Traducido del inglés por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
El ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman, debería haber enviado un gran ramo de flores a Donald Bostrom, el periodista y fotógrafo sueco que escribió el artículo en el que se afirmaba que el ejército israelí robó órganos de palestinos muertos. Y el ministerio de Asuntos Exteriores debería escribir una carta de agradecimiento a los editores del periódico, Aftonbladet. Hacía mucho tiempo que no caía un activo propagandístico semejante en manos de los amigos de la ocupación. Hacía mucho tiempo que no se hacía tanto daño a las personas que intentan documentar sus horrores con seriedad.
El estrafalario informe sueco condujo a una no menos estrafalaria respuesta israelí. El periodismo malo e irresponsable cruzó su camino con la diplomacia mala e irresponsable. En vez de negar simplemente la noticia, Lieberman, fiel a su estilo, actuó como un bravucón. En su bronca respuesta -desde la irrespetuosa mención del Holocausto para asimilar cualquier crítica a Israel como antisemitismo, hasta su ridícula exigencia de que el ministerio de Asuntos Exteriores sueco condenase el artículo- Lieberman causó mucho daño diplomático a Israel. Incluso atacó escandalosamente a Noruega por conmemorar el 150 aniversario de su autor principal. Sin embargo, el daño del artículo a la lucha contra la ocupación no puede ignorarse.
La labor del periodismo serio consiste en documentar, investigar y demostrar; no en llamar a otros para que investiguen, como hizo el diario sensacionalista sueco. Se puede, por ejemplo, acusar al reportero sueco de un delito por escribir sobre violaciones de niños o niñas, todo en base a sospechas y rumores, y llamar a la policía sueca para que investigue. Eso es lo que hizo el periodista con sus afirmaciones de tráfico de órganos de palestinos.
Hubo casos en que se extrajeron sin permiso órganos de palestinos asesinados, algo que también ha hecho el Instituto de Medicina Forense de Israel con otras personas para fines de investigación. Pero hay un gran trecho de esto a la sospecha de tráfico de órganos basada únicamente en el hecho de que en 1992 apareciese un palestino al que habían matado cuyos órganos se habían extraído y su cuerpo devuelto a la familia con una gran costura. Y 17 años después algunos judíos fueron arrestados bajo sospecha de traficar con órganos humanos. Eso no es periodismo profesional, es periodismo barato y dañino.
La ocupación israelí ya es bastante fea sin ayuda de cuentos de hadas nórdicos. Sus atropellos son abominables incluso sin exageraciones ni invenciones. Nosotros, un pequeño grupo de periodistas israelíes que tratamos de documentar la ocupación, siempre supimos que no debemos publicar una noticia infundada. Una equivocación, y toda la empresa periodística caería en manos de la propaganda oficial, que automáticamente niega todas las sospechas y está a la espera de cualquier error. Miren lo que hizo la Oficina del Portavoz del ejército israelí a la organización «Rompiendo el Silencio», simplemente porque se fundó como una sociedad limitada sin ánimo de lucro y no como una organización sin ánimo de lucro; como si eso fuera relevante para la calidad de los testimonios que aporta.
A lo largo de los años, el ejército israelí ha matado a miles de civiles inocentes, entre ellos mujeres y niños. Los servicios de seguridad del Shin Bet han torturado a cientos de personas sometidas a interrogatorios, a veces hasta matarlas. Israel impide que alimentos y medicinas lleguen a Gaza. El Shin Bet extorsiona a los enfermos para que se conviertan en colaboracionistas a cambio de tratamiento médico. Miles de hogares en los territorios ocupados se han demolido para nada. Docenas de personas han sido asesinadas por unidades especiales cuando en vez de ello podrían haber sido arrestadas. Miles de detenidos están encarcelados durante meses o años sin juicio. ¿No es suficiente para dibujar un retrato de la ocupación digno de crédito? ¿No es bastante escandaloso?
Como la perversa comparación con los nazis, cualquier exageración al describir la crueldad de la ocupación dañará finalmente la lucha contra ella. Es fácil demostrar que Israel no traficó con órganos palestinos, como es fácil demostrar que los soldados israelíes no actúan como los nazis o que Israel no comete genocidio. Lo cual no significa que la ocupación no sea perversa, criminal y brutal. Las historias falsas sirven a la propaganda israelí: Miren, hemos publicado un desmentido, hemos demostrado que la ocupación no es tan cruel como dicen y hemos puesto en duda todos los demás testimonios serios y bien fundados.
Quienes conocen a Bostrom dicen que es un maravilloso fotógrafo y un menos afortunado periodista. Lo ha demostrado con su artículo. Bostrom está involucrado con el movimiento sueco de solidaridad con los palestinos, pero esto no significa necesariamente que haya ocultado móviles antisemitas. Perfectamente puede haber tenido buenas intenciones, pero las buenas intenciones no son suficientes.
Ahora todos los investigadores, periodistas y grupos de derechos humanos serios tienen que probar la exactitud de sus hallazgos. La verdad es que la ocupación es muy malvada, aunque no de la forma que la ha presentado Aftonbladet.
Original en inglés: http://www.haaretz.com/hasen/