Traducido para Rebelión por Antonio Cuesta
Este era el titular de portada en el periódico Sabah del 23 de enero informando de una reciente redada contra 33 personas, desde generales retirados hasta abogados y periodistas, en el marco de una operación puesta en marcha por la policía de Estambul contra un grupo nacionalista de extrema derecha acusado de formar una red clandestina para cometer crímenes fundamentalmente políticos.
Esta organización, autodenominada «Ergenekon», fue descubierta hace varios meses cuando tras el registro policial de una vivienda en el distrito de Umraniye de Estambul fueron hallados numerosos explosivos. En aquel momento varias personas fueron detenidas, incluyendo al capitán retirado Muzaffer Tekin, quien al parecer está vinculado al asesinato de un magistrado del Consejo de Estado de Ankara en 2006.
La última operación, resultado de 8 meses de trabajo, ha dado lugar a la detención de un general de brigada y un coronel retirados, un periodista y un abogado que llevó la denuncia por «insultar a Turquía» contra el novelista Orhan Pamuk, ganador en 2007 del Premio Nobel de Literatura. Los arrestos se llevaron a cabo de madrugada en la ciudad de Estambul y en otras regiones. Algunos de estos detenidos podrían haber participado en el asesinato de periodista turco armenio Hrant Dink y de otras acciones violentas.
Los sospechosos están acusados de muchos crímenes a título individual, pero lo que tienen en común todos ellos es su vinculación con redes ilegales cuya funcionamiento es similar a la Red Gladio -una operación de la OTAN tras la II Guerra Mundial estructurada como apoyo a organizaciones paramilitares con el objetivo oficial de responder a una posible invasión soviética mediante sabotajes y operaciones clandestinas. De hecho muchos analistas opinan que tales redes de grupos en la Turquía actual, en ocasiones denominadas como las «cloacas del Estado», son residuos de la sección turca de la actual Gladio.
El general retirado Veli Kucuk, entre el resto de los detenidos, es el presunto fundador de una unidad clandestina dentro del Alto Mando de la Gendarmería y está también implicado en el infame escándalo de Susurluk.
En realidad, la existencia de grupos clandestinos en Turquía, que recientemente se han multiplicado, llegó a conocimiento público como consecuencia del famoso accidente de tráfico ocurrido el 3 de noviembre de 1996 en el municipio Susurluk de la provincia turca de Balikesir.
Este escándalo ha sido conocido desde entonces como «Susurluk» y es frecuentemente usado para señalar la ineficacia del Estado a la hora de luchar contra estos grupos.
De hecho lo que reveló Susurluk fueron las conexiones entre el Estado y el crimen organizado, y el gobierno de entonces admitió esos vínculos ilegales entre los aparatos estatales y la mafia de extrema derecha.
El fatal accidente ocurrió cuando un camión chocó con un Mercedes. Los ocupantes del Mercedes eran un diputado de un partido político, un jefe de policía, un mafioso «reconvertido en funcionario del Estado» (Abdullah Catli) y su presunta amante, una antigua miss rubia. El único pasajero que sobrevivió a la colisión fue Sedat Bucak, un líder de un clan kurdo y un antiguo político.
Según el veredicto del tribunal de Estambul, de fecha 11 de abril de 2002 referente a Susurluk, Korkut Eken, ex funcionario de la Organización de Inteligencia Nacional de Turquía (MIT) y antiguo oficial de la unidad de Operaciones Especiales de las fuerzas armadas turcas (TSK), e Ibrahim Sahin, ex subdirector de la Oficina de Operaciones Especial de la policía fueron condenados a seis años de cárcel cada uno por dirigir una organización criminal, y a otros 12 encausados a cuatro años cada uno por integrar dicho grupo.
El veredicto sostuvo que el gobierno había utilizado escuadrones de la muerte para asesinar a personas consideradas como amenazas para la seguridad nacional citando para ello las declaraciones de los acusados que aseguraron estar convencidos de haber actuado en nombre del Estado. «La defensa de los procesados no corroboró los hechos como reflejaron los archivos del caso. Para la República turca confiar la seguridad nacional y exterior en asesinos, traficantes de droga y propietarios de lugares de juego es un comportamiento imperdonable e inaceptable» recalcó el mismo veredicto.
Pero la resolución judicial no aclaró a la opinión pública de la época si el Estado turco estaba decidido a luchar contra la mafia. Esta sospecha fue apoyada por las revelaciones hechas en aquel tiempo por siete importantes generales, entre ellos un antiguo jefe del Estado Mayor del ejército, en apoyo de Korkut Eken, quien estuvo en la cárcel y posteriormente liberado.
El hilo común de todos estos grupos, desde Susurluk a Atabeyler y Ergenekon, es su orientación ultranacionalista, aunque en ocasiones formen alianzas con grupos de extrema izquierda como la «Kizilelma Coalition» (la coalición Manzana Roja) o con radicales fundamentalistas para minar el Estado.
El actual gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) también ha sido criticado por no llevar a cabo una acción decidida contra el crimen organizado que pasa por ser la amenaza más seria contra la seguridad de Turquía.
Sin embargo, las últimas operaciones contra el grupo Umraniye han dado la esperanza al público turco de que la actual dirección política pueda esta vez dar una solución, ahondando tanto como sea posible hasta sacar a la luz a los cerebros del crimen organizado.
El hecho que la mayoría de los periódicos turcos presentaran en portada las últimas operaciones policiales, algunas de las cuales impulsadas por un gobierno decidido a actuar rápida y decididamente contra estas organizaciones al tiempo que el diario Sabah calificaba de «organización terrorista» y titulaba «El Estado contra sus cloacas», debería animar a los creadores de opinión a actuar más decididamente para aclarar y llevar ante la justicia a los personajes claves que tratan de minar la jerarquía estatal.
* Lale Sariibrahimoglu es una periodista turca. Colabora con varios medios de prensa escrita entre ellos el diario Zaman.