Supongo que desde este momento el Sr. economista Pedro Monreal no responderá ya jamás a ningún texto de este comentarista que se refiera a sus artículos. Su altura académica no debe seguir rebajándose a un intercambio que él ha llamado, -desde un elitismo del que ya ha dado pruebas en ocasiones anteriores (*)-, de alcantarilla. […]
Supongo que desde este momento el Sr. economista Pedro Monreal no responderá ya jamás a ningún texto de este comentarista que se refiera a sus artículos. Su altura académica no debe seguir rebajándose a un intercambio que él ha llamado, -desde un elitismo del que ya ha dado pruebas en ocasiones anteriores (*)-, de alcantarilla. Yo, sin embargo, seguiré prestando atención a sus escritos y de creerlo necesario, expresaré mi criterio cuando crea que puedo ser útil. No por supuesto, útil al Sr. Monreal.
Pero debe recordarse que nunca buscamos ese intercambio con el economista. Fue precisamente él quien comenzó en Cubadebate, en un relativamente largo intercambio a propósito de un texto mío publicado en aquella bitácora. (http://www.cubadebate.cu/opinion/2016/10/31/mientras-la-barca-de-la-democracia-choca-con-la-roca-del-capitalismo/)
Nunca me expliqué los motivos que lo llevaron a hacerme ese honor, si en aquel artículo no me refería a ningún tema económico específico. En todo caso quien se sumergió en las alcantarillas por su propia voluntad fue el Sr. Monreal, y en un tema no específicamente de su especialidad y que tampoco lo mencionaba personalmente.
Sus motivos él tendría entonces, pero ni era un asunto económico ni estadístico. Era un tema mayormente político, pero Monreal se creyó en el deber de intentar la refutación completa, desde la misma primera oración, de aquellas ideas, e incluso seguir el intercambio con su autor en los comentarios. No soy pues culpable de que el académico Sr. Monreal se haya mezclado con un plebeyo, respondiéndole académicamente en los comentarios de una web entonces, cuando ahora dice que el interlocutor no merece que lo haga.
Francamente, y sin ánimo de insulto, sino a fuer de sincero, esperaba mucho más del académico Monreal. En este último texto suyo ha quedado evidentemente incómodo. Tanto, que incluso vacilo mientras escribo, en dar a conocer estos comentarios. Pero como no se trata de nada personal, y es nuestro país quien está por medio, debo responder.
¿Por qué digo que me ha quedado una impresión no muy favorable?
Veamos algunos puntos en su último texto:
«Cada vez que respondo con un tono áspero las invectivas políticas que lanza el compañero Luque, saca a relucir que no se utiliza el tono académico que él considera que debería observarse con él.»
«Siempre me ha llamado la atención esa manía de muchos paladines de la «denunciología» criolla de asumir que hay que concederles un tratamiento académico cuando discuten ácidamente en un plano que no lo es, así como la idea de que debe esperarse de parte de los receptores de sus agravios un debate apacible, aunque ellos hayan emitido una sarta de imprecaciones, incluyendo difamaciones.»
Primero: En otras ocasiones Monreal no ha respondido a este comentarista en tono «áspero», sino con duros insultos personales. El Sr. Monreal llamó a este comentarista «ruin», «villano», etc., vocabulario que no tiene sólo la rispidez a veces muy natural de las polémicas, sino que no es nada propio ni del intercambio académico, ni de cualquier otro civilizado.
No voy a citarlos en extenso. Aquellos no fueron agravios, sino insultos. Tanto fue así, quizás porque un mal momento lo tiene cualquiera, que desde entonces, por algún motivo, ha preferido el trato de compañero para este servidor.
Segundo: ¿De dónde saca el Sr. Monreal que quien ha opinado sobre sus tareas, le ha exigido, esperado de él, o simplemente sugerido, que le responda académicamente? ¿Se le pidió eso en aquella ocasión en Cubadebate? Ahora Monreal desvía defensivamente el asunto con ese argumento situándose en un pedestal.
El elitismo de sugerir que alguien espera de él una respuesta o enfoque, o tratamiento académico, y considerar que está evidentemente muy por encima de eso, o que el otro está muy por debajo de su condición, deja mal parado a un supuesto sabio o simplemente especialista. Si fue el primero en referirse a mis escritos, era él quien estaba obligado a explicarse como especialista y conocedor.
Cualquier otra posición equivale a desprecio elitista o impotencia. Cualquiera sabe que los verdaderos sabios siempre logran expresar sus conocimientos de la manera más sencilla, como para que llegue a cualquier lector. Que nobleza obliga, y la verdadera nobleza nunca desprecia al prójimo, sobre todo si lo considera inferior.
En todo caso la responsabilidad es suya si desde su poltrona académica se bajó para responder a quien le advirtió desde el mismo inicio que no era un especialista.
Pero a pesar de NO SER aquel un texto mío con pretensiones de especialista o investigador, «algo» hizo que Monreal interviniera in extenso. Yo barrunto el motivo, pero no voy a perder mi tiempo construyendo alambicadas especulaciones, como los razonamientos «políticos» conque ahora Monreal trata de explicarse la publicación de un texto mío en varias plataformas.
¿Por qué digo que me ha quedado finalmente ahora una impresión nada favorable?
Tercero: Quien sí merecía un intercambio académico era el profesor Moreno y en aquel texto Monreal seleccionó los datos estadísticos a su conveniencia, como ya demostré en mi respuesta anterior.
Cuarto: ahora en su última respuesta Monreal reconoce las cifras en que la producción estatal es superior a la privada, pero nuevamente usa el recurso de desviar el meollo del planteamiento que le hice respecto a los datos. Paso a explicarlo, y me disculpan los eventuales lectores de estas notas si tengo que repetir, aunque brevemente, algunos puntos para la máxima claridad.
¿Qué le afirma rotundamente Monreal, usando datos estadísticos, al profesor Moreno?
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Que «la producción nacional de algo tan importante como la comida la controla, desde hace rato, la actividad privada…»
¿Cuál es el dato de producción de esa superioridad que utiliza?
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La producción de viandas y hortalizas.
¿Qué dato de la superficie cultivada arguye?
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» La superficie cultivada en las empresas estatales es apenas el 19% de la superficie cultivada del país.»
¿Cuál dato de la superficie cultivada no menciona ?
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Que la Superficie Cultivada perteneciente a la Propiedad estatal socialista, es el 75% del total y el 8.2% a la cooperativa.
¿Qué datos de la producción estatal superior a la privada no menciona, y que refuta o al menos relativiza que «algo como la comida la controla, desde hace rato, la actividad privada»?
Ya vimos: la carne bovina, la de cerdo y los huevos.
Pero además, ¿dónde queda la elaboración industrial estatal de la materia prima?
Pero además, ¿dónde queda la importación de alimentos?
Entonces, ¿Permiten esos datos sostener sin más la afirmación del Sr. Monreal?
A ninguna de estas cuestiones responde ahora el Sr. Monreal seguramente porque su comentarista no merece una respuesta académica.
Sin embargo, entonces, ya que responde de la manera que merece a quien menciona por su nombre, es decir, a Carlos Luque, no debe ser muy académico el razonamiento que sí hace con respecto a la propiedad cooperativa en su último texto. No lo será según la lógica del mismo Monreal, (no lo he dicho yo, que conste), pero me voy a referir a lo que ahora argumenta.
Cuando yo le recuerdo al lector que al referirse a la superficie cultivada se debe tener en cuenta que por la estructura de la propiedad el 75% le corresponde a la Propiedad Estatal Socialista, es para que el lector se percate que el economista solamente usa el dato según el cual la superficie cultivada estatal es del 19%.
Al usar este último dato, Monreal persigue el objetivo de apuntalar su anterior opinión, citada en negrita más arriba, sobre el control que la propiedad privada tiene sobre la «comida» cubana, pues siendo el área cultivada estatal tan inferior, hasta por esa matemática razón (salvo que haya un astronómico rendimiento) no se puede esperar otra cosa.
Ahora bien: ¿por qué no se refiere al 75% del área cultivada estatal, según la estructura de la propiedad que consta en la misma tabla estadística de donde toma otro dato y ese no? Resulta evidente, porque incluso cuando se refiere al 19% no está considerando el área cultivada que corresponde a las cooperativas y UBPC, que no pueden ser consideradas intrínsecamente privadas.
Al polemizar con el profesor Moreno, yo no afirmo que el Sr. Monreal armara su cuarteto de puntos con toda conciencia porque no se trata de adivinar sino atenerse a lo fáctico. Lo que digo es que su afán por resaltar el papel de la propiedad privada en la producción de la «comida» lo lleva a la selección parcial que hemos descrito.
Ahora el Sr. Monreal reconoce y menciona, al fin, esos datos y renglones en que la producción estatal es superior a la privada (lo cual indica que tácitamente acepta que tiene que matizar el absoluto control de la comida que le atribuye al sector privado, es decir, lo único que argumenta al profesor Moreno), pero, ahora, para indicar que «la cooperativa produce muchos menos alimentos» que la privada. Un cubano diría, en modalidad alcantarillera, y dale Juana con su hermana…
Y bien. Aquí Monreal desvía el tiro porque mi aclaración nada tenía que ver con una comparación entre la producción cooperativa y la privada, sino que siendo la propiedad cooperativa de carácter social y diametralmente opuesta a la estrictamente privada, no era correcto no tenerla en cuenta junto a la propiedad estatal, tanto en producción como en superficie, porque es un fenómeno económico, político y social diferente.
Esa era la cuestión de la que nuevamente Monreal se desvía porque él está resaltando sólo el papel de la propiedad privada, comparándola sólo contra la estatal. Ahora sólo compara la cooperativa con respecto a la privada. ¿Estamos? A buenos entendedores, no más palabras.
También Monreal sostiene que:
«La pregunta que reproduce Luque -¿es que sólo nos alimentamos de viandas y hortalizas?- es un argumento retórico para desviar la atención respecto a un hecho de la realidad: la importancia del sector privado en la producción nacional de alimentos. »
De acuerdo «en la importancia del sector privado en la producción nacional de alimentos». No faltaba más. Y ojalá que produzcan mucho más nuestros admirados y queridos campesinos privados. Pero Sr. Monreal, ud no dice eso en su anterior artículo, sin más. Sino que subraya sesgadamente esa importancia hasta llevarla casi a la categoría de exclusiva, en la frase que usa y con los datos que usa, y con los datos que excluye.
Con respecto a las especulaciones y disquisiciones políticas y publicistas de última hora del Sr. Monreal, nada que decir. Sólo una sugerencia de otro tipo. No se rebaje a responderle a quien no considere a su altura. Pero considere que hay mucha gente sencilla y llana en este pueblo atenta a lo que opinan sus intelectuales, sus académicos y los especialistas. En ellos influyen los datos segados, las medias verdades. Decía García Márquez que cuando él se disponía a escribir, emulaba con Cervantes. El académico también tiene que escribir como los grandes sabios, que muchas veces no han sido académicos, sino que, al dominar profundamente sus conocimientos, son los que mejor explican su materia. Y con todos los datos a la mano.
Nota:
(*) De Javier Gómez Sánchez Monreal opinó: «¿Qué tipo de credenciales intelectuales puede, exactamente, mostrar Gómez para que pudiéramos aceptarlo como una fuente creíble de la tipología política cubana?
La verdad es que parece que ninguna. Si se utiliza cualquiera de las cuatro principales bases de datos que informan sobre la legitimidad y la visibilidad de los resultados de investigación (el Social Sciences Citation Index – SSCI de Web of Science, Scopus, Redalyc y SciELO), el resultado siempre es el mismo: no se encuentra mención alguna a Gómez. Para otras bases de datos como Google Scholar y Publish or Perish, este autor tampoco existe. Es fácil verificarlo. Trato de ser objetivo. Ese tipo de revisión es lo que se hace habitualmente cuando se desea hacer una comprobación preliminar de la calidad del pensamiento social contemporáneo.»
En: La realidad doblada como un papel: manía clasificatoria y debate político en Cuba.
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