Uno de los últimos actos de gobierno Donald Trump muestra claramente el negativo impacto de su gestión para el ambiente.
Algunos días atrás inició el proceso para transferir las tierras consideradas sagradas por los indígenas de su país a grandes corporaciones mineras (1). Del mismo modo pocos meses antes, en 2020, firmó una orden ejecutiva que exoneró de evaluaciones de impacto ambiental a los emprendimientos de infraestructura como oleoductos o carreteras.
La presidencia de Trump deja una pesada carga de impactos ambientes y destrucción de la normativa que persistirán por varios años, y que no sólo afecta a Estados Unidos sino a todo el planeta. Sus consecuencias son tan severas que hasta días antes de que la turba entrara al Capitolio en Washington, varios analistas consideraban que esta sería la herencia más dramática de su presidencia (2).
Se pueden reseñar los aspectos más sobresalientes en estos años. Bajo Trump se modificaron, recortaron, debilitaron o anularon, un poco más de 125 normas de regulación ambiental. El ritmo de la demolición fue vertiginoso: unas 30 normas por año. Se afectaron todas las áreas: desde los controles sobre la contaminación del aire, las aguas o los sueles a los estándares sobre las emisiones de las industrias, desde debilitar la protección de áreas naturales a negar el cambio climático (3).
El terremoto Trump revirtió el status de protección de algunas áreas naturales para permitir la explotación de recursos naturales. Un ejemplo muy claro ocurrió con el Parque Nacional Tongass, en Alaska, que es uno de los sitios más relevantes para la protección de bosques, con árboles de hasta mil años de edad. Trump permitió el ingreso de empresas madereras para talar esos árboles. En otras áreas protegidas y en territorios indígenas alentó la explotación de hidrocarburos o el ingreso de los oleoductos.
El trumpismo se alineó con las corporaciones del carbón y el petróleo, rechazó las medidas para enfrentar el cambio climático, y de ese modo liberó o flexibilizó los controles sobre la emisión de gases con efecto invernadero. Se modificaron las emisiones de carbono permitidas para los autos, para las plantas térmicas de generación eléctrica, y se toleraron las emisiones de metano en los sitios de explotación de hidrocarburos (4).
Al mismo tiempo, atacó a la cienciaen muchos frentes, donde otra vez el más notorio fue la negación del cambio climático. De ese modo, Estados Unidos se retiró del Acuerdo de Paris, el modesto convenio por el cual los países buscan aminorar el cambio climático.
Las condiciones de trabajo dentro de las agencias dedicadas a temas ambientales fue tan negativa, que centenas de técnicos la abandonaron (700 según un reciente reporte; 5). Tomará mucho tiempo recomponer esa base humana de conocimientos y experiencias.
Algunas de estas medidas son tan claramente negativas que serán revertidas por el gobierno de JoeBiden. Pero debe tenerse presente que los impactos ambientales se acumulan, persisten y no se detienen ni revierten automáticamente. Por ejemplo, las emisiones de gases invernadero debido a las desregulaciones en transporte, en las generadoras de electricidad o en los pozos de extracción de hidrocarburos, ocurridas bajo el trumpismo continuarán por un tiempo más y persistirán por años. Se estima que se sumarán 1,8 miles de millones de toneladas métricas de gases invernadero, y ese volumen representa las emisiones combinadas de Inglaterra, Canadá y Alemania en un año.
Pero al mismo tiempo, el modo de hacer gestión ambiental de Trump se convirtió en un ejemplo para otros gobiernos. Si Trump podía negar el cambio climático y anular las evaluaciones de impacto ambiental, ¿por qué no hacer otra tanto aquí en el sur? Su más visible alumno ha sido Jair Bolsonaro, quien también está destruyendo la gestión y los controles ambientales dentro de Brasil. Así como Trump permitió el ingreso de los leñadores a un bosque protegido, Bolsonaro tolera la deforestación y los incendios en la Amazonia.
De modo similar, anular las evaluaciones de impacto ambiental es lo que han buscado todos los últimos gobiernos en Perú, y el aliento a la minería del carbón es el deseo de las presidencias colombianas.
Pero lo que no siempre se comprende es que como la destrucción ecológica bajo Trump fue tan extrema, hace parecer como moderados a otros gobiernos que, aunque también destruyen la Naturaleza, lo hacen a un ritmo más lento o sin pavonearse de ello en Twitter. En América Latina nos rodean esos ejemplos, como ocurre en Chile con la persistencia de Sebastián Piñera en evitar autonomías indígenas, o las medidas de Alberto Fernández en Argentina alentando la explotación petrolera y el fracking.
El nuevo gobierno de Joe Biden dará marcha atrás en algunas de estas medidas e intentará revertir otras. Por ejemplo, Estados Unidos volverá a sumarse al Acuerdo de París sobre el cambio climático y promete un plan para generar energía con cero emisiones de carbono en 2035.
Pero es necesaria la cautela, porque se repite lo que se acaba de comentar: el extremismo trumpista hace que los anuncios de Biden puedan parecer el inicio de una revolución ambiental, pero eso está todavía lejos de la realidad. Un examen riguroso de su plan de gobierno muestra que es modesto en materia ambiental, y algunas de sus primeras designaciones indican que se repite la influencia de las grandes empresas de hidrocarburos y energía. A ello se agrega que cualquier norma sustancial deberá ser aprobada por el congreso, donde seguramente no recibirá los votos de la oposición.
No siempre se han advertido estas dificultades, ya que en el pasado año proliferaron análisis apresurados de “nuevos pactos verdes” (Green New Deal) en reacción al trumpismo. El asunto es relevante para América Latina por la difusión que han tenido esos programas. Sin embargo, en la práctica, esos pactos verdes no sólo tienen limitaciones en sus contenidos sino que quedaron enmarcados en apoyos como los de Bernie Sanders a Biden, quien a su vez dejó en claro que el Green New Deal no es su plan (6).
Observado esto desde América Latina, los sectores conservadores combatirían incluso una moderada reforma ambiental como la que asoma bajo Biden. Pero, a la vez, el progresismo sudamericano invoca los pactos verdes, sean los de Estados Unidos o de Europa occidental ya que, como ocurrió con Biden, de todos modos les ofrece la posibilidad de entonar discursos de izquierda mientras siguen apoyando extractivismos de todo tipo (7). Las soluciones que requiere América Latina no pueden quedar entreveradas en una imitación de lo que se discute en Washington o Bruselas.
Todo esto muestra que remontar el legado de Donald Trump requiere de reacciones mucho más enérgicas, más innovadoras, y más enfocadas en las circunstancias propias de nuestro continente.
Notas:
(1) Outcry
as Trump officials to transfer sacred Native American land to miners, A.
McGivney, The Guardian, 16 enero
2021, https://www.theguardian.com/environment/2021/jan/16/sacred-native-american-land-arizona-oak-flat
(2) Un ejemplo de ese tipo de juicio en: What Will Trump’s Most Profound Legacy
Be? Possibly climate Damage, C. Davenport, New York Times, 9 noviembre 2020, https://www.nytimes.com/2020/11/09/climate/trump-legacy-climate-change.html
(3) Trump rolled back more than 125 environmental safeguards. Here’s how. J. Eilperin, B. Dennis y J. Muyskens, New York Times, 30 octubre 2020, https://www.nytimes.com/interactive/2020/climate/trump-environment-rollbacks-list.html
(4) Algunos ejemplos en Air pollution science under siege at US environment agency, J. Tollefson, Nature, 28 Marzo 2019, https://www.nature.com/articles/d41586-019-00937-w
(5) Science ranks grow thin in Trump administration, A. Gowen y colaboradores, Washington Post, 23 enero 2020, https://www.washingtonpost.com/climate-environment/science-ranks-grow-thin-in-trump-administration/2020/01/23/5d22b522-3172-11ea-a053-dc6d944ba776_story.html
(6) What Joe Biden was trying to say about the Green New Deal, D. Roberts, Vox, 7 octubre 2020, https://www.vox.com/energy-and-environment/21498236/joe-biden-green-new-deal-debate
(7) Los distintos tipos de pactos verdes se analizan en: Tan cerca y tan lejos de las alternativas al desarrollo, E. Gudynas, RedGE, Lima, en: http://economiasur.com/2020/10/alternativas-al-desarrollo-en-tiempos-de-pandemia/
Eduardo Gudynas es analista en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Este artículo fue publicado originalmente en La Oreja Roja (Colombia).