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El agua contaminada y escasa debido al brutal bloqueo israelí y a sus bombardeos de la infraestructura causan muerte y enfermedad

El agua potable de Gaza provoca el síndrome del bebé azul y enfermedades graves

Fuentes: Al Jazeera

Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Foto: El 3 de julio de 2017 una mujer palestina baña a su hijo en su casa de Khan Younis al sur de Gaza con el agua de un camión cisterna de una organización benéfica [Mohammed Salem/Reuters]

Un médico sin afeitar y con ojeras entra en la sala infantil del hospital Al Nassar en la ciudad de Gaza. Es jueves por la noche, casi fin de semana. La sala es sombría y excepto por el gemir ocasional de algún bebé está inquietamente tranquila. La imagen es similar en cada cubículo delimitado por cortinas: un bebé yace solo en una cama conectado a cables, tubos y un generador, una madre sentada como testigo silenciosa a la cabecera.

El dr Mohamad Abu Samia, director de pediatría del hospital, habla en voz baja con una madre y después levanta con cuidado la ropa del bebé hasta mostrar una cicatriz de una operación de corazón que ocupa prácticamente la mitad del cuerpo del bebé. En el siguiente cubículo se ocupa de una niña que padece desnutrición grave. Está tumbada y su diminuto cuerpecito está conectado a un respirador. La niña tiene que estar aquí, donde los generadores la mantienen con vida, ya que en Gaza solo hay electricidad cuatro horas al día.

«Tenemos mucho trabajo», afirma el desbordado doctor. «Hay niños que están deshidratados, con vómitos, diarrea, fiebre». El vertiginoso aumento de la tasa de diarrea, la segunda causa más generalizada de la muerte de niños menores de cinco años en el mundo, es motivo suficiente de alarma. Pero en los últimos meses el dr. Abu Samia ha sido testigo de un fuerte aumento de los casos de gastroenteritis, enfermedades renales, cánceres pediátricos, marasmo (una enfermedad de los bebés relacionada con la desnutrición severa) y «síndrome del bebé azul», una enfermedad que hace que los labios, la cara y la piel se pongan azules y la sangre de color chocolate. El doctor afirma que antes solo había visto «uno o dos casos» de este síndrome en cinco años. Ahora ocurre lo contrario, cinco casos en un año.

Cuando se le pregunta si dispone de estudios que avalen sus conclusiones, responde: «Vivimos en Gaza, en una situación de emergencia; solo tenemos tiempo para mitigar el problema, no para investigarlo». Sin embargo, las cifras del Ministerio de Sanidad palestino respaldan las conclusiones del doctor. Muestran que se han «duplicado» las enfermedades diarreicas hasta llegar al nivel de una epidemia y también que el verano pasado hubo picos de salmonelosis e incluso de fiebre tifoidea.

Revistas médicas independientes y revisadas por otros médicos también han documentado un aumento de la mortandad infantil y de la anemia, y la «alarmante magnitud» de la atrofia entre los niños de Gaza. Un estudio de Rand Corporation concluye que la mala calidad del agua es la causa principal de la mortandad infantil en Gaza. En pocas palabras, los niños de Gaza se enfrentan a una epidemia mortal sin precedentes.

«Cuánto sufrimiento…» afirma el dr Abu Samia. Según dice, es una cuestión de «vida o muerte».

Diferentes factores son culpables de esta crisis sanitaria, pero los expertos médicos coinciden en una de sus causas principales: la escasa y contaminada agua potable de Gaza debido al bloqueo económico impuesto por Israel, sus continuos bombardeos de la infraestructura de alcantarillado y el colapso de un acuífero de tan mala calidad que el 97 % del agua potable de Gaza está por debajo de los criterios sanitarios mínimos para consumo humano.

El dr Majdi Dhair, director de medicina preventiva del Ministerio de Sanidad palestino, informa de un «aumento descomunal» de las enfermedades transmitidas por el agua que, según dice, está «directamente relacionado con el agua potable» y la contaminación provocada por las aguas residuales no tratadas que fluyen directamente al Mediterráneo.

Una visita al densamente poblado campo de refugiados de Shati («Playa») de Gaza ayuda a explicar por qué. En este campo 87.000 personas refugiadas y sus familias (que fueron expulsadas de sus ciudades y pueblos durante la creación del Estado de Israel en 1948) se hacinan en medio kilómetro cuadrado de estructuras de bloques de cemento a lo largo del Mediterráneo.

«¿Agua y electricidad? ¡Olvídese!», afirma Atef Nimnim, que vive con su madre, su esposa y dos generaciones más jóvenes (en total19 miembros de la familia Nimnim) en una pequeña vivienda de tres habitaciones en Shati.

El agua proveniente del acuífero de Gaza que chisporrotea en los grifos de sus casas es demasiado salada, prácticamente ya nadie la bebe en Gaza. Para conseguir agua potable su hijo Atef’s de 15 años amontona garrafas de plástico en una silla de ruedas y se dirige a la mezquita donde rellena los recipientes de la familia, gentileza de Hamas.

Incluso en el campo de refugiados, la mayoría de las familias gasta la mitad de sus modestos ingresos en el agua desalinizada proveniente de los pozos sin regular de Gaza. Pero hasta este sacrificio tiene un coste.

Contaminación fecal

Las pruebas hechas por la Autoridad del Agua palestina demuestran que hasta un 70 % del agua desalinizada suministrada por un pequeño ejército de camiones privados y la almacenada en tanques situados en los techos de las casas está expuesta a la contaminación fecal. Incluso cantidades microscópicas de [la bacteria] E coli pueden desencadenar una crisis sanitaria. La razón, según explica el especialista de UNICEF en agua e instalaciones sanitarias en Gaza Gregor von Medeazza, es que cuanto más tiempo permanece en el agua la bacteria E más «empieza a crecer» y más dañina se vuelve. Provoca diarrea crónica, la cual, a su vez, puede provocar atrofia en los niños de Gaza, como recientemente ha documentado una revista médica británica. Esto puede afectar al «desarrollo del cerebro», afirma von Medeazza, y «tener un efecto cuantificable en el coeficiente de inteligencia» de los niños afectados.

La extrema salinidad y los niveles de nitratos del exhausto acuífero de Gaza (que se bombea de forma tan excesiva que el agua de mar está entrando en él) son la causa de muchos de los problemas sanitarios de Gaza. Los altos niveles de nitratos provocan hipertensión y problemas renales, y están relacionados con el aumento del síndrome del bebé azul. La contaminación fecal (proveniente tanto del agua desalinizada almacenada en los tejados como de los 110 millones de litros de aguas residuales sin tratar y mal tratadas que se arrojan al Mediterráneo cada día) provoca enfermedades causadas por el agua, como la diarrea de los bebés, la salmonelosis y la fiebre tifoidea.

Como la electricidad está cortada 20 horas al día, la planta de tratamiento de aguas residuales de Gaza prácticamente no funciona, por lo que 24 horas al día todos los días de la semana se arroja al mar un agua marrón a través de largas tuberías que desembocan en una playa al norte de la ciudad de Gaza. Aun así, los niños siguen bañándose en verano en las playas de Gaza.

En 2016 el niño de cinco años Mohammad Al-Sayis tragó agua de mar contaminada con aguas residuales e ingirió bacterias fecales que le provocaron una enfermedad cerebral mortal. Mohammad fue el primer caso conocido de muerte provocada por las aguas residuales en Gaza.

 

Foto: Unos niños caminan sobre las aguas residuales en el barrio de Mighraqa a las afuera de la ciudad de Gaza [Khalil Hamra/AP Photo]

Para empeorar las cosas, los cohetes y obuses israelíes han dañado o destruido torres de agua y tuberías, pozos y plantas de tratamiento de aguas residuales de Gaza, lo que ha causado unos daños que se calculan en unos 34 millones de dólares. Esto ha paralizado aún más el suministro de agua potable y limpia, con lo que se ha agravado la catástrofe sanitaria. Un impacto todavía mayor tiene el bloqueo económico de Israel, al que el dr. Abu Samia culpa directamente de la cada vez mayor desnutrición de la zona.

Las grave escasez de agua y de electricidad, junto con la pobreza cada vez mayor, han deteriorado los niveles de nutrición, afirma el dr Abu Samia. «Afecta a los bebés». Afirma que antes del bloqueo no tenía pacientes que sufrieran desnutrición, mientras que ahora ve con frecuencia a niños con enfermedades nutricionales. «Vemos bebés con marasmo (una grave enfermedad nutricional). En los dos últimos años no deja de aumentar». Los gazíes recuerdan bien las cínicas palabras que dijo en 2006 ministro israelí Dov Weissglas cuando de forma infame comparó el bloqueo con «una consulta con un dietista […]. Tenemos que hacer que adelgacen mucho, pero no tanto como para que mueran».

En 2020 Gaza será inhabitable

Ahora, dejando de lado a los cientos de personas muertas por los cohetes, obuses y balas de las tres últimas guerras contra Gaza, los niños enferman y mueren a causa del agua en malas condiciones y las enfermedades infecciosas que provoca.

«La ocupación y el bloqueo [israelíes] son los principales impedimentos para mejorar la salud pública en la Franja de Gaza», declaró un estudio de 2018 de [la revista médica] The Lancet, que mencionaba «efectos significativos y perjudiciales para la atención sanitaria».

Varios grupos de ayuda humanitaria advierten que si la comunidad internacional no interviene, y pronto, Gaza se volverá inhabitable en 2020, dentro de apenas un año. Si no se interviene urgentemente se producirá un «colapso descomunal», afirma Adnan Abu Hasna, portavoz en Gaza de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, a la que el gobierno Trump ha quitado recientemente toda su financiación estadounidense. De lo contrario, afirma, en menos de dos años «Gaza ya no será un lugar habitable».

Y, sin embargo, sea habitable o no, la inmensa mayoría de los dos millones de personas que viven actualmente en Gaza no tiene otro lugar al que ir. La mayoría trata de vivir lo más normalmente posible en unas circunstancias que son extremadamente anormales.

Al atardecer de una noche de verano cinco de esos dos millones de personas tratan de disfrutar de unos minutos de tranquilidad en una porción de rocas y tierra en medio del puerto de Gaza. El puerto se llena de vida al rededor de Ahmad y Rana Dilly y sus tres hijos pequeños. Los pescadores recogen sus redes; los chavales posan para un selfy sobre bloques rotos de cemento y alambres retorcidos, restos de un ataque aéreo.

Rana vierte refresco de mango; Ahmad insiste en repartir barquillos de chocolate. «Estás con palestinos», ríe haciendo caso omiso a quienes rechazan sus barquillos. Sus tres hijos pequeños mordisquean patatas fritas.

La familia Dilly tiene los mismo problemas que muchas familias gazíes. Ahmad, que es cambista, tuvo que reconstruir su tienda en 2014 después de que un misil israelí la destruyera. Como la mayoría de los gazíes, la familia tiene que lidiar con el agua salada que sale del grifo y los inherentes riesgos de enfermedad provocados por el agua transportada en camiones de la que dependen. Pero estos problemas significan poco para ellos en comparación con su deseo de vivir seguros y de disfrutar de los breves momentos de vivir como una familia normal.

«Sé que la situación es horrible, pero solo quiero que mis niños tengan un pequeño cambio de vez en cuando», afirma Ahmad. «Quiero que vean algo diferente. Quiero que mi familia se sienta segura». Se oye a lo lejos el eco de una explosión. Ahmad hace una breve pausa y después lo ignora. «Vengo aquí, al mar, y me olvido de todo el mundo», afirma.

 
Foto: la familia Dilly acude una porción de rocas y tierra cerca del puerto de Gaza para huir de sus dificultades cotidianas [Abdel Kareem Hana/Al Jazeera]

Este artículo es el primero de dos sobre la crisis del agua en Gaza. El segundo, que examina las soluciones para la catástrofe del agua y la salud de Gaza se publicó en Al Jazeera el 30 de octubre de 2018 [En castellano http://rebelion.org/noticia.php?id=249009].

Sandy Tolan es autor del best seller internacional The Lemon Tree y del célebre libro Children of the Stone acerca del sueño palestino de crear escuelas de música bajo la ocupación militar israelí. Es profesor de la Escuela Annenberg de Periodismo y Comunicación en la Universidad del Sur de California.

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/features/gaza-drinking-water-spurs-blue-baby-syndrome-illnesses-181029110434881.html

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.