El doble rasero de la Unión Europea y en forma especial de Estados Unidos, ha permitido a Israel continuar su política de agresión y exterminio de la población palestina, al amparo del nulo apoyo de esta Alianza occidental en materia de boicotear, evitar la inversión y sancionar a un régimen que viola la legislación internacional. […]
El doble rasero de la Unión Europea y en forma especial de Estados Unidos, ha permitido a Israel continuar su política de agresión y exterminio de la población palestina, al amparo del nulo apoyo de esta Alianza occidental en materia de boicotear, evitar la inversión y sancionar a un régimen que viola la legislación internacional.
Todo ello en un marco de violación de los derechos humanos de la población palestina en los territorios ocupados.
La denominada campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) ha sido puesta en marcha por la sociedad civil palestina y acogida por Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y grupos de solidaridad con la causa palestina en todo el mundo. Es un llamado a la acción práctica, con acciones concretas, pero también un llamado a la conciencia de no aceptar los crímenes que se comete contra la sociedad palestina. Para ello se han implementado una serie de acciones económicas, políticas, comerciales, culturales, políticas y diplomáticas, que permitan destruir la política del terror llevada a cabo por el régimen sionista. Si se está por la paz no se puede ser cómplice de la ocupación israelí de los territorios palestinos y de una política de exterminio, despojo y exilio de millones de seres humanos, cuya tierra ha sido ocupada, transformada y segregada por un régimen invasor.
Es la sociedad civil la que ha tomado la iniciativa frente a la ocupación israelí frente a gobiernos mudos y temerosos. Una sociedad civil que está luchando contra una política sionista que permite, facilita, promueve y ejecuta la construcción de colonias en territorio palestino, la expropiación de tierras, la demolición de hogares de familias palestinas, la tala de miles de olivos, la construcción de un Muro de la vergüenza, el bloqueo contra la Franja de Gaza y sus crónicas agresiones, la destrucción de la infraestructura de las ciudades palestinas, el robo de sus riquezas arqueológicas y el tratar de exterminar a una sociedad a vista y complicidad de gobiernos que amparan esta política genocida.
El silencio de sus voces, la discriminación racista contra el pueblo palestino y los crímenes que quedan en la impunidad con miles de muertos y heridos desde la Nakba del año 1948 a la diáspora diaria y permanente de una población palestina cansada de tanto atropello y vejámenes exige actuar contra el sionismo. Ya lo hace una sociedad civil, que denuncia la complicidad de gobiernos como el de Estados Unidos, la Unión Europea y otros que con su mutismo avalan el crimen como lo hacen Monarquías del Golfo Pérsico lideradas por la Casa al Saud y sobre todo organismo internacionales como las Naciones Unidas, impotentes a la hora de hacer cumplir las resoluciones de condena a la ocupación israelí de los territorios palestinos.
La sociedad palestina que comenzó su campaña de BDS hace ya una década, ha puesto en el tapete esa doble moral de la alianza Washington con la Unión Europea, capaces de ejecutar acciones y presiones contra gobiernos como el de Irán, Rusia, Venezuela o derribar gobiernos como el de Libia y tratar de derrocar al Gobierno sirio, pero no actuar contra Israel. Uno de los regímenes que es considerado, uno de los más criminales post Segunda Guerra Mundial, a la par del desaparecido régimen del Apartheid en Sudáfrica de cuya alianza, cercanía y apoyos mutuos existen abundantes pruebas.
El BDS es considerado una de las acciones más potentes de lucha contra la ocupación israelí de los territorios palestinos, cuyo objetivo es boicotear la compra de productos israelíes pero también hace un llamado a no invertir en ese régimen, evitar los contactos culturales, deportivos, políticos y sociales. Ampliando así el abanico de acciones posibles de ejecutar, imitando en ello el trabajo que se comenzó a realizar con el desparecido régimen del apartheid sudafricano, desde el año 1960 y que finalmente, junto a la lucha del pueblo negro sudafricano a través del Congreso Nacional Africano, la lucha armada y el apoyo de las fuerzas cubanas acantonadas en Angola, fueron facilitando el debilitamiento de un régimen opresivo, inhumano y genocida.
La repulsa contra ese régimen racista como el sudafricano significaron, gracias al trabajo de miles de seres humanos dentro y fuera del país africano, que fueran acompañadas por sanciones efectivas, con boicot a sus productos elaborados con la explotación de la población negra, oprimida por décadas de apartheid. Esa campaña de BDS expresó la decisión de decenas de compañías extranjeras de no negociar con Pretoria, dejar de negociar e invertir, que Sudáfrica no fuera invitada a eventos deportivos internacionales y artistas de diversos campos no actuaran en suelo sudafricano hasta el fin del apartheid. Sintomáticamente el único que apoyo abiertamente a Pretoria y no cesó nunca su política de alianza, que los llevó incluso a intercambiar tecnología nuclear dotando a Sudáfrica de armamento atómico fue Israel.
El analista Agustín Velloso nos recuerda que «uno de los que tuvo un papel destacado en la violación del embargo de armas contra Sudáfrica fue Israel. Los intercambios políticos y militares entre ambos fueron estrechos, lo cual incluyó tratos con dirigentes sudafricanos que eran nazis y el desarrollo conjunto de tecnologías y armamento nucleares. El primer Ministro Yitzhak Rabin recibió en Jerusalén en 1976 al Primer Ministro Sudafricano Balthazar Johannes Vorste, quien había estado internado en un campo de concentración británico en la segunda guerra Mundial por nazi y que mandó al ejército del apartheid a invadir Angola. En aquel encuentro Rabin brindó por los ideales comunes de «justicia y coexistencia pacífica». Vorster correspondió a ese brindis declarando que «Israel y Sudáfrica son víctimas de los enemigos de la civilización occidental» casi cuatro décadas después, esta visión se mantiene incólume en los dirigentes sionistas, que creen defender valores de democracia, civilizatorios y de profunda justicia con su política contra el pueblo palestino.
Paul d´Amato señala en un interesante artículo publicado en La Haine que esa correspondencia entre Tel Aviv y Pretoria: «Esas estrechas relaciones provienen de la identificación que ambos sentían por la causa del otro. Ambos eran Estados coloniales que afirmaban estar llevando la «civilización» a los denominados pueblos retrasados. Y ambos estaban decididos a utilizar cualesquiera medios para mantener su dominación regional sobre los «nativos» a los que habían conquistado- en Sudáfrica, para crear un Estado blanco basado en la explotación de la mano de obra negra; en Israel, para establecer un régimen por medio de la expulsión sistemática de la población autóctona palestina».
Unión Europea y Estados Unidos: Complicidad criminal
La enseñanza de la campaña de BDS contra el régimen racista sudafricano mostró, que no es posible acciones de condena sin sanciones porque no hacerlo así equivalía a ser cómplice del crimen y del desprecio a los derechos humanos de millones de negros, indios y mestizos en Sudáfrica y hoy, la negación de eso derechos a millones de gazatíes, de habitantes de Cisjordania y de todos aquellos palestinos que no han podido volver a su hogares cuando se habla del régimen de Israel. En el 2015 es una exigencia que los gobiernos del mundo apliquen una política de BSD contra Israel, que la obligue a cesar sus agresiones contra los territorios palestinos ocupados, que los fuerce a sentarse en la mesa de negociaciones, que implique cumplir las resoluciones de las Naciones Unidas, que abandone Palestina, que destruya el Muro de la Vergüenza, que elimine las restricciones para el retorno de los millones de palestinos en la diáspora, que elimine su arsenal nuclear y deje de ser el gendarme de Estados Unidos en Oriente Medio.
Es claro que no bastan los deseos de la sociedad civil palestina, ni de gran parte de los países de la tierra, que se oponen a la política genocida del régimen sionista. Y no basta si la Unión Europea y Estados Unidos siguen apoyando a Israel de la manera que lo hacen hasta el día de hoy. Por ejemplo, Israel es desde hace 40 años el principal receptor de ayuda militar estadounidense, que implica 3100 millones de dólares anuales con apoyo en armas que son utilizadas contra el pueblo palestino, con sistemas de vigilancia aplicados en el Muro de la vergüenza, en helicóptero artillados, en barcos de vigilancia, en mantener un ejército al servicio de las potencias occidentales y de un régimen racista en Oriente Medio. Sumen a ello el apoyo permanente de Washington en materia del uso del veto en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que bloquea cualquier posibilidad de implementar una campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones contra Israel.
La Unión Europea no le va en zaga a esta complicidad criminal. Mediante los denominados Planes de Acción Recíprocos Bruselas se ha comprometido a integrar a Israel en los distintos programas y políticas que la Unión Europea tiene en ámbitos tan diversos como el tecnológico, materias sociales, temas científicos, tecnológicos y culturales. Ese diálogo «constructivo» ha dado paso a una política de complicidad con los crímenes israelitas contra el pueblo palestino y sus guerras de agresión contra gobiernos como el de Siria, El Líbano o las políticas antiraníes. Ese diálogo «constructivo» del que habla la UE respecto a Israel lo que ha hecho, en la práctica, es dar luz verde para la impunidad de los crímenes cometidos por el régimen sionista contra el pueblo palestino.
Esa política de connivencia a la que me refiero tuvo su expresión vergonzosa cuando en la Asamblea General de las Naciones Unidas del año 1975 mediante la Resolución N° 3379 el Sionismo fue declarado como «una forma de racismo y discriminación racial». Sin embargo, tras las presiones de Washington y las cancillerías europeas esa Resolución fue revocada el año 1991 dando vía libre para que esa ideología tuviera un sustento legal para afianzar el dominio sobre la población palestina. Sumen a ello la violación de todas y cada una de las Resoluciones de la ONU respecto a que Israel abandone los territorios ocupados. Como la Resolución N°242 que declara inadmisible la adquisición de tierras mediante la guerra y exige la retirada del ejército israelí a los límites anteriores a la guerra del año 1967.
Ante esas violaciones a la legislación internacional ¿cómo ha respondido la comunidad internacional? – eufemismo para designar a Washington y sus aliados porque de comunidad no existe – responde con la mudez, la complicidad, la apatía, con una política de doble moral donde se ha boicoteado, se ha impedido la inversión e incluso se ha sancionado y luego invadido militarmente a aquellos países que no cumplen las resoluciones de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad. Sin embargo, frente a un régimen claramente criminal, como es Israel, con una política racista, genocida se permite manga ancha para seguir ocupando, territorios que no le pertenecen, destruyendo hogares de una población que legítimamente se opone al invasor, construir un Muro que genera Guetos al estilo de aquellos que el mismo pueblo judío soportó bajo el régimen nazi, en un cruel y absurdo símil contra el pueblo palestino. De ahí que no sea aventurado sostener que Israel es un régimen nacionalsionista, cuya derrota sólo será posible cuando se aplique una combinación efectiva de BDS y la lucha siempre activa del pueblo palestino.
El ejemplo de lucha contra el Apartheid sudafricano, en materia del uso de una sostenida campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones efectivas contra el régimen sionista y con un claro apoyo a la lucha política y militar del pueblo palestino, es el camino para terminar con uno de los regímenes más criminales de la Post guerra del 45. Un boicot integral contra esta democracia de Bantustanes que es Israel, que fomenta guerras de agresión contra una población claramente en desventaja militar, es un camino a construir que implique una presión económica, política, donde se impida a políticos y empresarios israelíes desplazarse por el mundo, que signifique romper relaciones diplomáticas, retirar embajadores, expulsar a su diplomáticos, dejar de invitar a científicos, académicos, escritores y gente del mundo de la cultura, que no proclamen abiertamente su oposición a la política genocida de Israel.
Es necesario y moralmente exigible restringir cualquier intercambio comercial, no firmar tratados que impliquen el desarrollo económico de Israel. Exigir a los gobiernos no comprar armamento israelí, no amparar a organizaciones que amplifiquen la ideología sionista. Eliminar la participación de delegaciones deportivas israelíes de cualquier evento internacional, hacerlos ver como un paria cuyo régimen e ideología de desprecio al otro debe desaparecer. Hay ejemplos claros de efectividad de esta política de BDS.
El gobierno brasileño, por ejemplo, ante la proximidad de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro decidió excluir a la empresa de seguridad israelí ISDS de trabajar en aspectos relacionados con este campo, decisión tomada gracias a una sostenida campaña de activistas en solidaridad con Palestina. En Bélgica, 300 profesores e investigadores de las principales universidad de ese país se unieron a un boicot académico contra Israel hasta que cese su política de agresión contra Palestina.
En el plano deportivo, el Congreso anual de la FIFA discutirá la petición efectuada por Palestina de suspender la participación de Israel en competencias deportivas patrocinadas por ese organismo con más miembros que la ONU. También en el plano del deporte de alta competencia, sindicatos y asociaciones deportivas de la ciudad de Madrid agrupadas contra el racismo y la islamofobia han solicitado la expulsión del Maccabi de la Euroliga de Basketball.
El Ayuntamiento de Terrassa, municipio de más de 215.000 habitantes de la provincia de Barcelona, aprobó una propuesta presentada por organizaciones políticas y ciudadanas para adherirse al movimiento BDS. Más de 300 organizaciones europeas, que rechazan toda forma de discriminación, incluyendo antisemitismo e islamofobia, y defensoras del derecho de todos los pueblos a vivir con libertad y dignidad, llamaron a la Unión Europea a suspender el Acuerdo de Asociación con Israel hasta que cumpla con la legalidad internacional.
Si el régimen de Israel no es capaz de sentir que su política criminal tiene un precio y que ese costo se sentirá en su población, seguirá asesinando palestinos, destruyendo su infraestructura básica, ocupando sus territorios, destruyendo sus hogares y seguirá mostrando esa cara hipócrita de representarse como la única «democracia verdadera» de Oriente Medio. Esa es una farsa y hay que revelarla y una de esas maneras es aplicar, con toda la fuerza, una política de Boicot, Desinversión y Sanciones que le duela hasta lo más profundo a un régimen que desprecia a los seres humanos, que no los considera en esa idea malparida del «Gran Israel».
Articulo del Autor cedido por Hispant
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