Las campañas de Boicot, Sanciones y Desinversiones (BDS) ponen de manifiesto el poder del bloqueo comercial como herramienta de liberación: en 2014 consiguieron que la inversión extranjera directa en Israel cayera un 46%.
En su décimo mes de genocidio ininterrumpido en la Franja de Gaza, Israel ha provocado ya el asesinato de más de 40.000 palestinos, mientras que 91.645 personas están heridas y otras 10.000 yacen enterrados bajo los escombros, sin que los equipos de rescate puedan acceder a ellos. La magnitud de la masacre en Gaza no tiene precedentes y la respuesta internacional es, a todas luces, insuficiente para detener las constantes incursiones del ejército de Benjamín Netanyahu en los territorios ocupados.
La sociedad civil, ante la pasividad de muchos gobiernos e instituciones a la hora de tomar acción contra el sionismo, lleva desde el estallido del conflicto tejiendo estrategias colectivas de liberación para poner fin al exterminio de Estado. Algunas organizaciones llevan haciéndolo desde mucho antes del 7 de octubre, ya que “la ocupación y colonización de las tierras ocupadas de Cisjordania y el resto de Palestina existe desde el 1967”, según señala en su web Boicot Sanciones y Desinversiones, el principal movimiento internacional de boicot que lleva liderando la lucha contra el genocidio y apartheid desde su creación en 2005. Hoy, la lista de victorias que atesoran es inabarcable, tanto que en los últimos meses se han multiplicado los informes que reconocen el profundo impacto que sus campañas están teniendo actualmente en la economía israelí.
El boicot se ha ido estructurando en torno a distintos ejes y
ámbitos de acción. Desde el político, a través de la presión al Gobierno
para exigir la ruptura de sus vínculos con los agentes del sionismo, la
cancelación de acuerdos militares y la reclamación de un embargo de
armas, hasta el cultural, deportivo y académico. Este último ha sido
quizás el que más resonancia ha tenido en los últimos meses después de
que miles de estudiantes en todo el mundo acamparan
durante semanas enteras por la ruptura de los lazos institucionales de
sus universidades con Israel. Muchos de ellos lograron sus objetivos,
inclusive en España, donde los alumnos de la Universidad de Barcelona
(UB) cosecharon una victoria histórica al conseguir que su rectorado
aprobara la ruptura de sus relaciones
con Israel, además de comprometerse a no establecer nuevos convenios
con instituciones israelíes. BDS fue una de las organizaciones que
impulsaron y acompañaron la organización de las protestas estudiantiles
en el Estado español.
No obstante, las campañas focalizadas en generar un impacto a través del consumo (o, más bien, el no consumo) son especialmente necesarias en el caso particular de Israel. No sólo porque empoderan a la sociedad civil, sino porque la economía israelí depende en un grado muy elevado del comercio exterior. “Israel vende tecnología militar, vende armas, vende tecnología informática. Pero al mismo tiempo importa el petróleo, importa coches Seat porque no tiene fábrica de vehículos. Con lo cual, todo esto hace que Israel sea vulnerable a cualquier bloqueo comercial”, establece Santiago González Vallejo, economista y miembro del la RESCOP (que a su vez integra a BDS), en conversación con El Salto.
Varios informes del Ejecutivo israelí y de la Corporación Rand, tal y como proclaman desde su organización, han predicho que el boicot comercial podría costarle a la economía israelí miles de millones de dólares en los próximos años. De hecho, el Banco Mundial ha apuntado al boicot como uno de los agentes causantes de la caída de las importaciones palestinas de productos israelíes en un 24%.
Desde una perspectiva puramente ética, desde BDS recuerdan que muchas empresas israelíes
o establecidas en este país operan en tierras ocupadas y arrebatadas
por la fuerza a los palestinos, impidiéndoles acceder a recursos
naturales que por derecho les pertenecen. Respecto a esta cuestión,
Paula Bonaval, activista de BDS Galiza, sostiene ante este medio que, si
bien “invertir en el apartheid de Israel siempre ha sido poco
ético, ahora cada vez hay más pruebas de que es extremadamente
imprudente desde un punto de vista financiero”.
Pone el ejemplo de los dátiles Medjool, exportados por Israel. Estos se cultivan en las colonias sionistas de Cisjordania, sobre tierras expropiadas del Valle del Jordán. Además, los ingresos derivados de las ventas de estos productos van a parar directamente al Gobierno israelí y sirven, en última instancia, para financiar la masacre en Gaza. Algunas empresas internacionales como Hewlett Packard comercializan productos que ayudan a armar tecnológicamente al Estado de Israel, en su caso implementando sistemas de identificación que el Ejército sionista instala en puestos de control militares israelíes en territorio ocupado.
Un hito histórico: la Operación Margen Protector y el boicot comercial de 2014
Una de las campañas de boicot económico más impactantes por parte de BDS desde su nacimiento tuvo lugar en 2014. Durante el verano de ese mortífero año, como recoge un informe de Amnistía Internacional, Palestina fue sometida durante 51 días a una cruentísima ofensiva militar que derivó en 2.205 asesinados por las fuerzas sionistas, 538 de ellos menores de edad, según datos de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en los Territorios Palestinos Ocupados (OCHA). En el transcurso de la operación, que recibió el nombre de Margen Protector, se destruyeron decenas de escuelas, instalaciones médicas, redes de abastecimiento de agua y saneamiento, así como explotaciones agrícolas en toda la Franja, a través de ataques por aire, mar y tierra.
Aunque los bombardeos se perpetraron sin piedad entre el 8 julio y 26 agosto de ese año, los primeros días de agosto fueron especialmente trágicos: En concreto, el día 2 de este mes, calificado con el tiempo como “viernes negro”, Israel atacó Rafah y en los días posteriores perecieron al menos a 135 civiles, 75 de ellos niños y adolescentes, en esa ciudad sureña.
Las autoridades israelíes justificaron la masacre bajo el pretexto de tratar desarticular a Hamás, a quienes en ese momento acusaron sin pruebas de haber secuestrado y matado a dos estudiantes judíos mientras hacían autoestop en Guzh Etzion, en la Cisjordania ocupada, así como de lanzar cohetes. Un año más tarde, la fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) anunció la apertura de un examen preliminar sobre presuntos delitos cometidos en los territorios palestinos desde el 13 de junio de ese año.
La reprimenda comercial que vino de la mano de BDS supuso la caída exponencial de la inversión extranjera directa en Israel, que descendió un 46% en comparación con el año anterior, según relata un informe de la ONU. El documento, publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) muestra una disminución de 4.800 millones de euros en las inversiones en este país en 2014. Ese año solo se invirtieron 5.700 millones de euros, mientras que en 2013 se había destinado el doble, 10.500 millones de euros.
El éxito de la campaña de boicot cultural de BDS (en este caso, capitaneada desde BDS País Valencià) provocó que La Cabina, Festival Internacional de Mediometrajes pasara de tener el patrocinio directo del Estado de Israel a través de su embajada a no volver a tener ningún patrocinio de ese país. Ese mismo verano, artistas como Neil Young, Paul Anka, Lana del Rey o grupos musicales como Backstreet Boys, América, Megadeth o Brian Jonestown Massacre, cancelaron sus actuaciones en Israel programadas para el periodo estival ante la presión ejercida por las organizaciones de boicot en todo el planeta.
BDS va recogiendo los frutos de sus campañas actuales
Aunque desde el movimiento insisten en que el boicot no es “la panacea” o, al menos, la única maquinaria que debe ponerse en marcha para tumbar el sistema ocupacionista de Israel, sus éxitos actuales dejan clara una idea: el boicot organizado, selectivo y sostenido en el tiempo genera un impacto real en la economía de los países colonizantes y revela la suma importancia de la solidaridad popular. Máxime cuando los Gobiernos descartan, al menos en la práctica cortar de raíz sus lazos comerciales e institucionales con los actores del conflicto mientras declaran abiertamente su oposición al genocidio. Entre lo que González califica humildemente como “pequeños triunfos que estimulan” se encuentra el caso de la multinacional de seguros francesa AXA, que este jueves anunciaba la retirada de sus acciones e inversiones en varios bancos israelíes como Bank Hapoalim, Bank Leumi, Israel Discount Bank, First International Bank of Israel y Mizrahi-Tefahot Bank. Anteriormente ya había retirado sus acciones en la armamentística Elbit Systems. La decisión responde a la fuerte presión internacional contra la ocupación ilegal de tierras llevada a cabo por Israel ya que estas entidades están directamente implicadas en la financiación de los asentamientos ilegales situados en tierras palestinas robadas.
Este mismo año, McDonalds, franquicia que ha mostrado públicamente su apoyo al Ejército israelí ha alegado que, a causa de la “desinformación” vinculada a la masacre en Gaza, la empresa está experimentando pérdidas en varios mercados de Oriente Medio, tanto a nivel económico como en cuanto a impacto reputacional en la marca. Las campañas de boicot han propiciado que muchas entidades se vieran amenazas por los daños a su prestigio como marca, al visibilizarse su connivencia con el régimen sionista. Ello ha actuado como aliciente para que muchas se retiren de Israel tras ser reiteradamente señaladas por su implicación directa o indirecta con el genocidio.
Puma, por ejemplo, equipaba a la selección israelí de fútbol hasta que, hace relativamente poco tiempo, dejó de renovar su contrato de patrocinio con la Asociación de Fútbol de Israel (IFA) por motivos reputacionales: “Son cambios que están facilitando, primero, que la impunidad no continúe, porque hay empresas que ante el temor de ser dañadas dejan de operar”, asegura González con orgullo. Bonaval valora la situación de forma similar y celebra los resultados conseguidos hasta la fecha: “Estamos viendo casi diariamente casos iguales en todos los rincones del mundo. Tanto es así que el mes pasado un importante periódico israelí reveló que unas 46.000 empresas israelís han tenido que cerrar desde que comenzó la fase actual del genocidio palestino en octubre”.
La marca de helados Häagen-Dazs ha dejado de vender sus productos en las colonias y G4S, la compañía de seguridad más grande del mundo, que gestiona prisiones israelíes en las que están encerrados presos palestinos, ha anunciado que venderá la mayor parte de sus negocios en Israel como consecuencia de las presiones ejercidas por la campaña BDS. Por otro lado, la empresa de gestión energética Veolia han reaccionado a la presión de la campaña y ha llegado a afirmar que va a finalizar ciertos aspectos de su apoyo a Israel.
Cada día más cerca de la “libertad, la justicia y la igualdad”
Desde las organizaciones propalestinas critican la doble vara de medir de los Gobiernos e instituciones desde que comenzó el genocidio. Tan solo unos pocos como Colombia, Bolivia, Belice, Argelia, Libia, Qatar o Yemen han roto relaciones sus comerciales con Israel, mientras que el resto tan solo declara formalmente su voluntad de que se ponga fin al conflicto armado. En el marco europeo, Israel sigue siendo un socio más de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mientras que Rusia fue inmediatamente expulsada de la misma por su ruptura del derecho internacional cuando estalló la guerra en Ucrania. “Existen equipos de fútbol que son de alguna colonia israelí y juegan en las ligas israelíes, aunque sean de segunda división, pero oficialmente podrían participar en la Copa de Europa. Se les está permitiendo la impunidad y no hay entidades que les sancionen de ningúna manera por sus acciones”, asevera González.
Egis Rail, empresa seleccionada por las autoridades de ocupación israelíes como consultora para el tren ligero de Jerusalén en 1999, fue ratificada en 2023 como una de las empresas participantes a título lucrativo en la ocupación y colonización de Palestina. La actividad desempeñada por esta entidad permite conectar los barrios de los asentamientos israelíes entre sí en el territorio ocupado palestino, transfiriendo población desde la potencia ocupante a territorio ocupado y expulsando a la autóctona. Esta empresa figura en la base de datos del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que incluye a 98 empresas que se considera implicadas en la ocupación y colonización. Sin embargo, el Pacto Mundial, también perteneciente a la ONU, ha incluido en su lista de empresas con buenas prácticas a esa misma entidad previamente señalada por el CDH, una contradicción más que reprochada desde las organizaciones humanitarias de todo el mundo.
Además, tanto CAF como INECO, empresas españolas de ingeniería pública participaron en la gestión y ampliación de varias líneas ferroviarias israelíes a partir de la producción de maquinaria, vagones o autobuses eléctricos que resultaron imprescindibles para el mencionado proyecto de tren en Jerusalén. De hecho, sus vagones son comprados por empresas como Metro de Madrid, Málaga o Palma de Mallorca. Esto esclarece, una vez más, la complicidad del Estado con los responsables de los crímenes perpetrados en la Franja.
Pese a todo ello, es evidente que el debilitamiento del Estado de Israel a consecuencia de la presión desempeñada todos estos años por parte de las organizaciones por el boicot comercial ya es una realidad. “Israel lleva 76 años violando sistemáticamente los derechos fundamentales del pueblo palestino y las resoluciones de la ONU pero esto solo ha sido posible con el apoyo internacional de estados y corporaciones cómplices. Este apoyo, como hemos visto, está comenzando a desmoronarse a marchas aceleradas”, determina Bonaval con esperanza.
Su mirada hacia el futuro es optimista y la lucha de su organización, inquebrantable. La lista de empresas en las que, desde pasado 22 de mayo, se está centrando actualmente el boicot incluye marcas como Siemens, Chevron, RE/MAX, TEXACO, AHAVA y Sodastream, Domino’s Pizza, Burger King, Pizza Hut, Papa John’s o Wix. “A esta lista habría que añadirle todos los productos frescos israelís ya que generalmente se exportan con la etiqueta “Origen: Israel” cuando en realidad provienen de tierras palestinas robadas, como ocurre con los dátiles, pipas, aguacates, patatas, hummus y vino”, matiza.
También reconocen que otras estrategias han resultado ser igualmente efectivas en distintos procesos decoloniales a lo largo de la historia, las cuales hoy están contribuyendo paralelamente a desarticular el régimen ocupacionista: la resistencia popular palestina contra el muro y las colonias, estrategias legales para acabar con la impunidad de Israel e incluso la resistencia armada son algunas de las que apuntan desde BDS. “El movimiento BDS no es una alternativa a estas formas de resistencia y de lucha por la libre autodeterminación, sino que es una forma más de apoyar esa causa cortando los fondos y armas que llegan a Israel”, comentan los activistas. Eso sí, desde BDS Galiza estiman que “en el ámbito de la solidaridad internacionalista no eurocéntrica, BDS es el apoyo más importante y estratégico que podemos ejercer desde el exterior de Palestina”.
Hoy, esta organización tiene un reto que espera lograr en el corto o medio plazo: conseguir que HP, Google y Amazon, implicados en la digitalización y reconocimiento de los palestinos para el Ejército israelí, cesen su colaboración indirecta con este Estado. “Cuanto mayor sea el aislamiento internacional del régimen sionista, más cerca estará el pueblo palestino de alcanzar la libertad, la justicia y la igualdad que reclaman desde 1948. BDS lleva años desenvolviendo estrategias adaptadas a la realidad de su propio pueblo y que ahora están dando sus frutos”, concluyen.