Traducción por S. Seguí
Desde hace ya cuatro días me encuentro en medio de disparos y gas nervioso, aquí en la plaza Bab El Louq, a cinco minutos de la plaza Tahrir, cerca del Ministerio del Interior. A la derecha de mi ventana puedo ver el fuego de las armas y los cartuchos de gas, y las motocicletas que sacan a los heridos de la batalla y los llevan a los hospitales de campaña, uno tras otro… hora tras hora, día y noche…
Hay disparos y este extraño gas nervioso todo el tiempo; en la noche de ayer, alrededor de las 10:30 horas, los shebab [jóvenes, gente] fueron atacados durante una hora por 30 uniformados de negro, de unas desconocidas fuerzas especiales, con diferentes tipos de munición real y gas, sin ningún tipo de alumbrado público; la escena estaba iluminada únicamente por el fuego de las armas, la tenue luz de la luna y una extraña luz fosfórica al final de la calle que lleva al Ministerio del Interior.
Después de una hora, reconquistaron la plaza Bab El Louq donde vivo, sólo con sus piedras, una determinación inquebrantable y solidaridad. Frente a los disparos y los ataques sobre sus cuerpos desnudos, los shebab gritaban en la noche hurriya (libertad) y madaniya (estado civil)… no islamiya (islámico).
Al mismo tiempo, una plaza Tahrir llena con una millioniya (una manifestación de un millón de hombres) era atacada por lo menos dos veces durante la noche con un gas nervioso invisible e inodoro. Pude ver con mis propios ojos cómo la gente se derrumbaba de repente a mi alrededor. Por lo que sé, todavía no está claro de donde venía el gas, si era lanzado desde un avión, a través de los conductos de aire acondicionado del metro que circula debajo de la plaza o desde los tejados de los edificios circundantes. Es la guerra contra la población, es increíble, es un crimen. Yo mismo estoy saturado de gas, y me encuentro ligeramente desorientado mentalmente y en mi motricidad, con las vías de respiración que me arden. Estoy profundamente traumatizada.
Para quien quiera entender: el shebab egipcio nunca se dará por vencido, ninguno de nosotros va a renunciar a nada más. Se trata de aferrarse a las fuerzas restantes y volver a ser a un ser humano otra vez.
Más abajo hay un vínculo con un video de la campaña egipcia Ocupar, una llamada a todos los egipcios y a todos aquellos que entienden que no se trata solo de Egipto, que se trata de la lucha de todos nosotros por la libertad y un futuro para todos en este mundo, sustituyendo la lógica de la acumulación y el robo y la opresión necesarias para su aplicación, una llamada a unirse a la manifestación abierta y a realizar sentadas frente a las embajadas egipcias en todo el mundo a partir de las 15.00 horas del próximo viernes en sus respectivos países. El vídeo está en árabe y en inglés, y la parte central está en inglés.
También, para los que hablan árabe hay a continuación el enlace con uno de los programas de televisión más importantes de Egipto después de la revolución, la secuela que se emitió anteayer. En él, el periodista Youssri Foda ofreció espacio a tres de nuestros compañeros heridos para hablar, así como al conocido periodista Bilal Fadl. El dentista Ahmed Harara, el bloguero y activista Malek Mustapha y el fotógrafo Ahmed Abdel Fattah del diario egipcio Al-Masry Al-Youm. Todos ellos han perdido sus ojos debido a los disparos realizados deliberadamente a corta distancia con lo que llamamos municiones khartouche, un proyectil que contiene entre 13 y 16 balines de diferentes tamaños, hechos de plástico endurecido o metal. Disparado a corta distancia puede ser letal, y si se disparan a los ojos éstos quedan destrozados.
Ahmed Harara es un buen amigo mío. Perdió su ojo derecho durante la primera revolución, el 28 de enero de 2011, y ahora, hace cuatro días, perdió su ojo izquierdo. Se quedará ciego para siempre, pero ha regresado a la plaza Tahrir inmediatamente después de su operación en el hospital.
En el programa televisivo puede verse al joven oficial que disparó la bala y se escucha la voz de un oficial de tiro que orgullosamente informa a su superior que se las arregló para alcanzar otro ojo… es una campaña premeditada… disparar a los ojos de los activistas.
Pero la respuesta de todos ellos ha sido volver a la plaza Tahrir, la plaza de la liberación, ya que un ojo que ha recibido un disparo es mejor que un ojo roto, como Ahmed Harara dice en el programa. No están ciegos y ponen a todos frente a la necesidad de tomar posición: no más mentiras, no más evasión. Esto lo expresa sin ambages el periodista Fadl Bilal en la filmación. El programa también proporciona un buen y conciso contexto de lo ocurrido durante el mes pasado, y que ha conducido a esta segunda revolución egipcia.