Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Richard Falk es el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967. En 2001 Falk participó en una Comisión de Investigación para los territorios palestinos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR, por sus siglas en inglés) junto con John Duggard. También es profesor emérito de derecho internacional de la Universidad de Princeton con una larga y distinguida carrera en docencia, política y derecho. Recientemente ha concedido esta entrevista exclusiva y reveladora al Dr Hanan Chehata de Middle East Monitor.
HC: Tras su nombramiento como Relator Espacial de las Naciones Unidas para los Territorios Palestinos Ocupados en 2008 usted viajó a Israel para empezar sus investigaciones. ¿Puede hablarnos un poco más sobre cómo fue recibido por Israel?
RF: Se me negó la entrada y fui expulsado en el aeropuerto Ben Gurion cuando traté de entrar en Israel con el propósito de desempeñar mis funciones como Relator Especial de la ONU. Estas funciones consisten fundamentalmente en informar acerca de la conformidad de Israel con obligaciones de derechos humanos en los territorios palestinos ocupados (TPO) e incluye la obligación de conformidad con el derecho humanitario internacional. Las autoridades israelíes me confinaron durante más de quince horas en una celda con otros cinco detenidos antes de ponerme en un avión. No se me dieron más explicaciones que mi orden de expulsión procedía del Ministerio israelí de Exteriores el cual se había opuesto a mi nombramiento desde un principio. Como mi itinerario por Cisjordania había sido sometido previamente a la Embajada israelí en Ginebra y como se había concedido visados a los dos empleados de las Naciones Unidas que me asistían en la misión, parecía claro que Israel quería tener un incidente en el aeropuerto en vez de decirme de antemano que se me iba a denegar la entrada. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y otros funcionarios de la ONU se opusieron a la negativa israelí a permitirme hacer mi trabajo como Relator Especial. Se debería señalar que la Carta de la ONU en el Artículo 2(2) exige a sus miembros cooperar con la ONU para que lleve a cabo sus funciones y que esta obligación está reforzada por un tratado internacional que explica esta obligación de cooperación.
HC: Se le negó la entrada en los TPO. ¿Se le ha permitido en algún momento entrar en el territorio? En caso negativo, ¿cómo ha podido hacer su trabajo?
RF: Por medio de peticiones formales a las autoridades israelíes he intentado repetidamente lograr entrar en los TPO y estas peticiones han sido más ignoradas que denegadas. Puede haber una posibilidad de visitar Gaza de forma oficial basándose en la cooperación egipcia. Hasta el momento ha sido difícil de organizar. Por lo que se refiere a mi trabajo, el que se me niegue la entrada es indudablemente una desventaja fundamental pero mi trabajo de investigación se puede hacer sin merma alguna debido a la abundancia de fuentes de información y de documentación abiertas y directas sobre las dimensiones críticas de las ocupación. Aun cuando el acceso hubiera sido posible, en cualquier caso habría tenido que depender de estas fuentes.
HC: En vista de cómo ha reaccionado Israel ante usted y sus informes, y más recientemente ante el Informe Goldstone, parece que el respeto de Israel por la ONU se ha vuelto, en todo caso, más hostil. ¿Por qué cree usted que Israel parece despreciar de esa manera a la ONU y existe alguna manera de que ésta obliguen a Israel a cooperar con sus investigaciones y a acatar las recomendaciones de la ONU?
RF: Israel tiene un enfoque bastante oportunista de la ONU. Es hostil cuando es objeto de crítica y rechaza la autoridad de la ONU en relación a sus obligaciones como potencia ocupante en los TPO. Se queja constantemente de la parcialidad de la ONU, especialmente en el Consejo de Derechos Humanos, y ataca a quienes trabajan en la ONU como funcionarios o altos cargos nombrados. Más recientemente ha organizado una serie de despiadados ataques contra Richard Goldstone, que presidió la misión de investigación para valorar las acusaciones de crímenes de guerra israelíes y de Hamás asociados con la guerra de Gaza (Operación plomo Fundido) que tuvo lugar entre el 27 de diciembre de 2008 y el 18 de enero de 2009.
Al mismo tiempo, Israel participa plenamente en la Asamblea General y utiliza su relación con Estados Unidos para bloquear decisiones que le son adversas en el Consejo de Seguridad. Lo que era inusual en su respuesta al Informe Goldstone era el repudio de perfil extremadamente alto de las conclusiones y recomendaciones. Normalmente, como ocurrió con la Opinión Consultiva 14-1 de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la ilegalidad del muro de separación en la Palestina ocupada, Israel se limita a rechazar la crítica externa de sus políticas y hace muy pocos comentarios, especialmente por parte de sus principales dirigentes políticos. Debemos asumir que el Informe Goldstone puso el dedo en la llaga de la sensibilidad política israelí, lo que explica su casi histérica reacción, incluyendo violentos ataques a la persona de Justice Goldstone, el cual es un sionista devoto y un distinguido jurista internacional. Parecería que la conclusión de que Israel había atacado deliberadamente a civiles y la infraestructura civil de Gaza en violación del derecho penal internacional era un rechazo demasiado autorizado de las políticas israelíes respecto a la ocupación para ser ignorado. El hecho de que el Informe Goldstone también recomendara que había que dar pasos para implementar estas conclusiones haciendo responsables desde el punto de vista penal a las personas responsables de estos comportamientos era un desafío más a la legitimidad de la afirmación por parte de Israel de que al emprender la Operación Plomo Fundido estaba protegiendo su seguridad.
HC: ¿Por qué la ONU no ha tomado medidas contra Israel por sus violaciones del derecho internacional?
RF: La respuesta rápida es que la impunidad geopolítica que disfruta Israel es una consecuencia del apoyo incondicional de Estados Unidos y de la renuencia por parte de la mayoría de los países europeos a ser críticos con Israel dado el persistente sentimiento de culpabilidad en relación al Holocausto. Una respuesta más reflexiva es que dentro de la ONU ha habido intentos periódicos de hacer a Israel responsable de violaciones del derecho internacional. La Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos han condenado frecuentemente las políticas israelíes en los TPO. La CIJ concluyó que el muro de separación era ilegítimo ya que estaba construido en territorio palestino y la Asamblea General aceptó estas conclusiones por su inmensa mayoría. El Informe Goldstone es él mismo un gesto en la dirección de hacer a Israel responsable de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad tal como se perpetraron en Gaza. En este sentido ha habido una variedad de esfuerzos para condenar las políticas y prácticas israelíes desde la perspectiva del derecho internacional, pero una voluntad insuficiente para implementar dichos esfuerzos, con lo que el resultado final es un sentimiento de la irrelevancia de hecho del derecho internacional como algo que limite el comportamiento de Israel.
HC: ¿Es Estados Unidos el principal factor que impide que la ONU acuda a ayudar a los palestinos?
RF: Creo que si no existiera el apoyo de Estados Unidos [a Israel], la ONU estaría actuando vigorosamente en favor de la lucha palestina por la autodeterminación, incluyendo la imposición de un embargo a la venta de armas y el apoyo a unas sanciones económicas. Los países europeos cambiarían en este aspecto y con toda probabilidad se mantendrían al margen, sin ser unos firmes defensores de las acciones de la ONU en favor de los palestinos ni unos defensores de Israel.
HC: Israel se opuso a su nombramiento desde el primer momento haciendo acusaciones de que usted era parcial en contra de su Estado. ¿Existe algún tipo de justificación para esta afirmación?
RF: Como ya he respondido en muchas ocasiones, yo no soy parcial sino que estoy entregado tanto a ser veraz y preciso como a interpretar la relevancia de los principios del derecho internacional y de los derechos humanos tan objetivamente como sea posible. Es verdad que en el pasado he sido crítico con Israel pero de nuevo sobre las bases de un consenso ampliamente compartido en relación a los hechos y sus más razonables implicaciones legales. La prueba de parcialidad debería ser un tratamiento distorsionado de los hechos o unas interpretaciones forzadas de la ley. Ser crítico con las políticas oficiales israelíes no es ser antiisraelí más de lo que ser crítico de la política exterior estadounidense, lo que he sido durante años, significa ser antiestadounidense. Ser ciudadano en una democracia o ser ciudadano del mundo significa seguir los dictados de la propia conciencia adondequiera que estos puedan llevar
HC: Se le ha descrito como partidario de Hamás, ¿cómo responde a semejante afirmación?
RF: De nuevo, por lo que me esforzado es por describir la realidad de las posturas de Hamás en cuestiones controvertidos e informar acerca de su papel real en los TPO, especialmente en Gaza. Me han impresionado los esfuerzos de Hamás por negociar un alto el fuego con Israel desde el momento en que fue elegido en 2006 así como sus constantes esfuerzos por restablecer el alto un fuego, incluyendo uno de larga duración. También he tomado nota de la negativa de Israel a aprovechar estas oportunidades diplomáticas y de su insistencia en tratar a Hamás como una organización terrorista con la que no puede haber una negociación. También he criticado a Israel por castigar a la población de Gaza imponiéndole un bloqueo que restringe el flujo de comida, medicamentos y carburante a niveles de subsistencia o incluso peor. Semejante bloqueo es una forma flagrante de castigo colectivo prohibido por el Artículo 33 de la Cuarta Convención de Ginebra. Creo que se debería tratar a Hamás como un actor político, que el bloqueo debería terminar inmediatamente y que la ONU debería insistir en el fin del bloqueo como condición indispensable para una participación normal de Israel en las actividades de la Organización.
HC: Parece que quienes apoyan a Israel tratan de equiparar las palabras antisemita y antisionista que, por supuesto, son cosas diferentes. Han acusado a personas como el juez Goldstone, al profesor Ilan Pappe, al profesor Avi Shlaim y a usted de ser judíos que se «odian a sí mismos». ¿Qué le parece todo esto?
RF: Parece ser incluso más extremo que eso. Justice Goldstone, por ejemplo, es pro sionista y sin embargo se le acusa ferozmente de ser un judío que se odia a sí mismo, al parecer porque se atrevió a ser crítico con Israel. Esto significa que cualquier deserción o bien de las políticas oficiales del Estado de Israel o bien de proyecto sionista será motivo para que se considere que un judío «se odia a sí mismo». En mi opinión, la tradición judía considerada bíblicamente y a lo largo del tiempo exigiría a un judío honrar la conciencia y la sinceridad por encima de las identidades tribales en caso de que éstas entren en conflicto.
HC: Siendo usted mismo un judío, ¿qué le parece el hecho de que los sionistas y el gobierno israelí afirmen hablar en nombre de todos los judíos?
RF: Como sugerían mi anterior respuesta, ningún gobierno tiene autoridad para hablar en nombre de otros y ciertamente el sionismo, un movimiento que nunca he apoyado, e Israel, un Estado al que no debe ninguna fidelidad especial, no tienen derecho a representarme porque resulte que soy judío. Tengo verdaderos problemas con cualquier fidelidad obligada a una entidad política o religiosa, y creo que el crimen de traición establece una tensión potencial inaceptable entre los dictados de la conciencia y la sumisión ciega a la voluntad del Estado.
HC: En 2007 usted describió las políticas israelíes hacia Palestina como un «holocausto en ciernes» [1]. Dado el endurecimiento del asedio a Gaza, que ya dura más de mil días, la Operación Plomo Fundido, etc., ¿diría usted ahora que la situación ha evolucionado hacia un verdadero holocausto?
RF: Esta es una delicada cuestión de lenguaje. Genocidio es una palabra con una gran resonancia emotiva y con asociaciones históricas especiales para el pueblo de Israel. Escribí estas palabras antes de ser nombrado Relator Especial y aunque no me retracto de ellas, he evitado utilizar la palabra genocidio desde que acepté el trabajo de la ONU. Hay una ambigüedad en la palabra genocidio: tiene connotaciones legales, morales y políticas. Sería difícil establecer un propósito genocida por parte de Israel dada la manera como el CIJ enfocó la cuestión en el caso de Bosnia. Al mismo tiempo, lamento que continúe el asedio a Gaza, lo considero un crimen contra la humanidad y creo que la ONU y varios países son cómplices en varios grados.
HC: Su predecesor, el profesor John Dugard, comparó la situación en los TPO con la del apartheid sudafricano. ¿Coincide con esta opinión después de su propia experiencia ahí?
RF: Las comparaciones de este tipo pueden ser esclarecedoras aunque engañosas al mismo tiempo. Existen muchas indicaciones tanto de separación estricta, especialmente en Cisjordania, como de regulaciones discriminatorias que hacen que la situación de los palestinos se parezca a la que sufría los negros que bajo el apartheid y que merezca un oprobio comparable. Al mismo tiempo existen diferencias: los dirigentes sudafricanos defendían el apartheid como una política preferible para las relaciones entre las razas, mientras que los israelíes no ofrecen una justificación ideológica para el tratamiento separado a ambos pueblos y alegan los rigores de seguridad de la ocupación o las inevitables consecuencias de ser «un Estado judío». La prolongada ocupación de Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza, junto con la ciudadanía de segundo clase impuesta a la minoría palestina que vive trás de la Línea Verde son humanamente insultantes, pero diferentes en su carácter y es importante entender estas realidades en sus propios términos.
HC: El mundo está observando cómo se desarrolla un genocidio en Palestina y, sin embargo, no se hace nada para detenerlo. ¿Qué puede hacer la comunidad internacional y qué debería hacer en este momento para garantizar que se protegen los derechos de pueblo palestino?
RF: Es una negativa escandalosa a tomar en serio la promesa hecha después de la Segunda Guerra Mundial de «nunca más». Las democracias liberales en Europa y América del Norte han permitido que su odio por Hamás sea una justificación para infligir y mantener una catástrofe humanitaria a toda una población a la que se niega incluso la opción de convertirse en refugiados. Incluso los gobiernos árabes vecinos han hecho demasiado poco por la vía de la oposición. Y la ONU ha permanecido en gran parte muda. Si se diera el caso de que estuviera justificada la imposición de sanciones sería en relación a Israel mientras mantenga el bloqueo a Gaza. Las iniciativas de la sociedad civil desafiaron las políticas israelíes más eficazmente, incluyendo esos dramáticas campañas como las asociadas al Movimiento Free Gaza y a Viva Palestina. Estos desafíos simbólicos ponen al descubierto el fracaso de la comunidad internacional tal como está constituida por los gobiernos de Estados soberanos para mantener el derecho internacional y la moralidad internacional incluso en situaciones extremas como las que existe en Gaza y añaden peso político al movimiento de BDS [boicot, desinversión y sanciones a Israel, n de la t.] que está ganando fuerza en varias partes del mundo. El movimiento de solidaridad con Palestina se ha convertido en el sucesor de la Campaña contra el Apartheid como la principal lucha popular en favor de la justicia global a principios del siglo XXI. Por supuesto, existen dos horizontes temporales que se deben tener en cuenta: el horizonte de emergencia de Gaza que exige con la mayor de las urgencias acabar con el bloqueo y el horizonte de injusticia por toda la Palestina ocupada que exige una paz justa lo antes posible.
HC: Israel ha afirmado que emprendió la Operación Plomo Fundido como un acto de «defensa propia». Sin embargo, usted y muchas otras personas han afirmado que ésta no es una descripción honesta de cómo se desarrollaron los hechos y que existe otras «razones no reconocidas» [2] de por qué Israel emprendió su ataque generalizado contra los ciudadanos de Gaza. ¿Podría usted decirnos cuáles cree usted que podrían ser estas «razones no reconocidas»?
RF: Por supuesto, las razones no reconocidas se mantienen en secreto porque sería incómodo admitirlas. Como sugiere la pregunta, Israel tendría una opción diplomática por medio de un alto el fuego si lo que le preocupara fuera la seguridad y la defensa propia. Las explicaciones más plausibles tanto para el momento elegido como para emprender la Operación Plomo Fundido son las siguientes: reparar la reputación de las Fuerzas Defensivas Israelíes [ejército israelí, n de la t.] al que habían perjudicado sus fallos operativos en la Guerra contra Líbano de 2006; enviar a Irán el mensaje de que las Fuerzas Defensivas Israelíes estaban preparadas para infligir un grave daño a un adversario sin preocuparse por las limitaciones del derecho internacional o de la opinión pública; mostrar a la opinión publica interna israelí que los dirigentes de Kadima estaban decididos a utilizar cualquier fuerza que fuera necesaria para mantener los intereses israelíes; destruir a Hamás y restablecer el control de Fatah en Gaza, y unificar la representación palestina bajo los auspicios de la Autoridad Palestina; atacar a Gaza de forma agresiva mientras George W. Bush, que tanto apoyaba a Israel, estaba en la Casa Blanca y antes de la llegada del aún sin poner a prueba Barack Obama; obtener la liberación de único soldado del ejército israelí que permanece cautivo, Gilad Shalit, que hubiera sido aclamada en Israel como una victoria sentimental.
HC: El colonel Desmond Travers (un coautor del Informe Goldstone) [3] ha pedido recientemente que se prohíban internacionalmente algunas armas que Israel ha utilizado o se sospecha que ha utilizado, incluyendo el fósforo blanco, Explosivos de Metal Inerte Denso (DIME, en sus siglas en inglés), flechettes y tungsteno. ¿Apoyaría usted esta petición?
RF: Sí, desde luego. Todas estas armas infligen crueles heridas y ya se las considera ilegales si se usan cerca de civiles, lo que se hizo durante toda la Operación Plomo Fundido.
HC: Usted ha señalado que Hamás fue elegido democráticamente en unas elecciones libres y justas, que había propuesto una tregua de diez años con Israel y que a lo largo de los años ha expresado su disposición a trabajar con otros grupos palestinos y, sin embargo, Israel y sus aliados lo siguen considerando un grupo terrorista. ¿No es el momento de que Israel, el Cuarteto y otros se sienten y hablen con Hamás?
RF: Desde un principio fue un error no tomar la palabra a Hamás de que iba a abandonar la violencia y dedicarse a la acción política. Cuando Hamás fue elegido estableció una tregua unilateral de un año que mantuvo a pesar de una serie de provocaciones israelíes, incluyendo el asesinato de dirigentes de Hamás por medio de ataque con misiles. Parecería que Israel, y Estados Unidos, se sentían cómodos con la situación de un liderazgo palestino dividido y con el argumento que iba parejo de que no había un interlocutor palestino con el que Israel pudiera negociar. Hamás ha manifestado básicamente su voluntad de establecer un alto el fuego, incluyendo uno de larga duración, en su frontera con Israel. Incluso ahora los actores internacionales deberían tratar a Hamás, aunque sea con retraso, como la autoridad gubernamental de facto en Gaza y tratarlo desde el punto de vista diplomático una entidad política normal. Aplicarle la etiqueta de «organización terrorista» es marcar una falta de voluntad de sustituir la violencia por diplomacia y una negativa a levantar el cruel y criminal bloqueo que actualmente está causando semejante daño a la salud mental y física de toda la población civil de Gaza.
HC: Usted ha afirmado que «el público estadounidense en particular consigue el 99% de su información filtrada a través de una lente mediática extremadamente pro israelí». ¿Cuál es su opinión acerca de la cobertura de la situación por parte de los medios en Europa?
RF: Estoy menos familiarizado con la cobertura europea pero tengo la fuerte impresión de que aunque generalmente es favorable a Israel, es menos desequilibrada en sus reportajes y más objetiva. Además, hay un mayor acceso a fuentes que simpatizan con la lucha palestina, incluyendo al-Jazeera.
HC: Recientemente la Autoridad Palestina pidió el aplazamiento de su último informe sobre los TPO, ¿por qué no insistió usted en que se debatiera inmediatamente en el Consejo sobre Derechos Humanos?
RF: No tengo autoridad para desafiar lo que tiene lugar en el Consejo sobre Derechos Humanos. He transmitido mi decepción al Alto Comisionado de Derechos Humanos y espero que el informe se discuta en el encuentro de junio del Consejo sobre Derechos Humanos y que en el futuro no vuelva a haber estas dificultades. El informe es un exhaustivo intento de describir las dimensiones ilegales de la ocupación israelí en los territorios palestinos.
HC: ¿Existe alguna esperanza de que se haga responsable a Israel de sus crímenes contra el pueblo palestino?
RF: No soy optimista en relación a que se logre que asuma sus responsabilidades por la vía de procedimientos internacionales adecuados, especialmente el envío a la Corte Internacional de Justicia para una investigación más exhaustiva y una posible acusación. El veto geopolítico ejercido por Estados Unidos en favor de Israel, posiblemente reforzado por la UE, bloqueará la implementación de las recomendaciones del Informe Goldstone probablemente sin siquiera llegar a un voto formal. Si se acentúa la presión política Quizá, quizá se vuelva visible la protección geopolítica que goza Israel en vez de producirse, como en el presente, tras puertas cerradas y en los profundos recovecos de la burocracias de la ONU.
Pero existen otras dos maneras con las que se puede lograr cierto grado de responsabilidad, primero, como recomienda el Informe Goldstone, el confiar en la jurisdicción universal, que potencialmente otorga poderes a tribunales penales nacionales para investigar acusaciones de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad respecto a dirigentes políticos o militares israelíes que podrían ser detenidos o extraditados para hacer frente a acusaciones si entran en un país que haya introducido provisiones de jurisdicción universal en su legislación; segundo, como ya lo ha emprendido la Fundación Russell en Bruselas, la formación de un tribunal de ciudadanos con un panel de juristas compuesto por personalidades con autoridad moral y que establezcan las acusaciones contra altos cargos israelíes identificados. Este tipo de iniciativa puede ser de naturaleza simbólica pero podría proporcionar un archivo documental, fomentar el apoyo a formas de BDS de coacción no violenta y representa una expresión de condena de aquellas personas acusadas y declaradas culpables por la opinión pública mundial y parte de los medios de comunicación del mundo.
HC: Usted tiene la nada envidiable tarea de ser un académico en una universidad estadounidense y Relator Especial de la ONU para Palestina, ¿hasta qué punto ha sido difícil para usted trabajar en ambos medios después de su postura crítica hacia las políticas israelíes de derechos humanos?
RF: La tensión está presente, pero hasta el momento no ha sido demasiado grave. Por todo Estados Unidos hay un cambio de mentalidad que hace que la crítica a las políticas israelíes sea menos controvertida de lo que fue en el pasado. El largo brazo del AIPAC y del lobby israelí sigue siendo dominante en Washington, D.C., pero en el conjunto del país tiene menos impacto que en el pasado.
Notas:
[1] http://www.transnational.org/
[2] http://www.opednews.com/
[4] http://www.opednews.com/