso a enfrentamientos.(4)
La competencia por el poder entre Fatah y Hamas, y su lucha común contra el ocupante, ha logrado que ambas agrupaciones llegaran a adoptar componentes de su contrincante; es decir, el nacionalismo de Fatah se «islamiza», mientras que el islamismo de Hamas se «nacionaliza».(5) En este proceso, ambos han recurrido a elementos del discurso del oponente, tomando «prestado» tácticas del otro. En una especie de sincretismo político, tanto Hamas como Fatah logran armonizar los conceptos de nacionalismo e islamismo en cada uno de sus respectivos discursos, aunque claro está que el énfasis cambia, como así también el objetivo:
• para Fatah la liberación de Palestina es el fin en sí mismo, con un mensaje religioso cada vez más fuerte,
• para Hamas la liberación de Palestina es un medio que conduciría a la lucha mayor, la restauración de la Ummah.
Se debe resaltar que mientras Fatah ha mantenido la línea nacionalista laica que defendió desde su surgimiento, a pesar de incorporar en su discurso mensajes de corte religioso, lo que más bien responde a elementos identitarios de la población palestina, en Hamas ha ocurrido un proceso similar. El movimiento islámico, desde su nacimiento en 1988 hasta la actualidad, se ha transformado de un movimiento islamista «misionario», representado por la Hermandad Musulmana, cuyo objetivo estaba dado por la reislamización de la sociedad, al actual islamismo político que encuadra su lucha en la tierra de Palestina. Incluso ha invertido las prioridades: destaca lo político (la liberación de la tierra) por encima de lo religioso. De este modo Hamas logra ajustar todos sus objetivos: armoniza los conceptos de nacionalismo e islamismo en su discurso y su ideología, los compatibiliza incorporando elementos del nacionalismo palestino a su causa, islamizando la identidad palestina, tradicionalmente secular.(6)
Hamas se ha convertido en un movimiento islámico exclusivamente palestino (característica nacional territorial), que diferencia objetivos de corto plazo (la nación) de los de largo plazo (la Ummah). La organización expresa la aspiración de que el pueblo palestino mantenga su distintiva identidad, haciendo hincapié en que la misma debe contener los componentes culturales de unidad e integración con todo el pueblo árabe e islámico. Así, pasa a formar parte de la corriente de islamismo político completamente territorial, con lo cual la tradicional noción de la Ummah, de dimensiones y contornos difusos, internacionalista y aterritorial por definición, pasa a ocupar un segundo plano, enfatizando en la actualidad sobre el concepto de unas fronteras bien definidas del Estado-nación (aunque para el caso palestino los límites geográficos del Estado son parte sustancial del conflicto), que constituye el escenario de su práctica política.(7)
Es muy difícil conjeturar acerca de si el movimiento islámico será capaz de instalar el Islam como alternativa al nacionalismo de Fatah. Quizás esto dependa de la habilidad de los islamistas a la hora de probar la validez de su visión y la factibilidad de su posición y de su política. También dependerá de si el pueblo palestino estará de acuerdo con una identidad islámica por encima de la nacional laica. A esto habría que sumar lo relativo al respaldo que la población palestina continúe brindando a Hamas, e incluso, teniendo en cuenta que su base fundamental de apoyo está en Gaza.
Lo que sí queda claro es que el nacionalismo palestino asume en la actualidad las características de su heterogénea población, más allá de los intereses laicos y/o seculares. Este elemento incidirá también en las reformas de instituciones como la OLP, en aras de que se refleje el sinnúmero de organizaciones presentes en el escenario político actual.
*Referencias:*
(1) Travin, J.: «La división de los palestinos: nacionalismo laico versus nacionalismo islamista.» Revista CIDOB d’Afers Internacionals, núm. 76 p. 219-240, 2007.
(2) Abu-Amr, Z.: «Islamic Fundamentalism in the West Bank and Gaza», Indiana University Press, 1994.
(3) Abu Amr, Z.: «Hamas: a historical and political background», Journal of Palestine Studies. Vol. 22. No. 4 (verano de 1993), Universidad de California.
(4) Hammani R., y J. Hilal: La Intifada palestina en la encrucijada: crisis de liderazgo y colapso económico. Nación Árabe, No 45, Año XV, verano 2001, p. 26; Hroub, K.: «What Hamas Could (Not) Deliver in the Uprising», Washington, Center for Policy Analysis on Palestine, Information Brief, núm. 63, 29-01-01.
(5) Travin, J.: Ob. Cit.
(6) Corm, G.: «Le Proche – Orient éclaté II. Mirages de paix et blocages identitaires (1990 – 1996)». París, La découverte, 1997; Hatina, M.: «Hamas and the Oslo Accords: religious dogma in a changing political reality», Mediterranean Politics, 3, London, Autumn 1999.
(7) Ayubi, N.: «El Islam político. Teorías, tradición y rupturas», Barcelona, Ediciones Bellaterra, 1996.
*Idalmis Brooks es investigadora del Centro de Estudios sobre África y Medio Oriente de La Habana (Cuba). *