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El escrache: Aspectos jurídicos y sociales

Fuentes: Rebelión

El escrache ha aterrizado en España. Y como era de esperar ha recibido la insidia que se dispara contra todo fenómeno que no se puede domesticar: la pertenencia o afinidad con ETA. Algo lógico, pues cuando más grande y terrible sea una mentira más fácil resulta creerla. Axioma, todo hay que decirlo, descubierto y patentado […]

El escrache ha aterrizado en España. Y como era de esperar ha recibido la insidia que se dispara contra todo fenómeno que no se puede domesticar: la pertenencia o afinidad con ETA.

Algo lógico, pues cuando más grande y terrible sea una mentira más fácil resulta creerla. Axioma, todo hay que decirlo, descubierto y patentado por el régimen nazi.

¿Qué es y por qué surge el escrache?

Hablamos de una forma de protesta, surgida en Argentina como reacción ante la impunidad de los dictadores que habían derramado sangre ajena desde la región del Norte Grande hasta el extremo sur de la Patagonia

Básicamente consistió en destapar las fechorías de alguien y divulgarlas en su entorno vecinal, familiar, etc, como forma de abochornamiento.

Esto, obviamente, se debe a que la ley debía estar al servicio del desarrollo social y el bien común, pero muchos la manipulaban a favor de unos pocos y en perjuicio de la mayoría. Contra esa tragedia social surgió el escrache.

El escrache y el peculiar caso de España

En nuestro país no solo es lógico que brote y se extienda el escrache, sino que se me antojaba inevitable. Veamos por qué…

Durante los últimos años, las manifestaciones y huelgas han constituido un elemento útil para frenar algunas tropelías de los gobiernos. Una manifestación masiva o una huelga general secundada mayoritariamente inducían la rectificación del poder. Así lo entendieron Suárez, González y el mismo José María Aznar, pues, a fin de cuentas, aquellos actos no son más que otra forma de manifestar la voluntad de los ciudadanos.

Pero el actual desgobierno (perdón, Gobierno) ha roto ese pacto tácito. Las huelgas y manifestaciones se conciben como una coartada para disfrazar el régimen con apariencia democrática y, lo más grave y preocupante, se tratan como asuntos de orden público, un peaje por el que hay que discurrir…»esto me va a costar una huelga general», presumió Rajoy ante los líderes de la UE con motivo de la contrarreforma laboral.

Desde ese posicionamiento irresponsable, el clamor popular de las manifestaciones y huelgas es sistemáticamente desoído bajo el pretexto de que «la soberanía se expresa en las urnas». Subterfugio bastardo, toda vez que las urnas no son la única expresión de la soberanía popular y, más importante, la legitimidad que aportan desaparece cuando se incumplen las promesas.

Engañados por unas promesas violadas, burlados por unas medidas que jamás votarían y que expolian a las clases medias y populares, y desoídas las protestas de huelgas y manifestaciones, la presión ha salido por otro pliegue del cuerpo social y algunos ciudadanos han abierto la caja de los truenos del escrache.

Aspectos jurídicos, modalidades y ámbito de aplicación del escrache…

Para no incurrir en ilícitos, este método de manifestación y participación ciudadana, novedoso en España, debe desarrollarse dentro de unos cauces efectivos e inteligentes, que no permitan a las llamadas autoridades su inclusión en el Código penal o en normas sancionadoras administrativas. Ni tan siquiera la fabricación de preceptos «ah hoc».

Deben, por tanto, evitarse las acciones de violencia física, la exhibición de armas y objetos peligrosos susceptibles de causar daño, el allanamiento de domicilios y las amenazas que constituyan delito. Se trata, simplemente, de señalar y avergonzar a los malvados en su entorno. Impulsar la presión social allí donde la norma se niega a entrar. Y esto puede resultar muy efectivo.

Para combatir esta forma de protesta, previsiblemente, algunas delegaciones de Gobierno se valdrán de la intimidación mediante el uso de la policía y la imposición ilegal de multas. No parecen descartables acciones violentas por parte de los antidisturbios.

Dado que las prácticas de señalamiento no vulneran normativa alguna, deben recurrirse las multas e interponer querellas contra los/as delegado/as del Gobierno que impartan estas órdenes. Actualmente se encuentra admitida a trámite una querella contra la delegada del Gobierno en Madrid por un asunto análogo.

De manera flagrante, la vida de miles, cientos de miles, millones de personas, es arruinada a diario por la actuación inicua de banqueros, grandes empresarios y politicastros. El escrache entiende que constituye una gravísima omisión el permitir que esa suerte de terroristas sociales campe a su antojo.

Así, el escrache implica que los ciudadanos señalen públicamente a quienes estafan, roban, defraudan, saquean y provocan sufrimientos horribles, y hasta la muerte, de tantas personas honradas que un día creyeron que serían respetados y protegidos si cumplían las normas de convivencia.

Se alude por parte de las llamadas autoridades que el domicilio es «inviolable» y que los familiares no deben sentir las consecuencias del escrache.

Ahora bien, nadie ha hablado de allanar viviendas y, por otra parte, quienes han provocando la angustia y suicidio de tanta gente, no han mostrado la menor consideración con sus víctimas ni con su familia u hogares.

En consecuencia con lo anterior, los familiares del señalado deberían conocer el actuar infamante, el dolor provocado, los días de angustia, los suicidios y horror que el canalla de turno perpetra.

De este modo, el escrache puede conocer muchas formas totalmente legales: cartas a los vecinos alertando sobre quien es el sujeto con el que comparten vecindario, misivas a los lugares que frecuenta, señalamiento directo allí donde se dirija. También visitas al colegio de sus hijos, informando a él y a sus compañeros sobre el comportamiento infamante de sus padres, y otras muchas actuaciones que también circulan por la red.

En el escrache, por tanto, quienes roban, matan (con amparo legal) y aniquilan el futuro e ilusiones de la gente honrada, deben quedar expuestos ante el resto de la sociedad y sentir el reproche punzante de los ciudadanos que, en su mayoría, son personas de bien.

Reflexionemos: ¿habría llegado Hitler al poder si el escrache se le hubiera aplicado a él y a quienes comenzaron a apoyarlo?

La divulgación de fechorías y planes perversos de terceros conforma la materia prima del escrache.

En este sentido, surge la inevitable reflexión… ¿habría llegado Hitler al poder si el escrache se le hubiera aplicado a él y a quienes comenzaron a apoyarlo?

La respuesta de muchas personas es NO. Y en ese sentido, el escrache habría constituido uno de los elementos más puros de regeneración y vida democrática sana.

Por mi parte, confío que estas líneas, además de informar, muevan a la reflexión y concienciación, auténtico motor de la humanidad y los valores del hombre.

Gustavo Vidal Manzanares es abogado

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.