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Cuba, la prensa y un debate sobre socialismos ¿reversibles?

Fuentes: Insurgente

« No cabe la menor duda de que a lo largo de los últimos meses las páginas de Rebelión han sido escenario de un sano debate sobre el futuro de una Cuba donde no se cuente por ley de la vida con el liderazgo de Fidel Castro. Como parte de esa discusión, Pascual Serrano apuntó […]

« No cabe la menor duda de que a lo largo de los últimos meses las páginas de Rebelión han sido escenario de un sano debate sobre el futuro de una Cuba donde no se cuente por ley de la vida con el liderazgo de Fidel Castro. Como parte de esa discusión, Pascual Serrano apuntó que esa confrontación de ideas había provocado antropofagia lingual en una oposición anticastrista financiada por las arcas del Tío Sam. (…)»

«Fue curioso el silencio que siguió en los sectores contrarrevolucionarios militantes y en los grandes medios de comunicación. Décadas hablando de la corrupción de Cuba, de la inviabilidad de la revolución tras la ausencia de Fidel y, cuando desde La Habana, comienzan a discutir de esos temas, se quedaron mudos. En cambio, en el entorno de los amigos de Cuba, pudimos comprobar que no había en ese país, en ese gobierno y en ese presidente ningún error, preocupación o asunto que no pudiera ser afrontado y debatido abiertamente. Porque claro que en el socialismo cubano hay problemas, y graves. La gran hipocresía, como escribió Belén Gopegui, es que cuando en el capitalismo se va la electricidad, se derrumba un edificio, se descubre un fraude multimillonario en un banco o un presidente va a cumplir ochenta años, nadie dice que el capitalismo no funciona y debe producirse una transición. Y, en cambio, esa es la única música que se oye sobre Cuba en Europa y Estados Unidos.» (1)


Sin embargo, vale lamentar que la prensa al interior de la Isla parece mantener tanto silencio como la contrarrevolución de marras. Serrano manifestó que siendo director editorial del canal internacional Telesur , «planteé a la corresponsalía de La Habana un reportaje sobre cómo se veía en Cuba la continuidad de la revolución sin Fidel Castro. Como es sabido, Cuba es copropietaria de Telesur y su corresponsalía tenía suficiente autonomía como para no aceptar mi propuesta informativa. No hubo ningún obstáculo, a los pocos días estábamos emitiendo las reacciones y declaraciones de periodistas, académicos, representantes sociales y gente que paseaba por La Habana a la pregunta de una Cuba después de Fidel.»(2)


Muy bien. Cuba es accionista de Telesur . Pero el cubano de a pie no accede plenamente a ese canal. Por ahora debe conformarse con una selección diaria de noticias o algún que otro programa cuya regularidad distintiva es su similitud con los transmitidos por la televisión criolla. Tal es el hecho, que no oculta el terco dato de la ausencia en los medios más importantes de la Isla de si no todos, por lo menos de los momentos más importantes de cuanto se ha publicado en Rebelión sobre un tema que está en las mentes y corazones de todos los nacidos en la tierra de José Martí. Excluyo de esa lista a discursos sobre el particular pronunciados por Fidel y Felipe Pérez Roque a fines del pasado año (3), por cuanto son los que, precisamente, motivan la sucesión de análisis consultables en el diario digital.


No por casualidad varios de los más representativos ejercicios presentes en la discusión se deben a autores criollos, prueba al canto no sólo del interés generado por la confrontación ideológica, sino además del nivel reflexivo que aquella está tomando, habida cuenta de la participación en la misma de plumas como la de Heinz Dieterich, Jesús Arboleya, Roberto Cobas Avivar y Jesús Pastor García. Por algún sitio, alguien, aventuró la tesis de una mediocridad presente en las ciencias sociales cubanas, quizás por el aquello de parafrasear lo que tan infelizmente fue llamado socialismo real. Pues bien, si algo se ha evidenciado es la excelencia del pensamiento científico-social isleño, aunque hombres como James Petras consideren no sin razón que «los intelectuales y los políticos (cubanos) deben tomar iniciativas y no siempre esperar que Fidel pronuncie el discurso para que el problema de repente surja como un problema» (4).



Orugas y mariposas


Se dice en esa joya literaria llamada El Principito , de Saint Exúpery, que «Es preciso que soporte dos o tres orugas si quiero conocer las mariposas» (5). Admítase, por muchas razones y unas cuantas legítimas, que entre las orugas a soportar se encuentre el virtual silencio de los medios de prensa criollos. De acuerdo. Pero entonces cabe preguntar cuándo el pueblo cubano tendrá la oportunidad de «conocer las mariposas», de leer en SU PRENSA una controversia sobre el futuro de Cuba como la habiente en Rebelión .


No se olvide: la Constitución de la República de Cuba estipula en su artículo 53 que «Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para ese ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso exclusivo al servicio del pueblo trabajador y del interés de la sociedad». (6)


Por si fuera poco, el Código de Ética de la Unión de Periodistas de Cuba interpreta el mandato constitucional de manera no restrictiva; entre sus artículos, parece de anillo al dedo para el caso que nos ocupa el número 7 -«El periodista contribuye con su trabajo a promover los mejores valores nacionales, el cabal conocimiento de las leyes y el perfeccionamiento constante de nuestra sociedad socialista» (7)-, razón de más para interrogar: ¿acaso el debate que está teniendo lugar en Rebelión no cumple con los requisitos legales y éticos para ser publicado en la prensa de mayor acceso en la Isla, o será que ciertos sectores de la burocracia criolla actúan en la dirección de coartar derechos reconocidos en primer lugar por la Constitución isleña?


Más de uno de mis lectores me ha formulado esas preguntas a bocajarro, y es por lo tanto deber de periodista hacer saber que la inquietud existe, sobre todo porque siempre aparecen buenos y malos intencionados que invocan lo de «no dar armas al enemigo» mediante la exposición de puntos conflictivos o la manifestación pública de tal o más cual discrepancia táctica DENTRO de la familia revolucionaria. Para ellos, pero muy especialmente para los «malos», conviene recordar unas palabras de quien hasta ahora aparenta ser un convidado de piedra, a los efectos de la discusión: Raúl Castro Ruz.


Bajo ningún concepto la situación política, económica y social de la Cuba de hoy es comparable con los críticos momentos vividos por los cubanos en agosto de 1994 y los meses subsiguientes. Pues bien, cuando de hecho el destino del proyecto socio-político cubano pudo ser considerado entre signos de interrogación, cuando quizás hubo muchas más razones que ahora para no abordar punto como el de qué ocurriría a la muerte de Fidel, Raúl Castro hizo apreciaciones que a la luz de los acontecimientos de hoy resultan preciosas, porque contienen reglas de juego para un debate DENTRO de la Revolución. Dichas reglas invitan más a un contrapunto lo más abierto posible, con la mayor participación posible, que a la posición hasta ahora mantenida por la prensa al interior de la Isla.


Nada menos que el 3 de agosto de 1994, poco antes de que se desatara la llamada crisis de los balseros y a mi entender bien informado sobre cuanto podría ocurrir en aquellos tensos días, el General de Ejército expresó en la Asamblea Nacional del Poder Popular que » Hay que desterrar la apología y la autocomplacencia; no se trata de describir cuánto hemos hecho, sino de analizar con sinceridad cuánto de lo que se hizo dio realmente resultados y qué debemos hacer para que nuestro trabajo sea mejor… debemos aprender no sólo a discrepar, sino a estimular el libre debate de las opiniones discrepantes, para que las ideas sean mejores y el convencimiento mayor»(8).


Raúl Castro no sólo tuvo pantalones para atreverse a estimular el debate frente a una crisis a las puertas, sino que en los meses posteriores actuó en esa dirección en decenas de asambleas del Partido Comunista y acuñó una frase que hoy merece citarse: «Téngale más miedo a un adulón que a un agente de la CIA» (9). Por ello, se me hace muy incomprensible el silencio de la prensa cubana ante lo que se está publicando en Rebelión .


Para sólo citar un ejemplo, varios de esos artículos aluden, todos dentro de una cosmovisión socialista, al tema de la propiedad sobre los medios de producción y al ejercicio de los derechos que de ella dimanan. Unos parecen partidarios de mantener el status quo vigente en la Isla, respecto a esa materia, en tanto otros proponen fórmulas más descentralizadas donde el control directo de los trabajadores sobre los medios y la producción sea efectivamente mayor, si no pleno.


Al mismo tiempo, alguno que otro de los autores la emprende contra alguno de sus colegas, para recordarme no sin una sonrisa que los cubanos padecemos de tres vicios cuando polemizamos sin serenidad: rechazamos de plano la idea que se nos opone, sin analizarla en sus pros y contras; intentamos desautorizar en su calidad humana a su promovente, si no tenemos otros argumentos a la mano; o tratamos de monopolizar la tribuna, a veces con tropicales pero invasivas fórmulas de cortesía, más o menos equivalentes a un dedo envaselinado que se incrusta en un ano. Cualquier recurso nos viene bien cuando incurrimos en esas conductas, lo cual incluye desde satanizar las preferencias sexuales de tal o más cual, hasta canturrear una apología de los harapos. (10)



Interrupción para un final


Mientras escribía estas líneas, uno de mis lectores me telefoneó. En un momento del diálogo, recordamos que Cuba quizás sea el único país del mundo donde las masas reunidas acordaron elevar los precios de bienes y servicios de primera necesidad, y de no tanta. Por aquellos días la prensa anticastrista nombró a esas medidas con el calificativo de «ajuste neoliberal», sibilinamente callado que cientos de miles de trabajadores participaban apasionadamente en los bien llamados Parlamentos Obreros, donde su conducta demostró que se sentían dueños de su nación. Por aquellos días, repito, algunas de las discusiones versaban en cómo hacer despegar la entonces recesiva economía cubana, en tanto hoy algunos economistas se preguntan si es acertada la metodología con que se está calculando un crecimiento que a una medida exigente -no las cifras oficiales – se mantendría en un ritmo de o ligeramente superior al 5 % (11), pese a las escandalosas restricciones comerciales norteamericanas. Por aquel tiempo, ¿1994,1995?, quizás se soñaba entre apagones con la Venezuela de Hugo Chávez. Se soñaba…


Por ello, parece anacrónico que el debate que está teniendo lugar en Rebelión sobre el futuro de Cuba no encuentre reflejo adecuado en la prensa de alcance mayoritario para el cubano de a pie. Más de un 90 % de los jubilados isleños no accede al Internet, ni lee aquel diario. O sea, un millón de compatriotas, sólo para comenzar. Más de 700 mil cubanos son graduados universitarios con derecho a interrogar si no es una ofensa para sus bien ganados diplomas el que alguien decida por ellos cuáles han de ser sus fuentes informativas, sobre todo en tema que les concierne de cerca y respecto a un medio cuyo prestigio como prensa revolucionaria es indiscutible. Entonces, mi pregunta en pie: ¿por qué tantos cubanos enajenados de un debate?





Fuentes consultadas y notas marginales:


1.-Pascual Serrano. El futuro de Cuba. Ver:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=31346

2.- Ibídem 1.




4.-James Petras: en Cuba han lanzado un proceso de rectificación. Ver:
http://www.lahaine.org/index.php?blog=3&p=12739&more=1&c=1


5.-Antoine de Saint Exúpery. El Principito :
http://www.franciscorobles.com.ar/libros/principito


6.-Constitución de la República de Cuba, Art. 53:
http://www.cuba.cu/gobierno/cuba.htm



8.-Raúl Castro Ruz. Asamblea Nacional del Popular de 3 de agosto de 1994. Ver Granma impreso.


9.-Luis Báez. Entrevista a Raúl Castro. Ver Granma impreso del 17 de septiembre de 1994.


10.- Por los días en que me encontraba en los preludios de mi misión como agente de la Seguridad del Estado de Cuba, pero ya en las filas del denominado periodismo independiente, escribí un artículo que quedó inédito, donde me referí a esas regularidades del «antidebate» a lo cubano. Años más tarde, cuando era frecuente mi participación en programas de Radio Martí, conversé con el veterano periodista Luis Aguilar León, a quien le comenté que había escrito ese artículo, y que para mi posterior sorpresa había leído uno de él, publicado en el decenio de los 50, donde afirmaba exactamente lo mismo que yo. Aguilar, halagado y nostálgico, me relató que a él casi le acusaron de plagiar a una norteamericana, autora de otro publicado diez años antes que el suyo, donde se apuntó ¡exactamente lo mismo!