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Israel retiene los cadáveres de las víctimas de guerra árabes y palestinas

Cuerpos ocupados

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por J. M.

Desde 1967, Israel ha mantenido una política no oficial de retener los cadáveres de las víctimas de guerra palestinas y árabes en fosas comunes y cementerios. El gobierno israelí mantiene secuestrados hasta hoy 348 cadáveres y sus familias no pueden recuperar sus restos.

En un conflicto tradicional, los cuerpos de los fallecidos se devolverían a su país de origen tras la paz y las fuerzas de ocupación se disolverían. Israel se niega a devolver los restos a las familias, algunas de los cuales han estado esperando durante décadas, basándose en que el conflicto es temporal y la retención de los restos es necesaria para mantener la seguridad interna.

Mientras tanto, la ocupación lleva 46 años sin final a la vista, pero el gobierno israelí aún guarda cerca de 350 cuerpos a pesar de los numerosos llamamientos a la corte israelí y la condena internacional de esta práctica. JLAC, el Centro de Ayuda Legal y Derechos Humanos de Jerusalen -The Jerusalem Legal Aid and Human Rights Center- encabeza la campaña para liberar a las víctimas de guerra árabes y revelar el destino de los desaparecidos. En una entrevista el jueves 11 de julio, en la oficina de Ramallah, Palestina, el abogado de esa entidad, Haytham Khatib, explicó el trasfondo de los motivos por los cuales Israel retiene esos restos.

«La lógica detrás de esta política es una condición de seguridad o un pretexto de seguridad. Israel considera a todos ellos [los combatientes fallecidos] terroristas, no combatientes ni soldados y por lo tanto no se les aplican los Convenios de Ginebra sobre el trato a enemigos muertos».

Khatib continuo diciendo que «Israel reconoce la importancia de las prácticas funerarias y religiosas de los pueblos árabes, así como la importancia de los mártires en la sociedad palestina». La retención de los restos equivale a un «castigo colectivo» a las familias de los combatientes, así como una potencial disuasión para una futura resistencia.

Esta práctica de retención de los restos es congruente con los intentos israelíes a lo largo de la historia de presentar sus actividades en los territorios palestinos ocupados en el contexto de la guerra perpetua. Como escribió el historiador israelí Ilan Pappe en su libro The Ethnic Cleansing of Palestine –La limpieza étnica de Palestina-, este contexto presenta todas las acciones «de tal manera que todas las actividades, incluidas las atrocidades, se presentan como parte de un teatro de la guerra, en el que las cosas se evalúan sobre una base moral de una manera muy diferente de las formas en que se tratarían en una situación donde no existiera ese combate». En este caso, el encarcelamiento de los restos los de combatientes muertos se entiende como una práctica necesaria en tiempos de guerra en lugar de una política de la colonia destinada a exigir un peaje a los que resisten a la ocupación.

Los números

Según el coordinador de la campaña de JLAC, Salem Khilleh, la organización ha documentado 442 casos de combatientes fallecidos, entre ellos 66 que aún están desaparecidos (se supone que muertos). 416 de los 442 casos son palestinos, el resto son combatientes árabes de los países vecinos que murieron luchando en Palestina. La mayoría de estas víctimas son combatientes de la OLP que se involucraron en combate directo con las fuerzas israelíes, pero también incluye a los que murieron cumpliendo penas de prisión, en los enfrentamientos directos con el ejército israelí, asesinados o desaparecidos al cruzar la frontera y algunos que murieron en los ataques terroristas contra civiles israelíes.

Los muertos se entierran en cementerios clandestinos ubicados en zonas militares cerradas. Hasta ahora, sólo se han identificado cuatro de los llamados «cementerios de números». Es impisble conocer el número exacto de combatientes fallecidos, ya que Israel mantiene en secreto el número de cadáveres que conserva. Salem Khilleh describe estos cementerios: «No hay nombres, sólo barras de hierro con los números correspondientes a la información sobre los fallecidos. Las tumbas, que a menudo contienen varios cuerpos, son pequeñas y poco profundas». Los fallecidos antes de 1976 fueron enterrados sin ninguna política o procesos israelíes claros, y los cuerpos quedaron sin identificación. Muchos de los fallecidos fueron colocados en fosas comunes poco profundas en suelo de arena con el riesgo de la exposición y la perturbación animal.

Campaña JLAC

En agosto de 2008 JLAC comenzó su campaña para recuperar los cuerpos de los muertos y pedir la divulgación del destino de los desaparecidos. Según Salem la idea de la campaña se inició cuando el padre de un soldado fallecido se puso en contacto con JLAC. «Salem recordó al anciano, que tenía entonces 85 años y su último deseo era recuperar el cuerpo de su hijo».

El primer éxito de la campaña fue la recuperación de los restos de Mashour Taleb Saleh, asesinado en 1976 durante una operación de guerrilla de la OLP en Israel. En 2010, tras una petición exitosa de la JLAC ante el Tribunal Supremo de Israel, las autoridades israelíes entregaron los restos de Mashour a su familia, unos 33 años después de su muerte.

En una entrevista de 2010, el hermano de Mashour habló de la política israelí. «Confiscar cadáveres es una política inmoral, los muertos están muertos. Es un catigo a los vivos y a los difuntos. Es una política de venganza, no hay una ley que permita a nadie mantener prisionero un cuerpo durante décadas». Desde 2010 JLAC ha conseguido la liberación de otros 92 restos y continúa pidiendo la liberación y la divulgación de todos los combatientes fallecidos restantes junto con los desaparecidos.

Legalidad

En un informe presentado a las Naciones Unidas en 2009, JLAC revela que Israel continuó con la violación del derecho internacional y «las acciones inapropiadas e irrespetuosas practicadas en los cuerpos humanos». El derecho internacional humanitario convencional y consuetudinario ha determinado que las partes en conflicto armado, ya sea internacional o nacional, deben respetar a los muertos tanto en el campo de batalla como fallecidos durante su detención. Los cuerpos deben recogerse, evacuarse y enterrarse en fosas debidamente marcadas y notificarlo a sus familias. Mas aún, la obligación es devolver los cadáveres, debidamente identificados, a los lugares a los que pertenecen o a petición de sus familiares, según el derecho internacional consuetudinario y los tratados pertinentes.

Las acciones de Israel constituyen una violación directa del derecho internacional y en el artículo 17, 120, 130 de la Convención de Ginebra se resumen los criterios para el tratamiento de los cadáveres de los enemigos.

Las tumbas no se mantienen adecuadamente y los cuerpos están enterrados en zonas con alto riesgo de exposición. Tampoco están marcadas correctamente y las familias no conocen su ubicación, lo que les impide visitar a sus seres queridos. Además, como señala Khilleh, con anterioridad al 1 de septiembre de 1976 «ninguno de los casos fue documentado, identificado o registrado. Algunos de los muertos se utilizaron para extraer órganos y los cadáveres se utilizaron para los estudiantes de medicina, mientras las condiciones de las tumbas han hecho que sea imposible identificar algunos de los restos devueltos. Estas acciones muestran una falta de respeto grave y criminal de los cuerpos de los difuntos».

Sin embargo, durante el conflicto, Israel se ha considerado en su derecho legal de retener los restos de estas víctimas de la guerra, porque define todas las formas de resistencia a la ocupación como terrorismo. El tratamiento de los gobiernos israelíes de los palestinos muertos es coherente con numerosas políticas de la Ribera Occidental, donde supuestas amenazas de seguridad suplantan el derecho internacional. El carácter expansivo de la seguridad a largo plazo en Israel se utiliza para justificar el encarcelamiento de los muertos y de los vivos. De acuerdo con Addameer, la Asociacion por los derechos de los palestinos, más de 800.000 palestinos han sido encarcelados en prisiones israelíes desde el comienzo de la ocupación en 1967, miles de ellos en detención administrativa sin cargos ni juicio.

Política Colonial

La política israelí no oficial de retención de los cadáveres de las víctimas de guerra árabes y palestinas, si se ve en comparación con otros conflictos en tiempos de guerra, es compatible con el derecho internacional. Sin embargo, es importante contextualizar la violencia en la realidad del propio conflicto. La retención continua de los muertos palestinos por parte de Israel no es una consecuencia de la guerra, sino una forma de castigo colectivo por resistencia a la colonización. La política de Israel de retener los restos de combatientes enemigos está de acuerdo con la narrativa del estado de guerra perpetua. Esta narrativa tiene el objetivo de presentar el conflicto como una lucha entre potencias rivales, no la lucha asimétrica contra la ocupación permanente y la judaización de los territorios ocupados. La imposibilidad de las familias palestinas y árabes de enterrar y honrar a sus seres queridos refleja una grave violación de sus derechos y una ampliación del control israelí a los cuerpos de los vivos y de los difuntos. Para estos palestinos la ocupación llega hasta la tumba.

Sam Gilbert escribe sobre Oriente Medio.

Fuente: http://www.counterpunch.org/2013/07/12/occupied-bodies/

rCR