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¿Cuál es la razón de que Ahed al-Tamimi siga en prisión?

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

El 15 de diciembre, un francotirador del ejército israelí efectuó un disparo sobre un adolescente palestino de 14 años, Mohammed al-Tamimi. El suceso se produjo durante la manifestación semanal en el pueblo de Nabi Saleh, un lugar en el que las autoridades israelíes han ido robando gradualmente la tierra y los recursos hídricos en beneficio del asentamiento cercano de Halamish.

Al-Tamimi resultó gravemente herido por la bala de caucho que se alojó en su cerebro causándole graves lesiones. Entró en un coma inducido médicamente del que se espera pueda recuperarse.

 

Mohammed al-Tamimi

Un informe de NBC News sobre el tiroteo insiste en el grave error utilizado habitualmente por las fuerzas israelíes para justificar los disparos contra niños y adolescentes con ese tipo de munición: las balas recubiertas de caucho se suelen utilizar para dispersar muchedumbres. Aunque no se las considere letales, pueden ser muy peligrosas.

Pero las balas de caucho son letales. Hieren, mutilan y matan rutinariamente a inocentes manifestantes palestinos. Aceptar la perspectiva israelí sobre esta cuestión constituye una mala praxis periodista.

Una veterana manifestante

Tras el tiroteo, el pueblo cisjordano estalló en cólera y empezó a lanzar piedras al ejército israelí, que trató de detener los disturbios y colocó una patrulla delante de la casa en la que se habían reunido los manifestantes. Esto provocó la ira de Ahed al-Tamimi, de 16 años, veterana de muchas protestas contra las fuerzas israelíes.

Salió corriendo de su casa y se enfrentó a los dos soldados israelíes exigiéndoles que se marcharan de la propiedad de su familia. Los soldados se negaron. En aquel momento, Ahed pasó de las exigencias de que se fueran a una confrontación física. Arremetió contra ellos tratando de abofetearlos y darles patadas. El daño que causó fue bien escaso y los soldados trataron básicamente de ignorarla.

Hay una única razón para la contención de los soldados. Estaban siendo grabados en video. Sabían que si la arrestaban o tomaban represalias quedaría documentado y el mundo podría verlo. Por eso eligieron una vía de resistencia menor.

Sin embargo, su negativa a actuar alborotó el avispero israelí, al ver que una simple niña golpeaba a «sus chicos». Fue humillante y la ultranacionalista coalición gobernante exigió un castigo.

Ningún palestino, y menos aún una adolescente, puede permitirse despreciar el poderío de la nación israelí de esa forma, sostenían.

El resultado fue que el ejército israelí preparó una incursión contra el hogar de los al-Tamimi a las cuatro de la madrugada siguiente. Los soldados irrumpieron en su casa, sacaron a Ahed de la cama, la esposaron y la empujaron hacia el furgón policial que esperaba ante la puerta. También robaron los dispositivos electrónicos de la familia, incluidos los teléfonos móviles y ordenadores, al parecer confiando en documentar así el «crimen» que Ahed había cometido.

La madre de la muchacha la siguió hasta la comisaría para intentar proteger a su hija y acabó también arrestada. Esa misma mañana, la policía arrastró a Ahed ante un tribunal donde le exigieron al juez que ampliara el plazo de prisión.

Un régimen de matones

Basem al-Tamimi, el padre de Ahed, se presentó en el tribunal para apoyar a su hija y fue también fue arrestado. Así es como gobierna un régimen integrado por matones y mafiosos. No toleran oposición alguna para que esa resistencia no constituya un ejemplo y que otros palestinos tengan la «gran idea» de unirse a la resistencia.

 

Ahed Tamimi gesticula ante un soldado israelí, en noviembre de 2012, durante una protesta contra la confiscación de tierra palestina por Israel en el pueblo cisjordano de Nabi Saleh, cerca de Ramala (AFP)

El tribunal militar de los colonos ha ampliado una semana más la detención de Ahed porque el juez decidió que liberarla podría comprometer la investigación de sus supuestos crímenes.

El juez Lidor Drachman, del tribunal militar juvenil de la región de Judea dijo que aunque Ahed no representaba ningún peligro, le preocupaba que la adolescente intentara obstaculizar la investigación, lo cual justificaba el hecho de mantenerla encerrada hasta el próximo lunes.

«A pesar de la conducta provocadora e indignante de la sospechosa, dado el limitado riesgo que representa, junto a su corta edad, estaba dispuesto a liberarla en un centro alternativo de detención», escribió Drachman.

Sin embargo, continuó, había cambiado de opinión tras recibir pruebas de que era una delincuente en serie y que liberarla iba a comprometer la investigación. «El informe confidencial remitido al tribunal indica que… representa una amenaza importante y que puede comprometer la investigación».

Hay una única razón para que Ahed siga en prisión. Como castigo por su temeridad. Está claro que esta muchacha no puede comprometer investigación alguna. Es conveniente asimismo señalar que el ejército israelí dispone de un tribunal juvenil propio.

¿Pueden imaginar alguna democracia occidental en la que el ejército se ocupe de enjuiciar a los niños?

El contexto que no aparece

También los medios israelíes se unieron al coro de maltratadores contra los al-Tamimi. Los israelíes se pusieron tan nerviosos ante la imagen de una adolescente palestina reprendiendo a la flor y nata del ejército israelí que trataron de menospreciarla llamándola «Shirley Temper» [Shirley, la irascible], en referencia despectiva a Shirley Temple, la joven estrella del cine de los años treinta.

Michael Oren, exembajador israelí ante los EE. UU. y actual miembro de la Knesset, insinuó en un tuit que el pelo rizado de Ahed hacía suponer que no era realmente palestina ni formaba parte verdaderamente de la familia. También tuiteó que tenía dudas de que los al-Tamimi fueran una «familia de verdad».

Añadió que cuando sus niños iban a las manifestaciones, llevaban ropas típicas estadounidenses, otra afirmación racista de que estos palestinos intentan manipular a la audiencia occidental para que sienta simpatía por su situación. ¿Qué era lo que Oren esperaba que los niños llevaran puesto?

El término ofensivo «Pallywood» fue también ampliamente utilizado, queriendo indicar que los palestinos actúan para engañar al mundo y conseguir que simpaticen con ellos. Como golpe de gracia, el legislador israelí acusó a los al-Tamimi de pagar a sus niños para que vayan a protestar.

 

Luchando con el ejército ocupante israelí en la Puerta de Damasco, en la Ciudad Vieja de Jerusalén el 8 de diciembre de 2017 (AFP)

Está absolutamente claro de que se trata de noticias falsas, de acusaciones sin ninguna base real. Sin embargo, como Oren es miembro de la Knesset y un likudista leal que profiere las calumnias racistas de sus conciudadanos, esta es la retórica que resuena en Israel.

En rara ocasión la prensa extranjera o israelí se refieren a que el casi asesinato de Mohammed al-Tamimi precedió a la resistencia física de Ahed contra la patrulla del ejército israelí. Los medios trasladan una narrativa que ha eliminado el contexto crítico que permitiría que el lector comprendiera el panorama completo y la forma en que se desarrollaron los hechos.

Medios estadounidenses como el Washington Post y el New York Times hicieron lo mismo utilizando esos términos racistas al reflejar la protesta. Justificaron esta actitud afirmando que se limitaban a informar sobre los sentimientos dentro de Israel. Un argumento muy poco convincente.

El Post, en particular, exhibía una foto en la que mostraba a Ahed enfrentándose verbalmente a las tropas israelíes en una protesta anterior. Sin embargo, la niña que está discutiendo con los soldados no es Ahed. Aunque aparece la última en la foto, no es ella la que está discutiendo. Esos errores gráficos cuestionan el propósito de la imagen, que trataba de mostrar a una Ahed pretendidamente enojada y beligerante.

Como si esto no fuera ya suficientemente reprobable, uno de los columnistas más importantes de Israel, Ben Caspit, escribió una historia horripilante en Maariv alabando a los soldados por haber actuado de la mejor manera en circunstancias difíciles. No mostraba la misma simpatía por Ahed. De hecho, se le citó diciendo: «En el caso de las chicas, deberíamos hacerles pagar un precio en alguna otra oportunidad, en la oscuridad, sin testigos ni cámaras».

 

Guardias fronterizos israelíes detienen a un muchacho palestino durante una manifestación en el exterior de la Puerta de los Leones, una de las principales entradas al recinto de la mezquita de Al-Aqsa, 17 de julio de 2017 (AFP)

Las plataformas de las redes sociales ardieron de indignación ante este llamamiento tan poco sutil a la violación y tortura de una adolescente. Hubo peticiones para que Al Monitor, donde los trabajos de Caspit aparecen regularmente en inglés, le despidiera.

Pregunté en la administración de Al Monitor si estaban considerando la cuestión y si el comentario de Caspit se ajustaba a los estándares periodísticos de la página. No habían contestado cuando este artículo iba a imprenta.

Misoginia y ocupación

Estos días el mundo se muestra más sensible ante el trato dado a la mujer en el entorno laboral y en los medios. Eso hace que el comentario de Caspit resulte aún más evidentemente misógino. Pero no deberíamos sorprendernos de ello en el contexto israelí.

Como sociedad, Israel se enfrenta a una epidemia de acoso sexual y violencia contra las mujeres. La policía no concede credibilidad a las víctimas y detesta procesar esos casos.

Aunque gran parte de esta actitud puede atribuirse a las actitudes generales de la sociedad hacia las mujeres, hay otro factor importante: la ocupación de Israel impacta en la nación de muchas maneras, en las cosas pequeñas y en las grandes.

La idea de que Israel es una nación obsesionada por la seguridad en la que las personas deben a menudo sacrificar sus derechos en beneficio del todo, aplasta el estatus de las mujeres, que se convierten en víctimas del Estado de seguridad nacional. Sus avances y derechos son relegados a un estatus menor.

Esta situación se agrava en el caso de las mujeres palestinas. Si las mujeres israelíes son inferiores a los hombres israelíes, las mujeres palestinas están mucho más abajo. Son los negros de Israel.

El enfoque de mano dura de Israel, en lugar de sofocar el descontento, provocó aún más rabia y violencia. Las protestas estallaron en Palestina/Israel desde la decisión del presidente Donald Trump respecto a la capitalidad de Jerusalén del 6 de diciembre. Hasta ahora, las fuerzas israelíes han asesinado a quince palestinos que protestaban por la declaración de Trump.

Según la Sociedad de la Luna Roja Palestina, alrededor de 3.600 palestinos han resultado heridos durante esas protestas, 729 de ellos con balas recubiertas de caucho y al menos 192 con munición real. La Asociación de Presos Palestinos dijo el miércoles que desde el de diciembre, el ejército israelí había arrestado a 620 palestinos, 170 de ellos niños y 12 mujeres.

El último en morir fue Mohammed Sami al-Daduh, de 17 años, a quien las tropas israelíes dispararon en el cuello en una protesta celebrada en Gaza junto a la valla fronteriza. La bala le partió la médula espinal, muriendo el pasado lunes.

Richard Silverstein es autor del blog Tikun Olam, dedicado a denunciar los excesos del estado de seguridad nacional israelí. Sus trabajos aparecen en Haaretz, Forward, Seattle Times y Los Angeles Times. Colaboró en la colección de ensayos sobre la guerra del Líbano de 2006: «A Time to Speak Out» (Verso) y en otro ensayo que aparecerá en breve: «Israel and Palestina, Alternative Perspectives on Statehood» (Rowman & Littlefield).

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/ahd-tamimi-palestine-israel-resistance-1529335057

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.