Traducción por S. Seguí
En un contexto en que el estado de emergencia, los juicios militares de civiles, las prohibiciones oficiales de las huelgas y las manifestaciones obreras, el uso estatal de la violencia contra manifestantes pacíficos y la detención frecuente de disidentes políticos son moneda corriente, es difícil ver las próximas elecciones parlamentarias en Egipto con otra cosa que no sea una saludable dosis de escepticismo.
En opinión de muchos observadores, estas elecciones significan un momento histórico para los egipcios y un paso monumental en la llamada transición a la democracia. De acuerdo con estas perspectivas, a los egipcios finalmente se le permitirá votar en unas elecciones multipartidistas que no estarán dirigidas por el depuesto presidente Hosni Mubarak y su partido gobernante, el Partido Nacional Democrático (PND). En opinión de otros, este acontecimiento refleja la persistencia de una práctica política que Mubarak inició mucho antes de su deposición, es decir, la convocatoria de elecciones con miras a imponer una fachada de apertura democrática en una realidad desprovista de cualquier tipo de democracia. Esta visión se hace aún más convincente cuando se tiene en cuenta la ambigüedad en torno a la próxima legislatura, si ésta tendrá o no autoridad suficiente para avanzar en el ambicioso programa de reformas que algunos candidatos y partidos prometen, por no citar la cuestión, igualmente ambigua, de cuándo exactamente se va a poner fin al gobierno militar.
Estos puntos de vista opuestos se encuentran en el centro del actual choque entre dos narrativas sobre el estado de la revolución egipcia, una batalla que ningún examen coherente de las elecciones de 2011-2012 puede pasar por alto. Una de las narrativas, que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) y sus seguidores han tratado de promover a través de los medios de comunicación afines, afirma que la revolución del 25 de enero logró su objetivo – con la ayuda del ejército egipcio-, y que ha llegado el momento de que el movimiento de protesta desaloje plazas públicas, calles y fábricas, y comience a ceder el paso a la alta política: elecciones, parlamentos y redactores de constituciones. Desde esta perspectiva, estas elecciones se consideran un paso importante para avanzar en el cambio que los egipcios han reclamado durante el levantamiento de dieciocho días que derrocó a Mubarak.
Una narrativa opuesta, que defienden muchos disidentes y grupos de disidentes por medio de manifestaciones, huelgas y otras formas de acción política beligerante, plantea que la revolución está lejos de haber sido completada y es objeto de duros ataques por parte del CSFA. Los defensores de esta narrativa nos dicen que unas elecciones como las próximas, tuteladas por el CSFA, constituyen un paso hacia la normalización y legitimación de una realidad política en la que los gobernantes militares de Egipto pueden llegar dominar la actual transición y dictar sus términos de manera que favorezcan sus propios intereses burocráticos antidemocráticos. Así, los defensores de esta versión temen que estas elecciones se utilicen para abortar la revolución en lugar de avanzar en ella.
Recogiendo estas visiones opuestas de las próximas elecciones parlamentarias como punto de partida, el proyecto Egypt Elections Watch (Observatorio electoral egipcio – EEW), creado por Jadaliyya en colaboración con Ahram Online, y con el patrocinio del Centro de Estudios Árabes Contemporáneos de la Universidad de Georgetown y del Programa de Estudios del Oriente Próximo de la Universidad George Mason, ofrece una perspectiva crítica de las elecciones al Parlamento egipcio de 2011-2012. EEW proporciona a sus lectores una gran cantidad de información y análisis sobre los principales actores e instituciones que componen estas elecciones, así como un análisis en profundidad de la nueva arena política en Egipto.
El proyecto no da por sentada la idea de que éstas vayan a ser unas elecciones verdaderamente competitivas, accesibles por igual a todas las fuerzas sociales representativas de la sociedad egipcia y con candidatos serios y verdaderos partidos políticos con programas propios y plataformas políticas coherentes. Por consiguiente, cuando lo han considerado conveniente, los investigadores de EEW han tratado de poner de relieve las tensiones y los defectos que contradicen dicha idea, a fin de presentar a los lectores una idea precisa del terreno electoral egipcio y evitar que se transmita una imagen engañosa de la próxima batalla electoral.
Basándose en extensas investigaciones y entrevistas, el Observatorio divide sus entradas en tres categorías principales: (1) partidos y movimientos, (2) actores y figuras, y (3) legislación y procesos. Además, EEW proporcionará a sus lectores actualizaciones y análisis periódicos sobre el desarrollo de las elecciones y el contexto en el que se convocan. Estas secciones se actualizarán periódicamente a lo largo de las próximas semanas.
He aquí algunas de las características y tendencias más relevantes que cada sección que sacará a la luz.
Partidos y movimientos
En esta sección, el Observatorio ofrece una visión general de los grupos políticos y las coaliciones electorales principales que participan en las elecciones de 2011-2012. También se incluyen en la sección los perfiles de los partidos que han decidido boicotear las elecciones parlamentarias, como el Partido Democrático de los Trabajadores (PDT), pero cuya presencia en el escenario político merece tenerse en cuenta. Además de los partidos políticos legales, esta sección se actualizará en las próximas semanas para poner de relieve los movimientos importantes que no participan (al menos no directamente) en las elecciones parlamentarias, pero que están teniendo un papel importante en la configuración del contexto político más amplio en el que se celebrarán. Los lectores también encontrarán información sobre los principales partidos políticos que se considera que representan a algunos de los elementos y facciones que en otro tiempo constituían el ex gobernante Partido Nacional Democrático (PND), organización disuelta por orden judicial en abril de 2011.
En cada uno de los perfiles de los partidos políticos se pretende proporcionar al lector una visión detallada de la historia política del mismo y, si procede, de las diversas tendencias y facciones políticas que forman la organización, sus planes ante las elecciones parlamentarias, su posición respecto a las principales cuestiones políticas, sus alianzas y relaciones con otros miembros de la comunidad política y las figuras más importantes asociadas con el partido.
Aunque muchos de los partidos se identifican como agentes de la Revolución del 25 de enero y como activistas anti-Mubarak, la subsección «Antes de la Revolución» saca a la luz realidades que no siempre se ajustan a los antecedentes que estos grupos se atribuyen y a sus autoproclamadas credenciales revolucionarias.
Algunos de estos partidos, además, son sensibles a la forma en que se los identifica en el debate público. Por ejemplo, el Partido de la Libertad y la Justicia (PLJ) afirma con frecuencia que goza de autonomía respecto de su organización madre, la Hermandad Musulmana; y el Partido de los Egipcios Libres destaca que su fundador, el famoso multimillonario egipcio Naguib Sawiris, no forma parte del partido, en la medida en que no tiene un cargo oficial dentro de él. Nosotros no tomamos estas afirmaciones por su valor nominal, ya que lo que ocultan es de gran importancia para una comprensión crítica de estos grupos.
La subsección «Elecciones parlamentarias» pretende dar un resumen de los escaños a que opta cada partido, quiénes son sus candidatos más destacados y, en la medida de lo posible, cuáles son sus perspectivas electorales en las diferentes regiones de Egipto. Merece señalarse que la mayoría de los partidos que han sido capaces de presentar candidatos a más del noventa por ciento de los escaños del parlamento son fuerzas de la oposición tradicional que el país ha heredado de la era Mubarak (por ejemplo, el partido Neo Wafd y la Alianza Democrática de Egipto, dirigida por la Hermandad Musulmana), grupos políticos aliados con los intereses de la gran empresa (por ejemplo, la coalición electoral Bloque Egipcio, liderada por el Partido de los Egipcios Libres de Naguib Sawiris), grupos salafistas que parecen tener una inmensa cantidad de recursos financieros pero sin que se sepa con claridad su origen (por ejemplo, la Alianza Islámica, liderada por el partido Al-Nour), partidos dominados por ex miembros del PND o alguna combinación de todo lo anterior.
Los partidos de izquierda no vinculados a ninguno de los intereses antes mencionados parecen estar luchando por presentar número homologable de candidatos en sus listas electorales. La Alianza La Revolución Continúa, en la que participan la Alianza Popular Socialista (APS) y la Coalición de la Juventud Revolucionaria (CJR), entre otros, son un ejemplo representativo. La Alianza citada lucha por no más del sesenta por ciento de la Cámara Baja del Parlamento.
La subsección «Relación con otros partidos políticos» destaca las alianzas más importantes de un determinado partido y sus rivalidades. Además, EEW ofrece un perfil más completo y detallado de las cuatro coaliciones electorales mayores, a saber, la Alianza Democrática de Egipto, el Bloque Egipcio, el Alianza Islámica y la Alianza La Revolución Continúa.
Hay que destacar una tendencia importante. Estas coaliciones parecen gran medida estar constituidas por alianzas desiguales, en las que uno de los patrocinadores, con más recursos, domina las listas electorales de cada alianza. El patrocinador es el Partido de la Justicia y la Libertad, de la Hermandad Musulmana, en el caso de la Alianza Democrática; el Partido Liberal Egipcio (aunque en menor medida) en el del Bloque Egipcio; el partido Al-Nour en la Alianza Islámica; y la Alianza Popular Socialista en la Alianza La Revolución Continúa. Como único partido autorizado en esta última, la ASP es el único miembro de esa alianza con derecho a presentar listas a las elecciones, y por lo tanto todos los demás grupos de la coalición están obligados a presentar a sus candidatos a través de la lista de la ASP.
Este patrón refleja en parte las asimetrías en cuanto a recursos financieros y experiencia electoral de los partidos. También refleja el gran interés de ciertos actores, como la Hermandad Musulmana, en presentar sus potenciales ganancias electorales como el resultado de un amplio consenso nacional que va más allá de un solo grupo, en lugar de un intento de dominar en solitario la arena electoral en detrimento de otros. Queda sujeto a interpretación abierta si la Alianza Democrática -en la que el PJL domina la listas de candidatos, mientras otros partidos de la coalición reciben las sobras- se puede calificar de hecho como representante de un amplio consenso nacional. Sin embargo, su misma existencia revela mucho acerca de cómo le gustaría a la Hermandad Musulmana ser percibida públicamente.
Por último, el carácter asimétrico de estas alianzas también pone de relieve el predominio de las orientaciones clientelares en muchos de los partidos de Egipto. La abundancia de partidos dispuestos a negociar una limitación de sus propias perspectivas electorales a cambio de un puñado de escaños en el Parlamento sugiere que, para muchos de ellos, el limitado objetivo de conseguir unos cuantos diputados predomina sobre la necesidad de representar programas nacionales significativos que cubran más de unas pocas circunscripciones. Esta última observación no podía ser más pertinente dadas las afirmaciones generalizadas de que una vez que los movimientos de protesta se desmovilicen, la vida partidaria y los legisladores elegidos pasarían al primer plano y continuarían donde estos movimientos han abandonado, en términos de avance de importantes programas nacionales de reforma política y económica .
La subsección «Actitudes en relación con temas destacados», resume las posiciones de cada partido en cuestiones importantes de política. Se incluye una explicación de la concepción que tiene cada partido de la justicia social, junto con su visión para mejorar las condiciones económicas del país. Teniendo en cuenta la reacción pública contra las desigualdades socioeconómicas que el régimen de Mubarak implicaba, se ha convertido en una expresión políticamente correcta que cualquier grupo político egipcio -con independencia de su orientación económica- profese un compromiso a favor del desarrollo económico, con énfasis en la justicia social. Los perfiles de los partidos que presenta el EEW, no obstante, no dan por sentado este compromiso y revelan que detrás de términos como desarrollo y justicia social hay una amplia gama de posiciones posibles en materia de política económica y social. Esta subsección también incluye un análisis de la posición de cada partido en relación con el papel de la religión en los asuntos del Estado; las relaciones exteriores, en particular en relación con Estados Unidos y el conflicto árabe-israelí; la jurisdicción militar aplicada a los civiles; y los conflictos laborales.
En la recopilación de esta información, los investigadores del EEW no se han limitado a reproducir la plataforma que presenta por escrito cada partido. Por el contrario, han tratado de llegar a los líderes de los partidos y de evaluar la consistencia de sus cargos oficiales con sus actos y omisiones. No se han dejado de lado las posibles inconsistencias y ambigüedades; al contrario, se han puesto de relieve. Por ejemplo, el EEW muestra que mientras que casi todos los partidos dicen reconocer el derecho de huelga de los trabajadores, algunos de ellos añaden calificativos desconcertantes, como por ejemplo que sólo apoyarán las huelgas que no obstaculicen la producción económica y el funcionamiento de los negocios. Es importante destacar estos calificativos ya que, en esencia, reflejan una comprensión ilógica de qué es una huelga, por cuanto excluye la definición convencional del concepto comúnmente entendido como el cese del trabajo para obligar a un empleador a cumplir con determinadas demandas.
Actores y figuras
Aunque cada perfil de partido político incluye breves biografías de los cuadros destacados del partido y sus asociados, la sección «Actores y figuras» amplían algunos de estos resúmenes a fin de aclarar los perfiles de estas personas. Esta sección también ofrece perfiles de las personas que no ocupan en la actualidad puestos de liderazgo dentro de los partidos políticos legales, pero que están dando forma a la política egipcia de manera significativa. EEW añadirá más perfiles en esta sección en los próximos meses, pero no con el fin de proporcionar una lista exhaustiva de los políticos y activistas egipcios sino, más bien, con objeto de ofrecer un conjunto de ejemplos ilustrativos de los activistas emergentes que tratan de obtener un lugar para sí en el ámbito político, junto con ejemplos de los políticos tradicionales que están luchando por reinventarse para sobrevivir en un ambiente político cambiante. Esta última tendencia ha tomado muchas formas, que van hasta el extremo de los líderes del PND, que se hacen pasar por partidarios de la revolución. Por ejemplo, después de dejar su cargo como secretario general del PNDF un día antes de la renuncia de Mubarak, Hossam Badrawi, conocido por ser uno de los más cercanos colaboradores de Gamal Mubarak, habría intentado formar un partido con el nombre de «Juventud del 25 de enero.»
En esta sección se adopta un enfoque similar a la de los partidos y movimientos, en el que destaca el papel que estos políticos han jugado antes y después de la revolución del 25 de enero. En el espíritu de análisis crítico que este proyecto trata de fomentar, subraya los perfiles de dichos políticos y, en su caso, algunas de las contradicciones o inconsistencias en las posiciones de diferentes figuras políticas. No se pretende con ello poner en duda la credibilidad o integridad de estas personas, sino más bien demostrar a los lectores cómo el volátil carácter de la situación política en Egipto está presionando a activistas y políticos a adaptar de manera pragmática muchas de sus posiciones anteriores mantenidas durante largo tiempo.
Legislación y procesos
La sección «Legislación y procesos» se actualizará en las próximas semanas para dar una visión completa de las normas y los organismos que regirán las elecciones de 2011-2012. El ámbito electoral de Egipto está sujeto a una serie de leyes y marcos que regulan las competencias de las diferentes ramas y poderes del Estado, la formación de partidos políticos, el ejercicio de los derechos políticos, los poderes del Parlamento y el método de su elección, y el mandato de los órganos encargados de supervisar el proceso electoral. Vamos a proporcionar un análisis en profundidad de cada uno de estos temas en las próximas semanas, situándolos en el contexto más amplio de política egipcia. Por el momento, la «Guía concisa para idiotas de las elecciones», resume las normas más relevantes y las regulaciones básicas, incluidas las fechas de la votación (y la segunda vuelta) en cada provincia, el número de circunscripciones y los sistemas electorales.
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