Es noche de béisbol. Un bramido azul se alza en las calles habaneras ante la primera carrera del equipo Industriales, en el juego final del play off frente a Villa Clara. Hace semanas la pelota acapara las pasiones en esta zona del mundo, furor apenas interrumpido por un trepidante concierto del dúo puertorriqueño Calle 13 […]
Es noche de béisbol. Un bramido azul se alza en las calles habaneras ante la primera carrera del equipo Industriales, en el juego final del play off frente a Villa Clara. Hace semanas la pelota acapara las pasiones en esta zona del mundo, furor apenas interrumpido por un trepidante concierto del dúo puertorriqueño Calle 13 en la Tribuna Antimperialista, la noticia de temblores de tierra en el oriente, el frío que ya dura más de la cuenta, o la aparición de un nuevo disco de Silvio.
Se habla de béisbol en las esquinas, los autos circulan con carteles de su equipo insigne en los parabrisas, una conocida presentadora de televisión -villaclareña, por supuesto-, exhibe cada día su atuendo naranja ante las cámaras y en la mismísima Bohemia, otro colega, también venido del centro de la Isla y que ya no clasifica como jovenzuelo, se dedica a poner de cabeza el logotipo del equipo capitalino que otro periodista, tampoco adolescente, mantiene desde hace varias temporadas en la puerta de su oficina.
Pero basta asomarse al ciberespacio para descubrir que Cuba tiene una réplica virtual, una suerte de otro país navegando en los mares de Internet, aunque la afirmación parezca sacada de una novela de Isaac Asimov.
En periódicos al estilo de El País o El Nuevo Herald, en las grandes agencias de noticias y en buena parte de la red de redes, la vida cubana no se parece a la que transcurre para las más de 11 millones de personas que caminan día a día por las calles del patio.
En esos espacios, de pronto pareciera que no se juega pelota en la mayor de las Antillas -¿acaso eso es posible?-; que todo el mundo anda de luto y que una buena carcajada ha pasado a ser cosa del pasado remoto.
Según la imagen que se empeñan en mostrar a través de esa Cuba «virtual», un poco avezado navegante podría pensar que los adolescentes criollos sufren encerrados en sus casas y para ellos quedaron atrás los tiempos de ir de fiesta cada semana; que a los universitarios ya no les preocupan los exámenes porque andan turbados por inventadas violaciones de derechos humanos, o que los científicos abandonaron sus microscopios y los obreros sus puestos laborales.
En los espacios desde donde se promueve ese reinvento digital de la Isla, un grupo de artistas se solidariza con los «opositores al régimen» y pide libertad para los «presos políticos», lo cual está muy bien… siempre y cuando consigan explicarles a los ciudadanos de la Cuba real, dónde habitan esos personajes.
Y es que en esos «objetivos y democráticos» medios de comunicación, defensores de una escurridiza libertad de expresión, «se pretende presentar a mercenarios como patriotas, a agentes pagados de Estados Unidos en territorio cubano como disidentes, a delincuentes apátridas como prisioneros de conciencia», como denunció hace unas semanas el canciller cubano, Bruno Rodríguez, en el segmento de alto nivel del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
En el camino hacia la construcción final de una caricatura de país, esos medios tratan como héroe a Posada Carriles, el asesino de Barbados, cuando desfila en Miami en mítines anticubanos, mientras hacen mutis acerca de los cinco patriotas antiterroristas que sufren ya 12 años de injusta cárcel que, por cierto, no es virtual.
Por si fuera poco, se enfadan cuando la prensa, o los blogueros del patio, deciden no publicar las ofensas, mentiras y hasta amenazas de muerte, que llegan por Internet, una y otra vez; pero se sacan del sombrero, cual magos expertos, mil y un argumento cuando tratan de explicar por qué son censuradas, sistemáticamente, las voces que desmienten esa nación fabricada.
En la Cuba real, en tanto, la noche termina entre cornetas y tambores para los capitalinos. A pesar de lo avanzado de la madrugada, las calles habaneras relucen de emoción. Industriales ganó el play off en extraining ante un batallador y corajudo equipo naranja. Apenas sin dormir, desde varias provincias de la Isla muchos jóvenes se aprestan para empezar otro jolgorio, su congreso, que copará los titulares del fin de semana.
Lástima de quienes solo ven, de la Isla, su caricatura. Se pierden, día tras día, tremendas fiestas.
Publicado en la revista Bohemia. Tomado de:http://www.cubaprofunda.org/artdixie.php?ID=173