Traducido para Rebelión por LB
«Ella era el centro de nuestra vida, lo más precioso que había en el mundo para nosotros, habíamos esperado tanto tiempo para tenerla. Ahora no sabemos si volverá a despertarse; no sabemos qué le ha pasado«. Alla al-Masri hundió la cabeza entre las manos, incapaz de soportar por más tiempo ver a su hijita de nueve años de edad tendida en la cama del hospital y sufriendo.
Él y su esposa, Hanan, habían deseado fervientemente tener un bebé y la pequeña Mariam llegó al cabo de años de tratamiento de fecundación in vitro. Hija única, era la niña de los ojos de sus abuelos, quienes le habían advertido insistentemente que no debía alejarse mucho de casa en estos tiempos peligrosos.
«Nuestra niña estaba jugando en el jardín cuando sucedió. Los israelíes bombardearon una casa al otro lado de la calle: la explosión atravesó nuestra casa y entonces vi a mi hija tendida en el suelo y sangrando«, dijo Masri. «Estaba gravemente herida en la cabeza y tuvimos mucho miedo«.
Mariam es una más de entre un número extraordinariamente elevado de niños que se han convertido en víctimas desde que el gobierno de Benjamin Netanyahu lanzó la operación Borde Protector. Según las autoridades médicas palestinas, de los 103 muertos(1) 22 son niños, y no menos del 70% de los 700 heridos son niños y niñas o mujeres, según las autoridades médicas palestinas.
Ashraf al-Qadri, jefe de comunicación del Hospital Al-Shifa de la ciudad de Gaza, lanzó la alarma sobre el «efecto catastrófico» que se producirá sobre la vida de los pequeños si la espiral de violencia continúa. No existe una explicación obvia para esta proporción de víctimas infantiles.
Sin embargo, muchos habitantes [de Gaza] sostienen que los misiles y las bombas dirigidas contra las casas de los militantes considerados por los israelíes como blancos legítimos también han afectado a casas vecinas donde habitan familias. Ello desmentiría la insistente afirmación de las autoridades israelíes de que los ataques aéreos se están llevando a cabo con precisión quirúrgica para evitar daños colaterales.
Fuentes militares israelíes sostienen que tras realizar advertencias para que se evacuen algunos edificios la gente se ha congregado en ellos como «escudos humanos». Yigal Palmor, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, acusó a Hamas de disparar cohetes «desde el interior de las casas y desde calles y barrios poblados por civiles, exponiendo a éstos a represalias y contraataques«.
El doctor Nabil Sharqawi había estado tratando a muchos de los pacientes infantiles en el hospital al-Shifa. «Son casos difíciles de sobrellevar emocionalmente. Somos médicos, pero también simples seres humanos, y ver traumas severos en niños es muy angustiante. Mariam ha sufrido daño cerebral. Primero tenemos que confiar en que viva y luego veremos si será capaz de volver a hablar, caminar o ver. Por desgracia, nos van a llegar más casos como éste«.
Mientras hablaba se escucharon fuertes estampidos de bombas que impactaban no muy lejos y un poco más tarde se oyó el silbido de cohetes disparados contra Israel.
El doctor Sharqawi mostró la fotografía de un joven con heridas terribles. «Sigo pensando en él. Lo trajeron ayer. Tenía 10 años. Había perdido sus dos brazos y una pierna. Pero estaba plenamente consciente. Me dijo: ‘Por favor, doctor, haga que cese este dolor’. Pero no pudimos hacer gran cosa. Murió poco después«.
La ciudad de Gaza es un lugar relativamente pequeño y las ondas de los daños humanos se expanden a través de la comunidad. Yasmeen Dawass, una estudiante de medicina de 22 años de edad que trabaja como traductora para The Independent había estado preocupada por un compañero de estudios que el jueves iba conduciendo su moto cuando fue alcanzado por un ataque aéreo.
La señorita Dawass ignoraba qué le había pasado a Musab Dahir. Se lo encontró en la cama de hospital contigua a la de Mariam: tenía dos piernas amputadas y parte de su brazo derecho había desaparecido.
«Era un muchacho normal que no tenía nada que ver ni con el lanzamiento de cohetes ni con nada parecido. Simplemente iba en moto por la calle. ¿Por qué han hecho esto? Iba a ser médico, iba a ayudar a la gente«, dijo.
En una sala cercana había dos jóvenes víctimas, dos primos de cinco años de edad. Nuraddin tenía heridas en la cabeza. Perdió a sus padres cuando los misiles pulverizaron su casa. A Kinan la metralla le hirió en el pecho y la pierna; su padre y su hermana murieron en el mismo ataque.
La casa, situada en el barrio de Beit Hanoun, fue atacada deliberadamente desde el aire por un avión no tripulado. Había pertenecido a Hafez Hamad, acusado por Israel de pertenecer a la Yihad Islámica. Junto con él murieron seis miembros de su familia, incluida su esposa, su madre, dos hermanos y una sobrina de 21 años.
Sentada junto a los primos, su tía Amal, de 55 años, dice: «Nuraddin ha estado inconsciente. Kinan sabe de su padre y su hermana, pregunta por ellos pero no dice nada sobre el ataque.
«No sé qué efecto tendrá sobre ellos todo esto cuando sean mayores. ¿Odiarán a los israelíes y buscarán venganza, o lo mantendrán alejado de sus mentes y se olvidarán de lo ocurrido? Personalmente preferiría que lo olvidaran. Tantos de nosotros queremos que este ciclo se detenga… Queremos la paz, estamos todos muy cansados de la guerra«.
Pero había poco ambiente conciliador en la casa familiar cuyo piso estaba regado de vidrios rotos y de los escombros provocados por la explosión y en la que se iban congregando amigos y familiares. Rodeando con su brazo a Adem, su nieto de cuatro años, Hafeth Hamad exclamó: «Por supuesto que tenemos que luchar. Los israelíes están amenazando con enviar tropas. Que lo hagan, entonces verán cómo pelean nuestros hombres, y sí, también nuestras mujeres. ¿Por qué vamos a permitirles seguir haciendo huérfanos a nuestras expensas?
«Vienen cada dos años y matan a más gente, quieren exterminar a los palestinos y el mundo simplemente les permite hacerlo. Nadie nos ayuda«.
La sensación de abandono es omnipresente en Gaza. El doctor Qadri, del hospital Al Shifa, reconoció que los suministros médicos disponibles en Ramallah, la capital administrativa palestina de Cisjordania, no han conseguido llegar [hasta Gaza]. Se supone que Hamas y Fatah, que controla Cisjordania, comparten un gobierno de unidad nacional, pero ha habido señales de fisuras en la alianza recientemente constituida.
«Estamos mirando más allá de Ramallah en busca de ayuda. Hemos pedido ayuda urgente a un montón de organizaciones internacionales pero lo único que hemos conseguido hasta el momento han sido promesas», dijo. «Nos estamos quedando sin medicinas y sin equipos. La mitad de las ambulancias no pueden funcionar por falta de combustible«.
Una de las ambulancias se detuvo ante la sección de accidentes y urgencias. Del interior extrajeron a otra víctima del conflicto, con heridas en el pecho. Se llamaba Mohammed Abdulrahman Hatem y tenía once años.
Nota:
(1) Desde que el autor redactó este artículo la cifra de muertos palestinos no ha dejado de aumentar. Según fuentes del Ministerio de Salud de la Autoridad Nacional Palestina a fecha del 13 de julio el número de víctimas palestinas ascendía a 172 muertos y más de 1.200 heridos. La lista de todos los fallecidos registrados hasta esa fecha puede verse aquí.