Traducido para Rebelión por L.B.
El 22 de abril la asociación de Profesores Universitarios del Reino Unido votó a favor de iniciar un boicot contra la Universidad israelí de Haifa. Los partidarios del boicot aludieron al trato que daba esa universidad a uno de sus miembros, el doctor Ilan Pappe, en la controversia suscitada en torno a una tesis de maestría redactada por Teddy Katz sobre los sucesos ocurridos en 1948 en la aldea costera palestina de Tantura, situada a unas pocas millas al sur de Haifa.
La decisión del boicot ha desatado una tormenta mediática tanto en Israel como en el Reino Unido. El debate sigue vivo –oponentes al boicot han reunido las 25 firmas necesarias para convocar una conferencia especial de emergencia para debatir de nuevo el boicot. Esta reunión tendrá lugar el 26 de mayo.
Quiero dejar claro desde el comienzo que yo mismo me he visto envuelto tangencialmente en el affair Katz: asistí a las sesiones del tribunal como parte del público y acabo de finalizar mi traducción al inglés de la tesis de Katz. Sin embargo, mi interés por los sucesos de Tantura de 1948 se remonta a mucho antes.
En el verano de 1954, seis años después de que los israelíes conquistaran la aldea de Tantura, pasé un verano en el kibutz Nachsholim, fundado sobre las ruinas de la aldea palestina solamente un año después de su conquista. A la sazón era yo consejero del movimiento juvenil Hanoar Ha’oved. Siguiendo la costumbre de aquellos días según la cual los miembros adolescentes mayores del movimiento solían pasar los meses de verano trabajando voluntariamente en un kibbutz, mi grupo de estudiantes de 11º curso fue enviado a Nachsholim.
Fuimos recibidos calurosamente y nos instalaron en las antiguas casas que salpicaban la franja costera de lo que antaño había sido Tantura. Algunos miembros del kibutz, especialmente los varones solteros no mucho mayores que los chicos de mi movimiento juvenil, acostumbraban a pasar la mayor parte de sus tardes con nosotros. Durante una de esas reuniones, una chica de mi grupo se volvió hacia uno de los miembros del kibutz y le preguntó por las casas en las que estábamos hospedados. «¿Qué son estas casas?», preguntó. «¿Quién vivía aquí y dónde está esa gente ahora?» .
Se hizo un breve silencio y luego uno de los miembros mayores del kibutz cambió de tema diciendo: «No hablemos de eso. Es demasiado complicado». En ese instante una luz de alerta se encendió dentro de mí: «Algo malo ha ocurrido aquí». Sin embargo, no hice nada por indagar más. Seguí con mi vida y de hecho acabé olvidando por completo aquel incidente, aunque persistió la conciencia de que algo indecoroso había ocurrido allí.
Más de 40 años más tarde, cuando el asunto Teddy Katz estalló, recordé inmediatamente aquel incidente ocurrido en Nachsholim/Tantura en el verano de 1954.
Teddy Katz, miembro del kibutz Magal y natural de la ciudad de Haifa, había pensado inicialmente hacer su tesis de maestría sobre los sucesos acaecidos en Haifa durante la guerra de 1948. Su supervisor, Kais Firro (y no Ilan Pappe, como muchos parecen creer), le disuadió de elegir ese tema debido a la relativa abundancia de ese tipo de material. En su lugar, sugirió a Teddy que se concentrara en el estudio de alguna de las aldeas situadas al sur de Haifa y que investigara la suerte que corrieron durante la guerra de 1948.
Así pues, en 1998 Katz presentó ante la universidad de Haifa una tesis de maestría que analizaba la suerte que corrieron varias aldeas palestinas, en particular Ein Razal, Um el Zeinat y Tantura. La tesis fue aprobada y recibió una calificación del 97%, la más alta nota recibida por una tesis de la que yo haya oído hablar. En 1999 Teddy Katz recibió el título de MA (en investigación) por la universidad de Haifa.
A la hora de recoger datos para su investigación Katz recurrió ampliamente al uso de testimonios orales como una de las principales fuentes de su metodología. Entrevistó a más de un centenar de israelíes y palestinos que se encontraban en aquellas aldeas o que tuvieron algún vínculo con ellas durante la guerra de 1948.
A partir de los datos recogidos Katz concluyó que durante la conquista de Tantura por parte de las fuerzas judías israelíes a finales de mayo de 1948 un gran número de personas –probablemente hasta 225– habían sido asesinadas. Katz calculó que cerca de 20 personas habían muerto durante los combates por Tantura y que el resto, tanto civiles como combatientes capturados, fueron muertos después de que la aldea se hubo rendido y tras haber sido desarmados (puesto que muchos creen que Katz concluyó en su tesis que en Tantura se perpetró una masacre, es importante subrayar que la palabra «masacre» no aparecía en absoluto en su tesis).
A fines de enero del 2000 Teddy Katz fue entrevistado por Amir Gilat, un periodista de Ma’ariv, diario israelí de gran tirada donde posteriormente se publicó un largo artículo en el que se resumían los hallazgos contenidos en la tesis de Katz. Es en este artículo de Ma’ariv donde aparece por primera vez la afirmación de que en Tantura se perpetró una masacre.
Poco tiempo después de la publicación del artículo de Ma’ariv un grupo de veteranos de la Brigada «Alexandroni», la unidad militar que atacó y conquistó Tantura, interpuso una denuncia por calumnias contra Katz. Los veteranos estaban representados por Giora Erdinast, abogado nieto de uno de los veteranos y de quien se dice que ha actuado como representante de su causa sin cobrar honorarios. El representante de Teddy Katz fue Avigdor Feldman, un conocido abogado israelí que trabaja en el campo de la defensa de los derechos humanos.
La vista comenzó en diciembre del 2000. Las acusaciones contra Katz se centraban en la afirmación de que su tesis contenía citas erróneas y que existían discrepancias entre algunos de los testimonios orales grabados y el texto de la transcripción contenida en la tesis. Se descubrieron entre seis y nueve discrepancias de ese tipo. Por ejemplo, en uno de los casos Katz citaba a un veterano de la brigada Alexandroni utilizando la palabra «nazis», mientras que, en realidad el testigo había utilizado la voz «alemanes». En otro caso, Katz informaba que un testigo palestino «vio» un incidente mientras que, en realidad, el palestino dijo que había «oído» el incidente (para ser justos con Katz, conviene hacer constar aquí que algunas de las cintas eran apenas audibles y que en algunos casos los vocablos que utilizaban los informantes palestinos eran formas dialectales apenas comprensibles propias del la variante del árabe palestino hablado en la región. Si tenemos en cuenta este factor, la mayoría de las «discrepancias» se asemejan de hecho más a interpretaciones razonables).
Es importante observar que cerca de dos meses antes del inicio del juicio, Katz, que soportaba una fuerte presión financiera derivada de los gastos del juicio, recibió una donación de 8000 dólares procedentes de fuentes palestinas. Esta cantidad le fue entregada a Katz por Faisal Husseini, a la sazón representante en Jerusalén de la Autoridad Palestina. En aquel momento Katz estaba obligado a depositar inmediatamente 30.000 shekels para que el caso pudiera continuar y la necesidad de fondos adicionales se había hecho especialmente apremiante después de que una velada organizada en el progresista Club Tzavta de Tel Aviv para recoger fondos no lograra reunir la suma necesaria.
El hecho de que Katz recibiera fondos de manos palestinas se conoció solamente a finales del año 2002, a raíz de la captura de documentos realizada por los israelíes en el infame raid policial y «conquista» de la Orient House, el cuartel general palestino en Jerusalén Este (el raid fue dirigido por Uzi Landau, el militante derechista miembro del Likud que ocupaba entonces el cargo de Ministro de Seguridad Interna). Irónicamente, esta revelación salió a la luz aproximadamente un mes antes de que Katz entregara la versión revisada de su tesis, una revisión que, como veremos más adelante, fue motivada por la decisión de la universidad de Haifa de suspender su título después del juicio.
Pero volvamos al proceso.
El propio Katz fue el primer y único testigo que declaró ante el tribunal. Al final de la segunda jornada del proceso ocurrió algo realmente chocante: Katz aceptó llegar a un acuerdo fuera de la sala y firmó una «disculpa» admitiendo que lo que ocurrió en Tantura no fue una «masacre» -esta palabra sí aparecía en la disculpa y parece que negarla fue el único propósito que se perseguía. La ironía consiste en que la verdadera cuestión, es decir, saber si tras la rendición de la aldea los ocupantes asesinaron a civiles y a combatientes desarmados, no se mencionaba. Aparentemente, lo único que los veteranos deseaban era una disculpa por la utilización de la palabra «masacre», una palabra que, recordémoslo de nuevo, no aparecía en ningún lugar en la tesis de Katz.
El documento se firmó entrada la noche (cerca de las 11:45), en una reunión a la que asistían uno de los abogados no litigadores de Katz, Amatzia Atlas, quien es además prima de Katz. El abogado de Katz, Avigdor Feldman, no estaba presente y no tenía conocimiento de este acto.
Según Katz, los remordimientos por lo que acababa de hacer comenzaron a asaltarle en el mismo momento en que se alejaba en taxi del lugar de la reunión. En aquel preciso instante hizo partícipe de sus resquemores a Atlas. Aparentemente, Atlas convenció a Katz de que lo «consultase con la almohada» y que esperara a ver cómo se sentía a la mañana siguiente. Asimismo, según Katz, un abogado de la universidad de Haifa presente durante la firma del acuerdo dijo a la mujer de Katz (que también había estado presente en el acto): «Dile que firme y que continúe sus estudios para obtener el doctorado».
Es importante reseñar que, según Katz, en el lapso de tiempo de aproximadamente 12 horas que median entre la firma del acuerdo y el reinicio de la vista judicial, solamente habló con dos personas más: un amigo íntimo y Adam Keller, el portavoz de Gush Shalom.
Al comienzo de la sesión del tribunal a la mañana siguiente la magistrada de la sala Drora Pilpel anunció que el caso estaba cerrado, lo que provocó el silencio atónito del numeroso público presente en la sala, ignorante de lo que había ocurrido la noche anterior. La magistrada explicó que se había firmado un acuerdo fuera de la sala y que, tras examinarlo, el tribunal lo había aprobado.
En ese momento, el abogado Feldman se levantó y le dijo a la juez que Katz deseaba hacer una declaración. Tras la autorización de la magistrada Katz explicó al tribunal que había firmado el acuerdo en un momento de debilidad del que ahora se arrepentía profundamente. Además, sentía que no sería capaz de vivir de acuerdo con su decisión puesto que no representaba lo que realmente pensaba sobre su trabajo. Rogó al tribunal que le permitiera retractarse de su «disculpa» y que pudiera seguir defendiéndose contra la denuncia por calumnias.
El abogado de los veteranos de la brigada Alexandroni solicitó al tribunal que rechazara la demanda de Katz y, tras varias horas de deliberaciones, la juez Pilpel anunció su decisión de no permitir a Katz dar marcha atrás en el acuerdo que había firmado. Subrayó enfáticamente que su decisión obedecía exclusivamente a su convicción de que un contrato entre partes debe ser respetado. Enfatizó que su decisión no tenía nada que ver con el contenido, precisión o veracidad de la demanda por calumnias. Katz apeló al Tribunal Supremo quien, a su vez, mantuvo la decisión de la juez del tribunal de primera instancia alegando exactamente las mismas razones.
Como parte del acuerdo firmado, Katz fue obligado a publicar una «disculpa» en la prensa. Katz se negó a hacerlo puesto que semejante acto no reflejaría fielmente sus sentimientos verdaderos acerca del caso. El abogado de los veteranos publicó entonces la «disculpa» por sí mismo y procedió a embargar el automóvil de Katz para pagar los gastos de publicación. Katz pagó la factura de publicación para evitar el embargo de su vehículo.
Se ha escrito mucho acerca de las razones que provocaron el «derrumbe» de Katz y lo indujeron a firmar una «disculpa» en la que obviamente no creía. En este contexto, debemos notar que la presión de la demanda por calumnias resultó seriamente perjudicial para la salud de Katz. Sufrió un ataque leve y su estado general de salud y emocional decayó. Varios miembros de su familia, incluida su esposa, sus hijos y su prima, la abogada Amatzia Atlas, lo presionaron para que aceptara un acuerdo, pues realmente temían por su vida.
Tras la conclusión del juicio, la universidad de Haifa nombró a un comité de cuatro para que «revisaran» la tesis de Katz. Las deliberaciones que condujeron a tal nombramiento no están claras. La universidad nunca ha explicado cuáles fueron las reglas procedimentales que aplicó para volver a revisar el status de una tesis ya aprobada que había obtenido una calificación del 97%.
El comité informó que había descubierto algunos errores graves. Por ejemplo, decía que la tesis «fracasó en la fase de presentación al juicio del lector del material en bruto, tanto en lo relativo a su organización según criterios estrictos de clasificación y de crítica, cuanto en lo relativo a aparentes casos de negligencia con respecto al testimonio de los entrevistados». Se suscitó un encendido debate entre los miembros del comité sobre si las «distorsiones de Katz» obedecían a motivos políticos y eran deliberadas.
Merece la pena repetir que, que yo sepa, la universidad nunca aportó la justificación legal y procedimental de estos actos a la luz de ninguna normativa preexistente. Este hecho reviste especial relevancia puesto que está claro que la tesis de Katz no fue «revisada» en respuesta a una queja académica interna, o sobre la base de información de carácter académico aportada formalmente ante la facultad por un cuerpo académico cualificado y autorizado, o como resultado de una queja formulada por una persona que hubiera formulado su protesta tras escrutinio académico de la tesis. Por el contrario, parece ser que la evualuación de la tesis se reabrió basándose en cierta impugnación surgida de un procedimiento judicial abortado y que la acción no siguió las pautas formales y establecidas de procedimiento académico.
A causa del informe emitido por este comité, la universidad de Haifa anuló el título de Katz (se produjeron incluso requerimientos a bibliotecas para que hicieran desaparecer la tesis de sus estanterías) y se le ofreció la oportunidad de revisar su tesis y volverla a presentar. Katz aceptó la «oferta» y revisó de forma significativa su tesis tanto aumentando considerablemente el número de personas entrevistadas como introduciendo grandes cambios en el estilo y estructura de la tesis. A fin de evitar la posibilidad de críticas por eventuales discrepancias entre los testimonios orales y su reflejo en la tesis, Katz incluyó en ésta un gran número de transcripciones literales. Naturalmente, ello provocó un considerable aumento del volumen de la tesis (la extensión total final del original hebreo alcanzaba casi las 600 páginas mientras que la traducción inglesa sobrepasaba las 800). También hizo que el resultado final fuera un documento más bien pesado y tedioso. Irónicamente, este intento de prevenir toda crítica produjo a su vez más críticas sobre la calidad del texto y de la escritura.
A finales del año 2000 Katz presentó su tesis revisada en la Universidad de Haifa.
En una decisión sin precedentes, la universidad de Haifa designó a un comité examinador anónimo compuesto por cinco individuos. A pesar del supuesto anonimato de este comité, la identidad de algunos o de todos sus miembros pronto comenzó a circular en el ciberespacio -el origen de la(s) filtración(es) se ignora. El hecho de que los nombres de los miembros del comité circularan libremente dejó claro que el supuesto «secreto» de las deliberaciones no existía. Simultáneamente, se hizo evidente que algunos miembros del comité no estaban en condiciones de alegar objetividad o falta de prejuicios.
La opinión que la tesis revisada de Katz mereció a los cinco miembros del comité fue altamente divergente. Dos miembros le concedieron una nota muy aceptable de 85 y de 83. Dos la condenaron (calificándola con cerca de 40). El quinto miembro del comité le dio una nota de 74. Entonces la universidad de Haifa adoptó una medida tan insólita como la anterior: hizo una media de las calificaciones otorgadas por los miembros del comité. El resultado de este dudoso procedimiento estadístico fue una nota que rondaba el 70%, es decir, un 1% menos del nivel necesario para obtener el aprobado en una tesis de maestría en la universidad de Haifa.
Basándose en los resultados de este procedimiento tan extremadamente inusual y dudoso, la universidad de Haifa rechazó la tesis de Katz y le negó el título de MA (Master of Arts) en investigación que le habría correspondido si su tesis hubiera sido aceptada. No obstante, dado que Katz había cumplido todos los requisitos y tareas inherentes al curso, la universidad de Haifa no tuvo más remedio que concederle (a regañadientes, presumo) un título de MA «no investigativo».
Finalmente, reviste cierto interés saber que, entre otros, dos escritores seniors especializados en el período de la guerra de 1948 han concluido posteriormente que la tesis de Katz sobre los sucesos de Tantura no carece de mérito. Tom Segev concluyó su artículo sobre dicha cuestión afirmando que aunque Katz puede haber cometido algún error como historiador, los acontecimientos que describió probablemente sucedieron. Benny Morris decidió que un número significativo de habitantes de Tantura fueron muertos tras la rendición del lugar y concluyó que no tenían armas o habían sido desarmados cuando los mataron.
La opinión de Morris es especialmente interesante puesto que objeta metodológicamente la admisibilidad de la evidencia histórica oral (cuando le pidieron que ayudara a Katz se negó porque Katz se había basado en testimonios orales). En una entrevista concedida al Jerusalem Post, Morris argüía que, aunque no está seguro de que lo que ocurrrió en Tantura, hubiera sido verdaderamente una masacre, tenía ahora la certeza de que los soldados habían perpetrado en Tantura atrocidades, violaciones y asesinatos.
Por lo que yo sé, a pesar de que varios académicos de la universidad de Haifa me manifestaron su malestar por el trato que la universidad dio a Katz, el único que lo defendió públicamente fue Ilan Pappe.
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Zalman Amit creció en Israel, emigró al Canadá y ahora divide su tiempo entre ambos paises. Profesor emérito del Centro de Estudios de Neurobiología del Comportamiento de la Universidad Concordia de Montreal, ha soliciado ser incluido en la lista lista negra de académicos del Campus Watch.