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Entrevista con Dieudonné, cómico negro francés, antisionista y antirracista:

«El 80% de los barcos negreros eran de dueños judíos»

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por María Poumier

Hace poco, fuiste a presentar tu espectáculo «Mis excusas» a Martinica, una tierra negra donde te sientes en tu casa, y resulta que allí te asaltaron cuatro tipos que habían venido expresamente de Francia a romperte el alma. Te salvaste de milagro, fue en pleno día, en un parqueo, te habían estado siguiendo los pasos; inmediatamente se descubrió que los tipos (¡blancos, cosa que silenció la prensa, queriendo dar a entender que eran «cosas de negros»!) tenían pasaporte israelí, además de palos y armas de puño. En esta coyuntura, un polemista mediático conocido por su defensa de Israel, Alain Finkelkraut, se expresó con terrible desprecio contra los martiniqueses, sugiriendo que ya es tiempo que blancos y judíos formen un bloque contra moros y negros. En realidad, es cierto, hay gente preocupada porque se está desarrollando un movimiento por la reparación de los crímenes cometidos en el marco de la esclavitud. ¿Cómo te sitúas en relación con esta dinámica?

El año pasado, la diputada de Guayana Mme Taubira hizo votar una ley que reconoce como crimen contra la humanidad la esclavitud negra. Lo normal es que esta ley dé lugar a aplicaciones. Después de mi viaje a Guadalupe y Martinica, en que mi vi tratado al mismo nivel que un esclavo de los siglos pasados, me siento cada vez más entrañablemente descendiente de esclavos… y de negreros, como los mestizos en general. Creo que la reparación debe hacerse por la integración de la historia de la esclavitud en los manuales escolares. Conozco a la gente que lucha por la aplicación de la nueva ley, pero no formo parte del llamado movimiento por las reparaciones. Mi aporte, que creo que será una «reparación» decisiva, es el proyecto que tengo de filmar una película sobre el tema del Código Negro. El guión lo hemos escrito entre tres: Claire Gothon, Luis Sala Molins (un profesor catalán que ha reeditado el Código negro francés de 1685 y el español que le siguió), y yo. Se trata de un filme histórico de acción, bien armado, para un público amplio, al estilo de lo que hizo Spike Lee con Malcom X. Da la casualidad que será la primera película francesa sobre el tema. Considero este proyecto como un trampolín para lanzar el debate. No se trata de una película dogmática ni partidista, sino que ofrece información histórica sobre el tema, en reacción al negacionismo que existe en la sociedad francesa sobre el mismo: aquí te dicen que no, que nada de eso existió, que la esclavitud no era nada especial en aquellos tiempos, etc. La gente que se aferra al proyecto sionista ha desarrollado en Francia una cultura de la unicidad del sufrimiento judío; de modo que la red habitual en los medios culturales no va a dar ninguna ayuda a la realización de la película. Date cuenta, antes siquiera de leer el guión, el ministerio de cultura me negó cualquier ayuda, diciendo que el tema daba para un documental, no para un largo metraje. ¡Se han financiado 150 películas sobre el Holocausto, aquí, no te miento, y no habrá un centavo para la primera película sobre la esclavitud! De modo que estamos lanzando una suscripción para financiar la producción, lo cual va a ser un motor.

Los medios franceses pusieron el grito en el cielo cuando evocaste, estando en Argel, cierta «pornografía memorial» en torno a las conmemoraciones del Holocausto judío….

En realidad, no hacía sino retomar una expresión utilizada por la historiadora israelí Edith Zertal, y he instrumentado una demanda judicial inmediata al sitio sionista procheorient-info, basado en Israel, que deformó mis palabras y armó el alboroto. Ya he ganado 17 juicios contra los sionistas, lo cual es un record, y ahora soy yo el que los ataca.

Yo diría que cada holocausto es único, pues cada víctima es única. Hay que evitar la jerarquización, existe una sacralidad en cada sufrimiento; lo mismo ocurre con la trata negrera, con el genocidio de los amerindios. Yo creo en la comunidad de los hombres de buena voluntad. Mi padre es negro, mi madre blanca, y no soy creyente. El sufrimiento le pertenece a la humanidad. Para mí, los que fueron deportados no eran judíos o negros, sino hombres.

Hay un lobby sionista poderoso en el financiamiento de las películas francesas, y el resultado es el derrumbe del cine francés; necesitamos cambiar la manera de hacer cine francés. La subvención del Comité Nacional Cinematográfico, en concepto de ayuda a la escritura, es imprescindible para estar dentro del circuito, aun si se trata de un monto pequeño. Cuando me la negaron, esto evidenciaba una voluntad de aminorar, de ocultar los hechos. El largo metraje es un vector mucho más eficiente que el documental, no se compara. Y la negativa del CNC fue frontal : es el tema, lo que rechazaron, no el contenido, que no conocían todavía. 

Tras el triunfo de su espectáculo «Mis excusas», al cabo de una gira que concluyó en un teatro de 5000 espectadores, en tu nuevo espectáculo titulado «1905» en recordación al centenario del estado laico en Francia, te sigues burlando de las amenazas sobre cualquier persona que se atreva a criticar a los judíos sionistas. El filósofo harto mediático Bernard Henri Levy te ha subido la parada, al escribir que te considera un auténtico «hijo de Le Pen». Parecería que el cómico es ahora él, el pulcro dandy que da sus citas en el café Le Flore, como Sartre en sus buenos tiempos; todos conocen su inconfundible estampa, con su impoluta camisa blanca de cuello ancho y profundo escote, su negra melena de agitadas ondas, su aguileña nariz, y airado ceño. ¡Pues todos sabemos que fuiste candidato a elecciones hace algunos años contra el partido de le Pen, precisamente, y en defensa del antirracismo!

Bernard Henri-Levy es un activista sionista muy poderoso financieramente; tiene su red de influencia, es un sistema sionista de sefardíes el que maneja todos los anticipos y subvenciones para el cine francés . Se trata de un modo de funcionamiento mafioso. Los negros jamás han participado en un movimiento antisemita, es un razonamiento vulgar, el que un filósofo se identifique con algunos mercaderes judíos. La revista Le Nouvel Observateur ha publicado un artículo para defender la idea absurda de que no había judíos en el comercio negrero. Es imposible, las mismas fuentes judías lo reconocen, se trata de un revisionismo negrófobo. Tanto protestantes, como católicos y judíos participaban en el tráfico. El negro que va a los archivos a buscar información genealógica, en ciudades que fueron grandes puertos negreros como Burdeos o Nantes no tiene acceso a ella. Actualmente, gracias a las iniciativas de abogados negros, los archivos privados relativos a la trata son objeto de preempción estatal; está en preparación una ley para que el Estado tenga el control total sobre los mismos, como sucede en el caso de los archivos nazis. Existe también la tendencia a decir que la trata árabe fue más importante que la trata atlántica, pero allí también los judíos tenían un lugar importante, y se trata de hechos conocidos. Los norteamericanos han publicado listas según las cuales el 80% de los barcos negreros eran de dueños judíos. Este tipo de verdades asusta, hay gente que no quiere oír hablar de eso, porque son hechos contrarios a la mitología de la persecución sistemática. El lobby sionista pretende tenernos castrados nuevamente. Por suerte, internet facilita un verdadero despertar, el sitio web www.lesogres.org ha hecho un buen trabajo, de ahora en adelante se trata de una verdad imposible de ocultar, una verdad que renace constantemente de sus cenizas. Por esto es que yo me identifico con el esclavo «bozal», el que lleva una mordaza, porque soy un libre pensador.

¿Cuál es el papel ético del actor, del artista?

En el caso mío se trata de un arte específico, el humorismo; esta función siempre ha tenido su lugar, es el papel tradicional del «bufón del rey», que está ahí para decir a los reyes ciertas verdades. Y le cortan la cabeza si se le ocurre reírse del propio rey; parece que es esto lo que me reprochan , ¿a no ser que yo mismo sea el rey en un mundo de bufones? Hace falta mover a risa, provocar reacciones fuertes, y esto supone un ejercicio mental atlético, no creas, es algo que te cansa; el objetivo es alumbrar, dar luz, abrir paso al diálogo. El humor tiene sus tradiciones, y necesita arrancar a partir de los puentes que existen, entre los distintos problemas que la gente observa.

¿Dirías tú que vivimos en una época totalitaria? Los medios parecen hablar con una misma voz; el humor puede servir para socavar el poder, y tal vez tenga un lugar decisivo en el futuro.

-Mira, el humor es un barómetro, indica la frontera de la libertad de expresión, te señala el punto donde estriba lo sagrado. Los políticos utilizan el humor como instrumento de propaganda, se pasan el tiempo buscando fórmulas impactantes, pues con la fórmula se da el jaque mate. Es un vector de comunicación muy fuerte, a retazos. Se trata de un universo chispeante, más tónico que el de las fábulas.

¿Ahora bien, qué te ha dado por expresarse sobre Israel, cuando todos sabemos que en Europa es un tema tabú?

Es que el proyecto político del sionismo siempre me ha suscitado preguntas; me parece que cada cual tiene lugar a un espacio para vivir, los pueblos igual que los individuos; ahora, la forma de conseguir este espacio es otra cosa. Para mí, el sionismo es como la expresión desnuda de la «ferocidad blanca» (título de un libro de Rosa Plumelle Uribe sobre la esclavitud en las Antillas francesas). Mira, la primera idea de Herzl, el fundador del sionismo, era establecer un Estado judío en Uganda ¿qué te parece? ¡Yo tengo familia en el país de al lado, en Camerún! Después cambió la onda, y pensó que mejor sería hacerlo en Madagascar. Y por fin es que el plan cuajó con Palestina. Para conseguir el derecho a tener bandera e himno propio, hace falta un proceso democrático, hace falta demostrar capacidad de integración en un territorio determinado. Para mí, el sionismo es algo que pertenece a la prehistoria, un estado neandertaliano de la inteligencia humana, una expresión de estupidez, algo que tiene que ver con el nivel de los instintos básicos de los mamíferos elementales. Yo no soy nacionalista para nada, las fronteras me caen mal. Además, el proyecto sionista usó como escudo la historia de la erranza judía tradicional. A mí me parece interesante, este tema del eterno exilio, al que estamos condenados todos; es una gran belleza del judaísmo esta temática reflexiva. Por eso mismo para mí el sionismo es una traición del judaísmo. Hay algo muy hermoso en la idea filosófica esta de seguir errando hasta que llegue un Mesías que sea capaz de unificar a la humanidad: es una utopía poética, algo muy alentador. En cambio, el proyecto sionista tiene cierta fealdad, es arrogante. Para mí, los rabinos antisionistas de Neturei Karta que estuvieron aquí, y dieron una conferencia en mi teatro de «La main d’or» (La mano de oro) son los poetas malditos de nuestro tiempo.