Por vez primera, el Presidente cubano Fidel Castro reveló detalles de la participación militar de Cuba en la guerra contra las tropas de Sudáfrica en Angola y otras muchas cuestiones sobre el compromiso cubano con la emancipación de diferentes naciones de África. En el discurso pronunciado el pasado 2 de diciembre, con motivo del 30 […]
Por vez primera, el Presidente cubano Fidel Castro reveló detalles de la participación militar de Cuba en la guerra contra las tropas de Sudáfrica en Angola y otras muchas cuestiones sobre el compromiso cubano con la emancipación de diferentes naciones de África.
En el discurso pronunciado el pasado 2 de diciembre, con motivo del 30 aniversario de la misión militar cubana en Angola, el líder revolucionario hizo un repaso a más de cuarenta años de solidaridad internacionalista y de lucha antiimperialista en el continente africano.
Fidel se refirió a la historia de pillaje y saqueo neocolonial de Europa en África, con pleno apoyo de Estados Unidos y la OTAN, así como «a la heroica solidaridad de Cuba con los pueblos hermanos, que no han sido suficientemente conocidas, aunque sólo fuese como merecido estímulo a los cientos de miles de hombres y mujeres que escribieron aquella gloriosa página que para ejemplo de las presentes y futuras generaciones no debieran olvidar jamás».
Durante las últimas décadas el pueblo cubano ha realizado una tarea sorprendente por su magnitud, extraordinaria por sus resultados, ejemplar por su dignidad e impagable por la generosidad y la entrega puestas en la misión.
Cuando las tropas revolucionarias entraron en La Habana (enero de 1959), la única embajada de Cuba en África era la de El Cairo. Un año después se establecieron relaciones con Ghana y con Guinea.
En octubre de 1961, llegaron a Cuba 15 jóvenes guineanos a cursar estudios superiores, gracias a unas becas otorgadas por el gobierno revolucionario. Ellos fueron los primeros de los miles que llegarían después. A finales de ese mismo año, cuando el pueblo de Argelia libraba una desigual lucha por su independencia, un barco cubano llevó armas a los heroicos patriotas argelinos y a su regreso traía un centenar de niños huérfanos y heridos de guerra.
La ayuda prestada a Argelia ponía en riesgo las relaciones entre la Francia de De Gaulle y la Cuba de Fidel. Pese a ello, éste proclamó con fuerza el apoyo a la causa argelina, siendo Cuba el primer país del hemisferio occidental en reconocer, en junio del 61, al gobierno argelino en el exilio. Y así lo reconoció Ahmed Ben Bella, primer ministro de la joven República de Argelia, a su llegada a La Habana el 16 de octubre de 1962: «Nunca olvidaremos cómo ustedes [los cubanos] cuidaron de nuestros huérfanos y a nuestros heridos».
Fue entonces, tras la conquista de la independencia argelina, cuando por primera vez tropas cubanas cruzaron el océano acudiendo a la llamada de un pueblo hermano que estaba siendo agredido desde el exterior mediante el saqueo de importantes recursos naturales. Y cuando el imperialismo arrebató al país la mitad de sus médicos, varias decenas de médicos cubanos fueron enviados a Argelia para ayudar a su pueblo. Se iniciaba de ese modo, hace 44 años, lo que hoy constituye la más extraordinaria colaboración médica a los pueblos del Tercer Mundo que ha conocido la humanidad.
A partir del año 1965, Cuba comenzó a colaborar con la lucha independentista en Angola y Guinea Bissau, ambas colonias portuguesas, fundamentalmente mediante la preparación de cuadros dirigentes y el envío de instructores y ayuda material. Cuando Guinea logró la independencia, en septiembre de 1974, cerca de sesenta internacionalistas cubanos, entre ellos una decena de médicos, llevaban diez años junto a las guerrillas.
Al mismo tiempo, hubo misiones cubanas en Mozambique, en el Zaire (donde combatió el Che) y en el Congo. Pero nada comparable a la lucha desarrollada en Angola, para comprender la auténtica dimensión antiimperialista del compromiso cubano en tierras africanas.
En el caso de Angola, la más extensa y rica de las colonias portuguesas, el gobierno de los Estados Unidos puso en acción un plan encubierto para aplastar al pueblo angolano e implantar un gobierno títere. Punto clave fue su alianza con Sudáfrica para frustrar la independencia del país y convertirla en un condominio del corrupto Mobutu y del fascismo sudafricano, cuyas tropas no vaciló en usar para invadir a Angola.
Dictadores, terroristas, ladrones y racistas confesos, protegidos por el llamado «mundo libre», engrosaban las filas de los «combatientes de la libertad», como pocos años más tarde los bautizaría el presidente norteamericano Ronald Reagan.
A mediados de octubre de 1975, mientras el ejército de Zaire y fuerzas mercenarias reforzadas con armamento pesado y asesores militares sudafricanos se aprestaban a lanzar nuevos ataques en el norte de Angola, por el sur columnas de blindados sudafricanos entraron en el país con el fin de ocupar la capital antes de la proclamación de la independencia el 11 de noviembre.
En ese momento sólo había en Angola 480 instructores militares cubanos, en respuesta a la solicitud hecha por el Presidente del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) Agostinho Neto. Pero ante la inminencia del ataque, Cuba acordó enviar tropas que combatieran a los ejércitos de Sudáfrica, la mayor y más rica potencia en ese continente, y de Zaire, el más rico y bien armado títere de Europa y Estados Unidos.
A más de 10 mil kilómetros de distancia, Cuba inició la que dio en llamarse Operación Carlota, nombre en clave de la más justa, prolongada, masiva y exitosa campaña militar internacionalista de cuantas realizara hasta la fecha. El imperio no pudo alcanzar sus propósitos de desmembrar Angola y escamotear su independencia, y nunca imaginó que un país del Tercer Mundo, actuando en apoyo de otro pueblo, les iba a derrotar en un campo de batalla.
La agresión imperialista fue detenida en poco más de un mes. 36 mil soldados cubanos se encargaron de hacer retroceder al ejército racista sudafricano más de 1.000 kilómetros hasta su punto de partida, la frontera de Angola y Namibia, enclave colonial del gobierno del apartheid. Por el norte, en pocas semanas las tropas regulares de Mobutu y los mercenarios habían sido también expulsados del territorio angoleño.
Tras esta primera victoria, Cuba acordó la retirada paulatina de sus tropas a medida que la República Popular de Angola iba formando su propio ejército. Pero a principios de los 80 los gobiernos de Pretoria y Washington retomaron su política de agresiones. En esa década creció la lucha de los pueblos de Namibia, Zimbabwe y Sudáfrica contra el colonialismo y el apartheid. Angola se convirtió en sólido baluarte de esos pueblos, a los que Cuba brindó también todo su apoyo. Los crímenes del régimen del apartheid se sucedieron.
A finales de 1987 se produjo la última gran invasión contra Angola. Sudáfrica y Estados Unidos lanzaron el último y más amenazador golpe contra el país. Pese al serio peligro de agresión militar que también enfrentaba Cuba, el gobierno revolucionario decidió de nuevo reunir a las fuerzas necesarias para asestar un golpe definitivo a las pretensiones sudafricanas. Como en 1975, un número ingente de tropas y medios de combate cruzaron rápidamente el Atlántico, desembarcando en la costa sur del país, para atacar junto al ejército angoleño a las poderosas fuerzas sudafricanas.
Esta vez fueron 55 mil los soldados cubanos que pusieron punto final a la agresión militar extranjera contra Angola. Pero suman millones los hombres y mujeres que aseguraron desde Cuba el éxito de cada misión y se esforzaron para que nada faltara a la familia del combatiente o colaborador civil. La gesta resultó decisiva para consolidar la independencia de Angola y alcanzar la de Namibia. Fue además una contribución significativa a la liberación de Zimbabwe y a la desaparición del odioso régimen del apartheid en Sudáfrica. En total más de 300.000 combatientes internacionalistas, y cerca de 50.000 colaboradores civiles cubanos, se ofrecieron de forma voluntaria para una misión que no tiene parangón en la historia.
Como observó un analista sudafricano: «En Angola, soldados negros -cubanos y angolanos- derrotaron a las tropas blancas en combate, esa ventaja psicológica, esa ventaja que el hombre blanco ha disfrutado y explotado durante más de 300 años de colonialismo e imperio. El elitismo blanco ha recibido un golpe irreversible en Angola y los que estuvieron allí lo saben».
Pocas veces una guerra, la acción humana más terrible, ha estado acompañada de tal dignidad, honestidad en los principios y la transparencia más absoluta en cada acción realizada por parte de los combatientes internacionalistas. Para Fidel Castro «aquella extraordinaria epopeya nunca ha sido narrada cabalmente», y al cumplirse el 30 Aniversario, «el imperialismo yanki realiza un extraordinario esfuerzo para que el nombre de Cuba no aparezca siquiera en los eventos conmemorativos». «Cuba al parecer nunca tuvo absolutamente nada que ver con la independencia de Angola, la independencia de Namibia y la derrota de las hasta entonces invencibles fuerzas del ejército del apartheid». A su vez, el gobierno de Estados Unidos no tiene nada que ver con los cientos de miles de angolanos asesinados, las miles de aldeas arrasadas y los millones de minas sembradas que aún se cobran muchas vidas de niños, mujeres y civiles de ese país.
Cuba cumplió con lo que dijera el insigne líder anticolonialismo Amílcar Cabral: «Los combatientes cubanos están dispuestos a sacrificar sus vidas por la liberación de nuestros países, y a cambio de esa ayuda a nuestra libertad y al progreso de nuestra población lo único que se llevarán de nosotros son los combatientes que cayeron luchando por la libertad.»
Finalmente, Fidel Castro aseguró que el pueblo de Cuba continuará derrotando cada agresión imperialista, las mentiras de su propaganda y maniobras políticas o diplomáticas. «Continuaremos resistiendo las consecuencias del bloqueo, que algún día será derrotado por la dignidad de los cubanos, la solidaridad de los pueblos y la casi absoluta oposición de los gobiernos del mundo».