Supe recientemente de la entrega del Premio Oswaldo Payá. Por ahora me ahorro adjetivos. Usar el «esto es…», que le cuelga a algo una cualidad, es también negar otras cualidades que mucho pueden aportar. Por eso, en clave de neolengua, la metafísica nos obliga a matar la riqueza del mundo en nuestras mentes. Así, podemos […]
Sería mejor, dialécticamente comprender el movimiento y la lógica de lo que se desea explicar, y escapar de un moralista -que ya es un escalón peor- «esto es…».
Regreso al asunto.
No tengo la información suficiente para afirmar que Iván Duque es de «los malos», porque el calificativo vacío de derecha me dice tan poco como el hecho de ser izquierda ya que puede darse el caso de ser una izquierda excluyente -, y últimamente izquierda y derecha me dejan ambas en diferentes cuantías claro-, un sabor amargo.
De Duque sé, de lo que me llega y de lo que me va a llegar a través de los medios subordinados a instituciones, de un lado y de otro. De ahí obtengo una información que para ser justos, solo puedo creer por fe. Vivimos en un mundo donde cada medio transmite su verdad, y a nosotros los receptores no nos queda otra, que escoger una de las verdades y aceptarla en ejercicio de devoción. Por eso, ante el mismo hecho, donde este es un acto de repudio a un gobierno y de rotundo apoyo a la vez,
cada cual se aferra a lo que le dice su fantasía -o su estómago-.
Es de esa manera, que el Duque al que me aferro, es un político que si bien no es el típico merecedor de la etiqueta de ultraderecha, no me parece que su gestión pondere la justicia social. ¿Y el premio que recibió, cómo se explica?
Creo hay que mirar su origen en Cuba. El blindaje del sistema político cubano, que ha sido uno de los elementos que más ha contribuido a la permanencia de un proyecto de país, también genera su propio contrario a lo interno, personificado en todos aquellos que consideran su forma como algo negativo.
Pero entiendo que no se sientan un número determinado de cubanos satisfechos con ello, y que adviertan ahí falta de libertad. Entiendo también que deban expresarlo dentro de las normas del civismo, y abogo que todo ser humano sea tratado con respeto, y según lo establecido por las leyes, ante cualquier proceso. También sé que a algunas de estas personas – justificado o no, aunque buscarle justificación al maltrato es en cierta medida una práctica imperialista-, han sido víctima de arbitrariedades, y en casos peores -los menos, y de pequeña escala-, de alguna violencia física.
Digamos, que no lo creo por fe.
Es en ese punto cuando acepto que quien viva esa realidad considere como «el malo» al sistema político cubano. ¿Qué más pedir, si es el hombre producto de sus circunstancias, y de la racionalidad que mencionaba al inicio? De ellos es de esperarse una guerra sin cuartel contra la dominación, la ausencia de ciertas libertades políticas, y contra cualquier forma de discriminación por ideología. Pero no, eso no ocurre.
Muchos de los cubanos resultantes de esas condiciones mencionadas, que están en su derecho afirmar que la sociedad cubana debe ser un poco más inclusiva, y acusan a «los malos» de aquí, pues van y se juntan con los malos de allá.
Poco importa para estas líneas la integridad moral del presidente colombiano, sino que él no es precisamente ejemplo de luchador contra la dominación y el abuso de poder, y que quienes le entregan el premio, condenan que aquí en Cuba se puedan ejercer arbitrariedades, y para ello van a juntarse con muchos que -por una fe casi confirmada- sé que son cómplices de asesinatos, y desapariciones. ¿De qué va eso entonces, qué hacen estos cubanos inconformes? Pareciera que quieren combatir una forma de discriminación aliándose con otra peor – que por cierto, está última sí mata-. Hacer eso, los convierte en autores de acciones de mayor envergadura negativa que aquello contra lo que dicen luchar.
¿Qué mensaje nos dan con esa actuación?
Combatir lo que se considere deficiencias del sistema cubano juntándose con gente mucho peor, no da siquiera para crear la analogía de que quienes lo hacen y a lo que enfrentan pueden, ser desechos del mismo origen. Un enfrentamiento por lo que en Cuba aun no se ha conquistado aliándose con cómplices de asesinatos, de intervenciones donde mueren civiles, es la muestra de que quienes otorgaron el reconocimiento solo están llevando a cabo una lucha por el poder. Pero ya tenemos quienes se dedican a eso, y no los queremos peores.
Disfrute el señor presidente su premio. Sabemos de dónde, y por qué viene.
Fuente: http://www.desdetutrinchera.com/politica/entrega-del-premio-oswaldo-paya-2018/
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