Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
Las cálidas relaciones entre Israel y una nueva cosecha de líderes antidemocráticos son trágicas, pero también exponen la verdadera naturaleza del tratamiento de Israel para con los palestinos.
El presidente electo brasileño Jair Bolansaro. (Beto Oliveira / CC BY 3.0)
Solo unas horas después de que Jair Bolsonaro fuera elegido presidente de Brasil el lunes pasado, el primer ministro Benjamin Netanyahu decidió llamar por teléfono al candidato de extrema derecha. Netanyahu aceptó la invitación de Bolsonaro a Brasil, invitando al presidente electo a Jerusalén, luego de que éste declarara su intención de trasladar la embajada de Brasil a Jerusalén.
Bolsonaro es un hombre vulgar y violento. Sus comentarios agresivos no dejan ninguna duda sobre el tipo de políticas que planea llevar a cabo. También apoya sin reservas a Israel y sus acciones, lo cual no es una sorpresa. Con Trump, Orban, Modi, Duterte y otros, se ha hecho evidente que los líderes de extrema derecha se aliarán inmediatamente con Israel, a lo que el Estado judío responde con un cálido abrazo recíproco. Hay pocos que todavía están avergonzados por este espectáculo, pero en Israel, Netanyahu ha podido celebrar estas victorias como si él mismo fuera un hacedor de reyes.
Cuanto más se entusiasma Israel con estos líderes, al parecer vestigios de siglos pasados, que fueron elegidos con la ayuda de Vladimir Putin, más sienten que es necesario ignorar el sufrimiento de los palestinos y comprometer apoyo para continuar con la ocupación. Mientras más comentaristas de derecha reciten hoy el principal argumento de la derecha, más comprenderán sus oponentes hasta qué punto el Gobierno israelí y la ocupación necesitan que existan ideas racistas y regresivas.
La compatibilidad entre la violencia y el odio que difundieron estos dirigentes y su apoyo total e incuestionable a Israel es asombrosa. Es dudoso que haya algo que demuestre mejor la irrelevancia de todo tipo de justificaciones «liberales» para la empresa de ocupaciones y colonias que el apoyo de los líderes autoritarios de derecha. El mundo ahora ve quién sostiene a Israel; lo único que queda por hacer es trazar una línea en la arena.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el primer ministro indio, Narendra Modi, se mojan los pies en la playa Olga, a solo 60 millas al norte de la Franja de Gaza. (Kobi Gideon / GPO)
Y sin embargo el Ministerio de Relaciones Exteriores, -la industria de hasbará, la Agencia Judía, Birthright- están todos ocupados en descubrir cómo comercializar este paquete. Netanyahu, por supuesto, encabeza esta industria y cada aparición en el escenario mundial demuestra lo que sus rivales siempre han declarado sobre él. Sin embargo, la ocupación se convirtió hace mucho tiempo en la política oficial de Israel.
Esto queda claro para todos aquellos que se oponen a esta nueva ola de dirigentes electos y es una buena noticia para los palestinos y activistas que durante décadas han tratado de convencer a los líderes occidentales de que la ocupación y las colonias son menores comparadas con el robo y el despojo. Que no hay conexión entre la ocupación y el Holocausto o la seguridad de Israel. Ahora está claro que Israel está actuando solo para consolidar el Gobierno militar en los territorios ocupados, que este es el único obstáculo para la paz, la finalización del conflicto. Hoy, disidentes de todas las tendencias están aprendiendo esta verdad -irónicamente- gracias a la financiación israelí.
Hay personas en Israel que creen que antes de Trump Estados Unidos se oponía a la ocupación. Quienes conocen los detalles son conscientes de que esto es una broma. Trump no es más partidario de la ocupación que Barack Obama o Bill Clinton y lo mismo ocurre con el resto de los líderes de Occidente. Algunos de ellos pueden haber apoyado las negociaciones de paz, mientras que otros no, el respaldo a las políticas de Israel fue y sigue siendo casi total. Israel siempre ha disfrutado de ser parte de la familia de naciones, económica, política o incluso moralmente.
La decisión de Israel de vincular la política exterior que ha caracterizado la era paranoica y de ansiedad impulsada por Benjamin Netanyahu a los autoritarios de extrema derecha es pobre. Pero no es toda la historia: Trump, Orban, Modi, Duterte y ahora Bolsonaro se han subido felizmente al carro. Están aprovechando el crédito liberal de Israel en todo el mundo para fortalecerse y, en efecto, terminan socavando ese crédito muy liberal.
El hecho de que estas personas sean elegidas es aterrador, tanto para sus ciudadanos como para el mundo. Lo mismo ocurre con el hecho de que eligen apoyar las políticas israelíes y que Israel elige elogiarlas y ofrecer su apoyo a cambio. Pero los Bolsonaros del mundo también nos han dejado con una misión digna. En el día que sean arrojados al basurero de la historia, la lucha contra la ocupación, por el fin del conflicto y por la paz, puede encontrarse más fuerte y más estable, con muchos socios nuevos que durante años han estado de acuerdo con todos los caprichos de Israel.
Los opositores de la ocupación ahora deben medirse con la situación. No hay duda de que también deben lidiar con los nuevos regímenes, por muy horribles que sean, así como con Israel, el ejército, la Administración Civil, los tribunales y la policía. Pero esta nueva generación de líderes también nos ha proporcionado un enorme campo liberal con el que debemos formar alianzas. Debemos instruirles sobre lo que está sucediendo en el otro lado de la Línea Verde y luego debemos luchar juntos.
Eli Bitan es un blogger de Local Call, donde este artículo se publicó por primera vez en hebreo. Léalo aquí.
Fuente: https://972mag.com/rise-global-far-right-energize-anti-occupation-movement/138470/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.