Elemare lamentó, en la charla que ofreció en Iruñea, que la situación de Gaza únicamente ocupa la atención de los medios de comunicación internacionales cuando se producen auténticas masacres, como la denominada Operación Plomo Fundido, en la que entre diciembre de 2008 y enero de 2009 murieron más de 1.300 palestinos. Sin embargo, este territorio […]
Elemare lamentó, en la charla que ofreció en Iruñea, que la situación de Gaza únicamente ocupa la atención de los medios de comunicación internacionales cuando se producen auténticas masacres, como la denominada Operación Plomo Fundido, en la que entre diciembre de 2008 y enero de 2009 murieron más de 1.300 palestinos.
Sin embargo, este territorio palestino sigue padeciendo el bloqueo israelí, que ahoga a un millón y medio de habitantes, impidiéndoles el acceso a productos básicos. Junto a ello, el bloqueo sionista, que aún se mantiene en vigor, provoca también un retroceso en las condiciones laborales de los obreros palestinos. Así, Elemare destacó que la tasa de paro en Gaza supera el 42% y que el 80% de sus habitantes se sitúa por debajo del umbral de la pobreza.
Los ataques militares israelíes, que siguen registrándose de manera cotidiana, han provocado un desmantelamiento de la actividad económica de Gaza, afectando especialmente a la agricultura y a la industria. «Anteriormente, en Gaza había fábricas que daban empleo a cien o a cincuenta trabajadores. Pertenecían al sector textil o a la fabricación de plástico. Ahora, esas mismas factorías únicamente dan trabajo a diez personas», explica el sindicalista palestino.
Los misiles israelíes también han destrozado fábricas de ladrillo, que anteriormente hacían la competencia a las situadas al otro lado de la Línea Verde. El argumento empleado por los sionistas, una vez más, es el de garantizar la seguridad. «¿Qué amenaza para la seguridad puede suponer una fábrica de ladrillos? Es evidente que lo único que busca Israel es destruir nuestra industria y nuestro modos de vida», subraya Elemare.
En este sentido, el vicepresidente de la ILCU destaca que las operaciones del invierno de 2008-2009 afectaron también notablemente a la agricultura gazatí, que anteriormente era capaz de satisfacer la mayor parte de las necesidades alimentarias de este territorio palestino. El uso de fósforo blanco por parte de los soldados israelíes ha provocado importantes daños a la agricultura, que, además, se desarrolla en los terrenos más cercanos a la frontera con el Estado de Israel, por lo que los militares sionistas impiden el acceso a las tierras de labor a los campesinos.
El suministro de agua también está en manos de los israelíes. Al igual que el de electricidad. «Un día tenemos electricidad y al siguiente no tenemos. Un día tenemos agua y al siguiente no tenemos. Además, es prácticamente imposible que coincida el día que tenemos electricidad con el que tenemos agua», explica Elemare.
Gaza está asentado sobre numerosos acuíferos que garantizaban el suministro para el consumo humano y el destinado para la agricultura. Israel, desde hace años, ha sobreexplotado estas fuentes de agua dulce en su propio beneficio para utilizarla en sus explotaciones intensivas al otro lado de la Línea Verde. «Antes podíamos beber agua del grifo, ahora sólo es potable la embotellada», resume Elemare.
Las condiciones laborales han retrocedido tanto en Gaza que son habituales los salarios de apenas cien euros al mes, especialmente entre las mujeres que trabajan en guarderías o en la limpieza de los hospitales. La ILCU ha desarrollado una importante labor en estos sectores, creando un sindicato específico para las trabajadoras de guarderías y logrando que las limpiadoras de los centros sanitarios vean incrementado su salario hasta los 200 euros.
De este modo, la ILCU ha conseguido una destacada penetración entre las trabajadoras, consiguiendo que el 30% del total de sus afiliados sean mujeres.
Elemare subrayó que la ILCU es un sindicato independiente y de carácter laico, que se enfrenta tanto a los empresarios como a la administración palestina. Es su principal diferencia con la Federación General de Sindicatos Palestinos (Pgftu), históricamente vinculada a Al-Fatah y que mantiene estrechos lazos con la Autoridad Palestina que dirige Mahmud Abbas. Asimismo, mantienen esa misma diferencia con la Unión de Sindicalistas Islamistas, con lazos con Hamas, formación que sustenta el Gobierno de Gaza de Ismail Haniyeh.
Aunque los obreros palestinos tienen que hacer frente a los mismos problemas que existen en cualquier parte del mundo, Elemare destaca que la fuente principal de su precariedad es la ocupación sionista, por lo que hizo un llamamiento a encauzar la solidaridad con el pueblo palestino a través de la campaña internacional de boicot, desinversiones y sanciones (BDS) contra Israel.
El nuevo Egipto, un rayo de esperanza al otro lado de la frontera de Rafah
La conexión de Gaza con el resto del mundo se realiza principalmente con Egipto a través del paso de Rafah, una frontera que las autoridades de El Cairo mantuvieron bloqueada siguiendo las directrices israelíes durante el mandato de Hosni Mubarak.
Tras el derrocamiento del rais egipcio, la situación ha mejorado, pero no lo suficiente, a juicio de Elemare. «Ha habido cambios, pero esperamos muchos más. Actualmente, sólo permiten que 500 palestinos crucen la frontera cada día. Es muy poco, teniendo en cuenta que en Gaza vivimos más de un millón y medio de personas», destacó el sindicalista palestino. M.D.