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El derecho a amar

Fuentes: ynetnews.com

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Nota editorial: Israel es el único país occidental (1) que prohíbe a los trabajadores inmigrantes tener relaciones amorosas.

El comité de las Naciones Unidas encargado de abolir la discriminación contra la mujer publicó recientemente sus conclusiones. Un aspecto destacado de su informe fue la forma en que Israel trata a sus trabajadores inmigrantes, y en particular la polémica regulación del Ministerio del Interior que establece que si un trabajador extranjero se involucra en una relación romántica, se le negará su visa de trabajo.

Sí, han leído bien. La esencia de un trabajador inmigrante es que toda su existencia y propósitos se encuentran en una definición simple: están aquí para trabajar y sólo para trabajar. Cuanto más duro sea el trabajo, mejor. El Estado de Israel espera que al final de una agotadora y exhaustiva jornada de trabajo, los trabajadores extranjeros -que reciben un sueldo miserable y además están privados de los derechos civiles más básicos- vuelvan a una casa vacía en la que ¡Dios no lo permita! no haya una amante esposa que les dé la bienvenida allí. ¿Amor? Aquí no. No entra en las expectativas de Israel.

En efecto, los motivos de Israel, así como sus políticas para traer a los trabajadores inmigrantes a trabajar al país no tienen nada que ver con la filantropía. El sistema funciona de manera que el Estado y las empresas que necesitan mano de obra traen a los trabajadores para hacer su fortuna. Traer a estos trabajadores supone un beneficio muy bueno para las empresas y para el país, y emplearlos aquí y deportarlos -créanlo o no- es rentable para las partes involucradas. Los únicos que pagan el alto precio son sólo las mujeres que vinieron aquí a trabajar.

Lamentablemente, el derecho a enamorarse no es el único privilegio negado a los trabajadores extranjeros aquí en 2011. Israel es el único país occidental que prohíbe a los trabajadores inmigrantes involucrarse en relaciones amorosas.

La esclavitud de nuestros días

El Estado de Israel tiene todo el derecho a decidir que no quiere trabajadores extranjeros, pero si esa es la decisión Israel debe detener su importación de inmediato. No podemos tenerlo todo -por un lado disfrutar de mano de obra barata y por otro lado pretender que esos seres humanos sólo actúen como herramientas-. Si Israel decide continuar alentando la venida de trabajadores inmigrantes, hay un costo humano que pagar, es decir, tratar a estos trabajadores como seres humanos, con igualdad de derechos, y no negarles el derecho a amar, casarse y traer hijos al mundo.

Si Israel no está dispuesto a aceptar el costo, entonces tiene que detener la venida de más trabajadores desde hoy.

Hace unos días el mundo celebró el Día de San Valentín, un día que simboliza el derecho de cada uno de nosotros a amar y ser amado. En Israel, en 2011, el derecho a enamorarse no es sencillo, y sólo se tiene derecho si él o ella han nacido dentro la etnia adecuada y llegó a este país bajo las circunstancias adecuadas. Sin excepciones.

Es hora de que Israel comience a tratar a los trabajadores inmigrantes como personas y que detenga la esclavitud moderna que se ha creado en el país. Estos trabajadores no son máquinas o robots, sino que viven y respiran como todos los seres humanos, que tienen derechos, como nosotros, que se enamoran y tienen relaciones, y que tienen el derecho a celebrar el Día de San Valentín de la forma que deseen y con las personas que elijan.

Nota de la traductora:

(1) Aunque el artículo dice «Israel es el único país occidental», en realidad Israel está ubicado en el Oriente Medio, por lo tanto no está en Occidente. Se refiere sin duda a su particular relación con Occidente.

Noa Galili es la portavoz de ‘Los niños israelíes’, la organización que lidera la lucha contra la deportación de los hijos de los trabajadores inmigrantes

Fuente: http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4030069,00.html