Tras fracasar en sus intentos de presionar y organizar provocaciones contra la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, el gobierno de Estados Unidos realizó un análisis con sus empleados en Cuba. A través de la red social Twitter se conoció que Joaquín Monserrate, primer secretario político económico de la Sección de Intereses de EE.UU. […]
Tras fracasar en sus intentos de presionar y organizar provocaciones contra la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, el gobierno de Estados Unidos realizó un análisis con sus empleados en Cuba. A través de la red social Twitter se conoció que Joaquín Monserrate, primer secretario político económico de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana, acudió este sábado 7 de abril de 2012 a la residenCIA del barrio habanero de Miramar donde sesiona el espacio Estado de SATS.
Tratando de justificar ante sus empleadores su fracaso en dañar la visita papal, algunos de los presentes en el encuentro de este sábado alegaron ante Monserrate su supuesta detención por algunas horas. Sin embargo, ninguno de los «luchadores por los Derechos Humanos» allí presentes se percató de que hacían eso ante el representante del gobierno que administra en el territorio cubano de Guantánamo la prisión donde hace más de diez años -equivalentes a casi cien mil horas- permanecen, sometidos a tratos degradantes y torturas, 171 detenidos sin cargos ni juicio.
Coincidiendo con el viaje de Benedicto XVI a la Isla, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) -que por primera vez impugna al gobierno norteamericano-, junto al Centro de Derechos Constitucionales (CCR por sus siglas en inglés) y el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL) decidieron solicitar a la Casa Blanca poner fin al injusto cautiverio de del argelino Djamel Ameziane, uno de los prisioneros recluidos en Guantánamo. Ameziane se trasladó de Canadá a Afganistán, poco antes de la invasión de Estados Unidos, en octubre de 2001, huyendo de la deportación hacia su país de origen; como otros miles de refugiados, escapó a Pakistán para huir de la guerra, pero fue detenido y vendido a las fuerzas estadounidenses a cambio de una recompensa y trasladado al único lugar de Cuba donde se viola el derecho a un juicio justo: la Base Naval que EE.UU. mantiene en contra de la voluntad de los cubanos.
Tampoco los presentes en Estado de SATS le solicitaron al gobierno de Estados Unidos apoyo para sus colegas asentados en España, luego de permanecer en las prisiones cubanas por servir a la estrategia norteamericana de «cambio de régimen» en la Isla, a los que el gobierno ibérico acaba de recortar las ayudas y que en su inmensa mayoría se encuentran sin empleo. No hubo allí un minuto para recordar a una de esas personas: Albert Santiago Du Bouchet Hernández, quien se suicidó recientemente en La Palma, Islas Canarias, por no encontrar salida a su situación económica y cuyo cadáver -según informaciones difundidas en sitios de la contrarrevolución en Internet- permanece en congelación porque su familia no tiene dinero para el sepelio.
Miles dólares, tecnología de punta y un puñado de personajes de opereta, cumpliendo un guión escrito desde Miami, no bastaron para empañar la imagen que vio el mundo de un pueblo libre que acogió respetuoso al Sumo Pontífice de la Iglesia Católica. Pero la reunión de este sábado en Estado de SATS, sí puede ser suficiente para conocer cuánto de servilismo y genuflexión llevan en sí los títeres que, con la complicidad de algunos medios de comunicación, el gobierno de Estados Unidos quiere vender al mundo como «disidencia cubana».