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Debatir para consensuar

Fuentes: Consejo editorial de Progreso semanal

Los procesos de cambios radicales e integrales de estructura, como las revoluciones, discurren de una manera bastante rápida y abrupta. La revolución cubana vale como ejemplo de agilidad, pues en un lapso de tres años prácticamente cambió el país y las estructuras económicas establecidas con anterioridad. Por su parte, la dinámica de los procesos de […]

Los procesos de cambios radicales e integrales de estructura, como las revoluciones, discurren de una manera bastante rápida y abrupta. La revolución cubana vale como ejemplo de agilidad, pues en un lapso de tres años prácticamente cambió el país y las estructuras económicas establecidas con anterioridad.

Por su parte, la dinámica de los procesos de cambios o de reformas del sistema establecido, avanzan en zigzag, con detenciones y ajustes. No implican cambios radicales sistémicos. Aspiran, como el proyecto de Actualización, a una mayor eficacia y modernización de lo establecido, desarrollo que conlleva desestatización -entendida como el control absoluto del aparato estatal-, separación de funciones de actores hasta ahora apreciados como imprescindibles y la aparición de nuevos sujetos económicos y formas de propiedad y de gestión, entre otros cambios y novedades.

Sin embargo, tanto en los procesos de cambios radicales (Revoluciones), como en los de Reformas, el sujeto básico reside en las personas. Precisa de su participación real y efectiva; sin ella los cambios le serían ajenos, originando falta de compromiso y apatía.

Durante el período clave de los primeros años después de 1959 existió una innegable participación ciudadana y se brindó información pública de los cambios, de sus motivos y objetivos. Sin la informaciones y explicaciones del líder Fidel Castro, y la publicación de debates entre altas figuras gubernamentales, que discreparon desde posiciones económicas -como las sostenidas entre el Comandante Ernesto Che Guevara y Carlos Rafael Rodríguez, o las establecidas entre Blas Roca y Alfredo Guevara, sobre asuntos relacionados con la cultura en su acepción más amplia-, ahora, probablemente, sería otra la historia. Aquellos debates aparecían en los medios existentes y los ciudadanos los seguían con suma atención. Las publicaciones de los diarios se agotaban meteóricamente. El ciudadano y su destino estaban en ellas.

Los cubanos que vivieron aquella etapa podían irse formando una opinión más acabada de cuáles eran las perspectivas, hacerse una idea propia y asumir el compromiso revolucionario. No había apatía ni despolitización. También existía una percepción más clara de que el pensamiento socialista permitía enfoques diferentes sobre temas vitales.

La información, el debate público, las discrepancias aireadas, fueron, además de un derecho ciudadano, un instrumento imprescindible a favor del proceso.

Desde hace 9 años, Cuba entró en un ineludible camino de actualizaciones del modelo económico para construir el socialismo, dinámica que recientemente Frei Beto definió como el traspaso de la estatización omnímoda a la socialización.

Sobre este proceso, y ante la diversidad de ideas posibles dentro del socialismo, existen variadas opiniones. Solo con pegar el oído a la tierra escucharemos el palpitar de respuestas, sin contradecir en su esencia el objetivo socialista.

Los reproches, el disgusto no conducen obligatoriamente el agua al molino de la reversón integral, por el contrario, y en dependencia de cómo se traten, son ingredientes para el consenso, necesidad expresada por el presidente Raúl Castro Ruz en su discurso durante la reciente reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular. El consenso a nivel de la sociedad es imprescindible para darle mayor rapidez a los cambios programados, así entendemos esa expresión del presidente.

Lo que ocurre en la calle, en los cenáculos de pensamiento, en el mundo académico o en algunos medios en la web, esa variedad de opciones dentro del pensar y el actuar socialista, no aparece en los medios nacionales y provinciales. La evidencia está, diariamente, impresa en los periódicos o en las imágenes de los noticieros de televisión.

Las meras descripciones de encuentros medulares dejan en la cáscara a los que debemos y queremos ser sujetos activos de la Actualización. Algunas manifestaciones u opciones diferentes en el terreno oficial son desconocidas para la mayoría de los cubanos, y sin querer se les abre el camino a aquellos que desean la implosión del sistema mediante la parálisis del proceso de Cambiar todo lo que deba ser cambiado. Y, sobre todo, para otros muchos cubanos alimenta la desidia, la indolencia, abriendo el juego para quienes aspiran al desmantelamiento completo del proyecto.

Aparecer en televisión nacional, discutir en los medios, realizar entrevistas no pactadas, airear las variantes y posibilidades de la Actualización, más que dañar, empuja a participar entendiendo. Debemos airear la diversidad dentro del socialismo para crear el consenso. El tiempo y la realidad apremian.

Fuente: http://progresosemanal.us/20170607/debatir-para-consensuar/