La construcción podría ser uno de los sectores de mayor atracción para el cooperativismo cubano. Jorge Luis Baños – IPS El gobierno cubano decidió iniciar el proceso que amplía este tipo de asociaciones como parte de la actualización de su modelo económico.
El decreto y reglamentación que permite la creación de cooperativas en sectores no agropecuarios de Cuba, en principio de modo experimental, ha provocado al parecer más interrogantes que certezas entre eventuales aspirantes a ingresar en el futuro a esa forma de gestión empresarial.
«Hay que ver qué pasa con el experimento; si luego consideran que no funcionó, ¿qué pasará con el dinero invertido?»; «Creo que hay muchas cosas aún por aclarar»; «¡Qué va, prefiero trabajar solo»; «El Estado se las arreglará para controlar, ya ve, se permiten solo en determinadas actividades».
Estas son algunas de las expresiones y dudas recogidas al azar entre personas con posibilidades y condiciones para entrar por una ruta permitida durante todos estos años solo en el sector agropecuario.
Desde este mes, la puerta quedó entreabierta para la creación de 230 de estas asociaciones distribuidas a lo largo de todo el país, en un total de 47 actividades diferentes.
La experiencia se regirá por decretos de mediados de diciembre que incluyen la reglamentación para el establecimiento con «carácter experimental» y gradual de cooperativas no agropecuarias de primer grado, mediante la integración voluntaria de al menos tres personas naturales.
Se prevé que al cabo de un año de prueba se podría pasar a la creación de este tipo de asociaciones de segundo grado, conformadas por dos o más entidades de primer grado. Todo eso mientras cuaja una ley de cooperativas, que requiere un cambio constitucional. El artículo 20 de la Constitución aclara que se permiten solo las de producción agropecuaria.
En esta etapa inicial, las actividades habilitadas abarcan sectores como el transporte, la producción de materiales y servicios de la construcción, servicios personales, domésticos y profesionales. En este último caso, se incluyen solo tres oficios: traductor, informático y contabilidad.
Tampoco el listado de 181 tareas permitidas para ejercer de manera autónoma o cuenta propia, por el cual han optado hasta la fecha unas 400.000 personas, ofrece alternativas para los recursos humanos profesionales que pierdan sus plazas en el reajuste del sector laboral que se lleva a cabo como parte de la actualización del modelo económico.
Al respecto, participantes en la sección interactiva Café 108 del sitio web de la Oficina de IPS en Cuba consideraron deseable que se permitiera formar cooperativas «a la gran fuerza de profesionales necesitados de elevar sus ingresos salariales por el incremento del costo de la vida».
La pequeña industria y los servicios pueden dar grandes frutos en el cooperativismo, un sector en el que también rendirían más los talleres de reparación de automóviles, ordenadores, muebles o equipos electrodoméstico, comentó Virgilio Ponce, mientras el arquitecto Mario Coyula advirtió que, si las «cooperativas no funcionan bien, se desacreditan».
«Como arquitecto, pienso que las empresas de construcción estatales deben quedar para las grandes obras de infraestructura, como puertos, ferrocarriles, industrias, carreteras, puentes y almacenes. Las demás fuerzas constructivas estatales deberían convertirse en cooperativas, con el personal y los medios que actualmente tienen», consideró.
En esta etapa de experimentación, se formarán en todas las provincias, aunque la mayoría se concentrarán en la capital y sus vecinas provincias Mayabeque y Artemisa. Según autoridades se mantendrá sobre ellas un nivel de control y seguimiento especial a fin de evaluar su funcionamiento para el futuro desarrollo del sector.
Además, no en todos los casos responden a iniciativas personales. Sobre el tema, Rubén Toledo, jefe del gubernamental Grupo del Modelo de Gestión de la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos, dijo a la prensa cubana que algunas de las asociaciones autorizadas fueron concebidas según los intereses del Estado.
El sistema tributario que entró en vigor este mes reservó algunos beneficios especiales para estas nuevas asociaciones, como la aplicación de una escala para el pago del impuesto sobre utilidades inferior a la establecida para los trabajadores por cuenta propia.
Estas cooperativas funcionarán mediante la gestión colectiva para la producción de bienes y la prestación de servicios, cubrirán sus gastos con sus propios ingresos dentro del marco regulador establecido, y se distribuirán las utilidades entre los socios. El máximo órgano de dirección será la asamblea, en la que cada socio tendrá derecho a voto y capacidad de decisión.
En los cuerpos legales queda claro además que los socios mantendrán los beneficios de seguridad social como el subsidio por enfermedad o accidentes, las pensiones por edad, por invalidez total, así como las pensiones a la familia por causa de muerte. Los aportes por este concepto serán un cinco por cientos menores que en el caso de los cuentapropistas.
El gobierno cubano decidió iniciar el proceso que amplía este tipo de asociaciones como parte de la actualización de su modelo económico. En los lineamientos los cambios, caracteriza a las cooperativas como «una forma socialista de propiedad colectiva, en diferentes sectores».
En ese documento se asegura a la vez que la norma jurídica sobre cooperativas deberá garantizar que «como propiedad social, no sean vendidas, ni trasmitida su posesión a otras cooperativas, a formas de gestión no estatal o a personas naturales».
La Organización de las Naciones Unidas define el cooperativismo como una forma de asociación social y económica de la producción basada en principios como la agrupación voluntaria y abierta, el control democrático y la participación de los integrantes, la autonomía e independencia, la educación, capacitación e información, la cooperación y la preocupación por la comunidad