Era vital para la dinastía que rige Arabia Saudita, los Saud y para su nuevo monarca, el rey Salman, evitar que se terminara de conquistar Yemen la guerrilla chií Houthi nombre derivado de su líder, asesinado en 2004, Hussein Badreddin al-Houthi o también conocida como Ansar-Allah (Partidarios de Dios). Para el reino Saudí, tener en […]
Era vital para la dinastía que rige Arabia Saudita, los Saud y para su nuevo monarca, el rey Salman, evitar que se terminara de conquistar Yemen la guerrilla chií Houthi nombre derivado de su líder, asesinado en 2004, Hussein Badreddin al-Houthi o también conocida como Ansar-Allah (Partidarios de Dios).
Para el reino Saudí, tener en su frontera sur una república, chiíta y apoyada por Irán era demasiado conflictivo, no solo por cuestiones religiosas, hay que tener en cuenta que Arabia Saudita esta regida por una secta sunita llamada wahaabita o salafista, la versión más atrabiliaria del Islam, que da fundamento filosófico a grupos como al-Qaeda o Estado Islámico, sino también, porque al sur del reino, se ubican no solo los mayores yacimientos petrolíferos, allí se congrega mayoritariamente la población chií, lo que la que podría generar inestabilidad en el reino que vive un sistema absolutista digno del siglo XII.
Era entonces perentorio reinstalar en el Sanná, la capital yemení, al renunciado presidente Mansur al- Hadi, refugiado en Riad, tras haber sido expulsado por la milicia chií Houthis, en enero último.
Rápidamente Riad organizó una alianza países sunitas: Kuwait, Bahrein, Emiratos Árabes, Sudán, Marruecos, Jordania, Egipto y Pakistán, y el visto bueno de los Estados Unidos. Reino Unido, Francia y Alemania, los principales vendedores de armas en la península arábiga, casualmente. La alianza se conoce como: «Operación Tormenta Decisiva», cuyo apoyo a Riad no ha pasado hasta la fecha de algunas escuadras aéreas. Desde el inicio de las acciones a fines de marzo último, los ataques se basaron fundamentalmente en bombardeos contra poblaciones civiles que además de producir más de 7 mil muertos en la población civil, destruyó la infraestructura del país y puso a la mayoría de los 21 millones de yemeníes al borde de una crisis alimenticia y sanitaria.
Arabia Saudita, a pesar de ser uno mayores compradores de armas del mundo, su ejército no pasa de ser una fuerza policial más preparada.
Para terminar la guerra, el rey Salman y sus aliados necesitan tropa terrestre; en una primera instancia recurrió al gobierno afgano, a quien se le prometió importantes inversiones a cambió del aporte tropa para luchar Yemen, el arreglo no pudo terminar de concretarse, por el resurgimiento del talibán; por otra parte el dictador sudanés Omar al-Bashir, aportó 900 infantes, mal entrenados y peor armados que prácticamente fueron exterminados por las fuerza Houthi.
Intensificar los bombardeos, solo los expone Riad a dejar plasmada su inoperancia. Se sospecha que los F16 que atacan Yemen, son israelíes ya que se desconocía que el reino pudiera contar no solo con ese tipo de aviones, sino con pilotos entrenados para operar esos modelos.
La urgencia de tropa terrestre para Riad es perentoria, ya que cada vez con más certeza la artillería chiíta surca los cielos sauditas y se acercan peligrosamente a sus fronteras. Se estima que aunque no ha habido grandes combates terrestres Arabia Saudita y sus aliados han perdido cerca de dos mil hombres a manos de los veteranos yemeníes.
Los emiratos amigos
La posibilidad concreta que los Houthis no solo puedan seguir resistiendo tras nueve meses de intensos ataques y esa resistencia convoque a las poblaciones chiítas del sur de Arabia Saudita a levantarse contra Riad, apuró a los Emiratos Árabes, otro de los componente de la entente, a descubrí uno de sus mayores secretos, el ejercito mercenario que desde 2010 viene organizado.
El gobierno de Abu Dhabi, había contratado a la mayor compañía de mercenarios del mundo Blackwater, aunque sus cambios de nombres son permanentes tras la infinidad de causas penales que tiene la empresa en los distintos países que ha actuado, los altos precios de sus servicios y haber descubierto que la gran mayoría de los hombres de Blackwater , era de origen latinoamericanos, decidió al emir Jalifa bin Zayed al-Nahayan a contratar a la empresa colombiana ID Systems Ltda., que contacto a decenas de veteranos de la larga guerra civil colombiana.
El Ministerio de Defensa de Colombia, no solo autorizó a sus hombres a firmar los contratos sino que permitió que entrenasen en la Escuela de Caballería, cercana a Bogotá. Muchos de los seleccionados contaban con causas por graves violación de derechos humanos involucrados también en lo que se conoce como «Falsos Positivos» una sería de asesinatos producidos en 2008 por del ejercito colombiano contra civiles haciéndolos pasar por miembros de la FARC, operación avalada por el gobierno.
Un primer contingente de 92 hombres de las Fuerzas Especiales del Ejército colombiano partió en 2011 rumbo a Emiratos Árabes, hoy la cifra aunque secreta se estima sobre pasa los 1500.
Oficialmente los mercenarios latinoamericanos fueron reconocidos como obreros de la construcción, aunque bajo cuerda se sabe tienen acceso a los mismos servicios de salud que los súbditos locales. Fueron designados a la protección de puertos, sus sueldos varían entre los 2.000 y 3.000 euros además de un extra por peligrosidad 1.000 euros semanales.
Su base operacional se encuentra en la ciudad militar de Zayed, en Abu Dhabi donde también hay chilenos, salvadoreños y panameños. Las operaciones mercenarias están coordinadas por la empresa colombiana Global Services, dirigida por el ex coronel de las Fuerzas Especiales Óscar García Batte. Este antiguo oficial colombiano a participado de la operación ilegal Félix, en territorio ecuatoriano, en la que fue asesinado el comandante de la FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) Raúl Reyes, en otras operaciones también participó de la muerte de los comandantes Martín Caballero y «el Negro» Acacio. Además dirigió la liberación del ministro Fernando Araújo, que permaneció 6 años detenido por las FARC. A pesar de su foja de servicios no se le permitió participar del curso para el generalato y su baja del ejército se produjo casi secretamente debido a sus antecedentes respecto a la violación de los derechos humanos. Ahora García Batte radicado en Dubái dirige el proyecto militar del jeque de Abu Dabi, Jalifa bin Zayed bin Sultan Al Nahayan .
Se estima que casi mil soldados colombianos, que han pedido la baja o se han jubilado, viven hoy en Emiratos Árabes por cuenta de este proyecto
Auque el mando nominal corresponde a oficiales del emirato, los segundos comandantes y los jefes de operaciones son colombianos. Sus objetivos se centran en el combate urbano y rural, control de población, policía antimotines y cordones de seguridad en bases y convoyes.
Con uniforme saudí, se los vio circulando, muy bien armados, por la ciudad portuaria de Adén, la segunda de Yemen y particularmente sensible por ser el acceso al mar Rojo.
Pero sin duda la madre de todas las batallas los espera en Sanná la capital de Yemen, que más allá de las devastación causada por los bombardeos y los constantes ataques de al-Qaeda para la Península Arábiga, un participante menor de la guerra, no han podido quebrar la resistencia chiíta.
La presencia de mercenarios colombianos en diferentes conflictos del mundo árabe no es nueva, se supo de ellos en Afganistán, Libia, e Irak, por ello ya no es extraño que se escuchen cumbias en el desierto.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.