Recomiendo:
0

Su paciencia y la nuestra

El embajador de Estados Unidos en Irak amenaza a Siria

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El embajador de EE.UU. en Irak Zalmay Khalilzad dice que a EE.UU. «se le está acabando la paciencia» con Siria. No es nada nuevo, funcionarios de EE.UU. lo han estado diciendo durante varios años. Después del discurso del presidente Bush de enero de 2002 en el que presentó a Irak, Irán, y Corea del Norte como un «eje del mal», el pésimo Subsecretario de Estado John Bolton vociferó sobre un segundo nivel de naciones malhechoras: Siria, Libia y Cuba. El programa neoconservador es obviamente el crear una serie de estados clientes en lo que llama el «Gran Medio Oriente» – un imperio que rebosa petróleo, embellecido por bases militares de EE.UU., con brazos y piernas abiertos para la inversión corporativa de EE.UU., cálidamente receptivo para las insinuaciones israelíes.

El gran botín de Irán, trabado entre Afganistán e Irak «liberados», excita una pasión particular en el corazón neoconservador. Su violación, planificada para el verano, ha sido pospuesta por varias razones, sobre todo por la resistencia de los iraquíes «liberados» y el creciente número de víctimas mortales estadounidenses. Estas últimos amortiguan el entusiasmo del pueblo estadounidense por más rapiña. Sobre-extendido y empantanado en dos guerras de baja intensidad en curso, confrontado por un creciente sentimiento contra la guerra y una crisis del reclutamiento militar, el gobierno Bush también se ve ante un sólido muro de resistencia contra un ataque a Irán. No ha podido persuadir a la IAEA para que considere que Irán no cumple con el Tratado de No-Proliferación Nuclear, no ha podido deponer al honesto jefe de la IAEA Mohamed ElBaradei (que subraya que no existe evidencia de la acusación de EE.UU.); no ha podido forzar a ElBaradei o a los delegados de varios países a la IAEA de que se lleve a Irán ante el Consejo de Seguridad; y no ha logrado convencer a Rusia, China e India para que cooperen en una campaña contra Irán. Estas tres naciones son todas poderosas amigas de Teherán.

Admitiendo implícitamente el revés, Condoleezza Rice declaró a Fox News el 15 de septiembre: «Pienso que el tema de un paso [al Consejo de Seguridad] es algo en lo que trabajaremos un cierto tiempo. No me preocupa el cuándo exactamente suceda, porque no pienso que este tema sea tan urgente que tenga que ser el 19 de septiembre» (el 19 de septiembre es la próxima reunión de la IAEA). ¡Bueno! La señora comprende la lección de humildad de los límites del poder, y al dar marcha atrás por lo menos durante unos pocos días, ablanda esos zapatos que compró en Nueva York durante la emergencia del reciente huracán. Pero a Bolton, ahora embajador en la ONU por decreto especial del presidente, le deben rechinar los dientes de frustración.

Irán es un país grande y poderoso con poderosos amigos. Siria, al contrario, como lo ha dicho Richard Perle: «es débil». Si se posterga el ataque a Irán, y Rice está dispuesta a ser paciente, Siria podría parecer tanto más tentadora para los neoconservadores, a los que se les hace agua la boca. Entre estos últimos, Khalilzad está bien colocado para afilar los cuchillos. De modo muy significativo, declara que Siria es actualmente «una amenaza mayor» que Irán. Afgano-estadounidense, supuesto musulmán en un mar de ideólogos judíos laicos, esta interesante figura agrega diversidad a la comunidad neoconservadora que Seymour Hersh ha comparado con un «culto».

Nacido en Afganistán, tiene un doctorado de la Universidad de Chicago de Leo Strauss, donde estudió bajo el gurú neoconservador Albert J. Wohlstetter, reputado y afamado crítico de los tratados de limitación de las armas nucleares y de la doctrina de «destrucción mutuamente asegurada», y abogado del uso de armas nucleares tácticas. Fue miembro fundador del Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense. Tiene una historia compleja como amigo, luego enemigo, de los talibán. Como enviado especial de EE.UU. en Afganistán, conformó el resultado de la farsa de la Loya Jirga en 2002, luego sirvió como embajador de EE.UU. ante la corte de Karzai antes de obtener su nueva misión en Irak. ¿Podía haber una elección mejor para el hombre de avanzada del gobierno para la necesidad de un ataque contra Siria?

Otros han preparado el caso contra Siria, como si estuvieran abordando una tarea académica. «Hagan una lista de razones que podrían ser aducidas para un ataque contra Siria, aduciendo toda la evidencia que puedan encontrar de todas las fuentes, no importa cuál sea su verosimilitud, y considerando su impacto potencial en la opinión pública estadounidense». Bolton preparó un caso para su presentación al Congreso en 2003 tan repleto de agujeros que la CIA obligó a postergar su aparición durante varios meses. Pero la administración, junto con aliados en el Congreso y la AIPAC, logró que se aprobara una ley contra Siria. La siguió con la combinación con Francia (oportunista en grado sumo) para obtener que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la resolución 1559. Al exigir el inmediato retiro de las tropas sirias de Líbano, quería presentar un pretexto para un ataque, pero el presidente Assad satisfizo hábilmente la exigencia incluso antes del plazo especificado. Aumentando permanentemente sus exigencias, EE.UU. exige ahora la partida de todos los agentes de inteligencia sirios de Líbano, sabiendo que siempre podrá aseverar que existen tales agentes sin aducir ninguna evidencia y declarar así que Damasco viola la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Mientras tanto, Siria sigue acusada – por meras insinuaciones propagadas por funcionarios de la administración y sus aliados – de la muerte del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri. Presunta patrocinadora de «grupos terroristas» palestinos y libaneses equipados con armas químicas (para compensar parcialmente las armas nucleares de Israel), Siria es vulnerable al mismo tipo de montaje que precedió el ataque de EE.UU. contra Irak.

El papel de Khalilzad en ese montaje es posar como el guardián estadounidense del nuevo Estado iraquí ‘libre’ sitiado desde Siria por combatientes «extranjeros». Desde el comienzo de la ocupación, Washington ha acusado a Siria de apoyar activamente la resistencia iraquí, y de permitir, si no de facilitar, el ingreso de tales yihadíes a Irak. Supongo que desde este momento la incesante campaña para justificar un ataque contra Siria se concentrará en el tema fronterizo. En algún momento Khalilzad que él y la administración Bush han terminado por perder la paciencia, después de tantos esfuerzos de buena fe por lograr que Damasco se comporte razonablemente, y que «cumpla con sus obligaciones internacionales, etc.». Pero las personas racionales no deberían tolerar la arrogancia de la superpotencia, su indiferencia por la vida humana, y su duplicidad maquiavélica, todo lo cual emana del historial personal de Mr. Khalilzad.

Los preparativos de EE.UU. para un ataque contra Siria podrían recibir poco apoyo de funcionarios del régimen parido al poder por la ocupación. El presidente Jalal Talabani, a pesar de sus antiguos estrechos vínculos con EE.UU. declaró: «Quiero dejar en claro sobre el tema de las relaciones con Siria que todos nosotros en el consejo gobernante somos amigos de Siria». «Tenemos muy buenas relaciones con Siria», declaró al Washington Post este mes. Mientras los dirigentes chiíes en el nuevo gobierno, como el primer ministro Ibrahaim al-Jaafari sienten poca simpatía por la ideología baazista laica del régimen de Damasco, tienen relaciones íntimas con Teherán, que tiene una alianza con Siria y se sentirían profundamente molestos por un ataque contra ese país. También creen sin duda que una invasión estadounidense de un segundo país aumentaría en lugar de disminuir el nivel de la violencia en Irak.

Mientras tanto, los sirios han encarado hábilmente hasta la fecha la presión de EE.UU. A pesar de haber estado desde hace mucho tiempo en la lista del Departamento de Estado de las naciones que patrocinan el terror, Siria ofreció condolencias al pueblo estadounidense después del 11-S y ha cooperado en el esfuerzo internacional por aplastar a al-Qaeda. Se informa que Damasco ha aceptado a sospechosos de al-Qaeda bajo el programa de «interpretación extraordinaria» de EE.UU., prestando a EE.UU. el exquisito servicio de sacarles información mediante la tortura. Cuando Colin Powell exigió en 2003 que el presidente Bashar Assad de Siria cerrara las oficinas de relaciones públicas sirias de Hamás, Yihád Islámico e Hizbolá, a la luz como dijera «de la nueva situación estratégica» en la que las fuerzas de EE.UU. ocupaban el vecino país de Irak, Assad cedió. Como mencionamos, retiró con prontitud las tropas sirias de Líbano. Pero EE.UU. sigue subiendo las apuestas. El Vicepresidente Cheney declaró que EE.UU. no negocia con el mal, sino lo derrota, y, simplemente, la derrota de Siria pesa fuerte en la mente neoconservadora.

Khalilzad se niega a predecir un ataque de EE.UU., sólo señala (como dijera Bush de un ataque contra Irán) «todas las opciones están sobre la mesa». ¿Qué podría hacer el presidente sirio, sólo para eliminar esa opción? Imagínate la siguiente nota diplomática de Damasco a Washington:

«El gobierno de Siria, en deferencia a las exigencias de EE.UU., ha decidido:

(a) negar el ingreso a toda persona de un país árabe o musulmán que llegue al aeropuerto de Damasco con un pasaje sólo de ida, y desplegar de inmediato la mitad de todo su ejército (100.000 soldados) para vigilar la altamente porosa frontera con Irak, de 720 kilómetros de largo, para asegurar que lo que ustedes llaman combatientes «extranjeros» de otros países árabes afines no crucen esa frontera y no ayuden a los iraquíes que constituyen lo que ustedes llaman la «insurgencia» en Irak, en conocimiento de que dicho despliegue debilita considerablemente nuestra posición de defensa nacional, pero también para demostrar nuestro sincero deseo de que ustedes no nos ataquen utilizando como pretexto el tema fronterizo.

(b) Expulsar de inmediato de Siria a todas las personas de las que sepamos que son miembros de organizaciones que su Departamento de Estado considera «terroristas», esté o no el gobierno de Siria de acuerdo con esa denominación, e invitar a sus agencias de inteligencia a que confirmen esas expulsiones, de nuevo para demostrar nuestro sincero deseo de que ustedes no nos invadan utilizando el pretexto de esos individuos, y a pesar del hecho de que al hacerlo debilitamos nuestra propia posición política por esa medida altamente impopular.

(c) Retirar todo agente de inteligencia sirio que aún esté en Líbano, aunque al hacerlo debilitamos nuestra seguridad nacional, abrir nuestros registros a sus agentes de inteligencia para que puedan verificarlo, y aceptar además que no discutiremos su derecho a mantener un aparato de inteligencia en Líbano, un país que les es extraño y que se encuentra lejos de sus fronteras, a fin de demostrar, una vez más, nuestro sincero deseo de no ser atacados, y

(d) Destruir todas las armas químicas, y desmantelar todos los programas de armas químicas y biológicas, en cooperación con Estados Unidos, a pesar de que Siria, que no tiene un programa de armas nucleares, enfrenta a un Israel hostil (que ocupa nuestras alturas del Golan) y que posee 200 armas nucleares.

Todo lo que pedimos a cambio es que ustedes acepten no atacar o intentar un cambio de régimen en nuestra nación soberana. Si concluyéramos un acuerdo semejante, esperamos llegar a un período de relaciones cordiales entre nuestros dos países.»

¿Solucionaría el problema esa actitud de hacer lo imposible? ¿O lo rechazarían rotundamente los neoconservadores que quieren gobernar Siria y dirían: «¡Qué cabrones truculentos!»? ¿Responderían a las iniciativas: «¡Demasiado poco, demasiado tarde!» Assad tiene que aceptar su partida del país. El Partido Baaz y las fuerzas armadas sirias deben ser desbandados»? Es el tipo de exigencias que la administración Bush presentó a Sadam Husein después de que el gobierno de este último, a fines de 2002, hiciera proposiciones de paz igualmente aplastantes, desesperadas, a EE.UU.

El presidente del Comité de Política de la Defensa, Richard Perle, asignado para encontrar a los representantes iraquíes, los descartó como «fracasados» ¡Pero, claro! Lo que quieren los neoconservadores no son simples concesiones humillantes sino una sumisión abyecta. Si no la consiguen, se sienten frustrados. Su paciencia es puesta a prueba en el proceso. Si se salen con la suya respecto a Siria dirán dentro de algunos meses: «¡Hemos hecho un esfuerzo! ¡Muchos esfuerzos! ¡La guerra era el último recurso! Pero Bashar Assad— ¡un Hitler moderno!— envió a terroristas a través de su frontera para ayudar a Zarqawi y al-Qaeda y matar a nuestros valerosos hombres y mujeres en uniforme. No tuvimos otra alternativa que cruzar esa frontera para eliminar esos campos del terror».

En realidad, creo saber que Assad es un oftalmólogo educado en Londres, de maneras suaves, que jamás tuvo el propósito de adquirir la dirección política, que trata de emprender reformas políticas para reducir el malestar en Siria, (estimulado en parte por fuerzas foráneas). El vilipendio de esta persona en particular, que preside un Estado laico en el que cristianos y musulmanes tienen los mismos derechos y en el que las mujeres gozan de más libertad que en la mayoría de los países árabes, es obviamente impulsado por una agenda política urgente. Los que se dedican a esa agenda quieren que todos creamos que Siria se encuentra «al lado equivocado de la historia», y que Cleo, la Diosa de la Historia en persona, exige su perdición. Pero me parece que Siria no es más que el típico país básico, normal, condenado a caer en la mira de otro país que se encuentra en las garras de una pandilla de brutales bravucones. Para esos bravucones, la virtud de la paciencia es algo totalmente foráneo.

No es que aconseje que nosotros, en el movimiento contra la guerra, tengamos paciencia. Este matonismo ha durado demasiado. Si EE.UU. atacara a Siria, espero que las calles se repleten de millones que exijan la destitución de este gobierno belicista. Imagínense la alegría de los pueblos del mundo al ver el espectáculo de que el propio pueblo estadounidense repudia la guerra contra el mundo que el impaciente Khalilzad y su calaña de matones están infligiendo sin que se pueda vislumbrar su fin.

Mientras tanto, habrá una gran manifestación en Washington D.C. este fin de semana. Una inmensa participación podría reducir la perspectiva de ataques contra Siria, Irán, y otros países, y acelerar el fin de la ocupación de Irak. El apoyo a la guerra y para Bush ha caído en picada, a pesar de los esfuerzos de la prensa corporativa de mostrar una visión «patriótica» optimista de los eventos en el mundo. Ahora es el momento para que la masa en «modo realidad» cumpla con sus obligaciones hacia el mundo real, ante el mundo mítico tan explotado por los fascismos del Siglo XX. Si hay algo que te hayas sentido alguna vez inclinado a hacer, por favor hazlo. ¡Nos vemos en Washington!

——-

Gary Leupp es profesor de historia en la Universidad Tufts, y profesor adjunto de religión comparativa. Es autor de «Servants, Shophands and Laborers in in the Cities of Tokugawa Japan; Male Colors: The Construction of Homosexuality in Tokugawa Japan; and Interracial Intimacy in Japan: Western Men and Japanese Women, 1543-1900». También colaboró en la implacable crónica de las guerras contra Irak, Afganistán y Yugoslavia de CounterPunch: «Imperial Crusades».

Para contactos: [email protected]

http://www.counterpunch.org/leupp09192005.html

1