Grupos terroristas de raíz takfirí, como es el caso del autodenominado EIIL – Daesh en árabe – que operan directamente en Siria e Irak y ejercen su nefasta influencia en el Magreb y otros países de Oriente Medio y Asia Central, donde cometen crímenes de lesa humanidad, pretenden con su acción mancillar el nombre del […]
Grupos terroristas de raíz takfirí, como es el caso del autodenominado EIIL – Daesh en árabe – que operan directamente en Siria e Irak y ejercen su nefasta influencia en el Magreb y otros países de Oriente Medio y Asia Central, donde cometen crímenes de lesa humanidad, pretenden con su acción mancillar el nombre del Islam, sirviendo a intereses de la triada Washington-Riad -Tel Aviv.
El nombre Daesh ha sido utilizado por algunos medios de comunicación como una de las posibles traducciones del acrónimo árabe al-Dawla al-Islamiya fi al-Iraq wa al-Sham – Estado Islámico de Irak y el Levante – que es el nombre que utilizan la mayoría de los países árabes para referirse al grupo terrorista takfirí; que avalado, financiado y apoyado militar, logística y financieramente por gobiernos como el estadounidense, la entidad sionista y fundamentalmente por la reaccionaria Casa al Saud, han sembrado el terror en Irak y Siria.
El término más adecuado para referirse a este grupo terrorista, en la necesidad de combatirlos también con las armas del lenguaje, no es el de Estado Islámico como ha pretendido imponer este movimiento salafista, pues al utilizarlo desdibuja abiertamente el riquísimo mundo y las fronteras que existen entre conceptos como el Islam, el islamismo, los musulmanes y los islamistas.
Daesh no es un Estado, es simplemente una banda de mercenarios, un grupo terrorista que bajo el alero y protección de potencias occidentales, la Casa al Saud y las Monarquías del Golfo Pérsico, se ha desarrollado en función de intereses geoestratégicos ajenos al mundo de Oriente Medio, desatando el terror y la búsqueda de generar temor en las poblaciones no musulmanas, que suelen, bajo la influencia de los medios de comunicación, realizar atentados de bandera falsa u otros hechos donde el nombre del islam aparece en primer plano, asociar al mundo musulmán con términos como la Yihad, haciéndolo símil en materias de terrorismo, tal vcomo lo hemos observado en los atentados de Paris, donde se ven los efectos del terrorismo pero no las causas y los responsables.
El concepto correcto a usar para referirse a la banda de terroristas takfirí, que opera en territorio sirio e iraquí, es el de Daesh. Primero, porque así se quita del campo semántico del terrorismo salafista, un nombre que desea imponerse a sangre y fuego. Segundo, porque no representa el mundo del Islam, conformado por 1.522 millones de creyentes en sus diversas corrientes; y, finalmente porque al usar el nombre de Daesh como la transliteración de otros fonemas, damos un combate también en el ámbito del lenguaje, de lo que se transmite, de lo que queremos dar a conocer. Fonéticamente Daesh se acerca al nombre Daes que significa en árabe «aquel que aplasta algo bajo sus pies» o Dahes «el que siembra odio» y si el nombre lo llevamos al plural Daw´aish, es conceptualizado como«grupo o agrupación de intolerantes que impone sus puntos de vista».
Indudablemente, estas son acepciones que se acercan, con claridad, a lo que este movimiento de fanáticos terroristas representa. Es por ello que Daesh se ha encargado de declarar que el uso de este concepto está prohibido en las zonas que controla so pena de muerte, convencidos que la batalla se libra también en el campo del uso de los conceptos, donde el uso inadecuado de la terminología les permite también usurpar la cultura que no les pertenece y una religión a la cual no honran.
Un despojo de los sueños y aspiraciones del mundo islámico, donde este grupo terrorista, así como otros grupos takfirí como el frente al Nusra, Al Qaeda en sus distintas variantes, Boko Haram, Ansar al Dine u otros, no representan a la riquísima cultura del islam ni menos comparte la práctica de un salafismo antichiita, representando más una herejía antislámica que una corriente política-religiosa abarcadora y respetuosa del mundo creyente musulmán. Esta usurpación del nombre islámico significa, en esencia, una declaración de guerra a todos los musulmanes del mundo, pues lo que sostienen los terroristas de Daesh a través de sus fundamentos takfirí «es que sólo ellos son islámicos, los demás no lo son» calificándolos de incrédulos y por tanto sujetos a ser masacrados en virtud de su posición totalitaria y absurda.
Daesh es una entidad terrorista que ha declarado la guerra a todos los musulmanes que no están dispuestos a someterse a sus dictados pero donde, paradójicamente, no suelen lanzar su ataques a países como Arabia Saudita, Turquía, Jordania, las Monarquías feudales del Golfo Pérsico, que también son musulmanes o al sionismo encarnado en Israel, tradicional enemigo del mundo musulmán, que se encuentran en su campo de acción, demostrando con ello que sirven a intereses más allá de las fronteras de Oriente Medio. Tal como ha sido denunciado y demostrado en materia de intereses geopolíticos donde el petróleo, el gas, el cerco a Irán y las presiones contra Rusia juegan un papel primordial.
Ya el año 2014 develábamos, en base a informes dados a conocer por el ex analista de seguridad de la NSA, que el grupo baasista-takfirí Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL o Daesh en árabe) había sido creado por un trabajo conjunto entre los servicios de Inteligencia de EE.UU., del Reino Unido y del régimen de Israel. Snowden detalló que el objetivo de crear el citado grupo radica en la formación de una organización terrorista, capaz de atraer a todos los extremistas del mundo a un sitio, usando una estrategia llamada «el nido del avispón».
Dicha información dada a conocer en Rusia Today fue silenciada por Occidente, empecinada en derrocar al gobierno sirio y ocultando sus propias responsabilidades en la creación y desarrollo de estos grupos terroristas, entre ellos Daesh, que hoy tanto preocupan a los gobiernos de Washington y Paris. De acuerdo a lo planteado por Snowden y reflotado tras los atentados de París, donde el propio mandatario francés llamó a denominar a Daesh por ese nombre, la única solución para la protección del régimen de Tel Aviv «es crear un enemigo cerca de sus fronteras».
El orador del rezo del viernes de la ciudad santa iraquí de Nayaf, Seyed Sadr al-Din al-Qabbanji, ha señalado en varias oportunidades que el régimen de Israel es uno de los principales patrocinadores del grupo terrorista Daesh. «El régimen de Israel es el único en la región que resulta inmune a los actos violentos de Daesh, ya que este régimen brinda todo tipo de apoyo a este grupo terrorista», apoyo que se manifiesta en entrega de información satelital, logística, armamento, entrenamiento y atención sanitaria a extremistas heridos, que han sido traslados a unidades de salud de la entidad sionista.
Lo cierto es que este grupo terrorista no es Estado y menos Islámico, es un neosalafismo que apelando a este odio antichiita y represor de aquellos que no se ciñen a sus dictados pretende conformar una identidad nacional-religiosa muy parecida a lo que hace el sionismo. Encontrando allí un punto de comunión. Frente a ese peligro, el mundo árabe en particular y el mundo islámico en general deben mantenerse unidos y cooperar tanto con Irak como Siria en la lucha contra este grupo terrorista. Y esa lucha también debe darse en el campo de los medios de comunicación, sobre todo medios islámicos como Islamoriente y su trabajo político-cultural, Hispantv, Al Alam, Al Manar, y todos aquellos que ponen el acento en dar a conocer la verdadera dimensión de los grupos terroristas takfirí y el peligro que ellos entrañan, tanto para el islam como para el mundo en general.
Para Mohamed Sarafraz, Presidente de la Organización de la Radio y Televisión de Irán – IRIB por sus siglas en inglés – «Estados Unidos y algunos países han provocado guerras subsidiarias en la zona, utilizando a grupos terroristas y extremistas…el deber de los medios islámicos es ayudar a distinguir entre el eje de la resistencia antiisraelí y los grupos radicales que buscan desintegrar los países regionales. Igualmente hay que romper el monopolio mediático para luchar contra la islamofobia». Sarafraz, en una entrevista dada a Hispantv pone como ejemplo las propagandas infundadas de los países occidentales sobre el grupo terrorista EIIL – Daesh, en árabe – signando que «Daesh es la criatura de las redes sociales y los medios británicos. Si ellos hubieran querido este grupo no se habría convertido en un monstruo tan grande».
Pablo A. Jofre Leal, Periodista y analista internacional.
Artículo del Autor Cedido por www.Islamoriente.com
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