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Entrevista a Salameh Keileh, pensador marxista sirio-palestino

«Debemos acabar con los salafistas antes de que Siria sea el nuevo Irak»

Fuentes: Cuarto Poder

Salameh Keileh (Birzeit, Palestina, 1955) acude a la cita con cuartopoder.es, celebrada en Beirut, con un cúmulo de sentimientos encontrados. El intelectual sirio-palestino, que llegó a ser miembro de Fatah, no puede evitar tener la mente en Gaza, en el momento de la entrevista bajo las bombas israelíes, pero también en Jordania, a donde fue […]

Salameh Keileh (Birzeit, Palestina, 1955) acude a la cita con cuartopoder.es, celebrada en Beirut, con un cúmulo de sentimientos encontrados. El intelectual sirio-palestino, que llegó a ser miembro de Fatah, no puede evitar tener la mente en Gaza, en el momento de la entrevista bajo las bombas israelíes, pero también en Jordania, a donde fue deportado (el país vive serias protestas contra el rey Abdullah), y sobre todo en Siria, país donde ha pasado la mayor parte de su vida y donde ha sufrido represalias del régimen por su participación en la oposición intelectual contra la dictadura.

La última detención, en plena revolución, le supuso 20 días de torturas. «Ocurrió el pasado 23 de abril. Primero me interrogaron entre golpes, pero tenían órdenes de no dejarme marcas, así que no me quitaron la ropa. Ignoraban que tengo una enfermedad cutánea y que cualquier presión me amorata la piel. Luego me trasfirieron a un hospital militar, y allí si que me torturaron. Nos tenían encadenados, a dos personas por cada cama, y los golpes eran contínuos. Las palizas eran tan brutales que dos presos murieron en mi presencia». No dudaron en torturarle pese a saber que padece un cáncer. Sin embargo, Salameh quita hierro a los maltratos: nada serio, aduce, en comparación con los ocho años que pasó en las cárceles de la dictadura bajo Hafez Asad.

La fama internacional de este pensador marxista, uno de los más respetados en la región y autor de numerosos libros sobre imperialismo, marxismo, el nacionalismo árabe y sus limitaciones, la globalización o el sionismo, no le han librado de la persecución del régimen, como ésta no ha minado sus convicciones en la revolución que tiene lugar en el país.

Ahora bien, su espíritu crítico le lleva a ser muy consciente de los grandes retos y de las dificultades que confronta una insurrección que hace tiempo que recurrió a las armas. «Uno de los graves problemas es que el caos está aumentando, desgraciadamente porque falta unidad política. Los grupos que componen el ELS [Ejército Libre de Siria] están comenzando a competir, y recientemente la ausencia de seguridad y el apoyo del régimen permite a bandas criminales organizarse y presentarse como si fueran miembros del ELS. Hay falta de experiencia militar, hay un aumento de grupos fundamentalistas y todo eso implica malas prácticas que perjudican a la sociedad. A eso se suman los rebeldes que se esconden en ciudades en lugar de hacerlo en zonas amplias que evitarían la pérdida de vidas civiles». Kaileh recuerda que, recientemente, los habitantes de un barrio de Damasco pidieron al ELS que abandonara el lugar para evitar su destrucción.

Considerado una de las voces más independientes de la revolución, Salameh Kaileh critica por igual al ELS, al régimen y a los grupos yihadistas que han acudido a Siria y que podrían secuestrar la revolución, grupos como Ahrar al Islam o Jahbat al Nusra, declarados próximos al ideario de Al Qaeda, y que ya se han desmarcado de la coalición opositora en el exilio para anunciar que ellos aspiran a la creación de un Estado Islámico.

«El ELS está cometiendo errores con la población civil, pero en especial los salafistas«, explica. «Hay que buscar una solución para unificar las milicias, y organizar un organismo de seguridad y justicia en las zonas controladas por el ELS con tribunales propios. Lo más importante es recuperar el orden porque Bashar no ha caído todavía por nuestra culpa, por lo caótica que es la revolución».

«Los políticos [opositores] en el exterior están muy lejos de las aspiraciones e inquietudes de la gente. Además, la dictadura ha destruido toda una generación política, lo que implica que la gente no tenga representantes sobre el terreno. Pero sin duda el exilio no responde a las necesidades de Siria». Kaileh se pronuncia con dureza sobre la nueva coalición opositora, que ya ha recibido el respaldo de la Unión Europea -con expresas menciones de Francia y Gran Bretaña, Turquía y el Consejo de Cooperación del Golfo-. «No creo que su creación tenga ningún impacto sobre la revolución siria. Sus miembros vienen del mismo lugar que el Consejo anterior, son disidentes del CNS. Siguen viniendo de fuera del país, incluso los jóvenes que fueron invitados a intervenir en el foro viven en el exilio. Soheir Atassi y Riad Seif (vicepresidentes) sí vienen del interior, pero están muy alejados de la gente. Seguimos teniendo partidos opositores dentro de Siria que viven muy lejos de la realidad».

Se revuelve en su silla cuando se menciona la existencia de una guerra civil en Siria. «No creo que sea una guerra civil sino una revuelta de la gente contra el régimen. Desde el primer momento, la dictadura intentó provocar el odio sectario provocando masacres con el objetivo de generar una respuesta del contrario. Es obvio que las personas sobre el terreno son conscientes de ese peligro, y por eso se ha evitado una guerra sectaria hasta el momento».

Para el intelectual marxista, el principal peligro al que se enfrenta hoy en día la revolución -más allá de la propia dictadura- es el asentamiento de grupos salafistas. «No luchan por ideales sino por religión, lo ven todo como una lucha entre suníes y chiíes, en una batalla contra los infieles. Estamos seguros de que esos grupos externos llegados a Siria nos va a traer problemas, e incluso lograr lo que hasta ahora no había conseguido el régimen, aunar a los alauíes y librar un conflicto sectario».

Pero la solución, en medio del caos, no es fácil. «El reto es cómo confrontarlos, dado que llegan con dinero y de esa forma se apoderan del vacío de poder. Debemos buscar una forma de unificar a las milicias sirias y acabar con esos grupos antes de que se hagan más fuertes y logren crecer. El ELS tiene conflictos con ellos, pero hasta ahora no ha tratado de enfrentarse a ellos. Un responsable del ELS, Moustafa Sheikh, les ha pedido que se vayan advirtiéndoles que, en caso contrario, serán considerados mercenarios. Debemos buscar una solución antes de que Siria se convierta en Irak, donde los salafistas llegaron con la excusa de combatir a los invasores y terminaron fomentando una guerra civil contra los chiíes y obligando a las regiones suníes a someterse a un sistema religioso retrógrado». Ahora bien, el destacado pensador no considera que nunca lleguemos a ver un Estado islámico en la Siria post Assad. «Siria nunca tendrá un gobierno religioso porque ninguno de esos grupos, ni siquiera los Hermanos Musulmanes, tienen suficiente apoyo popular. Siria no será Egipto ni Túnez ni Libia. En Siria los islamistas no son bienvenidos, especialmente después de los acontecimientos de los 80, que fueron motivados por el sectarismo y no por la política. Los religiosos nunca ganarían unas elecciones».

Para Salameh Kaileh, el hecho de que el régimen permanezca en pie sólo responde al «propio caos que vive la revolución. Su poder se ha debilitado en los últimos meses y se ha extendido el sentimiento de que tiene los días contados, incluso en el interior del régimen. Sus propios hombres tienen serias dudas sobre la viabilidad de la dictadura, y eso se contagia a los altos oficiales del Ejército. Los círculos más estrechos, como la Muhabarat, la Fuerza Aérea o la Guardia Republicana han empezado a desconfiar de la lealtad del resto, y eso les aisla. Ahora mismo, la fuerza del régimen reside en la fuerza de los shabiha».

Fuente original: http://www.cuartopoder.es/elfarodeoriente/debemos-acabar-con-los-salafistas-antes-de-que-siria-sea-el-nuevo-irak/3727