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Estos niños iniciaron la revolución siria

Conversación con Ali X, uno de los niños de Deraa, refugiados en le campo de Zaatari-Jordania

Fuentes: Rebelión

Desde hace meses que vengo preguntando en los campos de refugiados de Zaatari, Ramtha o Mafraq en Jordania por si alguien conoce el paradero de estos valerosos muchachos que se atrevieron a escribir en las paredes de las calles de Deraa frases como: «el pueblo quiere la caída de Bachar al Assad» o «libertad para […]

Desde hace meses que vengo preguntando en los campos de refugiados de Zaatari, Ramtha o Mafraq en Jordania por si alguien conoce el paradero de estos valerosos muchachos que se atrevieron a escribir en las paredes de las calles de Deraa frases como: «el pueblo quiere la caída de Bachar al Assad» o «libertad para Siria».

Muchos analistas creyeron ver en la rebelión Siria una conspiración de fuerzas oscuras patrocinadas por el Mossad, los jeques árabes sunnitas, la CIA o la OTAN. Pero en realidad las cosas son más sencillas de lo que parece. La férrea dictadura siria de partido único encabezada por Bachar Al Assad jamas imaginó que un pueblo manso y sumiso pudiera sublevarse (desde el año 1963 Siria se encuentra bajo «estado de emergencia») y menos en la provincia agrícola de Deraa tan fiel a los postulados gubernamentales, situada en la frontera jordana.

Los niños de Deraa no eran conscientes de lo que estaban realizando, se trataba de un juego más, de una travesura al escribir en las paredes las consignas que transmitía la televisión de Al Jazeera en las revueltas populares de Túnez y Egipto. Un verdadero terremoto removía las conciencias de los pueblos de Oriente Medio al contemplar esos millones de personas que tomaban las calles vociferando frases subversivas jamás escuchadas.

El pueblo sirio con gran valentía protagoniza una de las páginas más memorables de su historia. Porque exigir democracia y libertad es un delito imperdonable que se paga muy caro. Quien haya conocido la sociedad Siria anterior al levantamiento del 15 de marzo del 2011 comprenderá perfectamente mis precisiones.

Las pintadas de los niños de Deraa no pasaron desapercibidas a los servicios secretos del Mujabarat que de inmediato los detuvieron. Los 15 niños entre 11 y 16 años fueron confinados en los calabozos de la comisaría de Deraa. Se les acusó de terroristas al servicio de una potencia extranjera, peligrosos elementos que ponían en peligro la seguridad nacional. Cómo se atrevían a semejante desfachatez de agraviar el honor del rais Bachar Al Assad, el padre de la patria. Por lo tanto merecían un castigo ejemplar. La mayoría sufrieron pavorosas torturas: les aplicaron picana, les arrancaron las uñas, los utilizaron de ceniceros para apagar sus cigarros, los castraron, los violaron. Es dificil imaginar el por qué estas bestias cometieron tales monstruosidades. Al parecer todo se justifica en aras de velar por la paz y el orden, un sagrado deber que exige los más altos sacrificios. ¡Qué más da! si son niños pobres a los que se les califica despectivamente de ratas o perros callejeros. Y lo más paradójico carentes de cualquier ideología política. Porque en Siria los únicos partidos legales son los duelos futbolísticos entre el Real Madrid y el Barcelona.

En la guerra civil Siria han sido asesinados más 8000 niños. Una cifra escalofriante que nos da una idea de la magnitud de este holocausto cuyos directos responsables son al Ejército sirio, el Mujabarat y la Shabbiha a órdenes del supremo rais Bachar Al Assad. La comunidad internacional se limita a emitir uno que otro comunicado de condena para lavar sus conciencias. La guerra se ha ensañado cobardemente contra los más inocentes: niños, mujeres o ancianos. Claro, la táctica es aterrorizar a la población civil y escarmentar a los «forajidos» para que entiendan que quien se atreva a levantarse contra el glorioso gobierno sirio merecen el más cruel de los castigos. Aquí no valen los derechos humanos, ni la convención de Ginebra o las invocaciones a Allah ¿Cómo es posible descuartizar un bebe, violar a su madre y luego volarle la tapa de los sesos? Talvez estos «héroes» lo consideren una magnífica hazaña.

Pero poco a poco vamos desentrañando la verdad pues existen personas que nos narran las espeluznantes historias de las que han sido testigos. Hace unos meses que le hice el encargo al señor Mohamed Manzur Mohamed, ciudadano sirio, refugiado junto a su familia en Zaatari (Jordania) de investigar si alguno de estos niños de Deraa se encontraban en el campamento. Por fin la larga búsqueda ha dado sus frutos pues localizó a uno de ellos a quien llamaremos con el nombre ficticio de Ali X. Tuve la oportunidad de hablar con él gracias a la ayuda del traductor argelino Si Ziad Meraked. Alí X de 12 años nacido en Deraa fue uno de los autores de las pintadas. Nos aclaró que ellos no entendían el sentido de las frases que escribieron en las paredes. En la escuela jamás le enseñaron lo que significaba la palabra libertad ni menos justicia o democracia. Qué iban a saber si son palabras prohibidas que inducen a desarrollar un carácter contestatario. Lo mejor es que se dediquen a recitar los versos del Corán o aprenderse de memoria la tabla de multiplicar. Ellos al igual que todos los chicos de su edad se divertían jugando al fútbol ansiosos por emular a sus jugadores favoritos Cristiano Ronaldo o Messi. Alí X pudo escapar de la redada de la temible Shabbiha escondiéndose en la población de Elnaymah, próxima a Deraa, donde viven sus tíos paternos.

Cuando los padres de los niños de Deraa fueron a preguntar a la comisaría por la suerte de sus hijos al jefe local de la seguridad política Atef Najib, primo de Bachar Al Assad, les respondió: «olvídense de los niños y váyanse a parir otros con sus mujeres». Esta diabólica afrenta les llenó de ira. No podían dar crédito a semejante atropello si a ellos les enseñaron que la amada patria siria protegía a la niñez, ellos juraron fidelidad al partido Baaz y por eso confiaban en la clemencia del venerado rais y su esposa Asma. Pero se equivocaban.

Ese viernes una multitud de fieles al concluir el salat yuma iniciaron las manifestaciones pacíficas frente a la saraya o Palacio de Justicia exigiendo la liberación de los pequeños.-que poco a poco se extendieron por todo el país-. Entonces desde Damasco llegaron enn helicópteros las unidades antiterroristas que los reprimieron a balazos. Así comenzó esta dinámica macabra de muertos, heridos, torturados, desparecidos que con el paso de los meses desembocó en el estallido de la guerra civil. A estas alturas ya se contabiliza más de 80.000 muertos y se calcula que si no se consigue impooner un alto el fuego a fin de año podrían alcanzarse los 150.000 muertos. La espiral de violencia es casi imposible detenerla pues los sentimientos de venganza prevalecen sobre los del diálogo y la razón.

La internacionalización del conflicto es un hecho irrefutable porque el enfrentamiento sectario es el que prevalece. En el campo de batalla se baten los yihadistas suníes, el ELS, Al-Qaeda, los milicianos de Hezbollah, los guardianes de la revolución iraníes, los drusos, los kurdos, los cristianos, los alawitas, los asesores rusos, iraníes por un lado y por el otro bando, los americanos, británicos, franceses, sauditas, qataries. Hasta Israel interviene atacando los arsenales de armas químicas y misiles estratégicos que amenazan su seguridad. Cada cual defendiendo sus colores, su bandera, sus intereses. Mientras tanto la población civil no tiene otra opción que escapar hacia los países fronterizos en un desesperado intento por poner a salvo sus vidas. En vez de leche o medicinas realmente lo que necesitan es que les envien ataúdes y mortajas. El tráfico de armas se ha convertido en el negocio más florecientes de la región pues es necesario abastecer a los combatientes. Desde el Golfo Pérsico, Árabia Saudita, Rusia, Irán, China o Turquía les van surtiendo de material bélico y pertrechos.

Ali X lleva la bandera del Ejército Libre Sirio anudada al cuello. A la fuerza ha comprendido lo que significa la palabra libertad, revolución, dignidad. ¡Cuánto dolor ha costado aprenderlo! Su mirada ausente transmite tristeza y desolación. Lógico, el hace parte de ese infame destierro que los condena a la miseria y el abandono. A sus doce años ha perdido el alma de niño para convertirse prematuramente en mayor. Pero no se deja intimidar y nos anima a que le hagamos fotos. Cuando le damos un pañuelo para que se cubra la cara lo rechaza pues dice que no es un delicuente y hace con su mano la v de la victoria. La tragedia de los niños sirios es particularmente espantosa y desde luego que tardarán varias generaciones en curar sus heridas. Le interrogué sobre si conocía el paradero de sus amigos que fueron detenidos por las pintadas en Deraa a lo que me contestó cerrando los ojos y moviendo la cabeza en sentido negativo. No sabían donde estaban, todos desaparecieron para siempre.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.