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Dejemos los puestos de control militar

Fuentes: Haaretz

Preparar el terreno para las elecciones presidenciales del domingo a la Autoridad Palestina representa toda clase de frenéticas actividad de cada campaña electoral comporta – polémicas y pronósticos, rumores y difamaciones. La discusión de las diferencias entre los candidatos – principalmente Mahmoud Abbas (Abu Mazen) y Mustafá Barghouti – está encontrando su manera incluso en […]

Preparar el terreno para las elecciones presidenciales del domingo a la Autoridad Palestina representa toda clase de frenéticas actividad de cada campaña electoral comporta – polémicas y pronósticos, rumores y difamaciones. La discusión de las diferencias entre los candidatos – principalmente Mahmoud Abbas (Abu Mazen) y Mustafá Barghouti – está encontrando su manera incluso en las conversaciones de niños.

Ya sabemos todos que Abu Mazen es el seguro vencedor a ser elegido. No sólo porque es el representante de Fatah que quiere todavía demostrar que empuña mayor influencia, y no sólo debido a la falta de un candidato apoyado por Hamas, el otro importante movimiento, sino también debido a la valoración política común de aquellos jugadores que realmente cuentan – los Estados Unidos, Israel y, en cierto grado, la Unión europea – busca su elección.

El pueblo, principalmente sueña con «quitar todos los puntos de control militar.» No un punto de control militar aquí o un puesto de control allá. Las convicciones del ejército israelí de «el retirarse de las ciudades» el día de las elecciones y un alivio de las restricciones en los puntos de control podrían impresionar a los israelíes. Pero en cuanto a los palestinos, ellos anhelan una restitución inmediata de su libertad de movimiento, en todas las áreas de Cisjordania, por lo menos como estaba en septiembre del 2000. Qué es por lo que ellos piensan que si cumplen con lo que occidente está esperando y votan por Abu Mazen, cosecharán el premio: una verdadera presión occidental para que sean retirados los puestos de control militar y líneas defensivas.

En Israel, también, todos sabemos que Abu Mazen es una cosa segura. En Israel, también, su elección está levantando expectativas de alguna clase de cambio: que actuará contra el terror, que es moderado, que Norteamérica lo apoya.

Junto con la anticipación de la desconexión, ha habido un reavivamiento de una clase de atmósfera optimista que reinó en el pasado, allá por los días de la firma de los Acuerdos de Oslo. Una vez más la creencia en una «dinámica,» en precedentes constructivos (evacuación de asentamientos), en las mejoras económicas que «gestos» israelíes facilitarán y que debilitarán el apoyo popular palestino al terror contra el que Abu Mazen, en cualquier caso, tomará acción.

Hay algo en común entre estos anhelos por una «dinámica» que sería impulsada principalmente por factores externos (Occidente, a los ojos de los palestinos; Norteamérica y Abu Mazen, a los ojos de los israelíes). Ambos lados minimizan la importancia específica de los puntos de control militar y de las restricciones de movimientos en general.

Los palestinos hablan a menudo de los puntos de control militar como un método pensado para humillarlos, como un castigo colectivo, como una expresión de crueldad israelí. Los israelíes son conscientes de que ellos creen ser la aberración ocasional por la conducta de los soldados en los puntos de control militar. Pero aparte de estos sucesos atípicos, los israelíes están seguros que se piensa que los puntos de control militar aseguran su seguridad.

La mayoría de palestinos y la inmensa mayoría de israelíes ignoran la función de los punto de control, vistos como los medios primarios desarrollados por Israel en los últimos cuatro años por facilitar el proceso de rebanar Cisjordania en unidades de territorio palestino separadas y aisladas entre si unas de otras, rodeadas por asentamientos siempre en expansión y siempre consolidándose.

La espina dorsal de la política de puntos de control militar es una burocracia que restringe el movimiento humano, orquestada por la administración civil,: el movimiento de palestinos de una unidad territorial a otra está condicionada a los permisos israelíes, dificultado por barricadas militares móviles en las cuales se puede esperar durante horas, y desviado por estrechos y peligrosos caminos laterales. La mayoría de los puntos de control militar no están ideados para garantizar la seguridad israelí. Se han pensado para establecer pleno control sobre el terreno y sobre la conciencia – para extender una soberanía de hecho – sobre el Área C que constituye el 60 por ciento de Cisjordania..

El alboroto sobre el arresto de un soldado que se negó a evacuar caravanas cerca del asentamiento de Yitzhar hace que uno se olvide del hecho que a través de un proceso completamente legítimo, con las cartas sobre la mesa – en otras palabras, con permisos emitidos por ministerios gubernamentales – Ariel Sharon está continuando construyendo la continuidad territorial judía de Itamar y Elon Moreh en al norte de Cisjordania y la de Kiryat Arba y Maon en el sur. Por consiguiente, la «dinámica» de las elecciones y la desconexión será ahogada en cuanto entre en contacto con la realidad de los asentamientos en Cisjordania.

Tan moderado y pro norteamericano como es, Abu Mazen no podrá aceptar la solución que Ariel Sharon se está inventando, en forma de continuidad territorial judía. Todo el discurso de Abu Mazen contra la intifada armada no le ayudarán, siempre que Israel continúe extendiendo su régimen de separación en Cisjordania: Los bloques de asentamientos son una parte inseparable de Israel moderno, en contra de los cenicientos establecimientos palestinos a los que se estrangula, separa y crea condiciones de suburbio. La discriminación patente, las restricciones draconianas, el control indirecto y continuado del conflicto: éstos son los sinónimos, ideados por la realidad, para «dejar los bloques de asentamientos en paz.»

¿Hay solución? Por supuesto. Evacuación de todos los asentamientos y de todos los colonos. Con el énfasis en todos. Volvamos a un eslogan que Paz Ahora adoptó hasta que hizo concesiones durante el periodo de Oslo, porque el movimiento llego a la conclusión (justificadamente, en buena parte) que la dirección palestina lo había descartado: «Ninguna paz con los asentamientos.» El eslogan debe ser un manual para la acción – no un manual para la fe – para cualquiera que quiera paz para Israel, que quiera vivir como un ciudadano normal y no en un cuartel inspirado por las promesas bíblicas; y para cada palestino que anhele degustar la independencia en vida – y no en un futuro vago prometido por el Corán.

5 de Enero de 2005
Traducción: Carlos Sanchis