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El control israelí del Área C: desarrollo para la resistencia

Fuentes: Al Shabaka

Desde que se formó el actual gabinete israelí en 2015 las iniciativas de Israel para reforzar su control sobre Cisjordania no tienen precedentes. El año pasado, por ejemplo, se presentó el mayor número de licitaciones para la construcción de asentamientos israelíes: más de 3.100 propuestas gubernamentales para la construcción de viviendas. Sin embargo, esto no […]

Desde que se formó el actual gabinete israelí en 2015 las iniciativas de Israel para reforzar su control sobre Cisjordania no tienen precedentes. El año pasado, por ejemplo, se presentó el mayor número de licitaciones para la construcción de asentamientos israelíes: más de 3.100 propuestas gubernamentales para la construcción de viviendas. Sin embargo, esto no es nuevo. Cinco décadas de ocupación israelí -y particularmente la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993- han permitido a Israel continuar la colonización de tierras palestinas y truncar y a la vez dislocar el desarrollo palestino.

En ninguna parte es más evidente que en el Área C. Controlada por Israel según los Acuerdos de Oslo, representa más del 60% de Cisjordania. Israel la ha desarrollado deliberadamente para sus propios fines básicamente mediante la construcción de asentamientos e infraestructura militar.

Aunque los palestinos consideran que su propio desarrollo es un instrumento de resistencia frente a la política de expansión de Israel en Cisjordania, no han podido llevar a cabo ningún programa eficaz que ponga en jaque a Israel. Y no es de extrañar: el desarrollo bajo la ocupación es casi imposible. No obstante, los palestinos podemos trabajar en colaboración para satisfacer nuestras necesidades actuales sin perjuicio de nuestros derechos, incluido el derecho al desarrollo de un futuro Estado palestino.

Este artículo analiza cómo los palestinos pueden capitalizar y resistir aún más la geopolítica del desarrollo actual centrándose en el Área C. Traza la historia del área, examina de qué formas se impide el desarrollo palestino en beneficio de los colonos israelíes, y ofrece estrategias para que los palestinos propongan proyectos de desarrollo que sirvan a las generaciones venideras.

La historia del Área C

Como es bien sabido, los Acuerdos de Oslo que comenzaron a firmarse en 1993 crearon las Áreas A, B y C en 1995, y determinaron que el control del Área A lo asumiera la Autoridad Palestina (AP) y que Israel y la AP se repartieran el control del Área B. Aunque la AP es teóricamente responsable de la vida civil en el Área C, incluida la educación y la salud, las autoridades israelíes ejercen pleno control sobre la seguridad y la administración, lo que incluye su planificación y desarrollo.

Esta situación debía ser temporal. Según Oslo, todas las áreas deberían haber estado completamente asignadas a los palestinos en 1998 pero este acuerdo nunca se materializó y toda Cisjordania ha seguido ocupada por Israel.

El derecho internacional humanitario define a los palestinos como una «población protegida» y a Israel como una «potencia ocupante» que, como tal, tiene prohibido realizar cambios permanentes y está obligada a proteger el status quo previo [a la ocupación]. Sin embargo, los bloques de asentamientos, en constante crecimiento, son todo menos temporales. El Área C alberga  actualmente solo un 6% de palestinos cisjordanos, lo que se traduce aproximadamente en 300 mil palestinos frente a más de 340 mil colonos israelíes. Más de 20 mil palestinos residentes en el Área C pertenecen a comunidades beduinas y de pastores que viven predominantemente en tiendas de campaña, chabolas de metal y cuevas.

Las autoridades israelíes han impedido el desarrollo palestino del Área C y de gran parte del resto de Cisjordania aplicando órdenes militares. Prohiben a los palestinos registrar la [propiedad de la] tierra o construir en ella y prohíben los comités de planificación locales y de distrito. En consecuencia, se excluye a los palestinos de participar en los procesos que orientan el desarrollo espacial mientras Israel sigue confiscando la tierra para supuestos servicios públicos, como carreteras para uso exclusivo de los judíos israelíes.

Solo un 30% de la tierra del Área C está destinada al desarrollo de los palestinos. El 70% restante está clasificado como zonas militares cerradas prohibidas a los palestinos a menos que obtengan permisos especiales de las autoridades israelíes. Estas estrictas restricciones al desarrollo espacial de los palestinos han seguido intensificándose a pesar de que sin el Área C no se podría concebir un Estado palestino. De hecho, el Área C posee valiosos recursos naturales y un rico patrimonio cultural además de contener la mayor parte del área disponible para el desarrollo espacial de un futuro Estado palestino.

Aquellos que se aferran al «proceso de paz» que dio lugar a la creación del Área C siguen ocultando lo que ocurre sobre el terreno: las políticas y prácticas israelíes que crean condiciones similares al apartheid. Una aproximación crítica al Área C confirma que el proyecto israelí no es ni temporal ni accidental -es decir, el de una ocupación militar- sino que conforma un sistema colonial y étnico permanente, el resultado de la ideología y práctica sionistas que aspira a establecer un Estado exclusivamente judío desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo.

La lógica del control de Israel así lo demuestra; incluye un sistema de identificación, carreteras de circunvalación israelíes, controles militares, la aplicación de sistemas legales diferenciados a palestinos y a colonos israelíes en el Territorio Palestino Ocupado (TPO), el monopolio israelí sobre los recursos naturales palestinos además del muro de separación, todo lo cual se viene manteniendo en violación del derecho internacional.

Como resultado, cualquier posible desarrollo palestino se reprime mediante demoliciones, prohibiendo construcciones palestinas y también a través de la «cooperación» hídrica entre Israel y la AP. Hay que añadir además que hay proyectos internacionales de desarrollo y asistencia que perjudican más que fomentan los intereses palestinos.

Desarrollo reprimido

Destrucción y confinamiento israelíes

En el Área C están pendientes de ejecución más de 12.500 órdenes de demolición israelíes que afectan a unas 13.000 estructuras palestinas. Para hacer frente a estas órdenes, los palestinos han elaborado 116 proyectos que beneficiarían a 132.000 palestinos de 128 comunidades. Los planes incluyen la construcción de viviendas y servicios sociales básicos, incluidas escuelas y centros de atención médica. A pesar de cumplir con la normativa internacional, la Administración Civil Israelí (ICA) -que según Oslo administra la gestión de la planificación y zonificación del Área C– ha aprobado únicamente cinco de los 102 proyectos presentados; otros 99 siguen estancados desde hace más de 18 meses en discusiones técnicas. De 2009 a 2013, y de entre 2 mil instancias, solo se concedieron 34 permisos de construcción para palestinos en el Área C.

Obviamente, así es imposible desarrollar la infraestructura básica de la comunidad palestina. Por ejemplo, el Área C afronta una grave insuficiencia de aulas y escuelas primarias comunitarias palestinas, lo que repercute en el acceso de los niños, y sobretodo de las niñas, a la educación. Esas mismas restricciones en el Área C obstaculizan también la expansión natural de las ciudades y los centros urbanos hacia las aldeas rurales. La comunidad internacional dio respaldo a la agenda de desarrollo incluida en los planes [palestinos], y aunque se ha conseguido alguna infraestructura social básica, la brecha de desarrollo sigue siendo enorme.

En relación con esto, hay que tener en cuenta que la densidad de población palestina en las áreas urbanizadas del Área C es un 250% más alta que la de los colonos israelíes. Este contraste, que pone de manifiesto la gran diferencia en el acceso al espacio vital y a los recursos, es aún mayor cuando se comparan las densidades de población de las áreas asignadas para el desarrollo -es decir, aquellas a las que se refieren los proyectos presentados por los palestinos en respuesta a las restricciones impuestas por la política israelí. La densidad de población palestina a la que afectan estos planes palestinos es casi un 600% más alta que la densidad de los colonos israelíes, beneficiarios de los planes de los asentamientos israelíes.

Además, esta densidad de población palestina es mucho mayor que la densidad aprobada en los planes para las áreas A y B. La alta densidad planificada para el Área C está asociada a un espacio muy reducido para que aumente la población, carente de servicios básicos y de desarrollo agrícola o de cualquier otro medio de desarrollo económico. La restricción del desarrollo de las comunidades palestinas del Área C fuerza la migración palestina a los centros urbanos y comunidades de las Áreas A y B, lo que forma parte del objetivo israelí de despoblar el Área C de población palestina.

La «cooperación» israelo-palestina

La cooperación israelo-palestina en el Área C es cualquier cosa menos inocua. Por ejemplo, en enero de 2017 la AP e Israel declararon que se reanudaba la cooperación en materia de agua tras un paréntesis de seis años. El Comité Conjunto Israelo-Palestino para el Agua emanado de Oslo llevaba sin reunirse desde 2010, cuando la Autoridad Palestina del Agua se negó a continuar otorgando aprobaciones para proyectos de infraestructuras relacionados con el abastecimiento de agua a los asentamientos israelíes dentro del Área C.

El nuevo acuerdo que han aprobado ambas partes otorga a las comunidades palestinas del Área C el derecho de conexión a la red de agua sin solicitar permiso a Israel, pero no aborda los proyectos palestinos para extraer más agua de los pozos, mejorarlos o perforar otros nuevos. Asimismo permite a los israelíes construir infraestructuras hídricas y oleoductos sin requisito de aprobación de la parte palestina, una práctica que Israel ha seguido ejerciendo todo el tiempo a pesar del paréntesis en materia de cooperación sobre agua.

Fundamentalmente, el acuerdo evita abordar las profundas desigualdades en materia de agua que ya quedaron patentes desde los Acuerdos de Oslo. Los colonos israelíes, por ejemplo, consumen más de cuatro veces lo que consumen los palestinos en Cisjordania, incluida el Área C, mientras que las depauperadas familias palestinas gastan hasta una quinta parte de sus salarios en agua. Además, las autoridades israelíes no solo prohiben a los palestinos el acceso a sus propias tierras y recursos hídricos sino que destruyen sus infraestructuras, entre ellas las del agua.

El desarrollo del agua en el Área C es casi imposible para los palestinos. Construir una pequeña tubería de abastecimiento para alguna comunidad palestina implica hacerlo en medio de los grandes conductos y redes de agua construidos por Israel para beneficio de los asentamientos, que siguen en constante expansión.

Complicidad internacional

Los proyectos internacionales concebidos para y con las comunidades palestinas en el Área C y en asociación con la AP son otra demostración de cómo se limita el desarrollo espacial. Israel ha utilizado estas iniciativas como herramienta para fortalecer su control sobre Cisjordania, Jerusalén y sus alrededores.

Por ejemplo, las autoridades israelíes aprobaron una red de carreteras regionales rehabilitadas o construidas para los palestinos con el apoyo de la comunidad internacional porque benefician a los colonos israelíes en Cisjordania. Estas carreteras palestinas, además, complementan las carreteras creadas por Israel para unir los asentamientos israelíes en Cisjordania con Israel y aislar a las comunidades palestinas. Esto repercute gravemente no solo en lo que respecta al derecho palestino a la libre circulación; dichas infraestructuras socavan también otros derechos palestinos -como el de la práctica de culto y el derecho a la educación- al obligarlos a viajar utilizando rutas más largas y costosas.

Además, los programas humanitarios de emergencia y asistencia han anulado las intervenciones a favor del desarrollo de Cisjordania, particularmente en el Área C. Las supuestas necesidades de seguridad de Israel han hecho que los palestinos dependan de los donantes internacionales, y las decisiones más relevantes han ido quedando fuera de sus manos.

Estas políticas desarrolladas bajo el marco de [la solución de] dos Estados, solo permiten a los palestinos que viven en el Área C sobrevivir . Sobrevivir -osea, simplemente existir- es imprescindible para salvaguardar la solución de dos Estados. Pero mientras que los palestinos encuentran formas de ser resilientes bajo las inmensas presiones e incertidumbres que caracterizan el contexto de desarrollo en el Área C, están cada vez más en precario.

Un ejemplo es el pueblo de Susiya, al sur de Hebrón. Los 340 residentes de Susiya, que se ganan la vida principalmente de pastorear ovejas, se han resistido a las prácticas israelíes desde que se estableció en sus tierras el asentamiento israelí llamado Susiya en 1983. En 1986, la ACI informó a los residentes palestinos de Susiya que su pueblo había sido expropiado «para fines públicos» y los militares israelíes los expulsaron de sus hogares. Las familias instalaron sus refugios cerca. La ACI los volvió a expulsar en 2001.

Hoy Susiya continúa sobreviviendo principalmente a través de la intervención humanitaria y la asistencia internacional. Los residentes de la aldea han desarrollado planes para el futuro, como el Plan maestro 2013. La ACI ha rechazado la aprobación del plan que garantizaría a los residentes seguridad y acceso al suministro de agua por tuberías. En cambio, ha emitido decenas de órdenes de demolición. Los colonos israelíes impiden el acceso de los aldeanos a sus tierras agrícolas con acciones cuya violencia está documentada.

¿Qué podemos hacer los palestinos?

Para que los palestinos podamos asegurar nuestra tierras y nuestros derechos debemos promover el desarrollo del Área C con intervenciones que den respuesta a las prácticas de la ocupación israelí. Tales estrategias deben ir más allá de la asistencia y de meras iniciativas de desarrollo.

Preservar

En primer lugar, los palestinos deben mantener su presencia actual. La sociedad civil palestina, la AP y los donantes deben hallar fórmulas para que las comunidades palestinas del Área C, incluidas las comunidades beduinas y de pastoreo, sigan creciendo y trabajando en sus tierras. Estos grupos tienen derechos estipulados en virtud del derecho internacional humanitario para utilizar los recursos naturales de la tierra sin poner en peligro su seguridad y mantener sus propiedades y sus lazos históricos con la tierra, así como sus valores culturales.

La capacidad de amparar a estas comunidades puede fortalecerse asimismo por el mantenimiento intencional del parentesco y de las conexiones económicas con los palestinos en las áreas A, B y C. Por ejemplo, las autoridades palestinas competentes pueden garantizar que los grandes municipios de las áreas A y B brinden servicios vitales a las zonas rurales del Área C.

La sociedad civil palestina también puede apoyar el mantenimiento de la presencia palestina en Cisjordania creando o apoyando la creación de mapas de dominio público que incluyan a todas las comunidades palestinas.

Legislación

La AP debe deshacerse de leyes y marcos regulatorios arcaicos y fomentar el crecimiento de las comunidades palestinas. Las políticas obsoletas deben ser reemplazadas por marcos que reafirmen los derechos humanos y la participación inclusiva. Por ejemplo, una nueva ley de construcción y planificación palestina que reemplace las normativas de construcción y planificación vigentes desde el Mandato británico (década de 1940) y de la administración jordana (década de 1960). Son leyes que ya no sirven a los desafíos palestinos sobre el terreno. Una nueva legislación debe tener como objetivo garantizar mejores procesos de participación pública y, por lo tanto, la propiedad local de los planes y de los proyectos especialmente en el Área C.

La AP también debería alentar la cooperación y el trabajo de desarrollo en las comunidades palestinas de las áreas A, B y C a fin de impulsar el crecimiento económico territorial. Por ejemplo, podría apoyar y crear unidades administrativas más grandes que abarquen a las áreas, como consejos de servicios y municipios conjuntos.

Descolonización

Los palestinos deben crear asimismo planes de descolonización para el Área C. El Plan Espacial Nacional respaldado por Europa para el Estado de Palestina de 2009 incluye una visión de desarrollo para el Área C conocida como «Previsión de Palestina 2025- 2050». El documento capta un amplio marco de perspectivas para siete sectores principales: economía, desarrollo urbano, infraestructura, demografía, relaciones internacionales, servicios y recursos naturales. La AP debe finalizar y adoptar la visión de desarrollo espacial como plan oficial que ofrezca procedimientos específicos sobre cómo tratar los asentamientos israelíes en el Área C. Por ejemplo, todos los palestinos interesados, incluidos los refugiados de la diáspora, podrían desarrollar en colaboración un manual sobre cómo abordar los asentamientos israelíes. Las directrices determinarían a qué sectores se asignarían los asentamientos en caso de un Estado palestino, como la agricultura o la industria. Estos sectores determinarían el destino de los asentamientos: la demolición o la conversión.

Los palestinos y sus aliados también deben seguir facilitando la Campaña Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) y trabajar con organizaciones internacionales para luchar por el derecho de los palestinos a desarrollar el Área C . Los socios de desarrollo y multilaterales, incluidas las Naciones Unidas, deberían apoyar dicho desarrollo promiviendo la construcción a gran escala en el Área C siguiendo los parámetros de la solución de dos Estados.

Los pasos propuestos anteriormente no pueden generar un desarrollo palestino sostenible, pero pueden ayudar a revertir la ocupación militar israelí en el Área C y más allá. Al adoptar estas y otras medidas, la sociedad civil palestina y los líderes políticos deben tomar el desarrollo en sus propias manos a través de planes que respondan a las necesidades de las personas y los mantengan en sus tierras para desafiar los planes coloniales de Israel.

Ahmad al Atrash, palestino, miembro de Al Shabaka. Es planificador espacial y especialista en desarrollo urbano. Tiene una amplia experiencia de trabajo con grupos de expertos, instituciones académicas, ONG y agencias de Naciones Unidas en cuestiones relacionadas con la planificación geopolítica y estratégica, la reforma de la gobernanza, la resiliencia y el desarrollo sostenible en el contexto palestino. Ahmad es doctor en Planificación Espacial por la Universidad TU-Dortmund en Alemania.

Fuente: https://al-shabaka.org/commentaries/israels-stranglehold-on-area-c-development-as-resistance/