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El duro problema de las pérdidas de alimentos

Fuentes: IPS

A pesar de acciones de prevención desplegadas en los últimos años, el desperdicio sigue siendo un obstáculo a vencer por la seguridad alimentaria en la isla caribeña.

Muchas veces se botan sacos de berenjenas y cajas de piña en los mercados para no bajar los precios, mientras en los campos cubanos se pierden cosechas de tomates por falta de cajas y transporte.

Estas pérdidas evitables contrastan con la escasez de alimentos que desde hace décadas sortea con altas y bajas la población de 11,2 millones de habitantes, y se convierten en una prioridad para instituciones científicas y decisores del ramo agrícola.

El análisis sobre cómo frenar este problema y, a la vez, calcular con exactitud cuánto se pierde, ocupó el 25 y 26 de septiembre a autoridades y especialistas de varias instituciones, en el II Taller hacia la Prevención y Reducción de Pérdidas y Desperdicios de Alimentos en Cuba (PDA), en La Habana.

En el encuentro coordinado por el estatal Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical (Inifat) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Cuba, se reflexionó sobre la urgencia de cuantificar, articular actores y divulgar prácticas que permitan eliminar las brechas desde la cosecha hasta el consumidor.

Michely Vega, investigadora del Inifat y punto focal del Comité Nacional de PDA, explicó que, en ocasiones, se habla de porcientos de pérdidas de alimentos en Cuba, sin embargo, en términos de cuantificación quedan muchos estudios por hacer.

Algunas encuestas en ese sentido «dan información, pero no son tan precisas como la cuantificación».

Hasta el momento, las cifras disponibles señalan que se pierde entre dos y cinco por ciento hasta entre 15 y 25 por ciento, sin distinguir el tipo de mercado, ya sea estatal o privado.

Las causas

«Son múltiples las causas de la pérdida de esos alimentos perecederos, sobre todo frutas y hortalizas, cuya manipulación se hace más difícil. No es lo mismo manipular un grano, más pequeño y con menos agua, que una fruta, de fácil deterioro, si no se cumple con los requisitos para lograr un producto de calidad», explicó Vega.

La experta atribuye el deterioro también a las altas temperaturas y humedad relativa propias del clima tropical, la organización de los mercados, las dificultades tecnológicas, los envases, el transporte y la cadena de refrigeración.

A su juicio, aunque el país destina recursos para solucionar los temas de envases y transportación, es insuficiente.

Se requiere, además, de capacitación para productores y especialistas, para hacerles ver que «a mayor maltrato, mayor deterioro», apuntó.

No obstante, consideró que «se ha trabajado mucho en la prevención: existen las minindustrias para aprovechar las superproducciones, circuitos cortos de comercialización y las ventas directas a los hoteles».

Aunque «todo eso reduce de manera importante las pérdidas, deben continuar los estudios de casos y seguir cuantificando, pues no podemos esperar a tener el número para empezar», sostuvo.

Y encomió el programa de abastecimiento municipal, que prevé la producción de cantidades específicas de alimentos para las poblaciones locales.

Sobre este programa, la especialista alabó que reduciría pérdidas pero alertó que requerirá no solo de un sistema de información, sino también tierras suficientes y productivas y recursos financieros para su materialización.

A tono con los ODS

Las acciones que se desarrollan en Cuba y en la región se insertan en la estrategia de FAO para alcanzar la seguridad alimentaria y varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): poner fin a la pobreza y el hambre, salud y bienestar, y producción y consumo responsable, dijo en el taller Raixa Llauger, oficial de Agricultura de la Oficina Subregional de la FAO.

La experta enfatizó en el punto de la agenda mundial que persigue, «de aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita a escala mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha».

Por su parte, Jogeir Toppe, oficial de Recursos Pesqueros de la Oficina Subregional, insistió en evitar que se boten partes del pescado considerados subproductos, cuando pueden contener incluso más nutrientes que las que habitualmente se consumen.

Sobre el asunto, Raquel Silveira, del Instituto de Investigaciones Pesqueras, expuso la experiencia del centro en la utilización de partes no comerciales de langostas y cobos.

¿Qué es el comité nacional?

En el II taller del Comité Nacional para la PDA en Cuba se acordaron compromisos y sinergias de acción entre actores de diferentes segmentos de las cadenas productivas, así como alianzas interinstitucionales para potenciar mayores avances en la reducción de este problema.

El comité fue creado en agosto de 2017 para impulsar los planes de acción para mitigar las pérdidas en el país.

Tiene como antecedente un encuentro de expertos de América Latina, que fue organizado por FAO en 2014 y abrió las puertas a un proceso de sensibilización.

Ese grupo está formado por especialistas del Inifat, los institutos de investigaciones en Fruticultura Tropical, Liliana Dmitrova, de la Industria Alimenticia y las universidades, así como empresas y divisiones tecnológicas de granos y frutales.

Entre los avances del comité cubano, están la cuantificación y el diagnóstico preliminar en segmentos de cadenas alimentarias y acciones de divulgación y sensibilización con públicos profesionales, técnicos, obreros, administrativos y niños de edades escolares.