Recomiendo:
0

Educación israelí: modelando fascistas, un estudiante cada vez

Fuentes: Haaretz

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

El llamamiento para oponerse a la visita a la Tumba de los Patriarcas es una expresión patente de la frustración pública ante el galopante desarrollo de las ideas racistas y fascistas de los políticos de derecha.

El miedo a la Tumba de los Patriarcas se ha apoderado de nosotros. Inocentes y puros estudiantes israelíes caerán víctimas de una maniobra astuta del ministro de Educación. Les «obligarán» a ver la Tumba de los Patriarcas con sus propios ojos. Eso es todo. Pasaron los días en que se introducía a los estudiantes a la Tumba cándidamente sólo a través de dibujos conmovedores del siglo XIX en los que también aparecían campesinos árabes y, tal vez, hasta un árbol de palma.

La inocente frescura de los estudiantes nuevos será aplastada violentamente cuando vean judíos rezando junto a las tumbas de los patriarcas y matriarcas. No se enterarán de cómo conquistaron la Tumba esos judíos y ¡Dios lo quiera!, pensarán que la Tumba es un bien de Israel, parte de la soberanía imaginaria que Israel ha impuesto a los territorios ocupados.

Permitámosles que vayan a ver la tumba y a continuación el complejo de Beit Hadaza en Hebrón, su barrio Avraham Avinu, y luego que continúen a Kiryat Arba. No son sitios pornográficos ante los que hay que estar alerta. ¿Acaso pensamos que si no ven esto se erradicará el nacionalismo? ¿Que se disolverá el fascismo? Que vayan y vean. Porque para ir a la Tumba de los Patriarcas también pasarán -y no hay manera de evitarlo- la valla de separación que rodea Belén en su camino a Hebrón. Y cerca de las líneas de los puestos de control verán las tiendas en el mercado de Hebrón que se cerraron porque los colonos lo exigieron.

Después de todo, ¿qué saben ellos de Hebrón? Cualquiera que crea que Kiryat Arba y sus satélites invasores son parte del Estado de Israel no va a cambiar su opinión por el viaje. Y cualquiera que no reconozca la infección mortal causada por los asentamientos judíos en el corazón de una ciudad árabe no será capaz de reconocerla mejor por lo que sus maestros le cuentan, porque todavía no se han tomado la molestia de decirle algo al respecto. Los estudiantes seguirán pensando que la Tumba de los Patriarcas es lo más sagrado entre lo sagrado y sólo cuando sean mayores serán capaces de ir por su cuenta, tal vez con su unidad militar, y ver el sitio por primera vez. ¿Y después? ¿Serán menos nacionalistas de adultos?

Permitámosles que viajen y vean las atrocidades de bienes raíces de lo que se conoce como Har Homa, Efrat y Tekoa, Nokdim y Gush Etzion. Permitámosles entender que ese mismo Gush Etzion no es un puñado de casas que se pueden quitar con una excavadora, sino un enorme complejo cuyo futuro dependerá, en pocos años, de estos jóvenes visitantes. Porque tanto la Tumba de los Patriarcas como Gush Etzion dejarán de ser parte de su vida en un futuro próximo. Ya no será posible engañar a los estudiantes con ideas de soluciones mágicas, ya sea desde la derecha o desde la izquierda.

El llamado para evitar las visitas a la Tumba de los Patriarcas es extraño porque es como alentar la ignorancia. El daño causado por el ministro de Educación y otros como él en el gobierno es aún mayor en las aulas, lugar donde no puede penetrar un debate de ideas. Estas aulas no se pueden penetrar por lo que ven los ojos -algo que podría suscitar, aunque sea en un solo estudiante, el desconcierto y tal vez incluso la crítica.

Es cierto que existen serias preocupaciones por el hecho de que los estudiantes sólo oigan el relato nacionalista cuando visitan la Tumba de los Patriarcas y aprendan sólo el monopolio judío de justicia histórica. Pero también existe la posibilidad de que uno de los maestros sepa lo suficiente como para presentarles una verdad diferente. Tal vez alguien podrá hacer algunas preguntas a su guía como, por ejemplo, ¿por qué no pueden siempre los musulmanes rezar cerca de la tumba de Abraham?, ¿no es Abraham también un «patriarca» árabe, y no sólo judío?, ¿por qué no hay árabes cerca de la Tumba de los Patriarcas? También puede ocurrir que los maestros preparen adecuadamente a sus estudiantes para esta visita.

El deseo de evitar que los alumnos visiten la Tumba de los Patriarcas es tan extraño como querer evitar que los alumnos estadounidenses visiten las reservas indias de su país por temor a que los guías les expliquen que ese es el estilo de vida humanitario que los estadounidenses blancos les han concedido. El llamamiento a oponerse a la visita a la Tumba de los Patriarcas, además de su actitud condescendiente hacia los estudiantes, es una expresión flagrante de la frustración del público por la galopante exposición de las ideas racistas y fascistas pergeñadas por los políticos de derecha.

Así que permitámosles viajar a la tumba para que vean. Permitámosles que se envuelvan en una bandera israelí, que canten el Hatikva, que escupan al paso de un árabe y que venguen la sangre de Baruch Goldstein. El fascismo no puede quedarse en casa. El ministro de Educación Gideón Sa’ar es de quien hay que prescindir, no de la Tumba de los Patriarcas.

Fuente: http://www.haaretz.com/print-edition/opinion/israeli-education-molding-fascists-one-student-at-a-time-1.344501