Una empresa de helados, Ben & Jarry’s, ha decidido dejar de vender sus productos en las colonias sionistas. Otras empresas, con menos notoriedad y discreción, han hecho lo propio. En este caso han explicitado en un comunicado «que es incompatible con nuestros valores que el helado (…) se venda en el Territorio Ocupado Palestino» y, señalan, que asumen «la definición de los territorios palestinos ocupados tal como la definen las Naciones Unidas».
Por el contrario, la dirección de la empresa CAF, en manifestaciones públicas, dice que ha hecho una debida diligencia y que «la responsabilidad en materia de Derechos Humanos es una cuestión prioritaria para el Grupo CAF en todos los territorios en los que desarrolla sus actividades», en contradicción con su decisión de lucrarse en Territorio Ocupado Palestino a las órdenes de la potencia israelí ocupante y con el rechazo de la población y representantes palestinos.
Lo que hace la primera empresa, Ben&Jarry’s, es acorde a la legalidad internacional. Las mentiras de la dirección de CAF, casi nos dejan helados.
El casi viene por conocer la contumacia de la dirección de esta empresa que, ya desde el principio, intentó engañar a los inversores diciendo que el contrato logrado con su asociada Shapir era en Jerusalén e Israel, cuando es en los Territorios Ocupados Palestinos y, por lo tanto, su actuación es ilegal e ilegítima desde el derecho internacional.
La dirección y accionistas de referencia de CAF, Kutxabank, Fundación BBK, Confecciones Mayoral, Bravo Andreu, Norges Bank y la Administración vasca que preside el Sr. Urkullu, amigo del asesor de CAF en este asunto, alegan que no hay sanciones por parte de la Unión Europea por su actuación, cuando saben que la Comisión Europea delega inicialmente a los Estados miembros esa responsabilidad. También que las Naciones Unidas ha creado una base de datos con las empresas que actúan ilegalmente en los Territorios Ocupados Palestinos, donde está Shapir y clientes y proveedores de CAF, como Egged y Banco Hapoalim. Se ha pedido por parte de diferentes organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional o Al Haq, que CAF sea incluida en esa lista de la base de datos administrada por las Naciones Unidas, a la que se la niegan fondos para su actualización, pero esta petición debiera ser suficiente para excluir a CAF de ciertos sellos de respetabilidad, como el Pacto Mundial, que solo exigen, de momento, una declaración de parte, de la propia CAF, de respeto de ciertas normas, sin contrastarlas. En eso estamos.
Pero la dirección de CAF no es que se haya metido, sin querer, por ignorancia, a apoyar a la potencia ocupante facilitando la transferencia de población de la potencia ocupante al Territorio Ocupado, aspecto prohibido por la Cuarta Convención de Ginebra, de la que el Estado español es parte. La realidad es que ha sido consciente, buscando informes pretendidamente exculpatorios, de encargo, al amigo del presidente de Euskadi y arroparse de representación del PNV, acogiendo en su consejo de administración a la exvicelehendakari, Idoia Zenarrutzabeitia Beldarrain, buscando alianzas institucionales y de presión a nivel estatal y resistirse a reconocer el error estratégico y legal de sus actuaciones. Cree que participar al lado de las autoridades de ocupación israelí, en su política de hechos consumados y apartheid, no tendrá consecuencias en el futuro mercantil de la empresa. O, por lo menos, en las gratificaciones de sus actuales componentes. Pero sí las hay, es cuestión de tiempo.
Eso es lo que explica que se hayan lanzado en una nueva licitación para las nuevas líneas Azul y Púrpura, parte de la red de tren ligero entre Jerusalén y las colonias próximas, Gilo en el sur y Ramat Eshkol y Ramot, en el norte, todas en los Territorios Ocupados Palestinos.
Que exista ocupación militar y jurisdicción militar para los palestinos rebeldes (y ahora una española), que haya habido expropiaciones, expulsión de vecinos palestinos originarios, que se profundice la ocupación y la transferencia de población colona a Territorio Ocupado, para la dirección de CAF significa que ella «no participa de ninguna manera de las cuestiones estrictamente políticas en ninguno de los países en los que opera, ni apoya a ninguna de las partes en conflicto, si las hubiera». Parafraseando a un dictador como Francisco Franco, la dirección de CAF dice «haga como yo, no me meto en política». Aunque se perjudique a los palestinos y se lucre con el ocupante. Su cinismo casi nos deja helados. Pero no inanes.