Leila Nachawati es una activista hispano siria por los derechos humanos y experta en estrategias de comunicación, en espacial de la región del Medio Oriente y del Norte de África. Es profesora de comunicación de la Universidad Carlos III. -¿Cómo explicarías brevemente el conflicto a alguien que no lo conociera? -Durante 40 años, Siria ha […]
Leila Nachawati es una activista hispano siria por los derechos humanos y experta en estrategias de comunicación, en espacial de la región del Medio Oriente y del Norte de África. Es profesora de comunicación de la Universidad Carlos III.
-¿Cómo explicarías brevemente el conflicto a alguien que no lo conociera?
-Durante 40 años, Siria ha sido un agujero negro del que nada se conocía. La prensa internacional estaba prohibida, el régimen controlaba todos los medios de comunicación en el interior del país y hacia el exterior y perseguía cualquier forma de oposición. Por eso hay tanto desconocimiento del contexto sirio y de su verdadera situación económica, política y social. En 2011, en el contexto de las movilizaciones contra dictaduras de décadas en toda la región, la ciudadanía siria salió a la calle para pedir libertad, dignidad y justicia, los tres lemas más repetidos en las manifestaciones. Surgió todo un movimiento de desobediencia civil basado en protestas pacíficas y con la emergencia de una creatividad ciudadana que llevaba muchos años reprimida y se manifestaba de repente a través del arte, la música, los dibujos, los distintos espacios de internet…
-¿Cómo reaccionó el régimen?
-Deteniendo a manifestantes desarmados, incluidos un grupo de niños de entre 9 y 12 años por dibujar en su colegio una pintada en la que repetían lo que habían oído a su alrededor: «El pueblo quiere la caída del régimen». Esos niños fueron torturados, lo que provocó una reacción mayor, con cientos de miles de sirios en las calles de todo el país, cada día durante seis meses. En esos seis meses el régimen organizó campañas de detención masivas, torturando y asesinando a los miembros clave del movimiento de resistencia no violenta. La brutalidad del régimen contra civiles desarmados llevó a la deserción de oficiales del ejército que se negaban a cargar contra la población. Se formó el Ejército Sirio Libre.
Dos años después, esa oposición convive con otros grupos armados, muchos procedentes de otros países, algunos con su propia agenda y sus propios objetivos que distan mucho de lo que reclamaban los sirios cuando comenzaron las protestas. Los sirios ya no luchan sólo contra la dictadura de los Asad, sino con los intentos externos de corromper una revolución que pedía un estado civil en el que imperase la justicia y con respeto a la diversidad del país.
En estos momentos, junto a los esfuerzos de gran parte de la ciudadanía siria de mantener el espíritu de su revolución a través de iniciativas de desobediencia civil, convive una guerra geoestratégica en la que países como Irán y Arabia Saudí miden sus fuerzas, cada uno con sus propios objetivos. Hay muchos elementos implicados en esa lucha, de la que los sirios son las víctimas.
-¿Quiénes hay y quién tiene más relevancia en las fuerzas opositoras al régimen?
-Siria es un país de mayoría islámica, y en su conjunto, tanto musulmanes de distintas confesiones como cristianos componen un país conservador en lo religioso. Eso no significa que las reivindicaciones de la ciudadanía siria tendiesen a un estado con ley islámica como el que existe en Arabia Saudí o Irán. De hecho la reivindicación de un estado civil, un estado por y para los ciudadanos, ha sido una constante desde el inicio de las protestas. Es cierto que ha habido una deriva hacia otro tipo de reivindicaciones, en gran medida fomentadas por la entrada de grupos extremistas de países con otra visión del estado, y también es cierto que del caos y la impunidad actual sólo puede esperarse que los grupos con tendencias laicistas queden cada vez más relegados. Son los grupos más extremistas quienes cuentan con mayor financiación dentro de la oposición armada, son quienes logran las mayores victorias, mientras que los grupos con mayor diversidad y visión de un estado civil apenas cuentan con apoyo y su repercusión es menor.
-¿Como juzgas el papel de los países de la zona y la comunidad internacional en el conflicto? ¿Cuál debería ser?
-Ha habido distintos papeles, se podrían dividir en países que han apoyado al régimen, países que han apoyado de un modo más o menos débil un cambio de régimen y países que se han sentado a esperar que la situación se resuelva sola.
El apoyo al status quo ha sido fuerte, encabezado por Rusia, que ha funcionado como sostén del régimen, proporcionándole armamento y legitimidad internacional. De Irán se puede decir que actualmente mantiene una ocupación de Siria (con Hezbollah como brazo armado) y que es el liderazgo iraní quien toma las decisiones y no el sirio.
El apoyo a un cambio ha ido condicionado por agendas de países como Arabia Saudí, que no se corresponden con los objetivos por los que los sirios salieron a la calle, lo que plantea muchos problemas. El resto del mundo, incluida la Unión Europea, ha hecho poco más que limitarse a observar cómo la situación se iba pudriendo. Respecto a quién ha apoyado verdaderamente un estado civil para Siria y las reivindicaciones de libertad, igualdad y justicia por la que tantos sirios han luchado, se puede decir que nadie.
-A la espera que entre en vigor el Tratado sobre Comercio de Armas, tenemos un embargo en Europa para la venta de armas en Siria. Sin embargo, Rusia envía armas al régimen y algunos países europeos reclaman poder enviar armas a la oposición. ¿Eso no supondría una grave escalada militar en el país?
-Sorprende que se mantenga un embargo a la oposición mientras el régimen continúa recibiendo armas. Desde el principio se pidió que se congelase la ayuda militar a un gobierno que la empleaba contra su población, algo que no se ha hecho en todo este tiempo. Pedir un embargo contra un levantamiento armado mientras no se embarga a quien ha provocado esta situación es irresponsable, además de hipócrita.
-¿Hay personas, colectivos u organizaciones de derechos humanos y por la paz en Siria que trabajen por una mediación dialogada? ¿Cómo podríamos apoyarlas?
-El concepto mediación dialogada no es aplicable a un contexto en el que el régimen bombardea a la población civil y no admite ninguna forma de expresión ciudadana. El diálogo sólo es posible entre iguales, no cuando una parte secuestra y asfixia a la otra.
Respecto a iniciativas sobre el terreno, hay muchos comités de coordinación local, grupos de activistas que trabajan por devolver la normalidad a las zonas liberadas, a través de un trabajo de autogestión y autogobierno que busca reconstruir a partir del caos que el régimen y los enfrentamientos armados van dejando a su paso. Son conocidos los casos de Kafranbel, Raqqa, Bustan al-Qasr como ejemplos de autogestión a partir de la destrucción.
Es importante hacer llegar cualquier forma de ayuda a través de esos comités que trabajan sobre el terreno. Es sabido por todos los sirios que la ayuda que se está enviando a través de los canales oficiales del régimen termina revendiéndose en el mercado negro, y no es lógico esperar que vaya a hacer un reparto de ayuda humanitaria un régimen responsable de la muerte de más de 100.000 personas.
-¿Qué mensaje deberíamos difundir las organizaciones de paz y derechos humanos sobre el conflicto en Siria?
-El mensaje de que la paz sólo se logra si hay justicia. La deriva armada de la situación sobre el terreno no deslegitima las reivindicaciones de libertad y de justicia y los sirios, que, más que nunca, merecen el apoyo y la solidaridad internacional. Además, es necesario un mensaje que llame a un apoyo global y sostenido a los refugiados y desplazados, el fin inmediato de la entrega de ayuda humanitaria a los canales del régimen y la distribución de apoyo a través de los comités locales organizados en el terreno.
-Un deseo.
-La Siria de diversidad religiosa, étnica y cultural en la que crecí, sin el terror que nos obligaba a hablar de Siria en susurros.
Fuente original: http://fundipau.org/hablando-de-paz-con-leila-nachawati/