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Crítica a la «Declaración de Rivas-Vaciamadrid» de Izquierda Unida

Fuentes: Rebelión

La declaración (aprobada por el 90% de los delegados en la IX Asamblea Federal de IU, el 15 de noviembre de 2008) comienza con una pretendida explicación del «origen de la crisis», según la cual: «Esta crisis es el resultado de una decisión política, económica, social y cultural, realizada en los años 80 del pasado […]

La declaración (aprobada por el 90% de los delegados en la IX Asamblea Federal de IU, el 15 de noviembre de 2008) comienza con una pretendida explicación del «origen de la crisis», según la cual:

«Esta crisis es el resultado de una decisión política, económica, social y cultural, realizada en los años 80 del pasado siglo, liderada por la derecha mundial y acompañada de manera entusiasta por la mayoría de la socialdemocracia, que, con el reforzamiento de las posiciones llamadas neoliberales como único regulador de la economía».

Según esto, la causa de la crisis sería una «decisión política». La explicación no podría ser más fácil. No le demos más vueltas, es muy sencillo: la crisis la ha causado el neoliberalismo, y punto. Por tanto, si acabamos con el neoliberalismo acabaremos con la(s) crisis. Podemos poner la explicación de la crisis por parte de IU al mismo nivel que otras explicaciones, igualmente vulgares: desde la explicación dominante, según la cual la causa de la crisis sería la desregulación financiera y la codicia de unos pocos especuladores, hasta la subconsumista, en sus variantes keynesiana y pseudomarxista.

Se podría ser bastante más comprensible diciendo, simplemente, que las crisis son inherentes al propio sistema capitalista, aunque no se pueda explicar por qué en un documento político de estas características (como tampoco en este artículo).

«El paroxismo neoliberal inaugurado con Reagan quiso convertir a los estados en el problema y no en la solución». ¿Debemos deducir de aquí que, para IU, el Estado es la solución?

En los dos párrafos siguientes se traen a colación dos supuestas características de la época neoliberal: la «economía de casino» y la «financiarización de la economía [que] ha producido la ruptura entre la economía real y la burbuja especulativa». Más adelante se dice: «La globalización condujo a la economía mundial a tomar la forma de una economía de papel, virtual, inmaterial, lo que se ha venido en llamar economía de casino». Contra estos tópicos, remitimos al artículo de Rolando Astarita, «Crítica de la tesis de la financiarización», ampliamente reproducido en internet. Estos tópicos no son nuevos, sino muy antiguos. Durante la depresión de los 30, por poner un ejemplo reciente, se volvió común señalar a los bancos, a la «plutocracia», a los judíos,… como los culpables de la crisis. Es el clásico juego del «poli malo, poli bueno», siendo el poli bueno, como veremos, el «sector productivo», la «economía real», a la que habría que «retornar», según IU.

En la declaración se repiten las llamadas a construir un sistema diferente, al que se denomina «socialista»; pero al principio no se sabe muy bien si se trata de un sistema diferente del neoliberalismo o del propio capitalismo (finalmente veremos que se trata tan sólo de lo primero): «Ayer como hoy, se trata de construir un sistema radicalmente diferente», de «convertir esta crisis en un potente movimiento social y político que modifique de raíz las reglas de la economía».

Aunque se dice también que se trata de una «crisis que requiere no de dogmas frente a lo que es nuevo, ni de una huida hacia atrás en busca de identidad sin más, sino de propuestas precisas y alternativas», sin embargo después leemos que «la UE podría ser referencia de una recuperación del papel de la política, del protagonismo de las poblaciones, del retorno a la economía real». Luego se trata de un cierto «retorno», aunque seguidamente se anime a «construir juntos el socialismo del siglo XXI». Más adelante se concretan las propuestas para esta recuperación:

«Este es el momento para defender hasta sus últimas consecuencias un modelo económico alternativo que contemple el interés social sobre el beneficio privado, basado en el desarrollo social y ecológicamente sostenible, en el control público y social de la economía, la planificación democrática de la misma y la intervención de los trabajadores en la organización del trabajo y el control del excedente económico.

«Un modelo que impulse una fiscalidad que reconozca el principio de progresividad de los impuestos, la creación de un Sector Público Económico que incluya desde una Banca Pública (como primer paso para la nacionalización del sistema financiero), hasta la investigación, la producción y la distribución farmacéutica, pasando por el resto de sectores estratégicos; el mantenimiento de la propiedad y la gestión pública de los servicios públicos, así como el reconocimiento de los derechos sociales básicos establecidos en la Constitución (trabajo, vivienda, salud, educación…) como derechos subjetivos y exigibles».

A continuación se dice que «frente a los intentos de refundación del capitalismo, decimos que sólo el socialismo puede dar solución a los problemas de los trabajadores, de los pueblos y del Planeta». Pero, por mucho que se empeñen los autores y suscriptores del documento en hacer pasar sus propuestas por «socialistas», propuestas no apuntan más que a una recuperación del «Estado de bienestar» y no pasan de ser un recuento de las políticas económicas keynesianas. Es decir, se trata, para IU, de una «refundación» del capitalismo… ¿Con estas propuestas » se trata de construir un sistema radicalmente diferente» y de «convertir esta crisis en un potente movimiento social y político que modifique de raíz las reglas de la economía»?

En ningún momento se afirma en la declaración que se trata de acabar con el capitalismo, con la propiedad privada de los medios de producción y con el trabajo asalariado. Sin embargo, hacia el final del documento podemos comprobar que la pretendida ruptura alcanza sólo al neoliberalismo, y no al capitalismo en sí: «Ahora bien, superar históricamente al neoliberalismo, esa no es una tarea sólo de IU».

Con esta crítica me hago eco de uno de los puntos programáticos finales de la declaración: «IU debe movilizar al pensamiento crítico alternativo». Pero, ¿»alternativo» a qué? ¿Al capitalismo o sólo al neoliberalismo?