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De regreso a lo básico… mientras Siria se desintegra

Fuentes: Jadaliyya.com

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Para que no nos olvidemos ni olvidemos sus motivos, es importante y necesario repasar todos los aspectos esenciales respecto al levantamiento sirio. Y muy bien podría ser éste el mejor momento para emprender tal revisión. Mientras continúa en aumento el número de muertos así como la destrucción gradual del tejido social, la tragedia siria es cada vez más la caída de Siria (del pueblo sirio) que la caída del régimen sirio. Una de las consecuencias sobrevenidas ha sido una especie de impotencia analítica, lo cual nos obliga a reexaminar lo básico.

Los que seguimos la cobertura de las noticias sobre Siria en todos los medios importantes tanto en lengua árabe como inglesa, sabemos bien que estamos entrando en rendimientos decrecientes. Peor aún, la polarización política alrededor de Siria ha producido un fenómeno problemático bastante curioso: el análisis ya no es importante. Siempre puede confiarse en los acérrimos guardianes y partidarios de cada una de las partes para que te apoyen mientras te mantengas políticamente de su lado. Tus análisis o no importan o importan muy poco. Solo cuenta tu posición, aunque las circunstancias cambien. Todo es ex post-facto en este aspecto porque ambos campos se han solidificado en dos muros de hormigón, triturando los matices y la humanidad.

Con tal neblina política -y no pretendo en absoluto decir que se trata de una neblina política insignificante-, podría ser buena idea revisar algunas de las realidades, causas y contornos básicos que envuelven el caso sirio. Cada palabra de este o de cualquier otro artículo va a ser vehementemente contestada, pero no todas las protestas -ni todas mis afirmaciones- resistirán la prueba del tiempo.

Revisaré brevemente la complejidad del levantamiento sirio para abordar después, de forma condensada, lo que podríamos llamar «hechos controvertidos». Y acabaré discutiendo las causas estructurales del levantamiento y la espinosa cuestión del «sectarismo».

[Intentaré abordar estas cuestiones de una forma menos prosística, anticipando una formulación más detallada en el futuro. Los puntos que expongo a continuación han sido ya tratados por muchos, incluido yo mismo, en las diversas presentaciones en las que se trataba del tema de Siria. Mis disculpas por la naturaleza elemental de algunas de las afirmaciones, pero quizá sea necesario hacerlo así durante la neblina y tragedia actuales.]

1. La evidente complejidad del caso sirio

Todo el resto de levantamientos árabes son complejos, pero el caso sirio aparece investido de una mayor complejidad debido a que se produce en el corazón de varias luchas históricas en la región y más allá: el conflicto árabe-israelí; el problema de la resistencia ante el imperialismo; la rivalidad regional entre Arabia Saudí, por una parte, e Irán por la otra, con Siria entrando de lleno en el segundo campo desde que se produce el levantamiento; una tensión fría pero real entre EEUU y Rusia; y, finalmente, la cuestión de Hizbollah, que merece una categoría propia. Las crecientes tensiones regionales sectarias agregan también otro aspecto alarmante. Así pues, el levantamiento sirio es a la vez un asunto local, regional e internacional. Añadido a toda esa complejidad tenemos el hecho de que la mayoría de las fuerzas que desean derrocar del poder al régimen sirio, o quienes históricamente han sido sus opositores, son ellos mismos las fuerzas dominantes políticas/económicas a nivel regional y, en gran medida, a nivel internacional (i.e., EEUU, Arabia Saudí, Qatar e Israel, entre otros). Todo esto contrasta con los levantamientos en Túnez, Egipto, Bahréin y Yemen, que en gran medida fueron asuntos internos y que no contaron con el apoyo de las fuerzas dominantes antes mencionadas para derrocar al régimen (y, en el caso de Bahréin, se encontraron además con la intervención de esas fuerzas con objeto de preservar la autocracia). Esas diferencias explican, en parte, por qué muchos críticos históricos de las políticas internas del régimen sirio continúan manteniendo tal posición, pero no desde la perspectiva -no de acuerdo con- de los intereses de las fuerzas enumeradas arriba. La naturaleza prolongada del levantamiento sirio y la ausencia de una salida o solución evidente es una función directa de la interrelación de sus dimensiones locales, regionales e internacionales.

Desde el verano de 2011, estamos inmersos en una situación en la que no ya no comparamos las buenas alternativas con las malas. Nos estamos enfrentando a una opción entre lo horrible y lo catastrófico, al menos a corto o medio plazo. Buscar un resultado óptimo supone no ser realistas o estar mal informados.

A nivel discursivo, la naturaleza de la división que compone la complejidad es densa y variada, pero ha estado dominada por el contexto imperial/autoritario (i.e., ¿qué es peor el autoritarismo o el imperialismo?). Algunos de nosotros hemos criticado este binomio diciendo que estamos contra ambos, pero fuimos a su vez criticados porque se consideraba que esa posición no era ya real porque no había ninguna agencia local que la apoyara. Sin embargo, no existen indicadores que puedan determinar si las posiciones binarias que enfrentan a los partidarios del régimen (o statu quo) con los partidarios del ahora multifacético levantamiento son de alguna forma mejores. Por último, podría bien tratarse de una cuestión de horizontes en el tiempo y en el espacio. En otras palabras, ¿hasta qué punto se trata de la propia mirada de uno y respecto a qué cuestiones?

2. Tres hechos persistentes: Dictadura, oposición sospechosa y sus partidarios

Dos hechos persistentes que se interrelacionan de forma elemental animan el levantamiento y no pueden simplificarse ni ignorarse, sea cual sea la política que uno defienda. Su importancia empírica y discursiva ante el conflicto en curso no puede subestimarse y probablemente motivarán la forma en que los libros de historia destilarán las líneas gruesas en retrospectiva.

En primer lugar, al analizar la situación actual en Siria, y a pesar de todos los actores indeseables alineados contra el régimen sirio, no podemos considerar que marzo de 2011 sea el punto de partida de los acontecimientos que han ido desplegándose. Estamos siendo testigos de la aparición de una oposición a décadas de dictadura en Siria, con independencia de los giros, vueltas y fallos del levantamiento. Este hecho es algo que no puede cuestionarse o limitarse ni en el tiempo ni en el espacio ni hacer que nos pongamos quisquillosos sobre quién hizo qué a partir de marzo de 2011. Es decir, los pecados del régimen sirio -sobre todo contra la mayoría de los sirios- deben ponerse en primer lugar a la hora de intentar comprender cada uno de los desarrollos sobre el terreno: en marzo de 2011, sólo el régimen estaba ahí, sin rival alguno. Este es un hecho incontestable y algunas veces desagradable para quienes tienen una actitud ambivalente acerca del levantamiento. Sin embargo, no es posible descartarlo, no debería descartarse. Cuando la gente discute o escribe sobre Siria, incluso los defensores de la oposición, tienden a sobrevalorar el período posterior a marzo de 2011 a expensas de las últimas décadas. Si analíticamente descartamos el período anterior a marzo de 2011, será difícil comprender por qué, con posterioridad a marzo de 2011, el régimen sirio ha perdido su capacidad para gobernar Siria, con independencia de las inclinaciones político/ideológicas de cada uno. Y muchos de los que apoyan (o apoyaban) el statu quo (por ej., las minorías) tienen/tenían sus propias razones, las más importantes de las cuales no tenían nada que ver con el carácter del régimen. En cambio, se trata de protección, de supervivencia y, ahora, de instinto, en función de los intereses estratégicos con los que uno se alinee. A esto se debe en parte que muchos observadores no consigan apreciar de forma acertada la distribución de puntos de vista y posiciones sobre Siria.

El segundo hecho persistente es que, desde hace ya algún tiempo, no podemos dar por sentado este levantamiento (algunos dicen que esto es un eufemismo y bien podrían tener razón). Ya no estamos presenciando un acontecimiento muy claro donde un movimiento independiente por la democracia se enfrenta a una dictadura. Aunque la segunda parte se mantiene, la primera no. La dependencia, debilidad, fragmentación y división sobre todo de la oposición exterior y sus correlatos internos son ahora evidentes para todos. Este conflicto, que comenzó en algún momento del verano de 2011, se ha convertido en una guerra de posiciones en la que la superioridad moral de la oposición ha disminuido considerablemente como consecuencia de algunas de sus propias tácticas y en gran parte debido a sus relaciones externas y factores relacionados con las mismas. Es decir, hemos superado el punto en el que la oposición puede depender del mero hecho de oponerse a una dictadura. Quienes todavía escriben sobre el levantamiento sirio -y son muchos- como si los primeros días del levantamiento se hubieran congelado en el tiempo, están hablando de un mundo que ya no existe. Los observadores y participantes razonables pueden no estar de acuerdo en la medida en la que muchas partes de la oposición se han contaminado con las mismas tácticas/conductas que caracterizan al régimen, pero es difícil descartar el hecho de que la lucha ha sido, a la par aunque no en su totalidad, secuestrada por actores, factores y sentimientos exógenos para propósitos que no sirven a los intereses y aspiraciones de la mayoría de los sirios. Sin embargo, eso no significa que se deba aceptar una vuelta al statu quo anterior. Sin embargo, en aras al buen sentido, hay que tratar de superar el binomio que hoy se impone cada vez más (i.e., el régimen o el levantamiento apoyado desde fuera).

El tercer hecho pertinaz es que los partidarios externos del cambio de régimen en Siria eran quizá uno de los mayores obstáculos para un movimiento auténtico por un mejor futuro en el país, debido a sus brutales y engañosas políticas y a su historial en contra de los derechos humanos. Entre esos factores externos se incluyen Arabia Saudí, Qatar, Israel y EEUU. Irónicamente, Israel encaja en este grupo por asociación aunque su ambivalencia de hasta hace muy poco respecto al cambio de régimen en Siria le mantenía al margen. (La ambivalencia está motivada por su deseo de un régimen «fuerte» que pueda proteger su frontera norte, como el actual régimen lleva haciendo desde hace casi cuatro décadas). Cabe destacar que todos esos estados constituyen la punta de lanza de la contrarrevolución en la región. Este tercer hecho pertinaz es lo que refuerza el binomio discutido antes y crea gran desesperación entre quienes, dentro y fuera de Siria, no se sienten satisfechos con ninguno de sus componentes.

[Algunos pueden replicar: «¿qué pasa con los partidarios de Siria, qué pasa con Rusia, China o Irán, que no son democráticos y tienen su propio historial brutal y represivo, etc.?». Cierto. Pero esos países no están tratando de cambiar al régimen, ¿y quién defendió que era siquiera relevante que el régimen sirio fuera democrático o estuviera buscando la democracia por tal asociación con estados no democráticos? Además, la democracia no es el único factor en este conflicto. Hay más cuestiones viscerales/existenciales respecto a la región como un todo y que han animado los conflictos dominantes desde la II Guerra Mundial (por ejemplo, el conflicto árabe-israelí y la consolidación del dominio de estilo apartheid de Israel, que ha contado con amplios apoyos, así como la hegemonía de diversas mutaciones de la economía neoliberal, que fermentaron diferencias, explotación e inestabilidad en todos los ámbitos).]

Con todos estos hechos pertinaces, seguiremos adelante en la Parte 2 discutiendo las causas de la revuelta, presuntas y reales, así como la cuestión del sectarismo.

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N. de la T.: Esta traductora estaba a la espera de que se publicara la segunda parte para ofrecer completo el análisis del Sr. Haddad, pero después de dos semanas y al no poderse determinar el momento de su publicación, prefiere ofrecer al menos la primera parte por estimar de interés su contenido y evitar que pueda quedar desfasado.

Bassam Haddad es Director del Programa de Estudios sobre Oriente Medio y profesor del Departamento de Asuntos Internacionales y Públicos de la Universidad George Mason. Es también profesor visitante de la Universidad Georgetown. Es autor, entre otros libros, de «Business Networks in Syria: The Political Economy of Authoritarian Resilience» (Stanford University Press). Es co-fundador y editor de Jadaliyya; co-productor y director del film «About Bagdad»; ha dirigido recientemente una película sobre los emigrantes árabes/musulmanes en Europa titulada «The ‘other’ thread», etc.

Fuente original: http://www.jadaliyya.com/pages/index/7147/as-syria-free-falls-.-.-.-a-return-to-the-basics-