Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Soy Rama, deseo poder volver a mi antigua clase. Tengo diez años y estoy en quinto grado. Mi clase en Gaza está destruida. Confío en que puedan reconstruirla para poder estudiar de nuevo junto a mis amigas. Tengo tantos recuerdos en ese lugar. (Foto: UNRWA)
Hace hoy veinticinco años que los dirigentes mundiales adoptaron el Convenio para los Derechos de la Infancia, la declaración más completa en la historia de las aspiraciones de la humanidad para dar a los niños la protección de unos derechos universales que les ayuden a desarrollar todo su potencial. Este noble documento esbozaba los pasos que todos deberíamos respetar para permitir que los más jóvenes y vulnerables de nuestras comunidades puedan alcanzar los niveles más altos de la dignidad humana.
Un cuarto de siglo después, la abismal situación sobre el terreno a que se enfrentan los niños refugiados palestinos a los que servimos parece burlarse de ese Convenio. Vemos escuelas bombardeadas, niños asesinados y mutilados, familias destrozadas y obligadas a huir de sus hogares y países.
La vulnerabilidad de los niños y jóvenes palestinos es hoy más aguda que nunca. Hay una enorme preocupación por las situaciones a las que se ven expuestos los niños refugiados palestinos, incluyendo violencia física y emocional, abusos sexuales, matrimonios tempranos, detenciones, trabajo infantil más los efectos del conflicto armado.
Pobreza, oportunidades laborales inexistentes y condiciones de vida de hacinamiento en los campos de refugiados son sólo algunos de los elementos que exacerban la preocupación por los niños refugiados palestinos. Los datos son alarmantes:
· Más de 500 niños palestinos murieron asesinados en la reciente carnicería contra Gaza. Otros 500 se han quedado huérfanos. Además, la mayoría de los 110.000 habitantes de Gaza que se han quedado sin hogar son niños.
· Aunque se informa poco y mal, la violencia contra los palestinos en Cisjordania, incluyendo a los niños, se ha disparado y es ahora el doble de la del pasado año.
· La carnicería prosigue en Siria, sin respeto alguno por las preciosas vidas de los inocentes.
· En el asediado campo de refugiados de Yarmuk en Damasco, los niños mueren por falta de atención sanitaria y sufren desnutrición y deshidratación severas.
· En el Líbano, los niños refugiados palestinos y sus familias viven al margen de la sociedad sin posibilidad alguna de acceder a empleos y servicios.
· Los peligros son inmensos para los niños palestinos que huyen de Siria. En algunos de los países, se les niega sencillamente a todos los palestinos la entrada a un lugar seguro; otros Estados establecen tratos discriminatorios. Hasta finales de 2013, de 74 casos documentados de palestinos que tuvieron que volver a la fuerza de Jordania a Siria, 30 eran niños refugiados palestinos. Desde principios de 2014, de los 106 casos documentados de palestinos que volvieron a la fuerza de Jordania a Siria, 43 eran niños refugiados palestinos. Estas son las cifras de las situaciones de las que la UNRWA ha tenido conocimiento a través de la ayuda prestada, pero creemos que hay muchísimos más refugiados en esa situación que no han pedido la intervención de la UNRWA.
· Los niños palestinos que consiguen llegar a un lugar seguro se ven sometidos a toda una serie de complejas amenazas, desde la falta de estatus legal a la denegación de la inscripción de nacimiento, al retorno forzoso, a la amenaza de los depredadores sexuales y a la más abyecta pobreza.
· Las madres, los niños y los jóvenes palestinos que buscan un refugio seguro y un mejor futuro han tenido que enfrentarse a un aterrador y peligroso viaje a través del Mediterráneo o a través del territorio controlado por el Estado Islámico, con resultados desastrosos en ocasiones.
· Según nuestras estadísticas, además del impacto del conflicto armado, casi la mitad de los supervivientes de la violencia de género están por debajo de los dieciocho años.
Los palestinos tienen una única y específica vulnerabilidad y a menudo expresan que se sienten atrapados, abandonados, que por todas partes se les considera una molestia. Pero en el mundo actual, esas ansiedades son compartidas por muchos. Los niños refugiados palestinos son en cierto modo el canario de la mina de carbón, los primeros en experimentar las vulnerabilidades a las que otros se enfrentan posteriormente. El mandato de la UNRWA sobre una comunidad especialmente vulnerable, su experiencia al servir directamente a sus beneficiarios y su capacidad para ser flexible e innovadora pueden proporcionar unos conocimientos sobre los que construir a la hora de considerar la protección de todos los niños y jóvenes.
Me gustaría compartir con Vds. cinco «lecciones» a partir de nuestra experiencia:
· La protección a través de los servicios y mantenimiento de la normalidad. La razón de ser de la UNRWA ha sido siempre «invertir en el futuro». Nuestros servicios, especialmente nuestros más amplios programas en educación y sanidad, proporcionan protección directa a los niños. Medio millón de niños asisten a las escuelas de la UNRWA y más de 260.000 niños menores de cinco años reciben atención sanitaria en las clínicas de la UNRWA donde también protegen y tratan a las víctimas de abusos y género basados en la violencia. Tan importantes como nuestros servicios son la continuidad y la previsibilidad de los mismos. Las familias y las comunidades se mantienen cuando pueden contar con las estructuras de apoyo de la UNRWA incluso en las circunstancias más terribles. Nada protege tanto a los niños o prepara a los jóvenes para el futuro como asegurar a las familias y comunidades. No sólo debemos abordar problemas específicos de protección sino que debemos asumir un enfoque más holístico y trabajar para crear una base de seguridad y apoyo a las familias.
· Nuestro personal está compuesto de refugiados que están arraigados en los campos y en las comunidades. La UNRWA cuenta con un equipo de más de 30.000 personas, cuya inmensa mayoría son palestinos. Estamos arraigados en las comunidades y comprendemos sus problemas. Esta es nuestra ventaja comparativa.
· La educación y las escuelas son los lugares fundamentales donde recaen nuestras responsabilidades de protección y estabilidad. Con una parte tan grande de la región inmersa en un conflicto galopante y con las vidas de tantos niños deshechas, reconocemos que es crucial ofrecer a los estudiantes un acceso estable a la educación.
Nuestra primera prioridad es que los colegios permanezcan abiertos donde las circunstancias lo permitan. En Siria y Gaza, la UNRWA se encarga en gran medida de los servicios educativos. Ubicaciones alternativas y los valientes equipos de educadores mantienen los colegios abiertos incluso en zonas donde es difícil llegar. A través de la innovación y de las asociaciones, llegamos incluso a los niños que no pueden ir al colegio.
La UNICEF ha adoptado todo el material de autoaprendizaje que la UNRWA ha desarrollado en Siria en las materias de inglés, matemáticas, árabe y ciencias, y va a utilizarlo en las escuelas de toda Siria. Ese material complementa el canal por satélite de la UNRWA, que trasmite las lecciones desde Gaza en las principales áreas de estudio. Los datos de audiencia indican que esas lecciones se siguen por todo el Oriente Medio, no sólo en los cinco campos de la UNRWA, e incuso en Europa y Norteamérica.
El programa de reforzamiento de los derechos humanos que la UNRWA intenta desarrollar desde hace mucho tiempo y su nuevo curriculum de derechos humanos hacen que los niños conversen acerca de sus derechos a una edad temprana.
· Defensa de la organización. En la UNRWA abogamos porque los legisladores aborden los problemas fundamentales. Pero eso implica que los Estados miembros deben en ocasiones escuchar mensajes que no les van a resultar cómodos. La ocupación es la raíz de la mayor parte de los problemas de protección en Gaza y Cisjordania. Cada niño palestino vive una erosión insidiosa y persistente de sus derechos. Las recurrentes y letales operaciones militares no son incidentes; son un rasgo estructural de la ocupación. Tenemos que demostrar cómo y en qué se priva a los niños y jóvenes palestinos de sus derechos y exigir una reparación. Debemos utilizar y defender el sistema jurídico internacional. Es cuanto tenemos: la protección no puede existir sin derechos.
· La voz de los jóvenes y la Agencia. Este es el punto con el que me gustaría terminar porque es tan importante como todo lo que hacemos para proteger a los niños y jóvenes. Se trata de promover a todos los efectos la autoprotección.
Hemos visto cómo Malala ganó el Premio Nóbel de la Paz, decidiendo recientemente donar 50.000 $USA a la UNRWA para reconstruir colegios dañados y parcialmente destruidos por el reciente ataque de Israel. Ella es una importante inspiración, una muchacha valiente que lucha por sus derechos. Pero ella no es la única en sus deseos de tener todas las oportunidades y protección que suponemos para nuestros niños.
La tradición de los parlamentos escolares de la UNRWA lleva a los niños la idea de cómo se dirigen sus colegios. Estamos ahora pilotando un proyecto innovador llamado MyVoiceMySchool. A través de Skype estamos estableciendo vínculos entre los jóvenes afectados por el conflicto en Siria, Líbano y Jordania y sus compañeros en el Reino Unidos para desarrollar la defensa de la educación y dar voz a los jóvenes sobre su futuro. Las conversaciones son muy dinámicas y apasionantes y los jóvenes van descubriendo que comparten valores, miedos y prioridades.
El Artículo 12 de la Convención de la ONU sobre los Derechos de la Infancia consagra el derecho de los niños a tener voz, especialmente en los asuntos que les conciernen. Asegurar que no se ignora a los niños y jóvenes y que cuentan con el espacio necesario para definir sus propias vidas son vías increíblemente poderosas para promover la protección. Y esta voz y visión trasciende las agendas políticas, silenciando la violencia sin sentido y la destrucción.
Ayat, una muchacha de quince años que se encuentra en un refugio colectivo en Damasco, dice con confianza que planea reconstruir su país, hacerlo más hermoso de lo que nunca fue. «En silencio, no tengo poder alguno, pero con mi voz puedo hacer muchas cosas», dice. Sólo cuando nuestros niños vean que tienen audiencia, cuando vean que les escuchamos, es cuando podrán conseguir el cambio.
Margot Ellis fue nombrada Comisionada General Adjunta para la UNRWA el 24 de enero de 2010. Su misión consiste en apoyar la labor del Comisionado General en la orientación estratégica y la dirección operativa de la Agencia, encargada de satisfacer las necesidades de cinco millones de refugiados palestinos en Cisjordania, Gaza, Líbano, Jordania y Siria.
Fuente: http://www.unrwa.org/newsroom/official-statements/give-palestinian-children-voice