Europa está viviendo una situación que solamente algún despistado puede llegar a pensar que no llegará a polarizarse social y políticamente cada vez más. Cuando se recuerda la situación que se vivía hace menos de un lustro, aquellos años anteriores a 2008 parecen de otro mundo, de otra época. En este período corto de tiempo […]
Europa está viviendo una situación que solamente algún despistado puede llegar a pensar que no llegará a polarizarse social y políticamente cada vez más. Cuando se recuerda la situación que se vivía hace menos de un lustro, aquellos años anteriores a 2008 parecen de otro mundo, de otra época. En este período corto de tiempo la situación de la gran mayoría de la población europea se ha deteriorado de una forma tan acelerada y las perspectivas son tan desastrosas, que no se necesita tener una imaginación demasiado refinada para otear grandes convulsiones sociales.
Los resultados de las recientes elecciones griegas, que deberán repetirse el próximo 17 de junio; las elecciones francesas que han cambiado a un presidente muy derechista por otro que ha lanzado un mensaje (debilísimo, sin duda) contra las consecuencias de las medidas puestas en pie para combatir (sic) la crisis; y la irrupción en las calles en distintas ciudades del Reino de España por parte del movimiento ya universalmente conocido por 15-M, son tres acontecimientos muy diferentes y de lugares bien distintos políticamente, pero que son expresión del descontento heterogéneo de las poblaciones que están sufriendo las consecuencias más descarnadas de unas políticas económicas y sociales depredadoras de la mayoría no opulenta.
La situación económica en el Reino de España es la más inestable que se ha vivido en los últimos años. La semana termina con la prima de riesgo a 490 puntos, el máximo desde el año 1995, aunque por unos instantes el martes se había superado el fatídico nivel de los 500; el IBEX 35, el principal índice de referencia de la bolsa española, ha cerrado la semana a niveles de hace 9 años; el Instituto Nacional de Estadística confirmó el pasado 17 de mayo que el PIB cayó un 0,3% en el primer trimestre respecto al mismo período del año anterior; el paro está cercano a los 6 millones de desempleados oficiales, habiéndose perdido 655.200 puestos de trabajo a tiempo completo en un año; el paro juvenil supera el 50%; el porcentaje de personas por debajo del umbral de la pobreza se acerca al 25% de la población. El gobierno español, ante esta catastrófica situación, anuncia y aplica mayores medidas de austeridad. Uno de los últimos anuncios del gobierno español del PP ha sido cuantificar en el 35% el peso que los servicios públicos deberán tener en el PIB, ahora es del 45%. Con este lenguaje falsario y clerical según el cual esta nueva (contra)reforma será «complicada y dolorosa» (para la mayoría sí, no para todos), anuncian un nuevo ataque contra la población no rica. Sea dicho de pasada: el viernes 19 de mayo también anunció el gobierno del PP que daba vía libre al anteproyecto de la ley de transparencia, pero la casa de los Borbones queda exenta una vez más del resto de la ciudadanía.
Es en este escenario que tan solo hace unos pocos años hubiera parecido imposible que pudiera ocurrir (recuérdese que hay momentos históricos en que los acontecimientos se aceleran, algo que cuesta mucho de entender porque acostumbra a encajar difícilmente con todas las inercias y tranquilidades intelectuales de tantos escribidores periodísticos, verbosos tertulianos y académicos torpes), reaparece el 15-M en las calles.
Con los acontecimientos todavía muy recientes, varios son los aspectos a destacar.
1. No ha sentado bien. Si ya en el nacimiento del 15-M, como escribía Antoni Domènech, «muchos analistas y comentaristas que buscaron denodadamente al comienzo ningunear con estudiada displicencia al movimiento, cuando no -como los recrecidos medios de comunicación de la extrema derecha neofranquista madrileña- difamarlo groseramente», ahora estos analistas han vuelto con redoblada violencia porque ya no pudieron ser desconcertados por el factor sorpresa. Y por encima de todo, estos medios alardeaban de la «falta de alternativa» (sic) del 15-M a la situación actual. Son muchos los artículos que antes, durante y después de las movilizaciones protagonizadas desde el 12 de mayo hasta bien avanzada la semana, y algunas aún no han terminado, han mirado por encima del hombro a este joven movimiento y han lanzado enjundiosos (o esa era la pretensión de sus autores) artículos acerca de la inoperancia, falta de eficacia, aletargamiento, populismo (sí, eso nunca puede faltar), pérdida de apoyo popular, utopismo (claro), irrealismo (cómo no), lentitud en la toma de decisiones… Estos artículos no solamente pueden achacarse al desconocimiento de lo que estaba proclamando el 15-M, también se trata de animadversión. En algunos casos declarada, en otros larvada.
2. La represión a este movimiento es cada vez mayor. Si el año anterior, con el nacimiento del 15-M, el Conseller Puig se erigió en campeón de la represión contra los acampados en la plaza Catalunya de Barcelona, este año han sido los concentrados en la Puerta del Sol madrileña los que se han llevado la mayor parte de la represión. El Ministro del Interior Fernández y la Delegada del Gobierno Cifuentes habían voceado repetida y machaconamente desde cualquier medio posible que no consentirían una repetición de la ocupación democrática de la Puerta del Sol del 12 al 15 de mayo. Una constante se verifica: a medida que se ataca y se va despojando al Estado de las conquistas sociales duramente ganadas a lo largo de muchos años por las clases trabajadoras, este mismo Estado necesita aumentar la represión legal y policial ante las protestas que estos ataques motivan. La detención de varios sindicalistas y estudiantes, durante y después de la huelga general del 29 de marzo, fue un serio aviso. La privación de libertad más larga correspondió a tres estudiantes detenidos el mismo día de la huelga general y hasta el 4 de mayo; la dirigente del sindicato CGT, Laura Gómez, estuvo detenida desde el 25 de abril hasta el 17 de mayo, día en que el juzgado de instrucción número 28 de Barcelona puso en libertad a esta sindicalista con una fianza de 6.000 euros. Ante las crecientes protestas sociales por las agresiones a las condiciones de vida y de trabajo de la gran mayoría de la población, la represión tenderá a aumentar. Se trata de un mayor desprecio por las libertades de manifestación y expresión, pero también expresan un miedo a la creciente protesta popular. Después de la huelga general del 29 de marzo y con anterioridad a las ocupaciones callejeras recientes del 15-M, Jaume Asens y Gerardo Pisarello escribían: » Los exasperados ataques gubernamentales, mediáticos y judiciales contra los huelguistas del pasado 29-M y el anuncio de medidas criminalizadoras de la protesta reflejan una indudable deriva autoritaria de estos sectores. Pero también evidencian su inquietud ante la creciente resistencia social y popular a la eliminación de unos derechos y libertades arduamente ganados a la cultura política y jurídica franquista.» La nueva irrupción del 15-M ha agudizado esta doble tendencia.
3. El 15-M ha vuelto a refrescar de forma bien práctica esta sencilla, pero muy frecuentemente olvidada verdad: si las ideas no se enraízan en poderosos movimientos que llegan a amplias capas de la ciudadanía, las ideas por buenas (supuestamente) que sean, no tienen mucho futuro. Tomemos el caso de una de las cinco grandes proclamas defendidas estos días por el 15-M, la renta básica de ciudadanía. Extiende más esta propuesta un movimiento como el 15-M, que 1.000 seminarios, conferencias, libros y artículos. Interprétese en su justa medida: artículos, libros, conferencias, seminarios… son necesarios, muy necesarios. Defender bien, argumentar con buenos análisis, fundamentar empíricamente en la medida de lo posible, debatir con posiciones contrarias, organizar congresos son actividades necesarias y muy importantes. Pero una idea por excelsa (supuestamente) que pueda llegar a ser, si no toma contacto y apoyo con amplísimos sectores sociales, puede correr la misma suerte que muchas buenas (supuestamente) ideas: la esterilidad más absoluta. Gracias al 15-M, la propuesta de la renta básica universal es más conocida hoy en el Reino de España que antes del primer aniversario de este movimiento. No hay duda que el trabajo previo, mucho antes de la existencia de este movimiento, en favor de la renta básica ha sido decisivo para que pudiera cuajar en el 15-M. Pero en la actual situación, cuando desde el inicio de la crisis económica la renta básica ha ido alejándose de los parlamentos, ha sido gracias al 15-M (y en el caso de la Comunidad Autónoma Vasca, gracias a Bildu) que ha vuelto a tener una revitalización indiscutible.
4. Un mensaje de este movimiento destaca por encima de cualquier otra consideración. El 15-M quiere que se haga justicia, quiere oponerse a las barbaridades que en nombre de la crisis y de la austeridad se están imponiendo a la población: desahucios, paro, recortes de los salarios, ataques a la sanidad y educación públicas, peores condiciones laborales… Víctor Sampedro lo expresaba con estas palabras: » El 15-M no quiere ajusticiar a nadie, sino que se haga justicia, de ahí los tribunales ciudadanos sobre la crisis que ha lanzado. Todo un ejemplo de dignidad frente al boicot del PP a una comisión de investigación parlamentaria sobre los responsables de esta debacle.» Dentro del movimiento hay diferentes opiniones, diferentes formas de entender cómo enfrentarse a la barbarie, pero no hay duda sobre quien es el enemigo a resistir. No hace mucho, el economista Michael Hudson escribía algo que algunos a buen seguro debieron considerar panfletario, alarmista o, en el mejor de los casos, exagerado. ¡Y cuán premonitorio fue! Lo escribió hace exactamente dos años: «para que pueda gobernar el capital financiero primero deben saquearse a fondo las economías.» Y de manera muy racional avanzaba: «Pero no cabe duda de que la batalla no ha terminado. Esta situación persistirá durante toda la presente década, puesto que el actual proceso consiste básicamente en una involución de las luchas de los siglos XIX y XX por substituir el poder omnímodo de la propiedad privada oligopólica y los intereses financieros por principios de fiscalidad progresiva y empresa pública.» La batalla no ha terminado, ni mucho menos. El 15-M sabe que lucha contra la barbarie impuesta por el capital financiero, las grandes multinacionales de la propiedad privada oligopólica y los gobiernos e instituciones a su servicio que maquinan, de tomar por ciertas sus intenciones, para «dar confianza a los mercados».
5. Una de las virtudes comunicativas del 15-M ha sido su gran capacidad para crear consignas, lemas o simples frases muy ocurrentes y algunas de un humor crudo para expresar partes de sus denuncias. Recordemos algunas de ellas. Directamente políticas: «Me gustas, democracia, pero estás como ausente» o «¿Apolíticos? ¡Superpolíticos!», «¡Democracia real, ya!», «Tu voto vale mucho, no lo regales» . La mayoría contra las medidas de austeridad y de recortes: «No podemos apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones al mismo tiempo»; «No es una crisis: es que ya no nos queremos», «Tu Botín, mi crisis» . Otras de denuncia a los beneficiarios de la crisis: «¡No somos mercancía en manos de políticos y banqueros!», «No hay pan para tantos chorizos». De rebeldía: «Si no nos dejan soñar, no vamos a dejarles dormir», «Error del sistema. ¡Reiniciar!», «No somos antisistema; el sistema es antinosotros» . No hace falta recordar que todo gran movimiento de resistencia popular siempre ha salido muy beneficiado si ha sido capaz de transmitir de forma clara y desenfadada parte de sus aspiraciones y denuncias. Y el 15-M ha sido especialmente imaginativo en este punto. Como también lo ha sido en la utilización de las redes sociales y de las distintas posibilidades ofrecidas por Internet para extender sus informaciones.
6. Las realidades social y electoral discurren a menudo con tiempos muy diferentes. Si dejamos de lado las naciones históricas o parte de ellas, es decir, Catalunya, la Comunidad Autónoma Vasca y Galicia, no hay alternativa electoral a corto plazo en el Reino de España al PP y al PSOE. La divergencia entre estas dos realidades, la social y la electoral, se pone en evidencia en momentos de conflicto como en la huelga general del 29 de marzo pasado o en las movilizaciones del 15-M. Y más que se pondrá en evidencia en los meses que tenemos por delante. Esta realidad ha hecho que algunos activistas se hayan planteado la conveniencia de ir estudiando la posibilidad de dar una expresión electoral al 15-M. Se trata de uno de los problemas más difíciles y, por supuesto, que levantan más desconfianzas. Si se parte de la convicción de que la movilización social a menudo no tiene una expresión electoral inmediata, la idea de intentar forzar los debates en el 15-M sobre una posibilidad de presentarse a las urnas directa o indirectamente, es una idea… mala. La fuerza del 15-M está en la capacidad que tenga para movilizar, organizar al mayor número de personas, extender su influencia a organizaciones y movimientos que no participan directamente en sus actividades habituales… no en ninguna perspectiva electoral. Hoy por hoy poca duda puede caber al respecto, lo que pueda ofrecer el mañana más inmediato es algo que deberá analizarse con sumo cuidado.
7. De forma más general, muchos son ya los escritos que circulan por Internet acerca de lo que el movimiento debe hacer a partir de ahora. Los temas son: la representación, la agilidad en la toma de decisiones, la diversificación de actividades, la utilización de los medios de comunicación, la planificación de las movilizaciones, las coordinaciones internacionales… Y es bueno que se discutan estas y más tareas que el 15-M tiene por delante. Bienvenidos sean las dificultades, los problemas y los errores que se puedan cometer. Señal inequívoca de todo movimiento que está vivo. Decíamos recientemente que «disfrutemos del aire fresco que representó y está representando este gran movimiento social que ocupa algunas plazas de muchas ciudades. Algo es seguro: el 15-M vino para quedarse y lo está consiguiendo.» Los motivos de lucha y protesta que han inspirado al 15-M no solamente continuarán sino que se incrementarán aceleradamente. La situación social y política se está extremando, y más que se extremará en el interesante y polarizado momento histórico que nos ha tocado vivir. Y el reto quizá mayor del movimiento será extender lazos con toda resistencia que se levante ante las renovadas agresiones. Porque, sean pequeñas o sean grandes las diferencias que pueda haber con otros movimientos, organizaciones políticas, sindicatos… ocasiones para golpear juntos, aunque se camine por separado, las hay y las seguirá habiendo en el futuro más inmediato. El 15-M está fac ut vivas. Quien está hecho para perdurar debe tener mucha responsabilidad, inteligencia, imaginación y, sobre todo, capacidad de trabajo. Y la tarea es muy atractiva porque hay un mundo por delante.
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sin per mi so y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC. Su último libro, coeditado con David Casassas, es La renta básica en la era de las grandes desigualdades (Montesinos, 2011).