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Sales y soles

El embarazo de las casas

Fuentes: Gara

Llena. La luna, la panza, la cama y la casa. Una vida plena. Una utopía. «Mucho antes del chalé/ antes del edificio/ antes incluso de la antigua/ casa bella y grave/ antes de casas solariegas, palacios y castillos/ al principio/ la casa fue sagrada:/ es decir habitada/ no sólo por hombres y por vivos/ sino […]

Llena. La luna, la panza, la cama y la casa. Una vida plena. Una utopía. «Mucho antes del chalé/ antes del edificio/ antes incluso de la antigua/ casa bella y grave/ antes de casas solariegas, palacios y castillos/ al principio/ la casa fue sagrada:/ es decir habitada/ no sólo por hombres y por vivos/ sino también por los muertos y por dioses./ Eso después fue saqueado./ Todo fue reordenado y dividido». La casa se convirtió en piso. «Vivienda», bautizó Sophia de Mello a su poema.

«Llena de vida tu vivienda vacía». El Gobierno vasco ha escogido este lema para su nueva Campaña de Captación de Pisos Vacíos (viviendas que permanecen deshabitadas durante todo un año y no son segunda residencia). En Euskadi, según las cifras oficiales, hay por lo menos 26.000. En los últimos tres años, el gobierno se ha gastado 22 millones de euros en Bizigune, su Programa de Vivienda Vacía. Quieren convencer a los propietarios de las ventajas del alquiler social. En 2007, invertirán 14 millones más. De momento, han dejado «preñadas» 3.000 viviendas desocupadas.

Dos peceras. Una, vacía. Otra, con dos lindos pececitos, dos agradecidos inquilinos, zambullidos en sus tranquilas y limpias aguas. Dos peceras. Una, triste. Otra, repleta de energía. Llena de vida. El anuncio publicitario de la Consejería de Vivienda y Asuntos Sociales mira al futuro. Pisos pecera. Públicos. Sin secretos. Con las mejores vistas. Sin puertas ni ventanas. Sin salida de emergencia. Una jaula de cristal. Una condena. De por vida.

Solas o en compañía. «Todas las peceras son pequeñas», alerta José Ramón de Azumendi, descubridor de pensamientos en miniatura. La alegría de vivir necesita espacio, horizontes amplios. «El mundo es grande para la guerra y pequeño para la vida». Lo cuenta alguien chiquito, un niño de Medellín, en uno de sus poemas. La gran vida. Algún día, las casas volverán a ser casas, vivas, grandes, dignas, o no serán. «Llena de vida tu vivienda vacía… o te la expropiamos. Cuestión de vida o muerte».