La historia de los pueblos está jalonada de acontecimientos que marcan diversos hitos desde sus orígenes hasta el presente. Mucho de glorias y tristezas se entremezclan en los destinos de los hombres y los pueblos y, a veces, entre ambos, pues existe una ligazón estrecha entre ellos cuando se trata de hechos que son verdaderamente […]
La historia de los pueblos está jalonada de acontecimientos que marcan diversos hitos desde sus orígenes hasta el presente. Mucho de glorias y tristezas se entremezclan en los destinos de los hombres y los pueblos y, a veces, entre ambos, pues existe una ligazón estrecha entre ellos cuando se trata de hechos que son verdaderamente trascendentes. Así pasa en la historia de Cuba con acontecimientos ocurridos en octubre, aunque existan otros meses en que esto coincida con igual significación y destaque.
El 10 de Octubre de 1868 es una de esas grandes fechas de la patria cubana, en que con las campanadas del ingenio de la Demajagua, aquellos hombres decididos, encabezados por Carlos Manuel de Céspedes, dieron el grito libertario de independencia o muerte y enviaron al mundo su mensaje de redención para la Cuba colonizada durante cuatrocientos años. Fue entonces que Céspedes convirtió en realidad rebelde lo que en días previos había dicho, que si España como imperio colonial parecía invencible a los ojos de los cubanos, era porque siempre la habían contemplado de rodillas y que era hora de mirarla de pie. Esa fue la fecha fundacional de nuestra República, por la cual fue preciso librar tres guerras sucesivas, en periodos intermitentes de 30 años de duración, cuyo pleno triunfo fue malogrado por la intervención oportunista norteamericana y, luego otra, en la vida republicana neocolonial, para alcanzar la definitiva independencia del país, el 1 de enero de 1959.
Otro hecho trascendente, vinculado con esta fecha, se produjo diez días después, cuando el 20 de Octubre, en la ciudad de Bayamo, sitiada y asaltada por las tropas insurrectas de Céspedes, el patriota Pedro (Perucho) Figueredo, puso letra y entonó, a lomo de caballo, y acompañado por hombres y mujeres de la ciudad, al himno «La Bayamesa», devenido más tarde en Himno Nacional, y en cuyos versos se proclama a los cubanos y extranjeros que acompañaban la causa de la libertad de Cuba, la convicción de que «no temáis una muerte gloriosa / que morir por la patria es vivir/ y de que «En cadenas, vivir es vivir / en afrenta y oprobio sumidos / Del clarín escuchad el sonido / a las armas, valientes, corred /. Este himno libertario y de guerra dio sentido auténtico a la cultura cubana, y por eso, justamente, esta fecha fue escogida como el Día de la Cultura Cubana, por ser representativa de la mejor cultura de nuestro pueblo en todas las épocas.
En fin, estos hechos trazaron la senda que ansiaron abrir aquellos pioneros para conducir a la nación hacia horizontes prometedores de libertad, independencia y felicidad. Al cabo de los años se pudo valorar mejor la grandeza y magnitud de la empresa de aquellos hombres mal armados, con un fervor profundo por la causa de la libertad, con una fuerza invencible que le aportaban la vergüenza y la dignidad, y con una fe tremenda en la inevitabilidad del triunfo sobre España al final de la jornada.
Existen dos fechas relacionadas con dos grandes hombres de la historia más reciente de Cuba.
La primera, el 28 de Octubre de 1959, marca la infausta desaparición del Comandante Camilo Cienfuegos, entonces Jefe del Estado Mayor del Ejército Rebelde, tras un accidente aéreo debido al derribo al mar por una tormenta de la avioneta que lo trasladaba desde Camagüey a La Habana. Dos días antes, el 26 de Octubre, en un discurso pronunciado desde el Palacio Presidencial ante un mar de pueblo, había expresado: «Porque para detener a la Revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero, y si esto llegara a pasar, serían realidad los versos de Bonifacio Byrne: «Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera algún día/ ¡Nuestros muertos alzando los brazos / la sabrán defender todavía!».
Moría de manera inesperada y accidental, después de desbaratar la traición que Hubert Matos pretendió dirigir desde el Regimiento de la provincia de Camagüey. Lo mató, como dijera el Che, el enemigo que entonces empezaba a asomar su cabeza, y su carácter impulsivo y responsable de jugar con los peligros. Camilo era el tripulante del yate Granma, el legendario guerrillero de la Sierra Maestra, el combatiente del Ejército Rebelde que al ser ascendido al grado de Comandante, respondió a Fidel con el mensaje de que «más fácil será dejar de respirar, que faltar a su confianza», el Jefe designado por Fidel para dirigir, al frente de la Columna No. 2 Antonio Maceo, la más importante misión del ejército revolucionario, la de conducir la invasión de sus tropas hasta la provincia más occidental: Pinar del Río, el guerrillero y héroe de sólo 27 años, que reflejaba el carácter de su pueblo, lo alegre, en su eterna sonrisa, y la sencillez y firmeza, en su trato llano y comportamiento humano. Camilo era la imagen del pueblo cubano.
Su tumba fueron las aguas del mar, y por eso año tras año las generaciones de cubanos se dirigen a los mares y ríos para rendirle homenaje con flores depositadas en las aguas de todas esas tumbas simbólicas o mejor sería decir, en todos esos parajes de su presencia aún viva.
Camilo y Che Guevara fueron dos almas gemelas en la epopeya y en la muerte. Por eso, el otro acontecimiento preñado de heroísmo y tristeza, fue la caída en combate de Ernesto Guevara en tierras de Bolivia, el 8 de Octubre de 1967, y su posterior asesinato, después de apresado, al día siguiente, en una humilde escuelita rural de Higueras. Se producía así la muerte de un paradigma de América y del mundo, que acrecentaría su figura al paso del tiempo. Era el argentino de amplia visión latinoamericanista, el combatiente incorporado como expedicionario del Granma, el médico de la expedición devenido después en guerrillero sobresaliente, el primer guerrillero designado Comandante por Fidel, el Jefe designado para dirigir la Columna No. 4 «Ciro Redondo» con la misión de invadir con sus tropas a la provincia de las Villas, el Héroe que tomó la ciudad de Santa Clara después de arremetidas en que brillaron su estrategia guiada por su inteligencia y valentía, el líder de la Revolución que ocupara puestos claves después del triunfo y, que más tarde, impregnado de un vehemente sentimiento internacionalista, libró sus luchas por la liberación de África, primero, y de América Latina, después. Su muerte ocurrió dos años después en que Fidel, el 3 de Octubre de 1965, diera lectura a la carta de despedida del Che, dando así conocimiento al pueblo cubano y al mundo de la decisión del Guerrillero Heroico de incorporarse a la lucha de liberación de otros pueblos. Decía Che: «Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos»
Hoy en día su imagen se distingue en todas partes del mundo, allí donde los pueblos libran sus batallas por la libertad y la justicia. Más que un muerto, es un vivo acompañante de las multitudes que alzan su figura andante de Quijote realista de nuestros tiempos como un símbolo, a la vez que propagan con convicción su consigna de «Hasta la victoria siempre».
Existen otras dos fechas relevantes en la historia de Cuba de carácter colectivo, en lo nacional e internacional, en que se mezclan todas las magnitudes de la gloria y la tristeza.
El primer acontecimiento fue el derivado de la Crisis de Octubre de 1962, motivado por la presencia e instalación en Cuba, después de ocurrida y derrotada la invasión mercenaria por Playa Girón en Abril de 1961, de mísiles soviéticos. Se produjo entonces uno de los hechos más peligrosos a nivel internacional, pues era posible una real confrontación nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, cuyo escenario primero sería el territorio cubano. La Revolución Cubana y su pueblo se mantuvieron firmes e inconmovibles frentes a aquellas amenazas y ejercicio de fuerza, ante un acto legítimo que estuvo determinado por la real intención de los Estados Unidos de invadir en forma directa a Cuba. Como dijo Che, en su carta de despedida a Fidel, nunca brilló tanto alto un estadista como en aquellos días luminosos y tristes de la Crisis de Octubre.
Ante las exigencias norteamericanas no se aceptó la inspección de la retirada de los mísiles soviéticos en territorio soberano de Cuba; ante el acuerdo soviético de retirarlos sin previa consulta al gobierno de Cuba, se produjo la denuncia pública a nivel internacional y se expresó el desacuerdo a través de una propuesta de acuerdos que contemplara los 5 puntos esenciales del pueblo cubano: cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica ejercidas por Estados Unidos contra la Isla; de las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores; de los ataques piratas; de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos; retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
¡Cuánto de gloria y tristeza dejaron como huella en el pueblo cubano aquellos graves acontecimientos, que mantuvieron en vilo a la humanidad! ¡Cuántas lecciones se derivaron para concebir la futura estrategia de resistencia y defensa de la soberanía nacional!
El otro acontecimiento tuvo un mayor acento de tristeza y tragedia, y fue la destrucción en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, después de su salida de Barbados, a consecuencia del sabotaje terrorista, ejecutado por dos asalariados de los ejecutores intelectuales y materiales de primer nivel, que fueron Orlando Bosh y Posada Carriles. A consecuencia de ello murieron 73 pasajeros inocentes, la mayoría de nacionalidad cubana, y algunos de otras nacionalidades. La gloria radicaba en la presencia de esos seres humanos que fueron víctimas de criminales terroristas, en la presencia de cubanos de distintas generaciones que representaban a los valores revolucionarios del pueblo cubano, incluyendo el equipo juvenil de esgrima que había obtenido todas las medallas de oro a nivel de una competencia continental. Ante este suceso sólo se pudiera decir lo que expresara Fidel en el acto luctuoso de despedida del duelo de las víctimas: «No digamos que el dolor se comparte, el dolor se multiplica… Y cuando un pueblo viril llora, la injusticia tiembla.»
A pesar de que este hecho terrorista fue conocido con antelación, durante su planeamiento, por la inteligencia norteamericana (CIA), nada se hizo por evitarlo ni por advertir de su posible realización a las autoridades cubanas ni a otros gobiernos. Y para mayor contubernio con los protagonistas principales de este acto criminal, aún gozan de impunidad y protección en los Estados Unidos, Orlando Bosh y Posada Carriles, a pesar de todas las denuncias y de todos los trámites realizados para juzgarlos de acuerdo con leyes nacionales e internacionales.
¡Cuánto de luto y de tristeza quedó en miles de personas, contando hijos, hijas, madres, padres, esposas, esposos, otros familiares! ¡Cuánto de luto, de tristeza e indignación y ansias de justicia ha quedado en el pueblo de Cuba, como resultado de esta herencia criminal de agresiones alevosas de sus enemigos! ¡Cuánto de luz ilumina la faz de la Cuba agredida inmisericordemente frente a la ignominia que cubre el rostro torvo de sus agresores y victimarios!
Han sido estos los hitos principales que en octubres diferentes de distintas épocas históricas, han jalonado la existencia de Cuba y los cubanos como parte de un largo y difícil proceso de fundación, creación y desarrollo de un país, que por defender una causa noble en su etapa más reciente ha debido sufrir, durante más de cincuenta años, un bloqueo genocida de carácter económico, comercial y financiero, además devagresiones militares y terroristas de diversas naturalezas, por parte de los Estados Unidos. Precisamente, como un azar de la historia, el próximo 26 de Octubre, la Asamblea General de las Naciones Unidas debe votar una resolución de condena al bloqueo que ejerce los Estados Unidos contra Cuba, que será una ratificación, por decimo novena ocasión, del ejercicio solidario de la comunidad internacional con el pueblo cubano.
La patria ha recogido esta valiosa cosecha sembrada en los días de octubres del decurso histórico, y guarda con profunda recordación los hitos que han dado sentido a su razón de ser y a sus venerables virtudes de pueblo heroico y digno.
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