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El crimen organizado se hizo cargo de las comunidades palestinas de Israel

Fuentes: 972

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Controla el territorio, realiza actividades económicas legales e ilícitas y acumula un inmenso poder político a través de la violencia. Y la policía de Israel está haciendo la vista gorda.

 

El año pasado un récord de 93 personas fueron asesinadas en la comunidad árabe palestina de Israel que, con 1,7 millones de personas, representa una quinta parte de la ciudadanía del Estado. Los sindicatos delictivos organizados han creado un «Estado dentro del Estado» en pueblos y ciudades palestinas en todo Israel, empleando a cientos de soldados de a pie que se dedican a delitos «convencionales» como el tráfico de armas y drogas, con más de 400.000 armas de fuego ilegales a su disposición.

Esos sindicatos también han perseguido a las empresas y los consejos locales árabes, dejando a cientos de miles de ciudadanos viviendo con miedo en sus propias comunidades. Sobre todo, la policía israelí ha mostrado debilidad e indiferencia ante estos problemas y, lo que es aún más inquietante, una intimidad con las familias delictivas árabes. La apertura de nuevas estaciones de policía en las localidades árabes no ha traído alivio: de hecho, la mayoría de estas comunidades han experimentado un aumento de los homicidios.

Este alarmante cuadro ha surgido de meses de investigación y conversaciones con jefes y miembros de consejos locales, policías antiguos y actuales, criminólogos, abogados, activistas de la sociedad civil, contratistas que han sido víctimas de amenazas de la mafia, organizadores de reuniones de reconciliación entre familias y soldados de infantería que han llevado a cabo activamente la violencia de pandillas

Estas extensas conversaciones, junto con datos inéditos, revelan que el crimen en las comunidades palestinas en Israel no es un problema local o cultural, sino un fenómeno creado por las propias organizaciones delictivas. Hay reclamos y evidencia de que estas organizaciones esparcen su influencia directamente o mediante una «franquicia» de grupos locales que operan bajo el patrocinio de sindicatos nacionales.

Según diversas fuentes, estas organizaciones delictivas se han expandido enormemente en los últimos años. Junto con su participación en delitos «convencionales», mantienen una gran cantidad de negocios «legítimos» (restaurantes, supermercados, salones de eventos, etc.) y están tratando de adquirir el control de los consejos locales. La evidencia muestra que también financian campañas electorales locales, proporcionan armas de fuego a grupos políticos rivales durante las temporadas electorales, obligan a licitar a su favor con amenazas de violencia y llevan a cabo disparos automáticos contra contratistas o miembros de alto rango de los consejos locales.

Solo en 2019 los asaltantes abrieron fuego contra 15 de los 75 jefes de los consejos locales árabes. Este fenómeno aumentó después de la implementación de la Resolución 922, un plan de desarrollo económico de cinco años para la sociedad árabe en Israel, que ha transferido grandes sumas de dinero estatal a las autoridades locales. La inyección de efectivo es precisamente lo que los ha convertido en objetivo de los sindicatos del crimen.

Escenario del asesinato de Ashraf Abu Qa’od, Jaffa, diciembre de 2018. (Oren Ziv / Activestills.org)

¿Cómo es posible que Israel haya permitido la creación de un «Estado dentro del Estado» en el que estas organizaciones controlan el territorio, realizan actividades económicas legales e ilícitas y acumulan un inmenso poder político? Existe un acuerdo casi unánime de que la policía está inmovilizada frente a este creciente poder y de que deliberadamente descuidan y son indiferentes ante el llamado «crimen árabe sobre árabe». La evidencia muestra que la policía está haciendo la vista gorda e incluso brindando apoyo a los palestinos que han trabajado con los servicios de seguridad y que explotan el hecho de que el Estado les ha dado armas y protección. Los líderes y activistas palestinos en Israel afirman que este es un plan deliberado para debilitar a la comunidad.

Cómo se trasladó el crimen al «patio trasero» de Israel

Las comunidades palestinas en Israel siempre han sufrido delitos, pero no del alcance y la magnitud que vemos hoy. En 2015 hubo 58 homicidios entre ciudadanos palestinos en comparación con 54 casos de homicidio en la Cisjordania ocupada, donde ahora viven alrededor de dos millones de palestinos (un poco más que el número de palestinos dentro de Israel). Esto aumentó a 72 homicidios entre ciudadanos palestinos en 2017, a 81 asesinatos en 2018 y alcanzó un máximo de 92 homicidios en 2019, en comparación con solo 28 en Cisjordania en el mismo año.

Eso significa que hubo un aumento del 58 por ciento en la tasa de homicidios en las comunidades palestinas en Israel en cinco años, en comparación con una disminución de casi el 50 por ciento en Cisjordania durante el mismo período. Entonces, ¿cuál es la causa?

Según un informe del Centro de Investigación e Información de la Knesset, que cubre datos desde 2014 hasta mediados de 2017, la tasa de asesinatos por cada 100.000 personas entre la población no judía fue cinco veces mayor que la tasa entre la población judía. El 57 por ciento de los sospechosos acusados ​​de asesinato no son judíos. De las 397 víctimas de intento de asesinato en este período, 212 (alrededor del 53 por ciento) no son judíos. En 2014-2015 hubo tres veces más víctimas de intento de asesinato no judías por cada 100.00 personas que víctimas judías. En 2016 esta brecha creció cuatro veces más. Se puede suponer que esta brecha solo se ha ampliado en 2019, aunque la policía aún no ha publicado las cifras finales.

Estas estadísticas demuestran que la «cura milagrosa» ofrecida por el Gobierno israelí de abrir más estaciones de policía en las comunidades palestinas no ha sido efectiva. Lo contrario incluso puede ser cierto: en la mayoría de las localidades donde se abrió recientemente una estación de policía, el número de homicidios en realidad aumentó, no disminuyó. (En 2015 el Gobierno decidió establecer 11 nuevas estaciones en ciudades palestinas, junto con otras abiertas desde 2010; hasta ahora siete de estas estaciones planificadas se han abierto).

Rasool Saada, un abogado que dirigió el proyecto «Comunidades seguras» iniciado por el Fondo Abraham para mejorar la vigilancia en las comunidades palestinas, y que actualmente trabaja en el programa Maoz, explica la diferencia entre el crimen y el crimen organizado: el primero, dice, » involucra a grupos de delincuentes «, mientras que «el crimen organizado significa una conexión entre el mundo criminal y el Gobierno».

Saada marca 2003 como el comienzo de un proceso gubernamental para «secar» los activos financieros del crimen organizado en Israel. En 10 años la mayoría de las principales organizaciones criminales en ese momento habían sido eliminadas y sus cabezas enviadas a prisión.

Esta operación policial tuvo un impacto directo en el sector árabe. «La policía operaba y aplicaba presión en Netanya, Israel central, Ashdod, Nahariya y otros lugares», dice Saada. «Pero el crimen no desapareció, sino que se trasladó al ‘patio trasero de Israel’, las comunidades árabes. No hubo actividad policial en las aldeas árabes, por lo que el territorio estaba preparado».

El doctor Walid Haddad, criminólogo del Western Galilee College y hasta hace poco inspector nacional en el programa de lucha contra la violencia, las drogas y el alcohol del Ministerio de Seguridad Pública, agrega que antes del colapso de las grandes organizaciones criminales en el sector judío las organizaciones criminales árabes actuaron como sus subcontratistas. «Ellos fueron los ejecutores del crimen», dice Haddad. «Los árabes fueron enviados a disparar a un blanco bajo las órdenes de las organizaciones judías. Las organizaciones criminales árabes no tenían una jerarquía, ni orden, ni capacidad operativa. Una vez que dejaron de ser los subcontratistas de las organizaciones judías, desarrollaron el negocio».

Haddad dice que ese fenómeno no fue pasado por alto por las autoridades israelíes. Las organizaciones criminales árabes entraron rápidamente en el vacío resultante, traficando drogas, armas de fuego y mujeres traídas de Rusia y Ucrania a través del Sinaí. Según Saada, «cualquier persona que fuera un soldado de infantería árabe en las organizaciones criminales judías avanzó».

Haddad conoce muy bien el inframundo criminal de la sociedad árabe. «He estado en el campo durante 28 años y conozco a los delincuentes desde que eran adolescentes. Algunos se han retirado pero aún saben lo que sucede a través de sus redes, mientras otros trabajan como ‘árbitros'». La realidad que describe, que también ha surgido en conversaciones con representantes locales que han sido amenazados, es aterradora.

«Tomemos, por ejemplo, las elecciones a los consejos locales», continúa Haddad. «Las organizaciones criminales se preparan con anticipación y venden muchas armas a las familias que son rivales electorales [locales], a veces por cinco o seis millones de NIS por campaña electoral. Se nutren de elecciones y alimentan las peleas y disputas en las aldeas. Si peleas con tu vecino, compras un arma y la escondes por temor a que te ataque». El doctor Thabet Abu Ras, codirector del Fondo Abraham, confirma esta observación basada en conversaciones con los jefes de los consejos locales y los candidatos, quienes tienen miedo de hablar abiertamente.

Otro factor que ayudó a la propagación del crimen es la situación económica. «Después de octubre de 2000 hubo un fuerte aumento del desempleo en el sector árabe», explica Saada. «Es por eso que hoy aproximadamente la mitad de nosotros estamos por debajo de la línea de pobreza. Es una locura», agrega. «Si estás desempleado y necesitas encontrar trabajo cerca de tu casa, el crimen es una solución fácil».

Otro factor, según Saada, es el gran número de «colaboradores» palestinos con los servicios de seguridad israelíes que fueron traídos a Israel desde Cisjordania y Gaza después de la Segunda Intifada. «Mira a Jaffa», dice, «¿quiénes son los autores del crimen allí? Son colaboradores. Nosotros [la sociedad árabe] los rechazamos, sin embargo, comenzaron a vender drogas, poseer armas y lentamente se enredaron en el mundo del crimen. Eso les dio un cierto estatus.

«Ahora recurrimos a ellos para protegernos de otras personas», continúa Saada. «Algo se volvió desigual aquí. Los rechazamos social y políticamente y ahora el poder está en sus manos y nos dicen: si quieres protección, vienes a mí y yo te protegeré».

Sin embargo el enfoque del crimen en la población palestina en Israel es erróneo, argumenta Haddad. Sobre todo rechaza el concepto de «familias delictivas» utilizado por los medios de comunicación, la policía y el Ministerio de Seguridad Pública, diciendo que es una descripción inexacta. La frase correcta -piensa- es «organizaciones delictivas». «Hay familias que tienen muchos académicos entre ellas y sin embargo están etiquetadas como ‘familia del crimen’ solo porque uno de sus miembros es un criminal de alto rango, aunque es muy probable que la mayoría de sus ‘soldados’ sean de otras familias».

«McMafia»

Estas organizaciones operan bajo una estricta jerarquía, explica Haddad. El jefe de una organización nunca tiene un diputado, pero debajo de él hay alguien responsable de las finanzas, otra persona de inteligencia, líderes locales y miembros de bajo nivel capacitados en el uso de armas de fuego. «Los llevan al bosque o las montañas para practicar tiro», cuenta Haddad. «Por eso oímos que la policía atrapa a jóvenes disparando en espacios abiertos». Debajo de estos miembros hay individuos que actúan en nombre de la organización, pero de los cuales la organización no se responsabiliza.

Estas organizaciones altamente complejas, dice Haddad, han llegado a todas las aldeas y pueblos árabes. Explica que su amplia difusión se basa en la construcción de una «franquicia», a la que llama «McMafia». Los delincuentes locales participan en la extorsión o el tráfico de drogas, pero usan el nombre de una gran organización criminal que reembolsa de acuerdo con el alcance de su trabajo y sus ganancias. El pago puede llegar a decenas de miles de shekels al mes. A cambio, si encuentran dificultades, reciben protección de la organización paraguas.

«Es como un eslabón de una cadena», explica Haddad. «La organización no interfiere en el trabajo de los delincuentes locales, pero los delincuentes usan la ‘marca’ a cambio de una gran cantidad de dinero». La cobranza de deudas también puede realizarse de esta manera: si un delincuente de una localidad necesita cobrar una deuda de otra área, puede usar los servicios de la organización local por una tarifa.

Además de estos crímenes «convencionales», las organizaciones criminales se han incrustado profundamente en la economía de las comunidades palestinas en Israel. Las organizaciones criminales, dice Haddad, poseen todo tipo de negocios: supermercados y grandes cadenas alimenticias, restaurantes, salones de bodas, textiles, estaciones de servicio, garajes, concesionarios de automóviles y grandes firmas contratistas. También persiguen a los consejos locales en un intento de obtener el control sobre ellos. El año pasado 15 jefes de consejos locales fueron asesinados, lo que indica una tendencia peligrosa.

«Este fenómeno solo está aumentando», dice Modar Younes, presidente del Comité de Consejos Locales Árabes. «Todos escuchamos que esto está relacionado con las organizaciones delictivas, pero ningún jefe del consejo local ha salido y lo ha dicho explícitamente».

El objetivo es el lavado de dinero, dice Haddad, quien está investigando el tema. En ciertos casos las organizaciones se acercan a los empresarios que han encontrado dificultades y ofrecen saldar sus deudas a cambio del control sobre el negocio. En otros casos, dice, las organizaciones se acercan a los empresarios y les proponen abrir un negocio que financiarán. «Oí esto de primera mano a hombres de negocios que me dijeron que habían recibido tales ofertas», dice Haddad.

El problema es que este es un «callejón sin salida», continúa. «No es como un banco donde pides un préstamo y el negocio es tuyo después de que lo pagas… pertenece a las organizaciones criminales. No puedes cambiar de opinión». Las organizaciones criminales amenazan, disparan y a veces matan a una persona que cambia de opinión. «Ni siquiera es un chantaje», explica Haddad, «porque el dueño del negocio aceptó sus términos a cambio del dinero que le dieron».

Una tubería para las armas

«Las organizaciones criminales árabes son las que controlan el crimen organizado hoy en el Estado de Israel; son fuertes, decididas, poderosas y no son responsables ante nadie», declaró recientemente un alto funcionario policial en un artículo en Mako. «Tienen armas de fuego como todo un ejército, incluyendo miles de armas viejas y nuevas como armas Tavor, Negev y M-16, cientos de dispositivos explosivos listos para usar y cohetes de LAW y no dudan en llevar a cabo asesinatos a plena luz del día. Las organizaciones criminales judías tienen miedo de confrontar a las organizaciones criminales árabes; algunas cooperan con ellos y las que no se alinean con ellos pagan con sus vidas».

¿Cómo es que cientos de miles de armas de fuego ilegales, de las cuales al menos el 70 por ciento provienen de las bases de las FDI –según el ministro de Seguridad Pública, Gilad Erdan- terminaron en pueblos, ciudades y vecindarios palestinos?

El superintendente retirado de la policía Nabil Dahar, que ocupó varios puestos de mando en la Unidad de Investigación de la Policía Israelí («Mahash») en el norte del país, cita la falta de experiencia y recursos. «El ministro sabe que la mayoría de las armas de fuego se sacan de contrabando de las bases del ejército israelí, ¿y qué hace con esta información?», pregunta Dahar. «La policía y los medios están ocupados con Sara Netanyahu, involucrando a cientos de oficiales de policía, pero hay lugares donde ni siquiera han resuelto un solo caso de asesinato. El comando policial presenta datos erróneos. Confiscar un arma y decir ‘la encontramos en esta o aquella aldea’ no resuelve el problema».

Dahar sostiene que el problema recae en el comando policial. «Muchos de los oficiales actuales fueron traídos del ejército. No es una institución similar. No hay acciones de ejecución ni investigaciones exhaustivas ni tratamiento de delitos».

Un oficial judío que sirvió en el distrito central de Israel, donde se concentra gran parte del crimen en las comunidades palestinas, señala la «impotencia» de la policía, la escasez de mano de obra y la imposibilidad de reunir pruebas. «Los asesinos no son detenidos» -dijo el exoficial, que solicitó permanecer en el anonimato- a Local Call. «Compare el porcentaje de homicidios resueltos en el sector judío con el del sector árabe. No hay comparación en absoluto». El oficial compara esta impotencia con la efectividad del trabajo del Shin Bet en relación con los palestinos. «El ShinBet no tiene absolutamente ningún problema dentro del sector árabe», dice.

Los datos corroboran las declaraciones del oficial. Según el informe del Centro de Información de la Knéset antes mencionado, solo un tercio de los homicidios en el sector judío entre 2014 y mediados de 2017 (51 de 147 casos) permanecieron sin resolver (es decir, todavía estaban bajo investigación policial o con la oficina del Fiscal del Estado), en comparación con aproximadamente el 50 por ciento de los homicidios en el sector no judío (119 de 240). Según los datos policiales de 2018, esta brecha está creciendo. Mientras se presentaron acusaciones en el 71 por ciento de los casos de asesinato en el sector judío (25 de 35), las acusaciones en el resto de la población fueron solo del 43 por ciento (35 de 81).

El superintendente jefe retirado Michel Haddad (sin relación con Walid Haddad), quien se hizo famoso por resolver el infame caso de asesinato de Mala Malavsky en la década de 1980, cree que esta diferencia va más allá de la negligencia. «La inteligencia policial sabe exactamente lo que está pasando», dice. «La policía lo sabe todo porque tiene muchos informantes en el sector [palestino] que son básicamente delincuentes en estado de indulgencia. A la policía no le importa. No hay prisa. La policía trata a los árabes de manera diferente. Hace unos años un agente de inteligencia de la policía del municipio de Negev fue atrapado involucrado en un robo. Otro oficial de inteligencia estuvo recientemente involucrado en un robo en Shefa ‘Amr.

Michel Haddad no entiende cómo la policía puede permitir que circulen tantas armas bajo sus narices. «Si la policía quisiera podrían confiscar las armas», dice. «Pueden involucrar al ‘Yamam’ (Unidad de Policía Especial) y la Policía de Fronteras, consolidar las fuerzas, ingresar a Juarish [un vecindario mixto árabe-judío en la ciudad de Ramle], cavar en el suelo y encontrar tiendas de armas en los patios. La policía tiene el poder. Puede tomar medidas. ¿Es Juarish un Estado dentro de un Estado?

Saada explica que la brecha entre la policía y el público palestino en Israel ha crecido desde finales de los años ochenta. Hasta entonces la policía era esencialmente un cuerpo civil donde servían muchos ciudadanos palestinos. «Durante la Primera Intifada, el Shin Bet estuvo ocupado en Cisjordania y Gaza y dejó a la policía los problemas de seguridad relacionados con la población árabe en Israel», dice. Los agentes de policía árabes que sirvieron en la policía se fueron y para el momento del asesinato de Rabin en 1995 casi no quedaban árabes en la fuerza.

Después de los acontecimientos de octubre de 2000, durante los cuales la policía mató a 13 palestinos en Israel en manifestaciones durante la Segunda Intifada, la policía también se dio cuenta de que no quería y no podía trabajar en este sector. «El mensaje fue mutuo», dice Saada. «El liderazgo árabe pidió que lo dejaran solo para cuidar a su propia gente y la policía implementó un modelo llamado «no policial». La policía permaneció observando desde arriba e intervino solo en eventos que podrían socavar la seguridad del Estado, como la violencia entre árabes y judíos, manifestaciones y demoliciones de casas. No tiene interés en asuntos civiles ordinarios. En lo que a ellos respecta los árabes pueden matarse entre ellos.

Un ex alto funcionario del Shin Bet refuerza los comentarios de Saada, afirmando que «el Shin Bet apenas trata con los árabes israelíes». Un evento que no implique terrorismo contra judíos o ataques terroristas por motivos ideológicos no les interesa. No tratarán con el crimen organizado o con armas [dentro de la Línea Verde]. La frontera nacional es el límite».

Según Rada Jabbar, abogado y director del Centro Aman para la Guerra contra la Violencia, «hay una diferencia en el enfoque y el tratamiento de la sociedad árabe en comparación con la sociedad judía». La población árabe existe en los márgenes del Estado -un Estado que se define como Estado judío- … [y] la policía es parte del sistema político. La policía se asegura de que el crimen y la violencia permanezcan dentro de las fronteras de las aldeas árabes».

El doctor Doron Matza, un ex alto funcionario de seguridad que actualmente realiza investigaciones sobre la sociedad árabe en el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, dice que el Estado no está interesado en mejorar la situación en el sector árabe. «Nadie quiere lidiar con los problemas de violencia», dice. «Desde las décadas de 1950 y 1960 se ha hecho un esfuerzo por modernizar las aldeas árabes, pero el Estado nunca tuvo la intención de cerrar las brechas, quería preservar la política de la disimilitud. La falla parcial permitió que el Estado interviniera en el sector. ¿Y cómo se puede mantener la diferencia si todo funciona correctamente? Absteniéndose de transferir todos los presupuestos. Esto se filtra a la policía. Hay poco interés en eliminar el crimen».

Este estado de cosas apunta a una creencia generalizada entre los ciudadanos palestinos de que al Estado no solo no le importa que «los árabes maten a los árabes», sino que buca activamente esos resultados e incluso alienta a las organizaciones criminales. Muchos líderes políticos palestinos argumentan que este es precisamente el caso. También es una creencia que se denuncia repetidamente en las manifestaciones.

Abed Anabatawi, quien era el director general del Alto Comité de Seguimiento para Ciudadanos Árabes de Israel, recuerda una reunión de miembros del comité con el entonces Primer Ministro Ehud Barak y el director de ShinBet, AviDichter, el 3 de octubre de 2000, dos días después el comienzo de los «eventos de octubre». La reunión fue confidencial, pero Anabatawi guardó las actas.

Enfrentamiento de la policía israelí con ciudadanos palestinos cerca de la Puerta del León en la Ciudad Vieja de Jerusalén el 6 de octubre de 2000. (Nati Shohat / Flash90)

Una nota dice: «Avi Dichter, que estaba pelando semillas de girasol, nos dijo: ‘Pagarán [las manifestaciones] caro, ¿qué es para ustedes Cisjordania y Al-Aqsa?'». La reunión -dice Anabatawi- se realizó a las 2:30 de la madrugada. Para entonces cuatro palestinos habían sido asesinados por el fuego de la policía ese día. «Estábamos seguros de que la policía no usaría fuego vivo», recuerda Anabatawi. «Quince minutos después de que terminase la reunión, la quinta persona, Ramez Bushnaq de Kufr Manda, fue asesinada». En opinión de Anabatawi, las declaraciones de Dichter fueron una amenaza: la sociedad árabe está pagando el precio por apoyar a sus hermanos palestinos en Cisjordania y Gaza. El portavoz de Dichter dijo en respuesta que «tal cosa nunca sucedió».

Colaborando con los servicios de seguridad

La conexión entre el apoyo tácito del Estado a los delincuentes en el sector árabe y el reasentamiento israelí de colaboradores palestinos desde los territorios ocupados dentro de la Línea Verde se plantea con frecuencia. A los colaboradores a menudo se les otorga una licencia para portar un arma después de su reasentamiento y muchos líderes palestinos citan esto como prueba de que el Estado, de hecho, está fomentando el crimen. Varios señalan el caso de Nashat Melhem, quien asesinó a dos israelíes en Tel Aviv el día de Año Nuevo del 2016, usando una metralleta que su padre poseía legalmente. El padre de Melhem, según su propio testimonio, «fue voluntario para la policía durante 35 años» y tenía un permiso para otra metralleta que guardaba en su casa. También insinuó en una entrevista que había trabajado con el Shin Bet.

Los policías judíos no niegan el papel de los excolaboradores en el crimen. «Estos colaboradores, que Dios nos ayude», dice el comandante retirado de la policía Ephraim Ehrlich, cuyas funciones incluían varios puestos de mando en la Unidad Central en Tel Aviv, «son enormes problemas. Fueron llevados a barrios en el sur de Tel Aviv y Jaffa y piensan que como eran colaboradores pueden hacer cualquier cosa. Algunos miembros de sus familias se convirtieron en delincuentes. No puedes hablar con ellos. En algunos casos tienen armas. Están seguros de que tienen sus espaldas cubiertas».

Cuando se le preguntó si los colaboradores realmente tienen apoyo estatal, Ehrlich respondió: «Hay relaciones recíprocas con el Shin Bet y con la policía. Tuve algunos casos en los que [los colaboradores] prometieron a un burdel o al dueño de un casino que los protegerían de las redadas policiales porque tienen conexiones con la policía o el Shin Bet». Dice que en la mayoría de los casos»son historias imaginarias», pero admite que muchos «aprovechan su situación para ganar dinero fácil».

Un oficial retirado que sirvió en el ala de inteligencia de la policía afirma que «el Shin Bet no puede cerrar un caso», pero admite que «el Shin Bet necesita proteger sus intereses». Hay quienes necesitan protección que la policía, el Shin Bet y todas las demás agencias de inteligencia siempre estarán felices de salvaguardar». ¿Estas personas tienen mayor libertad de acción? «Siempre. Quien te diga que esto no es así, está mintiendo».

Pinchas Fishler, abogado y exoficial de policía de alto rango, confirmó a The Times of Israel que la policía está haciendo la vista gorda ante el crimen en el sector árabe a cambio de inteligencia de seguridad. En respuesta a una pregunta explícita sobre el asunto respondió: «Esto es absolutamente cierto, no lo veo como un problema».

Hamoudi Masri de Haifa, un abogado que representa a muchas organizaciones criminales, explica: «No es ningún secreto que hay jefes de pandillas que sirven a la policía. Experimenté esto una vez. Una pandilla robó un patrullero policial. La policía me contactó y yo intervine, hice algunas llamadas telefónicas y devolví su patrullero».

Ehrlich y otros agentes de policía confirman que la policía está utilizando a miembros de alto rango de organizaciones criminales para «mantener las cosas en silencio». Esto es particularmente evidente en la participación de la policía en «sulja» -«soluciones» o «conciliaciones»- que son dirigidas por miembros de familias árabes que la misma policía define como «familias delictivas».

Lo mismo puede decirse de un programa gubernamental llamado «Ciudad sin violencia», que se lanzó en 2004 y actualmente opera aproximadamente en 60 ciudades y pueblos árabes. Walid Haddad argumenta que este programa tiene más un carácter de seguridad que un carácter civil. El programa está dirigido por el general de brigada reservista Dani Shahar, y la mayoría de los miembros de su personal superior son militares y personal de seguridad. «Este no es un proyecto de ‘ciudad sin violencia’, sino ‘violencia sin ciudad'», dice Haddad.

Hoy el programa está bajo la autoridad del Ministerio de Seguridad Pública para la Prevención de la Violencia, el Abuso de Alcohol y Drogas. «Su objetivo manifiesto es la guerra contra la violencia y la educación, pero el objetivo encubierto, el criterio para el éxito del proyecto en la sociedad árabe, es el número de jóvenes árabes que logró reclutar para el servicio nacional [no militar] y el número de cámaras que instaló», continúa Haddad. «No recuerdo cuántos casos de crimen y violencia pudieron resolver por medio de estas cámaras».

El Ministerio de Seguridad Pública confirma que el programa involucra a jóvenes voluntarios del servicio nacional, pero afirma que no los reclutan activamente. También afirma que los municipios y la policía coordinan la instalación de las cámaras y que el Ministerio no tiene nada que ver con los materiales que filman.

Una declaración de la policía de Israel en respuesta a una solicitud de comentarios sobre asesinatos en comunidades árabes dijo que «la policía invierte un esfuerzo significativo en resolver casos de delitos en general y asesinatos en particular, al tiempo que emplea medidas encubiertas y abiertas y sin conexión alguna con la identidad o etnia del sospechoso o víctima. Solo en 2019 la policía resolvió 39 casos de asesinato y presentó acusaciones contra los sospechosos.

«Junto con las sesiones preventivas y de información con el liderazgo de la comunidad árabe, y los intentos de prevenir la violencia y resolver conflictos, la policía lleva a cabo actividades en el terreno persistentes y extensas en todo momento para combatir la violencia y tenencia de armas, con el objetivo de reducir la delincuencia en la comunidad [árabe] y en general, y para mejorar la sensación de seguridad entre todos los ciudadanos israelíes».

Con respecto a los datos sobre armas, la policía afirma que «solo en 2019 la policía de Israel arrestó a más de 4.200 personas sospechosas de disparar, comerciar u operar con armas ilegalmente, el 90 por ciento de las cuales son miembros de la comunidad árabe. Desde el comienzo del año alrededor de 1.120 sospechosos fueron acusados ​​de esos cargos y cientos de casos más están siendo investigados activamente o están en proceso de acusación.

«Además la policía localizó y confiscó más de 4.700 armas ilegales, incluidas 1.500 pistolas y otras armas, cientos de granadas de diferentes tipos, municiones y explosivos, la mayoría de las cuales se encontraron en lugares árabes».

Con respecto al crimen organizado en la sociedad árabe, la policía declara que sus fuerzas están «llevando a cabo una lucha implacable e intransigente contra el crimen organizado en Israel, tanto en general como dentro de la comunidad árabe, y que las autoridades policiales están centrando su atención en este tema. En los últimos años la policía y el Ministerio de Seguridad Pública han estado trabajando para fortalecer la aplicación de la ley en la comunidad, mientras asignan recursos significativos para amplificar la vigilancia en las comunidades árabes, así como para promover encuentros y forjar asociaciones con los líderes árabes en Israel, coordinando entre autoridades de aplicación de la ley, formulando una estrategia a largo plazo en el campo de la prevención y aplicación de la ley y construyendo un plan de trabajo.

«El objetivo de la policía es mejorar la sensación de seguridad personal en la comunidad árabe en Israel mientras se utilizan las mejores herramientas, unidades y personal para abordar el crimen en todas sus manifestaciones, comenzando con la delincuencia, la violencia y los delincuentes y terminando con una lucha decidida y continua contra pandillas violentas y organizaciones criminales.

«Como parte de este plan la policía ha dirigido varias conferencias profesionales y significativas sobre el tema de los desafíos de prevención y aplicación en la sociedad árabe, con el propósito de promover y formular una estrategia y política entre todas las partes que se ocupan de este tema. La policía de Israel continuará promoviendo cualquier plan y medida que involucre acciones policiales en las comunidades árabes y para ciudadanos respetuosos de la ley y contra el crimen severo y organizado, con el objetivo de prevenir el crimen, fortalecer la norma de acatar la ley y mantener la seguridad pública en todas partes y en todo momento».

Este es el primero de una serie de artículos de investigación sobre crimen organizado en la comunidad palestina de Israel publicados por Local Call y traducidos al árabe en árabe48.

Una versión de esta publicación se publicó originalmente en hebreo en Local Call. Léelo aquí.

Suha Arraf es directora, guionista y productora. Escribe sobre la sociedad árabe, la cultura palestina y el feminismo.

Fuente: https://www.972mag.com/police-crime-palestinian-communities/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.