Desde 1947, cuando Eva Perón lo anunció con un discurso en la Plaza de Mayo, hasta 2013, cuando por primera vez las mujeres trans pudieron votar con el nombre que eligieron para su vida, el voto femenino fue una historia de luchas y conquistas. Esos son sus hitos.
A partir de la promulgación de la ley de los derechos políticos de la mujer, ambos géneros comparten beneficios y obligaciones frente a las urnas electorales. Desde 1947, cuando Eva Perón lo anunció con un discurso en la Plaza de Mayo, hasta 2013, cuando por primera vez las mujeres trans pudieron votar con el nombre que eligieron para su vida, el voto femenino fue una historia de luchas y conquistas frente a los discursos que ponen los géneros en escalones desiguales. Un 9 de septiembre, hace 68 años, fue aprobada la ley 13010. Desde entonces se estableció que «las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones».
Al sancionar esta ley, el gobierno de Juan Domingo Perón escuchó un reclamo histórico que tuvo un comienzo registrado cuando Cecilia Grierson, la primera médica argentina, participó en 1889 del II Congreso Internacional de Mujeres, que se hizo en Londres. Al año siguiente Grierson fundó en el Consejo de Mujeres de Argentina, una organización que entre otros derechos para la igualdad promovía el voto. Siete años después, Alicia Moreau de Justo creó el Comité pro sufragio femenino, otro de los antecentes pioneros del feminismo en el país.
Julieta Lanteri sería la primera mujer en votar en América Latina. Nacida en Italia, nacionalizada argentina y médica de profesión, en julio de 1911 pidió que su nombre fuera inscripto en el padrón electoral y después de ganar un juicio lo consiguió. El mismo año, el diputado socialista Alfredo Palacios había presentado el primer proyecto de ley de voto femenino, pero ni siquiera fue discutido.
En 1912 la «Ley Sáenz Peña» estableció el sufragio secreto, universal y obligatorio; pero esa palabra «universal» contemplaba solo el universo de los hombres.
El diputado Mario Bravo (socialista) presentó en 1928 un proyecto que se debatió en el Parlamento en septiembre de 1932. Noventa y cinco mil mujeres mandaron una adhesión escrita pidiendo el derecho al sufragio y la Cámara de Diputados lo aprobó, pero fue rechazado en el Senado. En los 15 años que siguieron hubo 22 proyectos de ley que no avanzaron.
Cuando se promulgó la ley 13010, el 23 de septiembre de 1947, Perón se la entregó a Evita como un gesto simbólico por su lucha en favor de los derechos políticos de las mujeres. Ese día, en un acto cívico organizado por la CGT en Plaza de Mayo, Evita dio al pueblo un discurso con la fuerza acumulada del reclamo: «Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas. ¡Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también, alegre despertar de auroras triunfales!».
La primera elección en la que votaron las mujeres argentinas fue el 11 de noviembre de 1951. Evita estaba enferma y le alcanzaron la urna al hospital en el que estaba internada.
En 2013, después de la sanción de la ley 26743 de Identidad de género un año antes, 3500 personas transexuales, travestis y transgénero pudieron votar con su identidad autopercibida en las PASO de la Ciudad de Buenos Aires.