Una vez más y van… el mundo si ruborizase presencia una nueva matanza de poderosas fuerzas militares contra pueblos inermes. A Libia, Irak, Siria, Afganistán, Ucrania y Gaza se le suma Yemen. Lo sabíamos y lo veníamos advirtiendo, ahora el inicio de una nueva guerra de consecuencias obviamente desconocidas, se ciernes en un punto extremadamente […]
Una vez más y van… el mundo si ruborizase presencia una nueva matanza de poderosas fuerzas militares contra pueblos inermes. A Libia, Irak, Siria, Afganistán, Ucrania y Gaza se le suma Yemen. Lo sabíamos y lo veníamos advirtiendo, ahora el inicio de una nueva guerra de consecuencias obviamente desconocidas, se ciernes en un punto extremadamente sensible de la geoestrategia internacional. Ya son más de dos mil quinientos los muertos producidos por la embestida encabezada por Arabia Saudita. Tras esta guerra, Yemen puede convertirse en otro Estado Fallido, como Somalia, Libia, Irak o Afganistán, y quedar a tiro de piedra de al-Qaeda o Estados Islámico.
Del único modo que la familia Saud sabe hacer las cosas, al de su realísimo antojo, los dueños de Arabia, asociados con un nutrido y muy rico grupo de naciones (Emiratos Árabes, Kuwait, Bahrein, Qatar, Sudán, Marruecos, Jordania, Egipto y Pakistán, esgrimiendo la excusa de restablecer el orden quebrantado por la revolución Houthi, y saltándose todas las normativas internacionales iniciaron la operación «Tormenta Decisiva». Ignorando cualquier norma de Naciones Unidas, Riad declaró unilateralmente zona de exclusión aérea el territorio yemení.
El virulento ataque de la nación más rica del mundo árabe a la más pobre, se hace en nombre de una «democracia», que la familia Saud niega a sus propios súbitos.
¿Será necesario recordar que en la Arabia de la familia Saud, no existe el mínimo embrión de democracia, que la mujer no goza del ningún derecho, que no existen partidos políticos, que se ejecuta a homosexuales, que los castigos incluso la pena de muerte son públicos, una buena advertencia para quienes sueñen, solo sueñen, con modificar el orden imperante, que los chiítas del reino, que representan el 20% de la población, son tratados como ciudadanos de segunda clase y carecen de todo derecho?
Los Saud han instalado una dictadura teocrática que se ampara en la versión más atrabiliaria del sunismo: el Wahabismo, fuente filosófica donde abrevan al-Qaeda y Estado Islámico y todas sus organizaciones satélites. Riad ha sostenido con ingentes guerras salafistas en Libia, Afganistán, Irak y Siria, además de haber financiado operaciones encubiertas de los Estados Unidos en Nicaragua, Italia y el sudoeste asiático.
Es por ello que Washington, saltándose las prohibiciones internacionales, ha vendido a Riad casi mil millones de dólares en bombas de racimo, que son parte de un negocio global de sesenta y siete billones de dólares, a partir de la Primavera Árabe en 2011. En 2010 Europa había vendido a los saudíes 3.300 millones de dólares en armamento. Además de otros negocios de ingeniería civil y comunicaciones que han sido una importantísima fuente de ingresos para la alicaída Europa, por lo tanto, nada que haga el Reino será castigado por la comunidad internacional.
Los Saud han invertido desde 1974 fortunas incalculables para expandir el Wahabismo, a través de la construcción de mezquitas, escuelas y centros coránicos, la financiación de clérigos, profesores y alumnos y la promoción de los libros de los principales promotores del salafismo. Solo entre 1982 y 2002, construyó mil quinientas mezquitas, doscientos centros islámicos y dos mil escuelas islámicas en países no musulmanes. Organizaciones religiosas sostenidas por Riad, según algunas agencias de inteligencia occidentales, han financiación acciones terroristas en los Balcanes, Somalia, Kenia, Indonesia, Filipinas, Chechenia, Daguestán, Argelia, Egipto, Afganistán y Pakistán.
Entre ellas los inicios de al-Qaeda en Afganistán, también sostuvo al Grupo Islámico Armado (GIA) de Argelia en una guerra civil que se cobro 200.000 mil muertos en los años noventa, ha sostenido a los Hermanos Musulmanes en Egipto y en la actualidad sostiene bandas armadas como al-Nusra o Estado Islámico en Siria e Irak.
La diplomacia ha presionado a Pakistán, Egipto y Afganistán. Para que de alguna manera participen de la entente contra Yemen. El ministro saudí de defensa Mohammad bin Salman al-Saud, hijo del rey Salman, después de reunirse con el presidente afgano, Mohammad Ashraf Ghani, prometió importantes inversiones en el país a cambio de que Kabul «inundase» Yemen de combatientes. El hasta hace poco independiente presidente egipcio el general Abdel Fattah al-Sisi, debió hocicar frente a los dólares frescos que ayudan mínimamente a disimular la tremenda crisis económica que vive su país.
Riad necesita combatientes con la experiencia, ya que ellos carecen de hombres preparados para enfrentar a los durísimos milicianos yemeníes. Al igual que los egipcios las fuerzas armadas sauditas, solo han sido probadas en conflictos internos, como la que les ha procurado la persecución a los Hermanos Musulmanes y los diversos grupos salafistas que intentan instalarse en la península del Sinaí, las fuerzas sauditas han recibido fuertes revolcones de sus vecinos yemeníes en 2009, y solo pudieron en 2011 reprimir en el marco de la Primavera Árabe, el levantamiento civil en Bahrein.
Yemen cuenta con una sociedad armada, con una población aguerrida y experimentada en combates, no hay casa donde falten AK-47, lanza granadas RPG o granadas de mano. A la férrea tradición guerrera, hay que sumarles a los yemeníes el odio ancestral a los saudíes.
En 2009 milicianos yemeníes consiguieron vencer al ejército saudita y penetrar treinta kilómetros en territorio tomando el control de varias ciudades saudíes, cuando asistiendo a las tropas del gobierno Yemen de entonces quiso copar su región.
En núcleo central de las fuerzas chiítas Houthis o Ansar-Allah, provienen de las montañas del norte y después de diez años y seis guerras han construido una gran base popular no solo en todo el norte sino también en otras regiones de Yemen,
Los Houthis se han convertido en una fuerza inquebrantable y prácticamente invencible a semejanza de sus hermanos libaneses de Hezbollah, han aprendido en la última década a combatir en guerras convencionales y asimétricas, en zonas rurales, montañosas y urbanas. El origen de esta fuerza fue a partir de la guerra civil y la invasión de 1962, del ejercito de Gamal Abdel Nasser y al que le produjo cerca de veinticinco mil muertos, de los setenta mil hombres que había enviado, lo que terminó arrastrando a Egipto a una debacle económica.
El ataque Saudita y de sus socios tienen razones muy concretas que las grandes medios de comunicación intentan enmascarar con la excusa o bien de una guerra intrarreligiosa entre sunitas y chiítas o una pulseada entre las dos potencias regionales Riad y Teherán.
Los motivos reales de la entente procurada por el nuevo rey Salman bin Abdelaziz, apunta fundamentalmente a marcar el terreno al movimiento Houthi que a esta altura no solo representa a los chiítas sino también a los grandes sectores marginados y empobrecidos de los sunitas. El éxito de una revolución liberadora del viejo establishment en Yemen, no solo sería un mal ejemplo para el pueblo saudita, sino para el resto de las monarquías del golfo, que con algunas variantes mantienen a sus sociedades sumergidas en el siglo XII. Las provincias orientales de Arabia Saudita, son de mayoría chiíta y donde se encuentra la mayoría de las grandes reservas petroleras de los Saud, como lo es el principal campo petrolero del reino al-Aqvar protegido por treinta mil hombres de la Guardia de Seguridad.
Un cambio en esa región podría no solo modificar los grandes negociados petrolíferos de Riad, sino los de muchas empresas petroleras de occidente que cohabitan y sacan beneficios de la corrupción de los Saud.
Por otro lado y este motivo no solo interesa a las petromonarquias, occidente teme que un gobierno no pro-occidental en Yemen, como si lo era el del renunciante y ahora prófugo ex presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi, que pudiera controlar e l muy estratégico estrecho de Bab-el-Mandeb, (la Puerta de las lamentaciones) el Golfo de Adén y las islas Socotra. Al tiempo que un movimiento como el Houthi podría extender sus efectos al otro lado del estrecho, de apenas treinta kilómetros, donde el convulso Cuerno de África (Somalia, Eritrea, Etiopía, Djibouti), tiende a parecerse más a un polvorín que a países mínimamente organizados. Todos ellos gobernados por dictadores, señores de la guerra, santones mesiánicos o títeres de occidente y donde cohabitan tanto grupos salafistas, como traficantes de personas, contrabandistas y bandas narcotraficantes. Lo que convierte a una de las zonas más deprimidas de África en un caldero donde cualquier guiso se puede cocinar.
Por Bab el-Mandeb, transitan al día 3,8 millones de barriles de crudo, rumbo al canal de Suez, vía el Mar Rojo, en búsqueda del Mediterráneo, es un verdadero cuello de botella al igual que el estrecho de Ormuz, entre Irán y Omán, por donde transitan el 40 % de la producción mundial del petróleo.
Arabia Saudita agita el fantasma de que los Houthis tomando el control de Yemen, podrían interrumpir el paso Bab el-Mandeb, y es cierto que su interrupción implicaría que los petroleros tendrían que entornar toda África para acceder a Europa lo que elevarían los costos al ya muy complicado mercado europeo. Pero la inteligencia saudita sabe muy bien que para los Houthis es materialmente imposible y tácticamente un suicidio, ya que provocaría la intervención de OTAN, por ser los principales perjudicados.
¿Quien paga la operación Tormenta Decisiva?
Las naciones del Golfo Pérsico, que participan en la operación de los Saud representan los grandes proveedores mundiales de petróleo, según la Energy Information Administration (EIA): Emiratos Árabes Unidos (octavo productor mundial de petróleo), Kuwait (sexto en reservas), Bahrein con una extensión menor a la de Luxemburgo produce 48.000 barriles diarios de petróleo y Qatar (tercera reserva de gas natural licuado del mundo, con el 14% del total mundial). Por su parte Arabia Saudita, tiene la primera reserva comprobada con 17% mundial y es el primer exportador de petróleo del mundo.
A la embestida contra Yemen, la casa Saud a dispuesto ciento cincuenta mil hombres y cien bombarderos, los Emiratos Árabes Unidos aportaron treinta aviones de combate, Kuwait y Bahrein quince cada uno, mientras Qatar ha aportado diez aviones casi todos F-16 israelíes. En tanto que el reino de Jordania envió algunos aviones, pero se excusó de no enviar pilotos. Algunas versiones dicen que los F-16 que bombardean Yemen, están siendo operados por oficiales israelíes, de gran experiencia a la hora de masacrar poblaciones civiles, recuérdese Gaza solo en 2014, ahora ha sido atacado el campo de refugiados de al-Mazraq, dejando una cantidad todavía desconocida de victimas.
El ocultar la intervención de los pilotos sionistas sería una de las razones por la que están siendo utilizadas las bases estadounidenses en Bahrein.
Otro de los miembros de la alianza saudita, Pakistán, parece haberse retirado de la matanza, tras la negativa de su Congreso, para evitar que su frente interno se complique todavía más, ya que se había producido masivas manifestaciones en contra de la intervención armada en Yemen, esta actitud de Islamabad, provocó la furia del emir de Qatar quien reprochó la actitud públicamente y puede desactivar los servicios de las fuerzas armadas paquistaníes que sirven al emirato.
Por su parte los tres países africanos que participan de la operación Tormenta Decisiva, Marruecos, casi una monarquía absolutista, Egipto ahogado económicamente y Sudán gobernado por una rama disidente de la Hermandad Musulmana, más allá de las bravatas iniciales no han tenido ninguna intervención, ha excepción de El Cairo que ha enviado algunas naves de guerra, que se dispusieron frente a la clave ciudad de Aden, la segunda del país.
A río revuelto…
Los bombardeos de la alianza han sido una verdadera bendición para las dos bandas salafistas que actúan en Yemen, tanto al-Qaeda para la Península Arábiga (AQPA) como Estado Islámico, venían sufriendo serias bajas en los enfrentamientos con la guerrilla Houthi, desde que empezó la operación Tormenta Decisiva, las bandas salafistas han podido reagruparse y ganar territorio al amparo de las bombas norteamericanas, lanzadas por pilotos israelíes.
Se estima que son cerca de diez mil los miembros con que cuenta AQPA, que fue fundada en 2009 y esta considera una de las más virulentas del holding del terror que dirige el egipcio y heredero de Bin Laden, Aymán al-Zawahirí.
AQPA, es fuerte en algunas regiones del centro del país y su santuario siempre fue la provincia de al-Bayda, la que antes de los bombardeos había sido asediada por las fuerzas Houthis.
El hecho de que los consejeros militares norteamericanos, que manejaban la lucha antisalafista en los tiempos de Mansur Hadi , hayan abandonado el país, junto a gran cantidad de equipo antiterrorista, ha posibilitado que los takfiristas puedan moverse con más libertad y ocupar posiciones estratégicas. AQPA, se está extendiendo hacia el este con más facilidades que nunca.
El dos de abril, militantes de AQPA atacaron la prisión de Mukalla, la capital de la provincia de Hadramawt y liberaron a más de trecientos salafistas.
El enfrentamiento cruzado de varios bandos hace más sencilla la captación de militantes salafistas, tanto para QAPA como para el Estado Islámico.
En la zona montañosa del sur del país, rico en yacimientos petrolíferos, han aparecido por «arte de magia» varios pelotones de milicianos takfiristas, que sin duda comenzaran a operar con la ayuda estratégicas de los Estados Unidos.
De ser vencida la resistencia Houthis el mundo quizás deba preparase para presenciar la creación de un nuevo califato, que como siempre estará listo para atacar a sus hermanos musulmanes pero jamás intereses occidentales.
Para un dato final y casi de «color» (petróleo) hay que mencionar que en Yemen, próximo a la frontera con Arabia Saudita, en las regiones de Masila y Shabwa, se han descubierto importantes reservas de petróleo, que sin duda pueden interesar y mucho a las trasnacionales estadounidenses.
Como una ecuación divina, está dicho, donde hay petróleo no hay paz.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. Colabora con diferentes medios escritos y radiales de América Latina. Dirige en Facebook: «Línea Internacional», «Revista Hamartia» y «Jornada Latinoamericana», «Revista Archipielago» (México), «Caratula» (Nicaragua), «A Plena Voz» (Venezuela), Radio Madre (AM. 530) y Radio Grafica (FM 89.3)). Colabora con «Rebelión», «El Correo de la Diáspora argentina» y «Alainet.org».
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.