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Egipto, a la espera de una nueva revolución

Fuentes: Rebelión

«El Nilo encierra en una sola palabra el alma del egipcio. Un país en el que sólo el 10% de sus tierras están pobladas, ya que fuera de la ribera del río todo lo demás es desierto. Tiene Egipto una desigualdad económica brutal, una enorme pobreza, mucho trabajo infantil y mucha gente viviendo en la […]

«El Nilo encierra en una sola palabra el alma del egipcio. Un país en el que sólo el 10% de sus tierras están pobladas, ya que fuera de la ribera del río todo lo demás es desierto. Tiene Egipto una desigualdad económica brutal, una enorme pobreza, mucho trabajo infantil y mucha gente viviendo en la calle. Pese a todos estos problemas, hablamos de un pueblo fuerte y con ganas de luchar.» Así nos define nuestro entrevistado Gabriel Huland, periodista y activista social, el país que ha visitado recientemente donde ha tenido la oportunidad de entrevistarse con varios colectivos de los movimientos sociales que existen en la ciudad de El Cairo.

El pasado militar

Antes de analizar la actualidad egipcia nos disponemos, como es habitual, a realizar un pequeño repaso histórico que nos ponga en contexto sobre cómo vienen funcionando las cosas en Egipto. Empezamos en 1952 con la llegada del general Gamal Abdel Nasser al poder. «Formó el Movimiento de Oficiales Libres que mediante un golpe de estado derrocó al rey Faruq I y acabó con la colonización británica. La figura de Nasser sigue siendo muy popular a día de hoy. Nacionalizó el canal de Suez, construyó la presa de Asuán y llevó a cabo una reforma agraria; medidas todas destinadas a acabar con los intereses imperialistas de ingleses y franceses.» Conformó junto a la India de Nehru la liga de los países no alineados, aunque mantuvo fluidas relaciones con la URRS de Kruschev. Con Nasser comienza también la presencia del ejército en todas las facetas de la vida social, política y económica del país. «Hay poca información al respecto pero a día de hoy el ejército funciona como una clase burguesa que acapara entre el 50 y 60% del poder económico egipcio.»

A Nasser le reemplaza Anuar Al Sadat, también militar, que da un giro total a las políticas de su antecesor en el cargo. El momento clave es la firma de los acuerdos de Camp David en 1979, donde Egipto, que se había enfrentado a Israel en las guerras de los Seis Días y del Yom Kipur, reconoce al estado israelita. «Esto supuso un cambio drástico en la política internacional egipcia y también en la economía. Comenzaron las privatizaciones y el liberalismo económico, al tiempo que EEUU invierte millones y millones en armar al ejército egipcio que se convierte en su aliado y en la policía que defiende los intereses estadounidenses en la región.» Sadat es asesinado en 1981 sin que todavía quede claro quiénes fueron los autores intelectuales del atentado. Tras él, es el turno para Hosni Mubarak, de nuevo otro militar, que seguirá las políticas neoliberales y la alianza con Estados Unidos. «Continúan las privatizaciones, los recortes de derechos y políticas sociales, la represión política es muy dura, las elecciones son fraudulentas por sistema, sólo existe un sindicato oficial y el ejército lo controla todo.»

Egipto en el mundo árabe

Una vez hecho este breve repaso histórico, veamos la importancia que este país Mediterráneo tiene en la región. Hablamos del país más industrializado y más poblado del mundo árabe con 90 millones de personas. «En El Cairo, el corazón cultural tanto para el Magreb como para el Oriente Medio, viven más de 20 millones de personas y al menos 4 acuden diariamente a la capital egipcia.» La música y el cine egipcio son importantes referencias culturales, también los sindicatos y las luchas obreras tienen mucha incidencia en los países vecinos. Como ya hemos advertido, la mayoría de la población se concentra en el delta del Nilo. «En el campo existe la necesidad de emigrar a las ciudades, ya que las obras de infraestructuras e irrigación han dejado cada vez menos superficie cultivable y cosechas de peor calidad debido a la creciente contaminación.» Así, las ciudades se convierten en importantes polos de atracción para la población, «formándose enormes zonas periféricas y barrios donde la gente tiene problemas de desarrollo físico por malnutrición y el analfabetismo es más que común.» En Egipto el índice de malnutrición es altísimo. El país sufre además una importante crisis energética con cortes luz hasta seis veces al día en algunas zonas de El Cairo. «Hay también mucha migración hacia los países del Golfo como Arabia Saudí, Catar o los Emiratos árabes, gran parte de la economía del país se apoya en las remesas de dinero que envían quienes trabajan en el extranjero.»

Lo que sucede en Egipto repercute y mucho en los países de su entorno. El movimiento nacionalista árabe nació a partir del naserismo y se formaron otros partidos Baaz (socialismo árabe) en Siria, Irak y muchos otros países. «En este sentido, los acuerdos de Camp David supusieron que uno de los países fundamentales en la lucha contra el sionismo, cambiara de bando y pasara a ser aliado de Occidente y los EEEUU.» Egipto se ha convertido en un socio importantísimo para los Estados Unidos y la economía egipcia depende de los capitales estadounidenses, saudís y del resto de países del golfo Pérsico.

Otro punto clave dentro de la política internacional en el que Egipto juega un papel clave, es en el control del paso de Rafah. Situado en la península del Sinaí, es la frontera con Oriente Medio y el enclave donde se sitúa la entrada a Gaza. «Hay túneles subterráneos por donde, cuando la frontera está abierta, pasan los activistas, alimentos, medicinas y armas hacia territorio palestino, son también muchos los que pueden huir por ahí. Cuando Egipto cierra la frontera, el paso de Rafah se convierte en un añadido más al cerco y al aislamiento que sufren los palestinos. Los periodistas tienen prohibido por el gobierno llegar a esta zona clave para la supervivencia de Gaza, la censura respecto a Rafah es total.»

La población egipcia es en su gran mayoría musulmana, los cristianos coptos apenas son uno 200 o 300 mil habitantes. El Islam no es sólo un patrón religioso sino también un elemento cultural profundamente arraigado en la sociedad egipcia. Dentro del Islam existen muchas divisiones, desde los más extremistas a los sunitas, más moderados y que suelen marcar la diferencia entre la religión y la política. Pero sin duda el grupo religioso más influyente en Egipto es el de los Hermanos Musulmanes. «Siempre han destacado por su oposición ya desde los regímenes de Sadat y Mubarak. Tienen una extensa red social organizada desde las mezquitas y prestan asistencia a los más desfavorecidos por lo que tienen un gran apoyo social, ya que llegan a mucha gente a la que nunca llegó el gobierno. Su solución para los problemas políticos del país es la religión islámica y para ello reivindican la implantación de la ley de la Sharia.»

La revolución

Después de este acercamiento a la realidad político-social egipcia, nos introducimos a analizar junto a Gabriel el contexto en que se produjeron las revoluciones. Nuestro compañero señala dos causas principales del estallido de la revolución egipcia. En primer lugar la pobreza. «El salario mínimo es de 180 euros y sólo el 18% de la clase trabajadora lo alcanza, por lo que de mínimo no tiene nada. Los servicios públicos son muy malos, los hospitales, las escuelas cuentan con clases de hasta 100 estudiantes y los profesores cobran una miseria. La pobreza generalizada es consecuencia de las políticas neoliberales de décadas anteriores.» Con Sadat y Mubarak se privatizaron empresas nacionales que fueron a parar a manos de militares asociados a capitales extranjeros. Otro de los motivos principales es el de la represión política. «La gente no se puede expresar libremente, no se permitían sindicatos, asociaciones ni partidos políticos. Todo esto está en la base de todas las revoluciones en el mundo árabe. Además la gente joven ha sido fundamental, son los que más sufren la precarización y las condiciones laborales, la falta de trabajo. Para ellos, las redes sociales han sido muy importante en todo este proceso.» Entre las paradojas que tiene el sistema neoliberal se da el hecho de que el acceso a internet resulta baratísimo, lo que ha facilitado mucho el uso de las nuevas tecnologías. «Los jóvenes fueron los primeros en salir a las calles, luego les siguieron obreros y sindicalistas, sin su empuje no hubiera habido revolución.»

Sobre el estallido de la revuelta… «La cosa se precipitó de manera espontánea, no hubo mucha organización previa. Existían algunos grupos como Kifaya (basta!) que ya desde la época de Mubarak promovían cambios en materia de derechos y en economía. Hubo también algunas organizaciones de derechos humanos pero por lo demás la gente en general fue organizándose sobre la marcha, creciendo con las protestas.» Tras casi 20 días de manifestaciones y enfrentamientos con la policía y el ejército, Hosni Mubarak es derrocado después de 30 años de dictadura. Asumió el gobierno una junta militar, la Corte Suprema de las Fuerzas Armadas. Se produjo un período de transición, con nuevo parlamento, nueva constitución y la convocatoria de elecciones. Se legaliza la participación política de los Hermanos Musulmanes, que se habían unido a la lucha contra Mubarak y entran en las negociaciones con el ejército para establecer el nuevo panorama político. «A cambio de poder presentarse a las elecciones, el ejército exige a cambio que los Hermanos Musulmanes se retiren de las calles, por lo que sólo los más jóvenes continuaron las protestas.»

Tras la caída de Mubarak, llegó el momento de los preparativos electorales consentidos por la nueva junta militar. «La Hermandad Musulmana no propone cambios profundos, son conservadores, no lucharon por la transformación social, su objetivo era conseguir la participación política y una vez alcanzado se prepararon para las elecciones. Algunos movimientos sociales no tuvieron tiempo de organizarse debidamente y acusaron a la junta militar de acelerar el proceso electoral para que no pudieran presentarse.» Morsi por los Hermanos Musulmanes ganó con un 25% de los votos, el candidato del ejército alcanzó un 24%, por lo que se produjo una polarización total, marcada por una abstención muy alta. «Mucha gente de los movimientos sociales votó a Morsi por tratarse de la única alternativa a los militares. Pero el gobierno Morsi no se planteó atacar a la burguesía, ni al ejército ni cuestionó al capital extranjero, de modo que las potencias internacionales respaldaron su elección ya que respetaba los principales acuerdos del anterior gobierno.» Tampoco aplicaron las leyes islámicas de manera drástica, ya que sabían que el ejército le estaba permitiendo gobernar.

Sisi y la situación actual

Pero la gente quería cambios de verdad. Tras un año de gobierno de los Hermanos Musulmanes, vuelven las movilizaciones masivas. En Junio de 2013 salen a la calle más de 18 millones de personas para derrocar a Morsi en lo que se han catalogado como las manifestaciones más multitudinarias de la historia. El ejército decide tomar cartas en el asunto y mediante un golpe de estado detiene a Morsi y lo encierra en prisión. Se convocan nuevas elecciones y es el mariscal Sisi, autor del golpe de estado, quien sale elegido presidente con menos del 50% de los votos. «Hubo mucha represión contra posibles alternativas políticas y mucha gente no fue a votar. El discurso de Sisi es que el ejército está llevando a cabo la revolución que pide el pueblo pero la gente protestaba tanto contra Morsi como contra el despotismo militar. Sisi trata de asemejarse a Nasser con sus proclamas nacionalistas pero en el plano económico mantiene las políticas neoliberales. Su gobierno depende en gran medida de los capitales del Golfo, la deuda externa del país es impagable y el FMI sigue exigiendo más ajustes estructurales.» Además la anunciada subida del precio de los combustibles hasta un 80%, ha bajado el poder adquisitivo de la población.

En el ámbito internacional se ve igualmente, un gobierno sujeto a los intereses de las potencias occidentales. «Su postura en el tema de Gaza ha sido vergonzosa, cerrando el paso de Rafah excusándose en la posible llegada de terroristas de Hamás y prohibiendo manifestaciones en favor de Palestina en Egipto.» Por otro lado se ha mostrado a favor de la coalición que está bombardeando Siria e Irak, enfrentándose al gobierno turco por este motivo. Estas posiciones en contra de supuestos fanatismos, se ven reflejadas a nivel interno con la persecución que sufren ahora los Hermanos Musulmanes. «En sus discursos Sisi trata de meter miedo a la población hablando de los peligros del fundamentalismo religioso, así trata de aprovecharse del amplio rechazo que tuvo el gobierno de Morsi y generaliza afirmando que toda oposición al régimen es islamista.»

En este sentido se aprobó una ley antiterrorista que en principio está dirigida a los Hermanos Musulmanes pero que en realidad es aplicada contra todo tipo de disidencia, como ha ocurrido con el Movimiento 6 de Abril, declarado terrorista. «También salió a la luz la ley antiprotestas que prohíbe las concentraciones de más de diez personas, a no ser que se hayan concedido los siete permisos necesarios para convocar una manifestación.» Si con Mubarak se vivó durante 30 años bajo la ley de emergencia que permitía al ejército detener a la gente a su antojo, ahora hay nuevas leyes similares. «El ejército está siempre en la calle con la excusa de combatir el terrorismo y el fanatismo, este es un discurso que la gente no se cree. También los medos de comunicación están controlados, incluso algunos medios como la catarí Al-Jazzira, que sin ser un medio alternativo sí dice cosas que nunca dirán los medios occidentales, tiene problemas en Egipto y uno de sus periodistas está detenido.»

La situación es algo contradictoria, «hay mucha represión pero la gente está muy politizada, hay un avance en la conciencia de la gente muy fuerte y arraigado.» Han surgido muchos movimientos civiles como el 6 de Abril, los sindicatos de periodistas y profesores incluso organizaciones de refugiados sirios. Hay sectores en fábricas que están haciendo huelgas, también los transportistas. «Aunque también hay miedo, los trabajadores en huelga son amenazados, los nuevos sindicatos independientes tienen mucha presión encima y son reprimidos, los problemas de la gente no se han solucionado y tienden a empeorar.»

Sin embargo no hay que olvidar que la sociedad egipcia ha logrado cosas importantes; «ha derrocado a Mubarak después de 30 años de dictadura y también a Morsi en unas movilizaciones multitudinarias.» La gente dice que es tiempo de esperar. Ahora no se puede hacer nada porque la represión es muy grande, con una legislación en contra muy fuerte pero todos piensan que habrá un nuevo levantamiento del pueblo. «La cosa no está ni mucho menos cerrada. Habrá un estallido y volveremos a las calles, estamos a la espera».

Un último mensaje de este periodista brasileño en Egipto: «Estamos todos conectados, lo que pase allí repercutirá aquí y viceversa. Sólo conectados podremos cambiar las cosas.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.