Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Dicen que la «Operación Plomo Fundido» de Israel tiene un apoyo abrumador del público israelí, pero pocos son tan entusiastas como los antiguos residentes de los asentamientos israelíes en Gaza. Mientras decenas de miles de soldados israelíes descienden sobre Gaza en un frenesí apocalíptico, numerosos colonos determinados están listos para seguirlos.
Los asentamientos en Gaza fueron desmantelados en agosto de 2005 como parte del plan de desconexión del ex primer ministro israelí Ariel Sharon. De un solo golpe, el ejército israelí sacó a 8.000 personas del bloque de asentamientos Gush Katif en el rincón sudoeste de la Franja de Gaza cerca de la frontera egipcia y de cuatro asentamientos más pequeños en Gaza del norte y central.
En su espíritu, muchos de los colonos de Gaza nunca abandonaron el codiciado territorio palestino en la costa mediterránea. A pesar de la generosa compensación del gobierno israelí, muchos han preferido vivir en campos de caravanas cercanos, en ciudades en el desierto entre Ashdod y Ashkelon, en los que agrupan familias provenientes del mismo asentamiento. La mayoría de los colonos no hicieron sus maletas hasta que fueron llevados fuera de sus complejos habitacionales, ya que no creían que el gobierno israelí los expulsaría permanentemente. Algunos han colocado letreros con los nombres de las calles que identifican sus antiguos asentamientos en los campos.
Se informa que los evacuados han tenido altas tasas de divorcio, abuso de drogas y otros problemas conductuales. Imbuidos de un fanatismo mesiánico, durante los últimos tres años y medio se han estado movilizando para volver a colonizar la tierra que creen suya por derecho divino.
Activistas de los colonos cuentan con vínculos históricamente fuertes con los militares israelíes, y hay algunas unidades compuestas íntegramente de colonos, para que les ayuden en su lucha. Por cierto, algunos soldados y reservistas que están actualmente en Gaza vivían hace tres años en sus preciadas comunidades de colonos. El lunes, un artículo en el periódico israelí Ha’aretz describió las reacciones agridulces de soldados que habían vivido en asentamientos en Gaza y que ahora han vuelto de uniforme, señalando: «Algunos lo ven como un primer paso hacia el retorno a sus antiguas casas.»
Durante este año, Ha’aretz informó sobre planes de los colonos de seguir al ejército israelí hacia Gaza. Boaz Haetzni, un líder del movimiento de colonos, explicó: «a nuestro juicio la ‘gran operación’ es sólo cosa de tiempo; los seguiremos hacia el interior. No le pediremos permiso a nadie. Los grupos [de los asentamientos] estarán listos… Esos grupos centrales harán exactamente lo que hizo el grupo que re-estableció Kfar Etzion después de 1967. Volverán a las tierras en las que existieron en el pasado y las reconstruirán.»
Kfar Etzion fue el primer asentamiento israelí establecido en Cisjordania después de la Guerra de Seis Días y ahora forma parte de un gran bloque de asentamientos que conectan Jerusalén con Hebrón.
En agosto, colonos y sus partidarios conmemoraron el tercer aniversario de la evacuación de Gaza en la Gran Sinagoga de Jerusalén. El evento incluyó música, oraciones, tributos y actualizaciones de voluntarios que ayudaron a los «refugiados» de Gush Katif. Un volante de promoción del evento destacó un pasaje bíblico: «El cordón de tres dobleces no se rompe pronto» (Eclesiastés 4:12), una referencia a la fuerza del vínculo que une a los colonos de Gush Katif entre ellos y al apoyo que reciben de la comunidad más amplia de partidarios en Israel y en el extranjero.
El programa fue similar a «Un tributo a Hebrón,» un evento realizado en la Gran Sinagoga a fines de diciembre. Ese evento organizado por www.thelandofisrael.com, tuvo el propósito de recaudar fondos para los colonos de Beit Hashalom, que fueron expulsados antes en ese mes de su casa ilegalmente ocupada en el corazón de Hebrón. La noche incluyó música en vivo, sketch humorísticos y un discurso del ex embajador israelí en EE.UU., Danny Ayalon, destacado líder del movimiento de colonos.
Ambos eventos reflejan el modelo que ha aparecido durante los últimos decenios. Una vez que el ejército israelí se apodera de tierra palestina, se establecen asentamientos, son conectados al sistema de electricidad agua y seguridad de Israel, y son agresivamente mercadeados a potenciales residentes. Actualmente, los asentamientos israelíes y el aparato de seguridad del Estado cubren más de un 40% de Cisjordania. Casi medio millón de israelíes viven en asentamientos en Cisjordania, Jerusalén Este y las Alturas del Golán, todos los cuales son considerados ilegales bajo el derecho internacional.
Como en la desconexión unilateral de Gaza, el gobierno israelí desmantela ocasionalmente asentamientos demasiado controvertidos, en medio de gran fanfarria, pero siguen construyendo nuevos asentamientos y los existentes son expandidos. En los tres años desde que el Estado de Israel sacó a sus colonos de suelo gazano, ha autorizado la construcción de miles de nuevas unidades habitacionales para asentamientos en Cisjordania y en Jerusalén Este. A fin de hacer sitio para esos asentamientos, han demolido miles de casas palestinas, y en Jerusalén Este vecindarios palestinos enteros siguen siendo desalojados. Según el Comité Israelí Contra Demoliciones de Casas, 19.000 casas palestinas han sido demolidas desde 1967. Mientras tanto, elementos políticos de la tendencia dominante denuncian a los colonos «radicales» como extremistas violentos pero celebran sus logros y ayudan a establecer nuevas colonias.
Los israelíes diferencian entre «colonos económicos,» los que se mudan a los territorios ocupados para obtener casas subvencionadas y una mejor «calidad de vida,» y «colonos ideológicos,» nacionalistas que quieren establecer un «Gran Israel» del Mediterráneo al río Jordán. Pero la distinción es exagerada. Los residentes de los grandes asentamientos suburbanos que rodean Jerusalén (Ma’ale Adumim, Pisgat Ze’ev, etc.) están insertados en redes sociales que incluyen a líderes radicales de los así llamados asentamientos ideológicos (Gush Etzion, Kiryat Arba, Hebrón y los puestos avanzados más pequeños). Y muchos colonos suburbanos tienen una visión intensamente militante, ya que se sienten sitiados y piensan que los «refugiados» de Gush Katif y Hebrón son satanizados y sitiados.
En cuanto a los partidarios de Beit Hashalom, el ambiente en la Gran Sinagoga fue alborozado, ya que tuvo lugar sólo días después de la postura entusiasta de los colonos contra el ejército israelí y con mucho tiempo para implementar lo que llaman su nueva política de «coste» de retribución por evacuaciones realizadas por el ejército y la policía israelíes.
En Hebrón, como en otros sitios, el ‘coste’ ha llegado en la forma de feroces pogromos contra palestinos. Según un reciente informe de Naciones Unidas, ha habido una oleada de violencia de colonos israelíes en toda Cisjordania, con por lo menos 290 incidentes violentos documentados contra palestinos entre enero y octubre de 2008.
El aumento de la violencia puede ser relacionado con la política de «coste,» pero la estrategia de los colonos no refleja nada nuevo: el precio que los palestinos han pagado durante todos los 60 años de historia de Israel es incalculable en términos económicos, sociales y demográficos.
Sin embargo, debido a su humillante partida de Gaza y años de desplazamiento, los colonos de Gush Katif creen que son ellos los que han pagado el mayor precio. No pasa ni un solo día sin que haya cobertura mediática de su sufrimiento. El 31 de diciembre Jerusalem Post publicó un editorial sobre ataques de cohetes de Hamas por Rachel Saperstein, colona de Gush Katif quien se lamentó: «De nuestras casas en Gush Katif a caravillas de cartón en un campo de refugiados junto a una alcantarilla. Ciertamente hemos tocado fondo.» El mismo día, Arutz Sheva, un sitio de noticias derechista en Internet, publicó un editorial de Nadia Matar que llama a Israel a «liberar Gaza de su ocupación árabe – y a reconstruir las 25 hermosas comunidades judías de Gush Katif.»
Aunque agencias del gobierno han intentado trasferir los antiguos residentes de Gush Katif a nuevos asentamientos en Cisjordania y el Negev, la mayoría se ha quedado en el sur de Israel, esperando su día de retorno a enclaves judías resucitadas en la devastada Franja de Gaza.
Ese día, y la promesa de redención reanimada por la sangrienta política de precio de Israel en Gaza, se acerca con cada hora que pasa de la «Operación Plomo Fundido.»
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Linda Mamoun es escritora independiente en Jerusalén Este.